
La teoría de Carlos Marx considera el comunismo, y su primera etapa, el socialismo, como el sistema perfecto para eliminar las injusticias en las sociedades y satisfacer las crecientes necesidades del ser humano. Por lo tanto, es muy lógico que los países que opten por el sistema comunista, basado en la economía planificada y la propiedad social de los medios de producción, consideren al capitalismo, y su etapa más desarrollada, el imperialismo, como sus contrarios.
Sin embargo, he decidido considerar esto como un mito de la revolución cubana, porque el llamado antimperialismo cubano, no es igual a ningún otro.
A pesar de defender modelos diferentes para la sociedad, eso no ha evitado que países de ambos lados trabajen en común en temas de interés mutuo, como ocurrió durante la II Guerra Mundial, la Crisis de los misiles, la firma de los acuerdos para la no proliferación de armas nucleares, y en otros muchos casos.
Los países con diferentes modelos compiten en todos los terrenos, sobre todo el económico, militar y tecnológico. Pero hasta donde sé, la retórica irrespetuosa, ofensiva y burlesca utilizada en contra de los Estados Unidos, sus líderes y sus gobiernos, no tienen paralelo en la esfera internacional.
Pero no solo era retórica, en la práctica la dirección política de Cuba se involucraba como si fuera una campaña nacional, en cualquier conflicto que ocurriera en contra de los Estados Unidos, o el gobierno de ese país, lo que lo llevó incluso a darle protección a terroristas internacionales.
Pero esa diferencia no es la única, el antimperialismo de Cuba no era igual para todos. Se establecieron acuerdos comerciales muy buenos con Canadá y Japón, a los que por supuesto, le deben dinero; y también establecieron acuerdos muy buenos con los países europeos, a los que también les deben mucho. El antimperialismo agresivo estaba especialmente dirigido en contra de los Estados Unidos.
En mi opinión, esta línea del antimperialismo cubano estuvo motivada en gran medida por opiniones y experiencias personales de los líderes, eso lo trato en detalles en mi libro La revolución de Castro al desnudo. Pero es necesario considerar otros factores clave.
Los Estados Unidos y Cuba por geografía están muy cercanos, y eso ha influido de manera importante en la historia de ambos países. La tecnología más avanzada del mundo llegaba a Cuba antes que llegara a otros países de Europa o del resto del mundo. Al cortarse los vínculos comerciales entre ambas naciones, no solo se perdió ese acceso, sino que hasta las piezas de repuestos para la infraestructura industrial de Cuba se vieron afectadas por esa posición política. Y esa posición también hizo que el país perdiera el acceso para sus productos a un mercado comprador clave.
Sin embargo, las ondas de radio llegaban a Cuba, y a pesar de que oficialmente se rechazaba el imperialismo, los jóvenes escuchaban en la radio la música en inglés del momento, incluso bajo el peligro de ser acusados de “diversionismo ideológico”.
En menor medida eso ocurría con la televisión, y el negocio de hacer antenas que permitieran captar la señal televisiva de los Estados Unidos fue muy buen negocio en algunos lugares de Cuba donde lograr eso era más fácil.
Oficialmente se producía esa retórica, y cuando se hacían verificaciones para acceder a ciertos trabajos o carreras universitarias, una de las preguntas de los verificadores a los vigilantes en los barrios era si la persona mantenía relaciones por correo con los familiares en el exterior.
Sin embargo, en 1978, cuando fue autorizada la visita de los cubanos en el exterior, a pesar de obligarles a pagar por los servicios de hotel que no utilizaban y de cobrar paquetes excesivamente caros a los “turistas”, las familias se abrazaban ansiosas, y la retórica antimperialista se quedó borrada en una institución básica de la sociedad: la familia. Una verdad quedó al descubierto, aunque oficialmente no se mantenían las conexiones familiares, las mismas se mantenían de manera clandestina.
Y con los visitantes llegaban otras cosas. Llegaron olores variados y deliciosos de perfumes sofisticados que no se habían olido desde hacía mucho tiempo; también hubo una explosión de colores vivos y diseños modernos, y llegaron vivencias nuevas y las comparaciones de experiencias de vidas diferentes, por un lado, los que se quedaron donde mismo habían estado en 1959, y los que se fueron a comenzar de cero en otro lugar. Estos factores imprimieron un fuerte golpe a la retórica antimperialista, y eso no ha hecho más que crecer desde entonces.
La línea oficial de la actual dirección de Cuba no ha cambiado desde 1959, pero en la actualidad, el importe de las remesas de los exiliados, fundamentalmente de los residentes en los Estados Unidos, es una de las fuentes más importantes de ingresos al país.
La relación entre los cubanos que residen en el exterior y los que residen en Cuba es una relación de familia, es una relación de amistad y hermandad. La idea del antimperialismo es algo implantado artificialmente y antinatura.
La dirección política de Cuba no parece opinar lo mismo, pero personalmente pienso que la retórica antimperialista ya es historia, o como decimos los cubanos, dobló la esquina.
*De la serie Mitos de la revolución cubana.
Estela Teresita Delgado Rosales (La Habana, 1956).
Graduada como traductora e interprete en la Universidad de La Habana en 1984. Graduada del
Klessheim Institute de Austria en la especialidad de Turismo. Autora de tres libros: Almas escondidas,
2009, La revolución de Castro al desnudo, 2023 (segunda edición) y Crónica de un aldabonazo,
2024.
Reside en Miami.
