El periodismo cubano: la verdad y el amor de Varela y de Martí

Lunes de Dagoberto

El pasado día 14 de marzo celebramos la fundación del periódico Patria y, con ese motivo, se ha suscitado, como cada año, un debate sobre cómo debe ser el periodismo en Cuba, vale decir, como todo buen periodismo, pero incorporando la herencia de lo raigalmente cubano.

Para ejercer la labor de la prensa en Cuba con inspiración y sentido identitarios es preciso volver a los dos grandes comunicadores que fundaron la nación cubana: El Padre Félix Varela y José Martí.

El Padre Varela fundó El Habanero, primer periódico plenamente independentista, fruto de la maduración del pensamiento y la conciencia patriótica del sacerdote, parlamentario y pedagogo que fue “quien nos enseñó primero en pensar”. He aquí, la primera condición de un buen periodista: primero pensar con cabeza propia. Es la base de la independencia del comunicador para no ser repetidor de consignas, correa de transmisión de una ideología, propagandista de un sistema, sin criterio propio para señalar los defectos y dar espacio a las voces discrepantes.

Otra característica de la obra del que Martí llamó “patriota entero” y “santo cubano” fue su fidelidad a la verdad. No a una verdad impuesta desde fuera y formulada por una sola forma de pensar, sino una verdad buscada en la realidad, en lo objetivo, en la naturaleza, en Dios. No para imponerla sino para proponerla, para enseñarla, para debatirla como hizo primero en el Seminario San Carlos buscando unir ciencia y conciencia, introduciendo los primeros laboratorios de física y química junto con la primera Cátedra de Constitución, a la que llamó “cátedra de la libertad y de los derechos humanos”, buscó la verdad como parlamentario en las Cortes españolas, incluso cuando votó contra el Rey diciendo la verdad de su incapacidad para gobernar lo que le costó una sentencia de muerte; y luego buscó con otros la verdad, cuando debatía con pastores protestantes en Estados Unidos sobre las diversas formas de interpretar la Biblia.

Un periodista busca la verdad, la dice con transparencia y respeto hacia los demás, sin violencia y sin descalificaciones. Varela llamó a esta combinación: “Con caridad y buena lógica”. Es decir: verdad dicha con amor.

Y aquí entronca con la otra columna fundacional de la “República cordial” el apóstol de nuestra independencia que en su periodismo, en su obra literaria, en su magisterio, e incluso en el Manifiesto de Montecristi con el que diseñó el perfil de la nación que quería y de la guerra que comenzaba, todo por amor. “Es el amor quien ve”. Un periodista que no “ve” con amor, siembra el odio y la violencia. No se trata del sentimentalismo mojigato, sino del amor recio y traslúcido que busca la verdad y salvar al que no la encuentra. La médula del periodismo de Martí es el amor. Ni contra el español, ni contra los Estados Unidos, fomentó la confrontación ni el odio. Lo que no quiere decir que no los criticara con firmeza y misericordia e, incluso, por amor invitó a los españoles buenos a quedarse en Cuba después de la guerra para trabajar junto a los cubanos en la edificación de la República nueva.  

Si me preguntaran cómo es y debe ser el periodismo con raigambre cubana, sin duda respondería: un periodismo con verdad y amor. Por tanto, unos periodistas veraces y magnánimos. Objetivos e incluyentes, comunicadores que critiquen pero no enconen, que discrepen pero no descalifiquen a los adversarios, que debatan ideas diferentes pero respetando al diferente.

Cuando leo la prensa escrita, escucho la radio, veo la televisión cubana, salvo honrosas excepciones en programas paradigmáticos de la escuela de Varela y de Martí, percibo, en su mayoría, un contenido de panfleto y propaganda y un lenguaje belicista de bastión y trinchera. La veo cada vez con menos espacio para el debate y ninguno para la discrepancia sustancial. Me pregunto si la prensa en Cuba necesita de ese lenguaje y esa cerrazón para demostrar la firmeza y la verdad que desea tener, cuando la verdad y la justicia tienen como coraza el respeto, como yelmo la dignidad, y como espada la palabra convocadora, limpia y sin adjetivos.   

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
    Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
    Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
    Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
    Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
    Reside en Pinar del Río.

 

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