Nuestros pensadores XXX “Emilio Roig de Leuchsenring”

Emilio Roig de Leuchsenring. Foto tomada de Internet.

EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING. Historiador, Doctor en Derecho Civil y Notarial, etnólogo, periodista, investigador, conferencista, costumbrista y orador. Creó y dirigió la “Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos de La Habana”; la “Sociedad Cubana de Estudios Históricos” y el “Museo de la Ciudad”. Logró unir, con su esfuerzo y tenacidad, a los intelectuales cubanos de todas las ideas políticas y sociales en función de favorecer el rescate de la historia y demás valores nacionales, por intermedio de las instituciones culturales que fundó, sus conferencias y labores divulgativas sobre estos y otros temas de interés nacional. Desarrolló el estudio científico y sistemático de la Historia de Cuba, así como en gran medida la divulgativa como periodista. Luchó denodadamente y logró la preservación y restauración de lugares patrimoniales de La Habana. Dictó conferencias en eventos especializados nacionales e internacionales. Laboró sin descanso en favor de la paz y la igualdad social, ante la ley, en Cuba y en el resto del mundo. Creó instituciones de amistad de Cuba con México, España, Puerto Rico y República Dominicana. Viajó por Francia, Alemania, España, varios países de Latinoamérica y los EE.UU. (1921). Fue miembro de la “Comisión Nacional Codificadora” (1922) y colaboró en la confección de los “Anuarios de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional” (1921-1930); así como fundador y secretario de la “Revista de Derecho Internacional” y de la publicación “Cuba Contemporánea”, desde 1922 hasta 1964. En 1935 fue nombrado como Primer Historiador de la Ciudad de La Habana, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento. Fundó y presidió la Oficina del Historiador de la Ciudad (1936). Como divulgador ocupó indistintamente los cargos de editor, redactor y/o periodista en varios periódicos y revistas nacionales y de otros países. Cultivó diversos géneros periodísticos, tales como los de corte costumbrista, crítica política e investigaciones históricas, culturales y literarias. También se proyectó en múltiples artículos de opinión sobre la actualidad nacional. Roig de Leuchsenring fue autor de alrededor de cien libros y folletos, entre los que debemos destacar: “El libro de Cuba” (1925), “El ideario cubano: José Martí” (1936), “Máximo Gómez” (1936), “Antonio Maceo” (1946), “Veinte años de actividades del Historiador de la Ciudad” (1955), “Bolívar, el Congreso Interamericano de Panamá de 1826”, (1955), “La independencia de Cuba y Puerto Rico” (1956), “Males y vicios de Cuba republicana, sus causas y su remedio” (1959), “El pensamiento político de Martí” (1960) y los cuatro tomos de “La literatura costumbrista cubana de los siglos XVIII y XIX” (1961) por solo mencionar los más destacados. Por sus méritos como investigador científico de la Historia nacional fue aceptado su discurso de ingreso para que se incorporara como Miembro de Número a la Academia de la Historia de Cuba (1938). Una parte de su extensa obra científico-literaria ha sido traducida a los idiomas inglés, francés, ruso y chino. Su voluminoso archivo epistolar personal está integrado por aproximadamente catorce mil documentos, de los cuales unos cinco mil son de su autoría y contemplan múltiples temas. La primera carta asentada en su índice cronológico está fechada en el año 1899 y proviene de su padre, cuando nuestro protagonista apenas tenía diez años de edad. A lo largo de su vida como divulgador sin ataduras, Roig de Leuchsenring utilizó varios seudónimos: “Cristóbal de La Habana”, “El curioso parlanchín”, “Enrique Alejandro de Hermann”, “Hermann U.”, “Noquelovió” y “U. Noquelosabe”. Emilio Roig de Leuchsenring falleció en la ciudad de La Habana, Cuba, el 8 de agosto de 1964, a los 74 años de edad.

Roig de Leuschsenring nació en La Habana, el 23 de agosto de 1889, en la calle Acosta No. 40, Habana Vieja. Hijo de Emilio Roig y Forte-Saavedra y Mercedes de Leuchsenring. Cursó sus primeros estudios en el Colegio Católico de Belén y los continuó en el Instituto de Segunda Enseñanza, ambos en La Habana. Siendo un joven estudiante (1905) publicó su primer trabajo periodístico en el “Diario de la Marina” que tituló: “Impresiones de viaje”. Desde ese instante la profesión periodística y él jamás se separaron. Se graduó como Bachiller en Letras y Artes en el Instituto de la capital (1908). El 8 de marzo de 1913 pronunció su primera conferencia en el Aula Magna del ya referido Instituto de Segunda Enseñanza, que tituló: “Los escritores cubanos de costumbres: los articulistas”. Contrajo matrimonio con María Benítez, quien resultaría la más estrecha colaboradora en todos sus proyectos intelectuales. Emilio Roig matricula en la Universidad de La Habana la carrera de Derecho Civil y Notarial. Resulta nombrado -a pesar de no haberse graduado aún como Doctor en Derecho Civil y Notarial, hecho que sí ocurre al año siguiente (1917)- Jefe de Despacho del Primer Congreso Jurídico Nacional (1916), a propuesta de su Decano, el Dr. Antonio Sánchez de Bustamante, congreso creado con el propósito de estudiar y redactar las bases de un Código Civil cubano. Igualmente es nombrado Comisionado Intermunicipal de La Habana en los períodos 1927 a 1931 y de 1933 a 1935.

A Roig el periodismo lo mantuvo activo a lo largo de su fecunda vida, donde se proyectó en diferentes géneros de la profesión: costumbrismo, la crítica política y literaria, ensayos histórico-biográficos, artículos de opinión y crónicas de interés nacional, temas diversos sobre el Derecho Civil, entre otros. Colaboró en la Revista Jurídica (1912-1913) y se convirtió en Redactor-Jefe de la publicación Gráfico desde 1913. Director de la Revista de Derecho (1913-1917). Presentó artículos costumbristas en Archivos del Folklore Cubano (1924). Director literario de la revista Social desde 1925. Subdirector de la revista Carteles (1925-1930). Estuvo al frente de la Revista de Estudios Afrocubanos (1937). Y por si fuera poco, periódicamente publicaba artículos y ensayos diversos en los periódicos El Mundo y El País; así como en las revistas Bimestre Cubano, Alma Latina, El Teatro, Heraldo de Cuba, Bohemia, La Discusión, Vanidades y la Revista de la Universidad de La Habana.

Las labores de Emilio Roig en su proyección como costumbrista fueron llevadas de la mano conjuntamente con las del profundo historiador, culto escritor y destacado periodista. Es por ello que consideramos justo destacar esta proyección intelectual de él cuando en el año 2005 tanto el Centro Cultural “Pablo de la Torriente Brau” como la “Oficina del Historiador de la Ciudad”, rindieron momentos de recordación a este insigne intelectual en la “Feria Internacional del Libro” que se celebró en La Habana ese año, al presentarse en este evento la compilación de “Artículos de Costumbres”, donde se recogen 42 de esos estudios bajo la autoría de Roig. Son textos que brindan información de personalidades cubanas y de varias instituciones científico-culturales que nuestro protagonista había publicado con anterioridad.

Roig de Leuchsenring fue nombrado “Primer Historiador de la Ciudad de La Habana” en 1935, cargo que ocupó hasta su fallecimiento. Esta profesión la desempeñaría con inteligencia, dedicación extrema, prudencia infinita y rigor profesional. Con el transcurso de los años, Emilio la convirtió en la razón de ser de su existencia y sus frutos se llegaron a convertir en un legado histórico-intelectual de nuestra ciudad que, enriquecido día a día por él, su esposa y los demás miembros de su equipo de trabajo, atesoraron con esmerado orgullo. Sus beneficiarios: las generaciones de cubanos de su época, las actuales e incluso las futuras; pero especialmente para las nuevas hornadas de jóvenes investigadores, tanto de Cuba como del mundo intelectual más allá de nuestras fronteras geográficas y culturales. Propuso y logró se aceptara, al concluir su primer año como Historiador de la Ciudad de La Habana, la creación de la Oficina del Historiador de la Ciudad y ya, en el desempeño de estas funciones creó, orientó y supervisó sus publicaciones periódicas: “Cuadernos de Historia Habanera”, las “Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana” y la “Colección histórica cubana y americana”.

Para comprender la enorme responsabilidad que pesaba sobre los hombros de Emilio Roig al frente de “La Oficina del Historiador de la Ciudad”, debe señalarse que fue y es el organismo cuya máxima responsabilidad consiste en la restauración integral del Centro Histórico en todas las proyecciones en que se dirige y, en consecuencia, se le exige actúe, a partir del diseño y ejecución de propuestas sostenibles y se apoye en la explotación de las capacidades económicas que fluyen de su entorno cultural, turístico, comercial e inmobiliario. La referida “Oficina…” fue fundada por Roig de Leuchsenring en 1936, quien desarrolló una labor de rescate y divulgación de la Historia no solo de la ciudad, sino de toda la Nación; así como también promovió la valoración y protección del patrimonio material y espiritual cubano.

A pesar de no haber militado en ningún partido político, se debe destacar que Leuchsenring apoyó resueltamente a los grupos socio-culturales que defendían y se identificaban con las causas democráticas justas, sin detenerse a mirar el color político que estos pudieran comulgar. De ahí que se sumara al conocido “Grupo Minorista” junto a Jorge Mañach, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello y otros jóvenes intelectuales, agrupación que criticaba abiertamente la corrupción gubernamental de la época y, en particular, la del presidente cubano Alfredo Zayas (1921-1925), quien había ganado fama de haberse enriquecido durante su mandato mediante operaciones ilícitas como la que expondremos a continuación.

El 19 de marzo de 1923 varios jóvenes se presentaron en un evento que ofrecía la Academia de Historia de Cuba, en su sede oficial. Interrumpieron la conferencia y acusaron al miembro del Gabinete Ministerial de Zayas, Erasmo Regueiferos, allí presente, de ser uno de los estafadores del erario público junto con el Presidente Zayas, al autorizar nuevamente la compra del Convento de Santa Clara que con anterioridad lo había adquirido una empresa privada cubana a la dueña en aquella época: la Iglesia Católica en nuestro país, por valor de un millón de pesos; para que ahora la “comprara” el Estado cubano en la friolera de dos millones 300 mil pesos a la misma empresa -convertida en vendedora- en tan amañada y perjudicial operación de compra-venta. Rubén Martínez Villena la denunció por fraudulenta ya que afectaba, groseramente, el Presupuesto del Estado cubano. Concluida su intervención, el joven Villena se presentó horas después, junto al resto de los firmantes de la denuncia, ante un medio de prensa nacional e hizo público el documento. Este evento se conoce en nuestra historia como “La Protesta de los Trece”, por ser ese el número de intelectuales cubanos que la firmaron. Emilio Roig fue uno de sus signatarios.

Emilio Roig de Leuchsenring fue también fundador y Presidente de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales (1940). Presidente de la Sociedad de Librepensadores de Cuba (1942). Reconocido como Periodista Colegido (1943). Miembro de la Corporación de Turismo de Cuba. Organizador y posterior Presidente del Primer Congreso Nacional de Historia y los sucesivos que tuvieron lugar. En 1944, por sus profundos conocimientos y trabajos de investigación arqueológicos es elegido miembro de la “Junta Nacional de Arqueología y Etnología”. Para 1945 se incorpora a la directiva del Instituto de Intercambio Cultural Cubano-Soviético. Fue miembro, además, del Colegio Nacional de Periodistas, de la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional, del Colegio de Abogados de La Habana y de otras importantes instituciones científicas y/o gubernamentales.

Con el paso del tiempo, y al aumentar su obra científica, no pasó inadvertido su quehacer como investigador histórico. Por esa razón fue invitado para que aspirara a un sillón como Miembro de Número de la Academia de Historia de Cuba. Al concluir su exposición fue contestada elogiosamente por el académico encargado de ello. Finalmente fue aceptado e investido como nuevo miembro numerario. El título de su discurso: “Martí en España” (1938).

Como Historiador de La Habana, publicó artículos relacionados con temas vinculados a la Nación en sentido general y a la Capital de la Nación en particular. Entre otros podemos destacar: “Ensayos de corte histórico para el Ayuntamiento de La Habana” (1932), “Historia de la Enmienda Platt, una interpretación de la realidad cubana” (1935). Colabora activamente con el movimiento “Por una escuela cubana en Cuba Libre” (1940), “La lucha cubana por la República, contra la anexión y la Enmienda Platt” (1952), “La Guerra Hispano Cubano Americana fue ganada por el Lugarteniente General del Ejército Libertador, Calixto García Íñiguez”, “La Iglesia Católica y la Independencia de Cuba” (1958), “Máximo Gómez, el libertador de Cuba y el primer ciudadano de la República” (1959).

Entre las personalidades que sostuvieron intercambio de correspondencia con Roig, según nos refiere el intelectual cubano Félix Julio Alfonso López, se encuentran: el filósofo Enrique José Varona; los historiadores Fernando Ortiz, Ramiro Guerra, Gerardo Castellanos, Genaro Artiles, Emeterio Santovenia, Herminio Portell Vilá, Enrique Gay-Calbó, Antonio Hernández Travieso, Francisco González del Valle, Manuel Isaías Mesa Rodríguez, Elías Entralgo, Rafael Soto Paz y Julio Le Riverand; los bibliógrafos Francisco de Paula Coronado y Fermín Peraza; el archivista Joaquín Llaverías; los ensayistas José María Chacón y Calvo, Mario Guiral Moreno, Juan J. Remos, Jorge Mañach, Félix Lizaso y Roberto Fernández Retamar; los escritores José Antonio Ramos y Luis Felipe Rodríguez; los poetas Mariano Brull, Ángel Augier y Nicolás Guillén; el caricaturista Conrado Massaguer; el escultor Juan José Sicré; el arquitecto José M. Bens Arrarte; el intelectual dominicano y gran amigo de José Martí, Federico Henríquez y Carvajal; y los políticos de izquierda Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa García.

De igual manera el propio Alfonso López nos ilustra que: “las cartas relacionadas con los Congresos Nacionales de Historia, feliz iniciativa de Roig y la “Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales”, dan cuenta tanto del entusiasmo de sus promotores por el desarrollo de las investigaciones históricas como del abandono gubernamental a este proyecto”.

Eusebio Leal, muy próximo colaborador de Roig de Leuchsenring en la Oficina del Historiador de La Habana, refiere algunos pasajes de las actividades diarias de nuestro protagonista en la entrevista que le concedió Leal a la periodista Magda Resik Aguirre -artículo aparecido en el sitio web Habana Radio- referido a cómo transcurría el trabajo de Roig. El entrevistado relata el rigor que empleaba Roig en sus métodos de análisis a emplear según el caso sometido a estudio y el cuidado extremo en las conclusiones a las cuales arribaba, no sin antes escuchar el parecer de su equipo de especialistas. También Eusebio Leal reflexiona en por qué le agradaba que sus más allegados colaboradores lo nombraran cariñosamente “Emilito” y, de ese modo, llevar sus relaciones con los demás miembros del equipo a un plano familiar.

Eusebio Leal le expone a la periodista, “(…) cómo Roig celebraba semanalmente un círculo que fue abriendo poco a poco, en los cuales solo podían estar presentes los que resultaban invitados por Roig o quien él designara para cursar las invitaciones. En estos encuentros científico-culturales se discutía sobre historia”. “Emilito” actuaba en esos contactos de conocimiento como juez y moderador, simultáneamente. “(…) Después haría su aparición la enfermedad -añade Leal en la entrevista- que lo privó de poder hablar, cosa que fue terrible. El médico familiar se empeñó enormemente en curar los daños que sufrió en las cuerdas vocales. Su voz era fuerte y poseía una mirada escrutadora y profunda; miraba a los ojos (…)”.

Emilio Roig de Leuchsenring falleció en La Habana, el 8 de agosto de 1964, a los 74 años de edad.

Ante otra pregunta que le hace la periodista a Leal acerca de dónde reposan los restos de Roig y las cenizas de María Benítez, Leal le responde: “Me hice cargo de los restos de él y cuidé de ella hasta el final. Encargué a mis colaboradores Otto Randín y Sergio González la exhumación en el cementerio. Luego coloqué una urna en el jardín (se refiere al traspatio de la Basílica de San Francisco, n. del a.), al pie de un triángulo de palmas. Cumpliendo el mandato de María depositamos sus cenizas junto a los restos de “Emilito” (…)”

 Conclusiones

 1. Emilio Roig de Leuchsenring fue historiador, Doctor en Derecho Civil y Notarial; etnólogo, periodista e investigador; conferencista y orador. Fundador de diversas instituciones dedicadas al estudio e investigaciones histórico-culturales, conservación de monumentos, edificios y lugares históricos de la ciudad de La Habana. Primer Historiador de la ciudad de La Habana durante casi tres decenios. Logró vincular con su esfuerzo y voluntad espartana, a los intelectuales cubanos de diferentes ideas políticas y sociales en función de un objetivo común: el rescate de la historia y demás valores nacionales. Desarrolló el estudio científico y sistemático de la historia de Cuba. Dictó conferencias en eventos nacionales e internacionales. Fue creador de instituciones de amistad entre Cuba y otros países latinoamericanos. Autor de casi un centenar de libros y folletos en las esferas de la Historia y la Etnología. Miembro de la Academia de historia de Cuba. Recibió múltiples reconocimientos y distinciones. No militó en las filas de ningún partido político, pero sí se identificó con el ala progresista de la intelectualidad cubana. Fue, en resumen, un científico de la Historia de la ciudad de La Habana y de la Nación cubana, con una total dedicación y respeto absoluto a los resultados comprobados metodológicamente y teniendo en cuenta la solidez de las diferentes fuentes fidedignas que utilizaba en sus investigaciones.

 2. Sus análisis, dirigidos a profundizar la historia de la Ciudad y la Nación, siempre fueron sometidos al máximo rigor científico y avalados por pruebas documentales. Entre sus virtudes personales debemos destacar su elevada honestidad profesional y personal, así como saber escuchar y valorar las opiniones de sus colaboradores especialistas y amigos personales con conocimientos profundos en los temas sometidos a análisis, discusión y que requerían soluciones definitivas.

3. La opinión de múltiples historiadores cubanos e hispanoamericanos (incluyendo a Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal) es que Emilio Roig desempeñó con su obra en los dos primeros tercios del siglo XIX lo que de manera similar realizó el ilustre intelectual y bibliógrafo cubano, Domingo del Monte, en las primeras décadas del siglo XIX.

 4. La iluminación propia desplegada por Leuchsenring que caracterizó su vida y obra, permanece intacta en el presente y futuro de nuestra Nación. “Si hoy moradores y visitantes (señala la periodista Yudith Madrazo en su artículo acerca de Roig de Leuchsenring) tienen conocimiento acerca de La Habana, en sentido general, y de los grandes valores arquitectónicos de su Centro Histórico Urbano, en gran medida se deben a la encomiable labor desplegada por Roig de Leuchsenring a lo largo de extensos años de paciente y sistemática investigación”. El autor de este ensayo coincide con Yudith.

Bibliografía

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2. “Nacionalismo e Internacionalismo de Martí”. 1927.

3. “Los problemas sociales en Cuba”. 1927.

4. “La Habana de ayer, de hoy y de mañana”. 1928.

5. “El más bello rincón de La Habana colonial: La Plaza de la Catedral”. 1935.

6. “Las calles de La Habana, bases para su denominación…” 1936.

7. “Carlos J. Finlay, gran sabio y gran benefactor de la humanidad”. 1937.

8. “El centenario del primer ferrocarril en Cuba”. 1937.

9. “Las comparsas carnavalescas de La Habana en 1837”. 1937.

10. “Martí y las clases populares”. 1937.

11. “Historia de La Habana. Desde sus primeros días hasta 1565” Tomo I. 1938.

12. “Por ser cubanos, jóvenes y universitarios, fueron fusilados los estudiantes del 71”. 1939.

13. “La Habana, apuntes históricos” (1940). 2da. Edición aumentada 1963 (1964).

14. “Las ideas religiosas de Martí”. 1940.

15. “Martí y las religiones”. 1941. 2da. Edición y posteriores aumentadas 1958; 1960; 1962.

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17. “El sesquicentenario del Papel Periódico de La Habana, primera de las publicaciones literarias de Cuba”. 1941.

18. “Las fortalezas coloniales de La Habana”. 1942.

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20. “La cubanidad de los Congresos Nacionales de Historia”. 1943.

21. “El escudo oficial del Municipio de La Habana”. 1943.

22. “Los grandes movimientos políticos cubanos en la República: injerencia, reacción, nacionalismo”. 1943.

23. “Historia y cubanidad”. 1943.

24. “El ideal de independencia en la historia de Cuba”. 1943.

25. “13 conclusiones fundamentales sobre la guerra libertadora cubana de 1895”. 1945.

26. “Varela en El Habanero, precursor de la revolución cubana”. 1945.

27. “Guerra de Independencia de 1895 y no Grito de Baire”. 1946.

28. “La Masonería, crisol de la revolución cubana”. 1947.

29. “Defensa de Cuba: vida y obra de Manuel Sanguily”. 1948.

30. “En el centenario de Tomás Romay”. 1949.

31. “La Habana, meridiano histórico y cultural de Cuba”. 1949.

32. “El americanismo de Martí”. 1953.

33. “Caminos de la vida de Martí”. 1953. 2da edición 1961.

34. “Las dos Españas de Martí”. 1953.

35. “José Martí, pensamiento político”. 1953.

36. “Puerto Rico en lucha por su independencia”. 1953.

37. “Martí y la guerra de los Diez Años”. 1954.

38. “La masonería, crisol de la revolución libertadora cubana”. 1955.

39. “Cuadernos de historia habanera”.

40. “Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana”.

41. “Colección histórica cubana y americana”.

42. Enciclopedia digital Wikipedia. Actualizada.

43. EcuRed. (referencias, artículos y ensayos de varios autores).

 


Héctor Maseda Gutiérrez (La Habana, 1943).

Ingeniero electrónico de profesión.

Miembro de Número de la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos.

Gran Inspector General de la Orden Masónica, grado 33.

Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.

Agencia DECORO.

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