A una semana del referendum: reflexión y conciencia

Lunes de Dagoberto

El próximo domingo será el Referendum constitucional, evento que no se realizaba en Cuba desde 1976. Es un momento trascendental de patriotismo y civismo. Una Constitucion, nos guste o no, nos concierne a todos e impactará en nuestra vida personal y en la vida de la Patria.

Votar Sí o No a una Constitución no es una elección de delegado, ni siquiera de diputado o presidente. Se trata de aprobar o no el modelo, el sistema político en el que todos vamos a vivir. No vale decir que no interesa la política. Ella va a impactar sobre nuestra vida cotidiana, sobre la de nuestros hijos y la de nuestros trabajos.

Se abre entonces una semana de reflexión profunda, de estudio serio, de despertar nuestra conciencia para hacer un discernimiento estrictamente personal, secreto, libre y responsable. Luego de ese discernimiento, vendrá una decisión bien pensada y fundamentada. Votar a la ligera, como si fuera una votación más, es una irresponsabilidad ciudadana. Luego, el domingo 24 de febrero, fecha de gran contenido patriótico, será la hora decisiva para nuestra actuación cívica: votar en conciencia.

¿Qué significa votar en conciencia?

Significa ser nosotros mismos, decidir con libertad interior, que es ese ejercicio del alma donde nada ni nadie puede tocar ni decidir. Votar en conciencia es ser coherente, es que coincida lo que pensamos, lo que creemos, lo que decimos y lo que votamos. Votar en conciencia es ejercer la soberanía que reside en cada ciudadano y que viene de Dios, no de ninguna ley o gobierno. Ser ciudadano es la más alta honra y el más sagrado deber y responssabilidad de todo ser humano, por encima de sus preferencias religiosas, políticas, económicas, sociales y culturales. Votar en conciencia es para los creyentes, poner a Dios como testigo de la elección que hacemos, porque solo Dios puede juzgar nuestra conciencia y siendo así es también Padre nuestro, por tanto, lo que nos pide, como hijos que somos, es que no nos engañemos, no nos pongamos caretas, que expresemos con una serena y sencilla cruz nuestra decisión estrictamente personal y secreta. Votar en conciencia es vivir en la verdad y actuar con libertad y con responsabilidad. Votar en conciencia es creer firmemente que un árbol hace también al bosque, que toda siembra empieza por una semilla, que el Nuevo día alborea por unos pocos rayos de luz discreta, es “creer en la fuerza de lo pequeño” y darle valor a una pequeña cruz.

Sea cual fuere nuestra decisión personal debemos preguntarnos en ese momento de la soledad en la cabina de votaciones quién soy, qué criterios tengo por dentro, qué necesidades tengo por fuera y por dentro, en qué país me gustaría vivir. Tu cruz en una de las dos casillas, y solo en una, decidirá tu futuro y el de tu familia.

Debemos ser sinceros y coherentes porque en el día de mañana nuestros hijos y nietos nos preguntarán qué votamos en el referendum del 2019. Entonces ya solo nos queda decirle lo que votamos en conciencia o mentirles para no avergonzarnos por no haberlo hecho en conciencia y verdad con lo que somos, y con el país que queríamos para ellos.

Respetemos a todos los cubanos, sea cual fuere su decisión. Reprimir o descalifcar una de las dos opciones es dividir a la nación, es descubrir lo lejos que estamos de ser una República unitaria, de querer lo que quiso Martí, que fuéramos una nación donde quepamos todos.

Esta es también una prueba para el Gobierno de Cuba. En dependencia de la postura del Estado cubano se sabrá la legitimidad de todo este proceso constitucional. La alternativa es si todo transcurre en paz y civilizada convivencia, y se pueda promover lo mismo el Sí que el No en esta última etapa, porque anteriormente no se ha permitido, es más, se ha reprimido, o se sigue reprimiendo y todo el mundo podrá comprobar que no es lo que debería ser.

Pido a Dios que esta compleja y crítica semana sea para bien del pueblo cubano.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.    

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
    Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
    Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
    Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
    Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
    Reside en Pinar del Río.

 

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