Religión y sociedad – “Sobre el cielo y la tierra…” Reflexiones de un cubano sobre un libro del papa Francisco

Por Yoandy Izquierdo Toledo
 
Portada del libro “Sobre el cielo y la tierra” del Papa Francisco. Fotos Tomadas de Internet.

Portada del libro “Sobre el cielo y la tierra” del Papa Francisco. Fotos Tomadas de Internet.

 
Las nuevas Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones provocan un desfasaje entre la bibliografía digital, plana o en formato duro como algunos le llaman. Pero hay para todos los gustos. Yo, por ejemplo, continúo disfrutando maravillosamente de los buenos libros impresos. Esos que llevas contigo a donde quiera que vas y puedes leer y releer en la parada del ómnibus, en el parque, mientras esperas a un amigo, o cuando desees, sin la necesidad de usar ningún dispositivo tecnológico.
Es por eso que, a pesar de haber accedido a sus páginas a través de la red de redes, no fue hasta tener en mis manos el excelente libro, que lo devoré de principio a fin. Se trata de “Sobre el cielo y la tierra” que narra las opiniones del papa Francisco sobre la familia, la fe y el papel de la Iglesia en el siglo XXI, producto de sus conversaciones con el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano; a través de un serie de encuentros mantenidos antes de ser electo, el primero, como obispo de Roma.
Como reza en la parte del libro donde nos ubica sobre el escenario donde surge esta publicación, que ve la luz en abril de 2013, apenas un mes posterior a la elección de Jorge Mario Bergoglio, este libro constituye un ejemplo de la correcta concepción del diálogo interreligioso en la búsqueda de horizontes comunes que llevan al fortalecimiento y bienestar de la persona humana.
¿Cuáles son sus principales temáticas?
 
Como diálogo interreligioso no está exento de acertadísimas opiniones sobre Dios, el diablo, los ateos, las religiones, los líderes religiosos, los discípulos y la oración. No desde una posición imperativa, sino como un gran maestro que se nota, evidentemente, conocedor.
También nos habla sobre algunos aspectos relacionados con la vida: la eutanasia, la muerte, el aborto, los ancianos, la mujer, el divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo y sobre otros que tienen que ver con la sociedad en general, como son: la ciencia, la educación, la política y el poder, el comunismo y el capitalismo, la globalización, el dinero y la pobreza.
Reflexiones sobre algunos temas esenciales
Sobre la muerte y la eutanasia
 
Se trata de temas relacionados pero que el Papa los analiza más allá de los meros conceptos biológico-científicos. Nos habla de la muerte valorando la necesidad de “dejar una herencia como dimensión antropológica sumamente seria, que habla de dignidad”. Y continúa sus reflexiones hablando de la trascendencia después de la muerte mediante la enseñanza de valores a nuestros hijos, discípulos, amigos y todo nuestro alrededor. No podemos vivir solo el momento que nos ha tocado sobre la tierra: es necesario crecer cada día en relaciones humanas, en virtudes al servicio de toda buena obra. Como decía el más universal de todos los cubanos: “para ser grande basta intentar lo grande”.
¿Acaso pensamos en esta filosofía de vida en nuestras familias cubanas, marcadas por el cansancio diario, por las necesidades reales que sufre el pueblo cubano, por la separación de los seres queridos a causa del exilio y la búsqueda de mejores condiciones de vida en otros lugares del mundo? ¿Valoramos en nuestro radio de acción, en nuestro círculo de amigos, en nuestros centros laborales o de estudio, la dimensión trascendente de la vida humana?
Pensemos en trabajar para adornar el camino de la vida, hacer más amena cada relación interpersonal, cada diálogo diario con el adversario o con el amigo. Aprendamos a desnudar las almas con la esperanza de que, más allá de la muerte, nuestro peregrinar por la vida sea útil, próspero y pleno.
La eutanasia es todo acto cuya responsabilidad recae en personal médico o en personas cercanas al enfermo y que ocasiona la muerte inmediata de este. El Papa dice que se debe asegurar la calidad de vida de determinado paciente pero no a base de encarnizamiento terapéutico. La conservación de la vida humana a base de métodos extraordinarios, a su criterio, va en contra de la libertad de la persona humana. Pero nos habla, más allá de este fenómeno médico, de cierta eutanasia encubierta que pulula en nuestros medios, muchas veces sin darnos cuenta. De esta es más difícil desprenderse y al ponerla en práctica, como la eutanasia activa, significa matar. Se refiere a un mal que aqueja a muchos, y que los cubanos, por supuesto, no somos la excepción positiva de la regla.
Es más preocupante esta variedad encubierta que priva de medicinas, tratamientos y cuidados ordinarios a quienes los necesitan. ¿Cuántas veces no nos impactamos con la triste realidad de que “por falta de recursos”, “por el bloqueo de una potencia extranjera” y a veces hasta por decisiones arbitrarias en la dirección-conducción de determinada tarea, nuestros seres más queridos no pueden acceder a una institución, terapia o medicina para mejorar su salud? ¿Qué cubano no ha sufrido en carne propia las angustias que representa tener un problema de salud y acceder desde la red de atención médica primaria hasta los grandes hospitales de este país, en caso de que pueda llegarle? ¿A quién le toca percibir, discutir y resolver estas deficiencias que atentan contra el bienestar de las personas?
El primer paso es estar conscientes de que el principal derecho humano que se debe respetar es el derecho a la vida. Y respetarlo de verdad, sin titubeos, a pesar de que hablar de derechos humanos en nuestro país a veces sea considerado como un tema prohibido. Trabajemos desde cada una de nuestras esferas, relacionadas o no con la salud pública en nuestro país (no importa, porque todos somos beneficiarios) por mejorar el servicio en nuestras instituciones sanitarias, en cuanto a calidad humana y de la especialidad.
Me asombra ver, como a muchos, la proliferación de un slogan en Cuba que dice: “Tu servicio de salud es gratuito, pero cuesta…” Y a continuación desglosa el precio de una consulta, un ultrasonido, etc. Las preguntas que inmediatamente se derivan son: ¿Tienen nuestros servicios de atención médica la calidad requerida que justifican tales costos? Si ese fuera el precio real de dichos servicios en Cuba ¿podrían acceder los cubanos a las instituciones de salud? ¿Sería necesario pagar para poder acceder a consultas especializadas donde prime la más alta ética médica, la medicina personalizada y el acceso a las tecnologías y medicamentos requeridos en cada caso? Si así fuera, muchos salarios tendrían que cambiar, es cierto, junto a otras irregularidades del sistema. Por ejemplo: se debería instituir un sistema asequible de seguro médico y de vida para que los de menos ingresos formen un fondo que les asegure la atención a la salud y al cuidado de la vida. Creo que muchos lo preferirían así, en aras de garantizar la necesaria salud integral con la calidad requerida.
Sobre la educación
 
Recuerdo de mi niñez las clases de Educación Cívica que nos iniciaban en el amor a la Patria, a la familia, nos enseñaban las principales reglas de cortesía, entre otros temas cuyo objetivo siempre fue la formación del niño en apretada simbiosis escuela-hogar. Algún tiempo después, no sé si por la llamada crisis de valores, o por la introducción de nuevas disciplinas como Reflexión y Debate para analizar “temas de interés”, o Cultura Política en todas sus variantes, aquellos temas primigenios y esenciales fueron perdiendo espacio. Al punto de que algunas instituciones, allá por los noventa, defensoras de los valores y propulsoras de la ética y cívica de la persona humana, fueran mal vistas por unos y atacadas abiertamente por otros.
Hoy la educación ética y cívica ha sido reconocida como una necesidad y un desafío hasta por las más altas autoridades del Estado cubano, pero ¿qué hacemos para, como dice el papa Francisco, dar ejemplo de coherencia entre conducta y vida? Es elemental que en nuestras aulas, en nuestras escuelas, universidades e instituciones de enseñanza en general, se establezca “la diferencia entre ser profesor y ser maestro. El profesor da fríamente su materia, mientras que el maestro se involucra. Es profundamente testimonial.”
Hace falta salirse de esquemas, articular planes de clases dinámicos, sin la rigidez que impera en el entorno político-social del país, pero preparándonos para su necesaria renovación. Hace falta no ser meros repetidores de una idea, ni parcializarse con otras. Hace falta educar en la diversidad y en un amplio espectro de colores. Sobrados ejemplos tenemos los cubanos: Luz y Caballero, Varela, Mendive, Martí y tantos otros que debemos poner en práctica. ¡Hagámoslo ya! Dialogar y contar con todos son algunas herramientas.
Sobre el poder y la política
 
Es común escuchar entre cubanos las frases: “la política es muy aburrida”, “yo no me meto en política”, “la política no tiene nada que ver conmigo” o “yo no tengo nada que ver con la política”. Disfrutando las páginas del libro que estamos compartiendo encontré una frase que nos aclara a todos los que así pensamos sobre las relaciones con la política. Dice el papa Francisco: “Todos somos animales políticos, en el sentido mayúsculo de la palabra política. Todos estamos llamados a una acción política de construcción en nuestro pueblo… Participar en la vida política es una manera de honrar la democracia”.
Creo que está muy clara y es rotunda la sentencia. Incluso cuando estamos en esa posición de que “yo no quiero saber nada de política” ineludiblemente ya estamos implicados en ella. Cuando exigimos un derecho, criticamos la situación económica y social del país, nos desarrollamos en el entramado de la sociedad civil de la que somos parte, nos desempeñamos en nuestros espacios de realización personal, opinamos sobre la crisis global de la sociedad y proponemos soluciones, también nos relacionamos con la política.
El poder, que guarda estrecha relación con la política, es para servir, para construir puentes en lugar de murallas, para proponer y contar con todos, para hacer de la política un instrumento de paz, bienestar y progreso. Esta debe ser la escuela en la que nos eduquemos todos, junto a nuestros dirigentes, como garantía de futuro. No debe ser para censurar, ni para desechar propuestas diferentes a las oficiales, ni para atacar a personas que piensan o se expresan de manera diferente. Mucho menos para desprestigiarlas con mentiras y realidades manipuladas mediante el uso de los medios de comunicación social de un solo color, producto también del poder.
El Papa también hace referencia a una carta pastoral de los obispos franceses llamada “Rehabilitar la política”. Esa rehabilitación de la que hablan es para revertirla en obras sociales que eviten el desfasaje entre las ideas y las propuestas. Las ideas pueden tergiversarse con el paso del tiempo, pero los hechos hablan por sí solos. Hagamos entonces grandes obras, juntemos todos nuestros esfuerzos, ciudadanos y políticos en el poder, para lograr la prosperidad de la Nación.
De una buena propuesta a una ejecución eficaz
 
Se trata de problemas de bioética, ciencia al servicio de la persona humana. Queda hecha pues, con todos los adelantos anteriores, la invitación a la lectura de estas reflexiones del primer papa latinoamericano, en sus conversaciones con otro hermano religioso. Unas veces sobre el cielo, y otras sobre la tierra, el lector podrá encontrar en este volumen enseñanzas cruciales para lograr resolver, sin nerviosismos, y a través de un verdadero proceso de asimilación, algunas de las numerosas patologías que, como a un sujeto-paciente, aquejan a la nación cubana, a la América toda y al mundo.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside y trabaja en La Habana.
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