PUEBLA 40 AñOS DESPUéS

Foto tomada de internet

La Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla, México, del 27 de enero al 12 de febrero de 1979, desde su anuncio suscitó expectación. En ella participó un Papa sumamente interesante en su accionar, san Juan Pablo II, natural de Polonia, donde sufrió persecución en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

Cuando analizamos el contexto histórico de Puebla, debemos resaltar que muchos países de América Latina (AL) habían sido presa durante la década del 70 de regímenes militares violentos: “Bolivia en 1971, Uruguay y Chile en 1973, Perú en 1975, Ecuador, en 1976. A estas nuevas dictaduras les podemos sumar las ya establecidas en Paraguay con Strossner, Haití con Duvalier, Nicaragua con Somoza y Trujillo en Santo Domingo.”1 Si afirmamos que Medellín fue decisivo para dar a la Iglesia de AL el perfil de una Iglesia libre del poder, próxima a los pobres y compañera del pueblo en su camino de liberación, entonces debemos reconocer que la tercera asamblea regional intentó seguir contextualizando el camino escogido.

En Puebla participaron 356 obispos, resaltar que asistió una delegación de Cuba. Es interesante destacar sobre la sede que: “México es un país donde el 98 por ciento de la población está bautizada. Sin embargo dentro de ese contexto la Iglesia no cuenta ni siquiera con personalidad jurídica.”2 Las autoridades estatales no pueden manifestar sus convicciones católicas de forma pública.

No podemos obviar a la hora de contextualizar Puebla, la mediación de Juan Pablo II en el conflicto entre Argentina y Chile. En ese ambiente tan convulso de Guerra Fría se le llegó a cuestionar al Sumo Pontífice polaco, el no haber denunciado con vehemencia a los dictadores militares Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla. Quizás porque para el contexto latinoamericano ya no se podía elaborar un discurso solamente a través de símbolos. Tanto los consagrados, como la feligresía, pedían a gritos que el clero asumiera actitudes claras y radicales ante las injusticias que tanto habían desangrado al continente.

Debemos recordar que en América germinaba de la mano de varios teólogos la materialización de la Teología de la Liberación, que en su expresión de mayor radicalidad motivó a muchos laicos católicos a sumarse a la lucha armada de los movimientos sociales. Por eso se plantea que “en Puebla más allá de los símbolos la iglesia va en busca de asumir actitudes muy claras ante la cruda realidad.”3 El lema que acompañó a los participantes durante todo el encuentro fue: “La Evangelización en el presente y futuro de América Latina”.

Queda reflejado en las conclusiones del encuentro con mucha claridad que no es posible para un cristiano prescindir de la justicia social y de la liberación integral del hombre sin mutilar una parte integrante del Evangelio. No podemos obviar que Puebla, al igual que Medellín, está explícitamente situada en función de lograr en América la aplicación del Vaticano II.

“En Puebla se descubren las huellas tanto de Pablo VI como de Juan Pablo II. Mención destacada merece la “Evangelii nuntiandi” de Pablo VI que sirvió como marco de referencia para los trabajos de la III Conferencia General y al discurso inaugural del Papa Juan Pablo II en Puebla.”4 La Evangelii nuntiandi es una exhortación apostólica que hace referencia al uso de la verdad como herramienta de liberación de los pueblos oprimidos. También habla de la reflexión sincera sobre la verdad, como única vía para lograr alcanzar la paz tan necesaria, en medio de tantos conflictos armados.

Juan Pablo II expresó que Puebla daba continuidad a todo el trabajo realizado en Medellín diez años atrás. Él dijo en su discurso inaugural que la tercera conferencia del CELAM en México “deberá, pues, tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición.”5

Varios historiadores coinciden en resaltar que los documentos de trabajo elaborados en Puebla son superiores a los materializados en Medellín. Por ejemplo, se logra realizar un trabajo profundo con respecto al rescate de la herencia histórica del cristianismo en los pueblos de América.

Otro aspecto que llama a la reflexión de los encargados de realizar el documento de trabajo, fue la crítica que se hace al proceso de industrialización y desarrollo del continente, que hasta el momento venían ofreciéndose como la vía más práctica para sacar a los pueblos de su pobreza. “Algo que llama mucho la atención si tenemos en cuenta que dentro de las listas de participantes juegan un papel preponderante los teólogos y hombres de Iglesia más conservadores, como Mons. Fresno que apoya abiertamente a Pinochet o Kloppenburg, de Brasil, y Methol Ferre, de Uruguay, acérrimos rivales de la Teología de la Liberación. mientras figuras de corte más progresista como el cardenal Pironio y el padre Arrupe, no fueron ni siquiera invitados.”6

Todo esto producto a una campaña muy bien montada desde los centros de poder imperialista que logran crear una confusión deliberada entre las ideas y actitudes religiosas que se oponen a las dictaduras explotadoras. “Por su acción se asimila sin más teología de la liberación y marxismo a las actitudes en contra de las tiranías políticas con una fronda que trataría de destruir la fe misma y, desde luego, la estructura eclesial.”7 Aunque por su posicionamiento, las Teologías de la Liberación son bien recibidas por la mayoría de los laicos, no podemos obviar que se hace muy complejo evaluar desde la Fe la actitud asumida por varios sacerdotes que han tomado las armas. Pero como bien plantease el teólogo belga Jean Comblin: “quién se atreve a decir que no son auténticos mártires aquellos cristianos que murieron asesinados o torturados por vivir de forma encarnada su fe.”8

Entre los aspectos criticables de Puebla resalta el poco abordaje de problemáticas como el estudio causal y serio de fenómenos económicos, como la inflación y el paro, por ejemplo, o las terribles interrogantes de la violencia. Estos problemas aquejaban con seriedad a la mayoría de los episcopados latinoamericanos presentes. Aunque ferviente crítico por razones históricas y personales de la Teología de la Liberación, Juan Pablo II expresó de forma contextual en Puebla que:

“…hay que poner particular cuidado en la formación de una conciencia social a todos los niveles y en todos los sectores. Cuando arrecian las injusticias y crece dolorosamente la distancia entre pobres y ricos, la doctrina social, en forma creativa y abierta a los amplios campos de la presencia de la Iglesia, debe ser precioso instrumento de formación y de acción. Esto vale particularmente en relación con los laicos.”9

La tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano dejó algunas tareas pendientes como puntosprioritariosatrabajarenlasdistintaspastorales entre las que sobresale:

“La evangelización de la juventud, en sus manos descansan los proyectos futuros de la Iglesia en el continente y se hace necesario prepararlos asiduamente en pos de poder contar con un relevo seguro en cada una de las pastorales. No podemos olvidar que en muchos de los países donde existían cruentas guerras civiles eran los jóvenes en su mayoría los primeros en derramar sangre y en dar su vida en favor de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.”10

Cuba estuvo representada en Puebla por miembros de la Conferencia Episcopal en parte gracias a las gestiones diplomáticas realizadas por Monseñor Cesare Zacchi, Encargado de Negocios de la Nunciatura en La Habana, que ejerció las funciones de Nuncio mediando en el conflicto Iglesia – Estado. A su regreso la Conferencia Episcopal de la Isla realizó varios comunicados con el objetivo de sensibilizar al laicado nacional con lo acontecidoenMéxico.

Por ejemplo, Monseñor Pedro Meurice Estíu, presidente de la Conferencia en el contexto del III CELAM, expresó en una entrevista que le llamó mucho la atención “la opción preferencial de la Iglesia latinoamericana por los pobres,”11 como una de las principales líneas transversales de Puebla.

Tanto el Concilio Vaticano II como las conferencias episcopales de Medellín y Puebla responden a una necesidad de la Iglesia Católica de asumir un rol protagónico en medio de sociedades cada vez más laicas. El siglo XX es valorado por varios académicos como una etapa de descristianización de la humanidad. Pero, el hombre siempre tendrá la necesidad de creer en algo que lo trasciende y mantener su fe. Muchos sacerdotes asumen en esta etapa una visión radical de la fe y desde su contexto son actores de relevancia en una lucha que puede llegar a costarle la vida como le sucedió a Monseñor Oscar Arnulfo Romero en el Salvador.

“La inmensa mayoría del pueblo latinoamericano es católico y la mayoría de la población en el Continente vive en la pobreza cuando no en la miseria. Optar por los pobres para la Iglesia en Latinoamérica ha sido algo que brota espontáneamente del mismo mensaje de Jesús.”12

Algo que describe ampliamente la realidad planteada anteriormente y asumida por el clero cubano es el capítulo II de Puebla donde se plantea la Visión sobre la realidad latinoamericana: “Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano la creciente brecha entre ricos y pobres. El lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas”.13

AunquedebemosresaltarqueCubaseencontraba en un contexto diferente al resto de los países de la región donde se acentuaban las dictaduras de derecha, a nuestro país venían muchos sacerdotes, teólogos y obispos del área, con el deseo de conocer de primera mano cómo eran en la práctica las relaciones entre un estado socialista y la Iglesia local. Este elemento debemos tenerlo presente ya que sirve de antecedente al Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC).

No podemos dejar de recordar que dentro de la Iglesia cubana comenzaban a existir de forma incipiente, movimientos vinculados a la Teología de la Liberación. “Esto se evidencia con aquellos católicos que se congregan en torno a las jornadas Camilo Torres, e intentan estar en sintonía con la Iglesia latinoamericana promoviendo la solidaridad con los pueblos que vivían sangrientas guerras civiles.”14

Cuba está inmersa en un proceso que tiene características muy diferentes al resto de la región, pero que también sufre las complejidades y avatares propios de la Guerra Fría. La Iglesia Católica intenta encarnarse dentro de la realidad socialista imperante en la Isla. Pero es presionada por actores externos de diversas corrientesdepensamiento,entrelosquesobresaleuna diáspora católica marcada por la expulsión involuntaria, asentada en Estados Unidos. El ENEC tiene mucho que ver con el Concilio Vaticano II y las Conferencias del Episcopado Latinoamericano en Medellín y Puebla, recordemos que fue definido por Monseñor Azcárate como un pueblita cubano. Hoy a pesar de las distancias temporales, es oportuno atestiguar que todos estos eventos eclesiales, tienen múltiples puntos en común y forman parte de una imbricación tangible de diferentes procesos y realidades.Deahílaimportanciadeconocer a profundidad sus bases en pos de lograr un criterio más abarcador de los hechos que propiciaron el acercamiento sin precedentes de una Iglesia Católica y un Estado definido como socialista.

Referencias

1 Lozano Jiménez José; La Conferencia Episcopal de Puebla; https://elpais.com/diario/1979/01/24/opinion. Consultado por el autor el 28 de diciembre del 2017; pág. 8.

2 Saturnino Rodríguez Lorenzo; Concilio Vaticano II y II Conferencia Episcopal de Medellín y Puebla; http://www. periodistadigital.com/religion/opinion/ consultado el 13 de noviembre de 2017; pág. 11.

3 Ibídem (1). pág. 9.
4 Claves de interpretación de Puebla; Germán Doig Klinge; consultado el 14 de diciembre del 2017 en: http://www. periodistadigital.com/religion/opinion. pág. 2.
5 Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la inauguración de la III Conferencia general del episcopado latinoamericano; Puebla, MéxicoDomingo 28 de enero de 1979; tomada de:https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/ speeches/1979/january/documents; consultado el 4 de diciembre del 2017. Página 12.
6 Klinge Doig Germán; Claves de interpretación: Medellín, Puebla y Santo Domingo; de AA.VV -Santiago de Chile 1993. Página 3.
7 Ibídem (1). Página 15.
8 Trujillo López Card. Alfonso; A los 30 años de la conferencia de Puebla; L’Osservatore Romano edición en lengua española; año 1999 archivos de la Biblioteca del Centro Loyola Reina. Página 17.
9 Documento Final; Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla; http://www.lavanguardia.com/historiayvida/el- concilio-vaticano- Consultado el 28 de diciembre del 2017. Página 10.
10 Ibídem (49). pág. 16.
11 Opción Preferencial por los Pobres – La Iglesia mira en los pobres y necesitados el rostro doliente del Señor y es por esa razón que le nace como madre cobijar en su seno a estos sus hijos. Dios por medio de su Iglesia los defiende y los ama entrañablemente, y son los destinatarios primordiales de toda la misión, y su evangelización es redimir su situación a los ojos de la fe. Conferencia Episcopal de Puebla-México 1979.
12 Alonso, Aurelio. “Conferencia Episcopal de Puebla”, en Cuadernos de Nuestra América. Vol. XV, No. 35, CEA, La Habana, jul-dic., 1995. pág. 23.
13 Ibídem (1). pág. 25.
14 Oliva López Enrique. El Estado y la iglesia católica en Cuba: 1959-2016. Tomado de http://www.monografias.com/ trabajos. pág. 41.

 


  • Julio Norberto Pernús Santiago (La Habana, 1989).
  • Licenciado en Comunicación Social por la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de La Habana.
  • Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales por la Facultad de Historia y Filosofía de la Universidad de La Habana.
  • Coordinador de la Comisión de Estudios de la Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA), sección Cuba.
  • Redactor y Responsable de redes sociales en Vida Cristiana, boletín dominical de la Iglesia Católica.
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