Wilfredo Denie Valdés: amó y sirvió a Cuba siendo fiel a sus ideales

Wilfredo Denie Valdés en el patio de su casa, con la maqueta de su libro “Apuntes para una Historia de Pinar del Río”. Foto de Juan Carlos Fernández Hernández.

Wilfredo Denie Valdés en el patio de su casa, con la maqueta de su libro “Apuntes para una Historia de Pinar del Río”. Foto de Juan Carlos Fernández Hernández.

 
Wilfredo “William” Denie Valdés ha muerto a sus 88 años de edad. Nació el 20 de septiembre de 1926. Estuvo escribiendo y trabajando hasta el último día. Pero esto no es una nota necrológica, ni es su biografía, que tendrá que ser escrita un día. Es más bien una fe de vida, un homenaje fraterno y respetuoso y sobre todo el agradecimiento que creo que le debe Pinar del Río, ciudad a la que se entregó en cuerpo y alma.
William, como lo conocíamos todos, fue un hombre que amó a Cuba entrañablemente, se sacrificó por ella, se arriesgó por su libertad y luego trabajó por esa misma libertad con las armas nuevas de la paz y el debate de ideas.
Su vida fue intensa, fue siempre fiel a sus ideales que acostumbraba a resumir como buen ortodoxo, seguidor de Eduardo Chibás, en estos tres puntos: democracia política, libertad económica y justicia social. Mil veces le escuché exponer, defender y aplicar estos tres principios por los que se consideraba siempre a sí mismo como un revolucionario.
Fiel a esos pilares que postulaba el Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo), se afilió a sus filas siendo muy joven. Participó en la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista. Fue combatiente y alzado en la Sierra de los Órganos para apoyar el desembarco de los revolucionarios del yate Granma. Recibió el encargo de organizar, junto con otros, el Movimiento 26 de julio en Pinar del Río en entrevista con el Dr. Fidel Castro Ruz. Al triunfo de la revolución ocupó responsabilidades en el Instituto de Amistad con los Pueblos (ICAP) en Pinar del Río y fue fundador del Partido Comunista de Cuba (PCC).Trabajó como linotipista antes de la revolución, y luego del “triunfo de la rebelión” como le gustaba decir, fue periodista y columnista de la sección de historia local en el periódico de la provincia durante largos años.
Lo conocía porque yo era un joven asiduo lector de su columna sobre historia de Pinar del Río. He creído toda mi vida que un pueblo sin historia es un fantasma y cuando una comunidad olvida su memoria histórica pierde el rumbo de su futuro. Por eso admiré, sin conocerle personalmente, al ameno y detallista historiador y comunicador que fue William Denie.
Una tarde del mes de enero del año 1995, hace 20 años, lo conocí personalmente al presentarse respetuoso y enguayaberado en la sede de la entonces recién nacida revista Vitral en el Obispado de Pinar del Río. Yo llegaba de mi trabajo en la Empresa de Tabaco y él me había esperado desde hacía más de una hora, como me dijo. Después de las presentaciones me explicó que venía a proponerme ocuparse de la sección “Nuestra Historia” de la revista Vitral, entonces órgano de expresión del hoy extinto Centro de Formación Cívica y Religiosa.
Fue una primera entrevista llena de anécdotas de su vida y de historias locales aún no contadas, sobre todo las que se referían a la vida cotidiana de la sociedad civil pinareña: comerciantes, músicos, farmacéuticos, carniceros y dependientes, barberos y médicos, artistas e intelectuales, personajes callejeros y presidentes republicanos nacidos en Pinar. Yo disfrutaba y aprendía. No le pregunté por su ideología, ni por su filiación política (después supe que en ese entonces era militante del PCC y ostentaba las medallas de Combatiente de la Revolución Cubana). Nunca le preguntábamos a nadie por sus ideas políticas, filosóficas o religiosas. Vitral siempre fue una revista plural, incluyente y respetuosa de la diversidad, quien lea el índice de autores podrá comprobarlo.
De este modo, sin más protocolo y sin indagar ni confrontar para nada, le pedí a William Denie que trajera su primera colaboración para la revista No. 7 de mayo-junio de 1995 con la que precisamente celebraríamos el primer cumpleaños de Vitralnacida el 3 de junio de 1994.
Algunos no lo comprendieron, otros pocos lo segregaron, pero tengo que decirlo también en su honor, jamás vino con espíritu rencoroso, ni me trasladó amargura ni contraposición con su pasado. Comenzó a sorprenderme su memoria, sus criterios de justicia social y de rescate del tejido de la sociedad civil y del carácter y tradiciones emprendedoras de los cubanos. Su amor a Pinar del Río era proverbial y comprometido, práctico y propositivo. Sus muy numerosos artículos lo confirman. Uno de ellos sobre la prensa en Pinar del Río demostraba, estadísticamente, que Vitral es la revista de mayor tirada y años de vida de toda la historia de Vueltabajo.
El 21 de marzo de 2007 Vitral cambió su perfil editorial y su equipo de realización. El 15 de febrero de 2008 nacía una nueva publicación sociocultural en Pinar del Río. Su nombre es su programa y su perfil editorial: Convivencia. William Denie fue uno de sus colaboradores fundadores. Estuvo colaborando hasta el número 42 de esta revista sobre el correcto uso de los símbolos patrios, coincidiendo con el final de sus días, en que la muerte atrapó su colaboración entre los rodillos de su vieja máquina de escribir.
Un viejo sueño que yo tenía desde que leía sus artículos históricos en el periódico oficial Guerrillero, era poder recopilar, editar y publicar la obra de toda su vida. Era un sueño tan irrealizable como aquel otro que me atreví a proponerle a la mismísima Dulce María Loynaz cuando en el portalón de su casa de 19 y D me regaló el primer ejemplar dedicado por el editor de “Poemas sin Nombre”. Era una quijotada prometer la publicación de aquel libro para los lectores cubanos y en el 2000 lo logramos entre Vitral, la Casa Loynaz de Pinar del Río y la Conferencia Episcopal Italiana.
Este otro sueño quijotesco vio la realidad el 1ro. de noviembre de 2012 gracias a Ediciones Convivencia y a la generosidad de pinareños en la Diáspora, que con aportes privados y personales, hicieron posible la publicación de la obra de toda la vida de este laborioso periodista: “Apuntes para una Historia de Pinar del Río” presentado en el Patio de Convivencia en Pinar del Río, en la Universidad de Miami y en la Biblioteca pública de New Jersey. Esta edición fue autorizada por el autor sin propósito lucrativo en carta que dirigió a los editores después de revisar las pruebas exhaustivamente.
Su obra cumbre fue distribuida en más de una treintena de universidades, bibliotecas y centros de investigación, dentro y fuera de Cuba y el libro ha sido considerado como “una enciclopedia sobre Pinar del Río” por el Doctor Marcos Antonio Ramos, miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, quien fue uno de sus presentadores. La obra escrita de William Denie está a salvo y así lo expresó, él mismo, con emoción y alegría, el día de la presentación en Pinar. Su hijo Irving, escultor, fijó el momento en un libro y una pluma de mármol fino que le regaló a su padre ese mismo día.
En una de sus últimas visitas que acostumbraba hacer a mi casa, casi a diario, William expresó en medio de la animada tertulia dominguera que había sido un hombre fiel a sus ideales, que sentía el mismo amor a Cuba desde que era un adolescente, que en su corazón no había odio, ni traición, ni rencor, sino la paz y la satisfacción de haber sido fiel a aquellos principios por los que luchó, con distintos métodos, pero por el mismo fin, la restitución de la Constitución de 1940, un gobierno civil y democrático en Cuba, una república martiana independiente y próspera, con buenas relaciones con todos los pueblos de la tierra.
William pudo ver el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos el 17 de diciembre de 2014 y vino a mi casa, feliz y preocupado. Le dije: disfrute de su alegría y pongámonos a trabajar para resolver las preocupaciones. Su infinito e incansable amor a Cuba se desbordaron a través de una amplia sonrisa y unos ojos cansados y serenos que miraban todavía al futuro de su amada Patria, por la que entregó toda su vida.
Pinar del Río y Cuba le deben a Wilfredo Denie Valdés el homenaje que merece esa entrega fiel.
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007 y A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.
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