TOMÁS GENER Y EL PADRE VARELA EN LA CATEDRAL DE MATANZAS

Catedral de Matanzas, Cuba. Foto tomada de Internet

Con las primeras luces del sábado 28 de abril de 1821, el presbítero Félix Varela Morales partió a bordo del velero “Purísima Concepción” hacia España. Poco podría sospechar, al pasar por el canal del puerto de La Habana, frente a su amado Colegio Nacional de San Carlos que, al enrolarse en las elecciones para diputado a Cortes, nunca más volvería a Cuba.

Le acompañó un grupo de jóvenes: dos primos: Buenaventura, que escribió el diario del viaje, y Francisco Morales. Adolfo Quesada, Fernando Adot y José Luis Alfonso, que aprendieron música con el padre; los dos primeros fundaron con Varela la Sociedad Filarmónica de La Habana. También Pedro de Hara, Joaquín Toscano y el seminarista Francisco Ruiz.

El 6 de junio desembarcaron en Cádiz y el 28 llegaron a Sevilla. Allí estuvieron dos semanas en las que Varela y sus primos aprovecharon para visitar a una tía residente en el lugar. Por fin, el 12 de julio, la diligencia los puso en Madrid.

En la capital española pudieron reunirse los cuatro diputados que acudían por Cuba: el presbítero Félix Varela por La Habana, José de las Cuevas, por Santiago de Cuba; Tomás Gener por Matanzas y Leonardo Santos Suárez que concurría por La Habana.

Gener era comerciante, muy influido por los hacendados, quería como pocos a Cuba y a Matanzas, aun cuando no era natural del país sino de Cataluña.

Leonardo Santos Suárez era un liberal independiente, antiguo discípulo de Varela, lleno de juventud y de ideas generosas. José de las Cuevas, a pesar del patriotismo peninsular que el arzobispo de Santiago de Cuba, Osés había propagado en la zona, se mostraba partidario de las ideas de descentralización colonial. El 3 de octubre de 1882 juraron la Constitución y el Reglamento interior de las Cortes.

De muchos es conocida la historia de los acontecimientos españoles de la fecha. De cómo fue devuelta España al absolutismo monárquico y cómo el rey Fernando VII, por quien tantos habían hecho mucho, traicionó a todos. Aquellos diputados, disueltas las Cortes por el Rey y condenados a muerte, tuvieron que huir.

Varela, Gener y Santos Suárez alcanzaron a llegar al Peñón de Gibraltar para protegerse bajo la jurisdicción británica. Obtuvieron pasaje en el buque “Draper C. Thorndike” y llegaron a Nueva York el 15 de diciembre de 1823.

Desde Cuba conocían a mister Goodhue, un importador de azúcar, y se dirigieron a su casa y allí comenzaron los primeros encuentros con patriotas cubanos, algunos muy jóvenes, discípulos muy queridos de Varela como Cristobalito Madan.

Gener y Leonardo Santos Suárez se establecieron en una casa común. “Esta casa se convertiría pronto en centro de reuniones no solo de emigrados cubanos, sino también de españoles y centroamericanos. Por allí desfilaron José María Heredia, Teurbe Tolón, el Lugareño, Aniceto Iznaga, José de la Luz Caballero, Saco, Domingo del Monte y otros muchos, incluyendo, por supuesto, a los matanceros exiliados en los Estados Unidos”11.

Mientras se restablece el absolutismo en España y sus dominios, el Capitán General Dionisio Vives desempeña su oficio cumplimentando en Cuba lo propio, suspendiendo garantías.

El padre Varela ha echado a correr en tierras norteamericanas su andadura sacerdotal, lee muy bien el inglés pero le corresponderá aprender a hablarlo y lo logra con sorprendente soltura.

Para el mes de abril de 1824 Gener está viajando mucho, es un hombre emprendedor, se ha auto cultivado, es sumamente inteligente. En Washington a la par que el Secretario de Estado le ofrece un banquete, lo recibe en audiencia el presidente Monroe. El general Lafayette lo invita a una recepción. También visita varias universidades y se entrevista con hombres de la cultura, de la política, entre ellos con John Adams, el ex presidente.

Para el 13 de enero de 1824, el rey Fernando VII, que se siente seguro en su trono por los Cien Mil Hijos de San Luis, los militares franceses que derrocaron a los liberales españoles, emitió un real decreto por el que estableció las Comisiones Militares Ejecutivas y Permanentes. Tenían como objetivo juzgar a aquellos que se tuvieran por enemigos declarados, por la ocupación de armas, papeles o por la comisión de hechos contra los derechos del Trono. Por ser partidarios de la Constitución de Cádiz. Por hablar en público contra el Rey. Por promover desórdenes públicos. Los procesos que se incoaban revestían la condición de sumarios. No solo implicaban la condena a prisión o muerte, sino también la confiscación de los bienes propios y familiares.

Dionisio Vives fue oficialmente notificado del nuevo decreto, el 23 de noviembre de 1824, en medio de un enrarecido clima en Cuba, pues estaba finalizando el proceso contra la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar.

Se sabe que a Tomás Gener lo sacudió un profundo sentimiento de pavor. En su Matanzas querida, a su partida para España, habían quedado su esposa y su primer hijo.

Tomás Juan Salvador Gener Bohigas había llegado a Matanzas en compañía de su hermano José, el 3 de octubre de 1808, con casi veintidós años de edad. Nació en Calella, un villorio catalán, el 13 de marzo de 1787, contemporáneo por tanto del padre Varela. En Matanzas, ya se encontraba su padre. Pero aquí su amistad con Juan Manuel O’Farril lo condujo por el camino de la autoformación que ya no era poca, pues siguiendo la tradición familiar, había ingresado a los trece años en la Escuela Náutica de Barcelona.

Gener no descansó. Trabajó duramente, sustanció una generosa fortuna y fomentó su prestigio, sobre todo por la manera como fue promoviendo el adelantamiento de la ciudad de Matanzas, hasta el punto que en 1893, José Martí haciendo historia en el periódico Patria, califica a los Gener y a los Guiteras como “padres de Matanzas”. Mientras todo esto sucedía, apareció el amor en la vida de Tomás Gener. El 16 de noviembre de 1817, en la parroquia de San Carlos, el padre Miguel Sánchez bendijo su unión matrimonial con María Guadalupe del Junco Noriega, perteneciente a una de las familias más antiguas y prominentes de Matanzas, hija del capitán Bernardo del Junco. Acuden como testigos el alcalde capitán Domingo Lamadrid y Ambrosio Morejón y, como padrinos, su hermano José y la madre de la novia María Josefa Noriega.2

Veinte meses después del enlace, le nacerá al matrimonio Gener-del Junco su primer hijo. El 8 de julio de 1819 nació un varón al que pusieron el nombre de Benigno Tomás Bernardo. Le correspondió bautizarlo en la parroquia de San Carlos al propio don Miguel Sánchez, que había asistido al matrimonio y se presentaron como padrinos José Gener Bohigas y Estanislada del Junco, hermanos del padre y de la madre del niño Benigno, respectivamente.3

Inmediatamente que llegan a Nueva York las noticias de los desmanes ordenados por Vives en Cuba, Gener urge el traslado de su esposa y de su hijo hacia los Estados Unidos. Con su llegada a la gran ciudad concluyen tres largos años de separación. Nada entre ambos se ha enfriado y en Nueva York van a brotarle a la joven pareja tres hijos más.

A las cercanas e intensas relaciones de Tomás Gener con el presbítero Félix Varela se va a unir el hecho de que va a ser el propio padre Varela el ministro sagrado que bautice los tres hijos norteamericanos de Gener y Guadalupe del Junco.

Cuando en 1829 nace el primer Gener en suelo estadounidense, el padre Varela ha ganado la batalla, o mejor, el sueño de obtener una iglesia. Por entonces las iglesias eran administradas por unos trustees o suerte de administradores de confianza que, en el caso que nos ocupa habían decidido, en el verano de 1827, vender un templo episcopal en la calle Ann de Nueva York.

Se trataba de un añoso caserón, muy deteriorado pero acomodado para el culto. La ilusión de Varela se vino al piso cuando se presentó un comprador que, queriendo instalar en el templo un circo, ofrecía treinta y ocho mil dólares, el doble de lo que apenas podría juntar Varela.

Dilatadas las tratativas entre los trustees y el cirquero, los episcopalianos se decidieron finalmente por el padre Varela, pues no querían entregar al mundo lo que había estado consagrado al culto a Dios.

Acudió entonces Varela a su amigo el banquero español John Lasala y este ofreció diecinueve mil dólares. Cerrada la operación, el propio Lasala contó que fue tanta la emoción de Varela, que se retiró, llorando, a orar en un rincón.

Honrando el gesto de los episcopales, Varela conservó el nombre original de la iglesia: Christ’s Church, Iglesia de Cristo la que, debidamente reparada, fue inaugurada el 15 de julio de 1827.

A esta iglesia acudieron Tomás Gener y Guadalupe del Junco en busca de su predilecto sacerdote Félix Varela para que le bautizara a sus tres hijos neoyorkinos.

El primero en nacer fue el varón Plácido José Antonio, que vio la luz el 30 de enero de 1829. Lo bautizaron unos dos meses después, el 28 de marzo. Eligieron por padrino de su hijo a Leonardo Santos Suárez, compañero de Cortes, de infortunios y de amor por Cuba, tanto de Gener como de Varela, de quien, además, fue su discípulo en el seminario de San Carlos.

Nuevamente la familia Gener se gozó con la llegada de otro varón, el 6 de julio de 1830. Le ponen el nombre de Justo Manuel Domingo y, junto con su padrino, Pedro Harmony, lo llevan a bautizar por el padre Varela, el 4 de agosto de ese mismo año.

A su relación con Pedro Harmony, comerciante y banquero, debe Tomás Gener la consolidación de su propia economía. El verdadero nombre de Pedro Harmony podría haber sido Pedro Jiménez, fundador de esta casa en Nueva York y dueño de la famosa bodega “Pedro Jiménez” en España. Leonardo Santos Suárez llegó a ser apoderado de la casa Harmony y contrajo matrimonio con una sobrina de Pedro Jiménez.

Para el 27 de diciembre de 1832 vuelve a encenderse la buenaventura de los Gener, pues les nace la primera hija a la que nombran María de la Merced Rosa Estanislada. Acuden ante el padre Varela los progenitores y la madrina María de la Merced Lasa de Layseca, y él la consagra a Dios mediante las aguas lustrales el 27 de febrero de 1833.

Llegados a estas fechas el contexto de la política en España ha variado. Fernando VII muere el 29 de septiembre de 1833 y su viuda María Cristina de Borbón asume la regencia. Contra ella comienzan las rebeliones carlistas, los gabinetes se suceden uno tras otro con tintes liberales, moderados. Por supuesto que Cuba volvió al centro de muchas discusiones, se reajustó el sistema colonial. En España se abolieron las Facultades Omnímodas, pero se mantuvieron en Cuba.

En la Isla la alianza entre el poder y la burguesía criolla, personificada en la relación estrecha entre Dionisio Vives y el Intendente de Hacienda Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, concluyó cuando designaron para la Capitanía General al general Tacón.

Pero bien, a los fines del artículo que nos ocupa, es imprescindible conocer que, con la muerte de Fernando VII y la asunción de María Cristina de Borbón, una de las medidas adoptadas fue el indulto de todos los implicados en los sucesos de aquellas Cortes suprimidas por el Rey.

Y con esta medida volvió a cambiar la suerte de muchos exiliados, tanto de los nacidos en Cuba, como de los oriundos de la península, residentes en ella o en la isla, como eran exactamente los casos del padre Varela, padre de la nacionalidad cubana y de don Tomás Gener, uno de los padres de Matanzas.

Muchos, casi todos, deciden regresar a Cuba. El presbítero Félix Varela se niega rotundamente a hacerlo, no acepta el indulto, ser perdonado para regresar, porque él no ha cometido ningún delito.

Tomás Gener sí vuelve. Varela queda prácticamente solo. Por dos cartas que se conservan del presbítero a Gener, se puede comprobar el cariño que los unía y una cierta nostalgia por su ausencia.

Tomás Gener arribó a Matanzas el 22 de octubre de 1834, a bordo del bergantín “Rapid”, junto con su esposa con más de siete meses de embarazo y sus hijos. El pueblo con su gobernador fueron a recibirlo. Hubo descarga de fusilería, banda de música. Varios días después, Tacón lo agasajaba con un banquete en el Palacio de los Capitanes Generales.

El regreso a Matanzas lo reposesiona de su fortuna. Se da nuevamente a las gestiones cívicas, lo nombran inspector de las escuelas gratuitas y, un poco después, presidente de la Diputación Patriótica. Impulsa varios proyectos junto a Domingo del Monte, entre ellos la inauguración el 8 de febrero de 1835, del nuevo local de la biblioteca pública de Matanzas, la misma que con el transcurrir de los años, será nombrada “Gener y Del Monte”. La biblioteca pública de Matanzas fue creada por la Diputación Patriótica el 4 de julio de 1833.

Sin lugar a dudas, Gener poco a poco va buscando consolidar las bases de su nueva vida y la de su familia en Matanzas. Una de estas gestiones la cristalizó con la reinscripción de los bautizos de sus tres hijos norteamericanos en Cuba.

La práctica normal en la Iglesia católica ha sido desde que a mediados del siglo XIV se establecieron los registros parroquiales de los actos sacramentales no repetibles, que estos se inscriban y se custodien en la sede parroquial en cuya circunscripción se celebren.

El 23 de mayo de 1833, el padre Félix Varela firmó en la Iglesia de Cristo en Nueva York, las tres certificaciones acreditativas de los bautizos de Plácido José Antonio, Justo Manuel Domingo y María de la Merced Rosa Estanislada, todos de apellidos Gener del Junco.

Siguiendo un procedimiento poco usual en la práctica canónica en esta materia, las certificaciones fueron remitidas al Obispado de La Habana, interesando se ordenara sus inscripciones en el libro corriente de bautismos de españoles de la iglesia parroquial de San Carlos Borromeo en la ciudad de Matanzas.

Por entonces, y hasta el año de 1912, la actual provincia de Matanzas, caía bajo la jurisdicción eclesiástica del Obispado de La Habana.

Con la muerte del obispo Espada en 1832, la mitra habanera fue mantenida vacante por la Metrópoli durante largos años. De manera que fue al Administrador diocesano del Obispado de La Habana a quien le correspondió emitir, con fecha de 9 de noviembre de 1834, el decreto correspondiente que ordenaba la inscripción de los referidos bautizos. El procedimiento establecía que el decretante tuviera a la vista las certificaciones previamente expedidas, las transcribiera al decreto y éste, una vez debidamente firmado y sellado, se remitiera al párroco correspondiente para su inscripción.

Fue al presbítero Manuel Francisco García, uno de los más eminentes sacerdotes de la ciudad de Matanzas en la primera mitad del siglo XIX, antiguo discípulo de Varela, compañero de Gener y de Del Monte en la Diputación Patriótica y gestor, como ellos, de muchas iniciativas cívicas, a quien le correspondió el oficio de abrir, transcribir y firmar las inscripciones bautismales de los hijos de Gener. De cómo transcurrió aquel procedimiento, habida cuenta de quien procedían las certificaciones no sabemos nada.

Sucesivamente, el padre García inscribió los bautizos celebrados por el padre Varela, en el libro 18 de bautismos de españoles de la iglesia parroquial de San Carlos de Matanzas. Para Plácido José Antonio Gener del Junco, abrió la inscripción 336, visible al folio 84. Para Justo Manuel Domingo Gener del Junco, abrió la inscripción 337, visible al folio 84, vuelto. Para María de la Merced Rosa Estanislada Gener del Junco, abrió la inscripción 338, visible al folio 84, vuelto.

Nada sospechaban Gener y su familia que muy pronto la alegría por el regreso a Matanzas se vería ensombrecida por la enfermedad primero y la muerte después. Es más, el 2 de diciembre de 1834, a escasos dos meses de su arribo, les nació Prudencia Teresa de Jesús, la quinta de todos sus vástagos, engendrada en Norteamérica pero nacida en Matanzas, como su primer hijo Benigno.4

En el libro titulado “La biblioteca pública de Matanzas”, Saúl Vento y Raúl Ruiz narran cómo sucedió la enfermedad y temprana muerte de Tomás Gener:

“A los cinco meses de su llegada a Matanzas cae enfermo de cuidado. Para convalecer se trasladó con su familia a una finca del valle del Yumurí, desde la cual iba con frecuencia a Matanzas. En uno de esos viajes el carruaje en que viajaba sufrió un accidente, fracturándose Gener un tobillo y produciéndose una gran herida, a consecuencia de la cual le sobrevino el tétanos. Al cabo de nueve días falleció, a las 11:30 de la mañana del sábado 15 de agosto de 1835”.5

Le correspondió al presbítero Manuel Francisco García, acudir ante el lecho del moribundo para asistirle con los últimos sacramentos y autorizar e inscribir en el libro correspondiente su enterramiento.

De la inscripción de enterramiento, verificada el 16 de agosto de 1835, se saben varios datos referentes a la piedad cristiana de Gener, a la intuición que tuvo de su posible deceso, pues el primero de mayo de ese año concurrió ante el Escribano de Su Majestad y Público don Antonio Casimiro Méndez y otorgó testamento.6 Guadalupe del Junco, quien falleció en Matanzas en 1887, a la edad de 90 años, logró consolidar en su persona toda la fortuna de su esposo al adquirir las partes correspondientes de sus hijos, con la excepción de lo perteneciente a su hija Mercedes, que había muerto intestada y de la que fue heredera universal.

De los hijos de Gener, Benigno fue el más destacado como patriota y revolucionario, vinculado a Plácido, le avisó sobre su arresto pero el poeta no creyó en el peligro que corría; se involucró con Narciso López y con la conspiración de Ramón Pintó. Tuvo que emigrar a Cádiz. Su hijo Tomás fue enviado a Ceuta por pretender unirse a los mambises.7

La voz sobre la muerte de Tomás Gener corrió rápidamente, estremeció de tristeza al pueblo matancero, a muchos en Cuba y llegó allende sus costas. El tres de septiembre el padre Félix Varela dirigió una carta breve pero muy sentida a la viuda de Gener, la señora Guadalupe del Junco:

“Muy señora mía:

Infiera usted el dolor con que he recibido la infausta noticia de la muerte de mi irreparable amigo, y permítame usted que no me extienda en expresar sentimientos que renueven los de usted y su familia.

Creo sin embargo de mi deber manifestar a usted que mi apreciable amigo vive en mi pecho, y que cuantos le pertenezcan tienen un derecho a mandar en cuanto gusten al que es de usted at. y sego. ser.

Félix Varela”.8

Hace meses trabajo en la preparación de un texto destinado a los archiveros parroquiales de Matanzas, en él destaco la importancia del tesoro documental que custodia la Iglesia católica para la historia de la Nación. El presente artículo afianza mi pretensión y se lo debo al desaparecido padre Francisco Campos Fernández, fue él quien me apercibió sobre unas partidas bautismales en la Catedral de Matanzas donde aparecía el nombre del padre Varela. Unos datos equivocados me remitieron a la inscripción del bautismo de Rafaela Mihoura Sotolongo, hija de Francisco Mihoura, escribano público de la ciudad. Sin cejar en el empeño, unos folios más adelante tropecé con las de los hijos de Gener.

Conservo la grata sensación que me produjo el hallazgo y lo que me movió a hurgar en páginas elaboradas por otros e intentar imaginar siquiera los fragores fundacionales de la nacionalidad cubana.

Referencias

1 Vento y Ruiz, La biblioteca pública de Matanzas, pág. 23.

2 Parroquia del Sagrario de la Iglesia Catedral de San Carlos de Matanzas, Libro 4 de matrimonios de blancos, folio 139, inscripción 536.

3 Ibidem: Libro 13 de bautismos de españoles, folio 1, inscripción 3.

4 Ibidem: Libro 18 de bautismos de blancos, folio 128, vuelto, inscripción 514.

5 Vento y Ruiz, op. cit., 26.

6 Parroquia del Sagrario de la Iglesia Catedral de San Carlos de Matanzas, Libro 8 de enterramientos de blancos, folio 275, vuelto, inscripción 1599.

7 Perret Ballester, Alberto, El azúcar en Matanzas y sus dueños en La Habana, pág. 317.

8 Torres Cuevas y otros, Obras Félix Varela, pág. 219.

Bibliografía

Calcagno, Francisco de: Diccionario biográfico cubano, N. Ponce de León-D. E. F. Casona, New York-La Habana, 1878-1886.

Carreras, Julio A.: (1981). Historia del Estado y el Derecho en Cuba, Combinado poligráfico “Evelio Rodríguez Curbelo”, s.l., 1981.

Conangla Fontanilles, José: Tomás Gener. Del hispanismo ingenuo a la cubanía práctica, Academia de la Historia de Cuba, Imprenta “El Siglo XX”, La Habana, 1950.

Guerra, Ramiro: Manual de historia de Cuba, Editorial Ciencias Sociales, 1973.

Hernández Travieso, Antonio: El padre Varela, a Habana, Editorial Jesús Montero, La Habana, 1949.

Perret Ballester, Alberto: El azúcar en Matanzas y sus dueños en La Habana. Apuntes e iconografía, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

Torres-Cuevas, Eduardo, Jorge Ibarra Cuesta y Mercedes García Rodríguez: Obras Félix Varela, Editorial Cultura Popular, La Habana, 1997.

 Oscar Loyola Vega: Historia de Cuba, 2a. ed., Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La Habana, 2002.

Vento, Saúl y Raúl Ruiz, La biblioteca pública de Matanzas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1980.

Fuentes documentales

Archivo de la Parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de San Carlos Borromeo de Matanzas:

Libro 4 de matrimonios de blancos, folio 139, vuelto, inscripción 536.

Libro 13 de bautismos de españoles, folio 1, inscripción 3.

Libro 18 de bautismos de blancos, folios 84 y 84, vuelto, inscripciones 336, 337 y 338.

Libro 8 de entierros de blancos, folio 275, inscripción 1599.

 


Pbro. Jesús Fernando Marcoleta Ruiz (Cárdenas, 1963).
Toda la educación primaria, secundaria y pre universitaria en la ciudad natal.
Estudios de Agronomía y Derecho en la Universidad de Matanzas y La Habana, respectivamente.
La preparación eclesiástica en los seminarios S. Basilio Magno de Sto. Dmgo., República Dominicana.
Sacerdote desde 1997. Párroco de Varadero y de Cantel-Camarioca.
Canciller del Obispo de Matanzas

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