Nuestros pensadores (XVIII): Marta de los Ángeles González-Abreu y Arencibia

Por Héctor Maseda Gutiérrez
 
Marta González-Abreu y Arencibia.

Marta González-Abreu y Arencibia.

Marta de los Ángeles González-Abreu y Arencibia: patriota cubana y filántropa. Su vida se caracterizó por los donativos entregados para el empleo de obras de beneficencia y utilidad pública en la ciudad de Santa Clara, actual provincia de Villa Clara. De igual forma contribuyó con la entrega de cuantiosos recursos financieros en apoyo a la lucha desarrollada por miles de cubanos dignos, empeñados en lograr la independencia de Cuba sometida al coloniaje español. Marta de los Ángeles nació en la antes mencionada ciudad provincial, el 13 de noviembre de 1846. Joven aún, viajó por los Estados Unidos de América (EE.UU.) Y Europa; escenarios que le permitieron comprender la realidad socio-económica de la época. Perteneció al círculo de lo más selecto del estrato de la sociedad criolla en la región central de la Isla. Personalmente alcanzó refinada cultura y elevada instrucción educacional. Desde su temprana infancia demostró poseer elevada sensibilidad humana hacia las personas más humildes, incluso aquellas sometidas a la humillante y deshumanizada condición de esclavos. Con el paso del tiempo su bondad aumentó apreciablemente, al punto de convertirse esa virtud en una de sus principales razones de ser por el resto de su existencia. Tan destacada labor altruista de Marta constituyó la fuente de inspiración de poetas y escritores de su generación, tales como Rafael Marquina, Manuel García Garófalo-Mesa, José Manuel Pérez Cabrera, Pánfilo de Camacho y tantos otros. De ahí que se conserven documentos históricos que recogen detalles acerca de su vida y obras caritativas en libros, revistas, periódicos, citas literarias, boletines y otros textos especializados que dan fe de tan destacada personalidad cubana, perteneciente a la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX.

 

Su nacimiento tuvo lugar en la capital provincial de Villa Clara, en la calle Sancti Spíritus No. 49 (hoy rebautizada como Juan Bruno Zayas, insigne patriota independentista). Sus padres se nombraron Pedro Nolasco González-Abreu y Jiménez, propietario de tierras, hacendado y esclavista; y Rosalía Arencibia y Plana, dedicada a las labores hogareñas. Ambos naturales de la misma urbe provincial. Los padres de la protagonista de este ensayo histórico-biográfico deciden, en 1872, mudarse para La Habana, por diversos motivos familiares y de negocios.

 

Es en la capital colonial de la Isla donde Marta Abreu conoce a un joven abogado nombrado Luis Estévez y Romero. Ambos se percatan de que poseían un denominador común en sus inquietudes humanitarias: ideales patrióticos y enormes deseos de mejorar las condiciones de vida de paisanos menesterosos de la comunidad. Los padres de Marta se oponen al matrimonio de los jóvenes. Las razones: Luis era cuatro años menor que su hija y no poseía bienes que le permitieran cierta solvencia económica. No obstante el matrimonio se produjo el 16 de mayo de 1874.

 

El hijo de Luis y Marta nació al año siguiente (1875). En honor del abuelo materno le pusieron el nombre de Pedro Nolasco. Existe un hecho en la vida privada de ambos cónyuges que no se toma en consideración por muchos de sus biógrafos y la historiografía cubana. Es el referido al nacimiento de una niña de este matrimonio, en 1876 o 1877; que llevó por nombre Cecilia Estévez Abreu. La niña murió a muy corta edad -quizás unos meses después de su nacimiento- y fue sepultada en el panteón de la familia en el Cementerio Cristóbal Colón, de La Habana, en el mayor silencio.

 

Al producirse el fallecimiento de sus padres (1876), Marta se reúne con sus hermanas y deciden cumplir la última voluntad de sus progenitores: dedicar el capital familiar acumulado durante años, en el empleo de una amplia y provechosa obra benéfica. Su esposo la apoyó incondicionalmente.

 

El proyecto lo inicia Marta Abreu en el instante mismo en que ella toma la posesión de sus bienes, entre los que se encontraban apreciables dotaciones de esclavos. A quienes de inmediato ella y su esposo les conceden la libertad y le asignan a cada uno de ellos y a sus familiares, parcelas de tierra para que las trabajaran y vivieran de un trabajo honrado. A los esclavos que realizaban labores domésticas en la residencia familiar los convirtieron en trabajadores libres, quienes comenzaron a percibir un salario por las labores que realizaban en la casa señorial.

 

Continúa su obra piadosa con la edificación de dos escuelas (una de varones y otra de hembras), para niños pobres de la raza blanca. Ambos centros de estudio se inauguran el 31 de enero de 1882 y en septiembre del año siguiente, respectivamente. La primera se llamó “Pedro Nolasco” y la segunda “Santa Rosalía”; en honor a sus padres. En el propio año 1882 se edifica otra escuela para niños negros, bautizada con el patronímico “La Trinidad”. Los tres centros incluyeron en sus planes de estudio, no solo la instrucción educacional básica sino también el aprendizaje de varios oficios con demanda social para que a los alumnos, una vez graduados, les resultara más fácil enfrentar los rigores de su vida futura.

 

Le siguieron en la obra benéfica de Marta la construcción, en esa ciudad, de dos asilos para ancianos desamparados. En 1886, nuestra protagonista adquiere el terrero en el cual se construyó un edificio dividido en tres secciones: la primera para la Policía de orden público, la segunda como sede del Cuerpo de Bomberos del Comercio y la tercera para la enseñanza laica, destinada a la Escuela Municipal Conyedo.

 

La más importante de las donaciones realizadas por Marta y sus hermanas fue la construcción del Teatro “La Caridad”, inaugurado el 8 de septiembre de 1885, que aún existe y constituye el centro cultural más importante que posee en la actualidad, esa urbe. Su obra altruista no se detiene. Ese mismo año habilitó un local que convirtió en veinte habitaciones independientes entregadas gratuitamente, luego de preparadas como viviendas y con cierta privacidad, a igual número de familias marginadas socialmente. Se nombró a un encargado responsable por el cuidado, orden e higiene del lugar y por la disciplina de sus convivientes. El local poseía una cocina múltiple y  amplio patio colectivo. Con esta obra no solo se le proporcionó vivienda a los grupos familiares favorecidos con el proyecto sino que, poco a poco, los integró a la sociedad que hasta esos momentos los tenía desahuciados por su condición de indigentes.

 

El 15 de julio de 1886 auspició la construcción del primer obelisco erigido en la ciudad de Santa Clara, dedicado a la memoria de Juan Martín Conyedo y Francisco Hurtado de Mendoza, en ocasión de celebrarse el 198 aniversario de la fundación de esa ciudad, erigido en la Plaza de Armas, hoy Parque Leoncio Vidal.

 

De igual manera Marta Abreu llevó adelante la construcción de cuatro lavaderos públicos (1887) para aliviar el trabajo de las mujeres que lo hacían, bajo el sol en las márgenes de los ríos Bélico y Cubanicay. Su labor benefactora a favor del pueblo y ciudad de Santa Clara no se detienen. De ahí que financiara la construcción y habilitación con los medios científico-técnicos más avanzados de la época, de una Estación Meteorológica y propuso como responsable de la misma a su amigo y destacado meteorólogo oriundo de esa ciudad, Julio Jover y Anido. Desarrolló, además, el proyecto de una Planta Eléctrica (1895); ese mismo año (28 de febrero), patrocinó la construcción de una Estación de Ferrocarriles, así como inauguró un dispensario para niños pobres que se llamó “El Amparo”. En él se ofrecía atención médica y medicinas gratuitas a los pequeños pacientes. De igual forma colaboró en la reparación del camino que conduce a Camajuaní y en las reformas que se realizaron en las Iglesias del “Buen Viaje” y en la del pueblo de Encrucijada. Ya para 1899 compró y donó los instrumentos que requería la Banda de Música del Cuerpo de Bomberos citadino que, además de aumentar las labores culturales que ese grupo le ofrecía a la comunidad, permitió crecieran los ingresos de la agrupación e incrementar las actividades recreativas que ofrecían. Por último se debe significar que Marta Abreu ayudó a muchos nóveles artistas, intelectuales y a hombres de ciencia, tales como: Carlos de la Torre (naturalista), Julio Jover (astrónomo) y Manuel Velasco.

Si importante en Marta Abreu fue su proyección de benefactora comunitaria, tanto social como financieramente a lo largo de su vida, la mayor de las obras que emprendió a favor de su pueblo estuvo relacionada con su participación en la guerra por la independencia de Cuba. A ella entregó toda su fortuna, por cierto nada despreciable, en aras del servicio de tan noble causa, acompañada de una de sus más repetidas y conocidas frases: “(…) si se le acababa pedirían ella y su familia, pero la libertad de Cuba era lo primero”. Es precisamente en la década de los años 1885-1895 en que el movimiento conspirativo independentista cubano renueva sus fuerzas. La proclamada “Guerra Necesaria” defendida por nuestro Apóstol José Martí y sus seguidores. Se suceden los encuentros, discusiones y definiciones de la conducta a seguir entre nuestro Héroe Nacional y los principales jefes militares de las contiendas libertadoras anteriores (Guerra de los Diez Años -1868/1878- y la llamada Guerra Chiquita -1878/1880- ); Máximo Gómez y Antonio Maceo, fundamentalmente; así como con otros próceres de la libertad. Surge la fundación por Martí del Partido Revolucionario Cubano (PRC), sus fines y estatutos secretos. La búsqueda de recursos financieros entre los trabajadores cubanos exiliados en Tampa y Cayo Hueso (EE.UU.) para organizar, posteriormente, expediciones con hombres y armas destinadas a las costas cubanas orientales y, de ese modo, iniciar el nuevo conflicto armado. Todas estas misiones patriótico-conspirativas contaron con la presencia y/o apoyo de Marta Abreu y su esposo.

 

Es precisamente bajo esas circunstancias que entre los criollos, ligados o no al separatismo, surgen rumores de que algún levantamiento se estaba preparando y su inminencia no se haría esperar, cuando el 2 de enero de 1895, en una de las páginas del periódico “La Discusión”, en el mismo espacio donde se comentaba acerca de la posibilidad de una confrontación armada entre Francia y Alemania, se publicó un anuncio en los siguientes términos: “Dice “La Opinión” de Santa Clara, que en la noche del sábado nuestro distinguido colaborador, el señor Jover, Director del Observatorio Meteorológico Municipal, recibió el siguiente telegrama:

 

“Muy gozosa de ver confirmada sus predicciones. Le felicita orgullosa. Marta Abreu”.

 

Es posible se refiriera nuestra protagonista a un pronóstico meteorológico que con anterioridad le hubiese comentado el Dr. Julio Jover Anido (patriota cubano y amigo personal de Marta Abreu) o sería un aviso discretamente anunciando a los conspiradores  y transmitido por ella a la Isla, acerca de la proximidad de un nuevo alzamiento. Afirmar una u otra situación sería especulativo. Pero lo que sí constituía una realidad era el descontento generalizado contra el gobierno colonial español de la Isla que sentían muchos cubanos.

 

No sería desacertado recurrir a un trabajo elaborado por el periodista Roberto Gómez, quién afirmaba que: “(…) Volviendo entonces a enero de 1895, cuando sabemos que Martí estaba a punto de enviar a Cuba tres barcos con hombres y armas en la malograda expedición de “La Fernandina” con el propósito de reiniciar la lucha independentista, es lógico presumir que la nota del día 2 (de enero) publicada por “La Discusión”, estuviese relacionada con el alzamiento que se avecinaba. En La Habana, mientras tanto los santaclareños Juan García Martí y José Pons Naranjo fundaban el sábado 5 (de ese mes y año) en la casa de la calle Crespo No. 27, entre Trocadero y Colón, la Agencia General Revolucionaria, probablemente la más importante organización clandestina de apoyo a la “Guerra Necesaria”.

 

Con recursos económicos suministrados por la protagonista de este ensayo, se organizan a mediados del año 1896 tres expediciones con armas y hombres destinados a ser desembarcados en las costas de la antigua provincia de Las Villas y la de Camagüey para incorporarse a la lucha armada por la independencia de Cuba.

 

El amor a la Patria e ideas independentistas de Marta Abreu eran del dominio de los gobernantes ibéricos en Cuba. Por esa razón la obligan en 1898 al destierro forzoso. Viaja a Francia acompañada de su cónyuge. En París despliega una increíble campaña para recaudar fondos y ponerlos a disposición de los cubanos que dirigían la guerra contra la monarquía española. Marta se convertiría en la persona que más recursos financieros aportó para la causa independentista de los cubanos. Al mismo tiempo mantuvo estrechos contactos con Ramón Emeterio Betances, patriota borinqueño (natural de Puerto Rico) e identificado con la causa cubana; así como con Tomás Estrada Palma, convertido en el Delegado del Partido Revolucionario Cubano luego de la muerte en combate del Apóstol de la Independencia, José Julián Martí y Pérez, ocurrida el 19 de julio de 1895, en Dos Ríos, antigua provincia de Oriente.

 

El Generalísimo Máximo Gómez, que era conservador a la hora de exponer cualidades personales de figuras destacadas, no vaciló en expresar públicamente, cuando visitó la ciudad de Santa Clara el 13 de febrero de 1898, la siguiente opinión acerca de Marta Abreu: “No saben ustedes, los villaclareños, los cubanos todos, cuál es el verdadero valor de esa señora (…). Si se sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil se le asignara el mismo grado que yo ostento”. (Se refiere Máximo Gómez al de Generalísimo del Ejército independentista).

 

En 1899 el matrimonio regresa a La Habana. Durante el año transcurrido, Luis Estévez por su dedicación a la causa independentista y el apoyo de su esposa, elevaría apreciablemente su prestigio en los círculos políticos, patrióticos, conspirativos y sociales en los cuales incursionó, no solo por sus potencialidades intelectuales, profesionales y desempeño en favor de la causa cubana, sino por sus elevadas cualidades ético-morales, las que permitieron años después fuese designado por el Primer Presidente de la República de Cuba (1902), Tomás Estrada Palma, como Vicepresidente en su primer período presidencial. Sin embargo, cuando el Primer Magistrado cubano intentó su reelección (conducta opuesta a la defendida por muchos de los próceres independentistas), entre los que se encontraba Luis Estévez, este renunció a sus cargos de Vicepresidente y Presidente de la Cámara Alta (Senado) de la República de Cuba, el 31 de marzo de 1905. Meses después, en 1906, regresó a París en unión de Marta Abreu.

 

Corre el mes de diciembre del año 1908. La salud de Marta Abreu está comprometida en extremo debido a que padecía de un fibroma uterino o mioma. Es necesario se le realice una intervención quirúrgica de urgencia en París, Francia. La responsabilidad recae en el destacado médico y cirujano Joaquín Albarrán, cubano nacido en Sagua la Grande y gran amigo personal de Marta. La operación tiene lugar el 31 de diciembre de ese mismo año. Surgen complicaciones. A pesar de todas las medidas de excepción que se adoptan, Marta Abreu fallece el 2 de enero de 1909.

 

Al conocerse la noticia de su deceso, decenas de medios periodísticos prestigiosos de Cuba se hacen eco del lamentable suceso y recogen las opiniones de patriotas, intelectuales y amigos de la familia quienes expresaron el profundo pesar por tan dolorosa y sensible pérdida. Su esposo incapaz de superar la crisis emocional en que se vio envuelto con la desaparición física de su esposa, apenas transcurrido un mes de su fallecimiento, el 4 de febrero de ese año y luego de retornar de su diaria visita a la tumba de Marta en el cementerio de Montmatre, París, Francia, se encierra en su habitación y se suicida por medio de disparos de revólver. El hijo de ambos, Pedro Nolasco, recibe múltiples notas de pésame procedentes de miles de cubanos. Entre estas se encontraba la de José Miguel Gómez, Presidente de la República de Cuba, acompañada de una corona de flores.

 

El cadáver de Marta Abreu fue inhumado provisionalmente en el túmulo de su cuñado Joseph Grancher. Posteriormente se haría la exhumación de sus restos y los de su esposo y se depositarían en la tumba que su hijo Pedro Nolasco hizo construir en el referido cementerio parisino. Los restos de ambos fueron trasladados el 4 de febrero de 1920 a La Habana en el barco “Flandres” y de ahí el día 20 del mismo mes, nuevamente fueron inhumados en el panteón familiar del Cementerio de Colón, en La Habana, Cuba, donde recibieron, previamente, los honores de las autoridades gubernamentales.

 

El Ayuntamiento de La Habana decidió, transcurrido un tiempo, cambiarle el nombre a la calle “Amargura”, en el municipio Habana Vieja, por el de “Marta Abreu”.

 

Anualmente se le rinde tributo a tan insigne dama como benefactora y por su inclaudicable legado patriótico. Ella existe en la memoria de los cubanos. Fue el 13 de noviembre de 1945, al cumplirse el centenario de su nacimiento que levantaron un monumento en honor a su persona, aunque algunos autores señalan fue el 24 de junio de 1945. El autor de este ensayo se inclina por la primera fecha por ser cuando arribó a la vida Marta.

Conclusiones

 

  1. Marta de los Ángeles González-Abreu y Arencibia está considerada como una mujer cubana única, por su extraordinaria y sostenida proyección como benefactora y patriota a lo largo de toda su vida. Indudablemente que su nada despreciable posición financiera se lo permitió. Sin embargo, al ubicarnos en la época y las circunstancias en que le correspondió vivir, no cabe dudas que la señalan como una gran excepción de la regla social de aquellos tiempos por su carácter filantrópico y de elevado amor a su patria; en contraste con el individualismo, la ambición y la hipocresía que obnubilaban el entendimiento y anulaban los sentimientos humanitarios que deberían reinar en la sociedad de aquellos tiempos cuyas características ético-morales debieron ser: la bondad, el amor hacia el prójimo y el desprendimiento de todo lo material. De ahí que era lógico, que su paso por la experiencia terrenal girara única y exclusivamente dirigido a los dos proyectos que se propuso y que llevó con disciplina, dedicación y amor infinito.

 

  1. Marta Abreu fue una mujer de una casi microscópica historia individual: perdió joven a sus padres. No asistía o lo hacía excepcionalmente, a las actividades recreativas que le correspondía al círculo al cual pertenecía por derecho -altamente selecto de la sociedad villaclareña-. Tuvo un solo novio y con él contrajo nupcias hasta el fin de sus días, con absoluta observancia espiritual, fidelidad matrimonial y felicidad conyugal; así como de plena identificación entre ambos ante los problemas más importantes que tenían los dos: las labores patrióticas y filantrópicas que asumieron públicamente. Luis Estévez se convirtió en el apoyo moral y profesional que ella requirió para las labores socio-políticas que llevó adelante. Existen pruebas de que en muchos casos él fue el motor de la mayoría de las obras benéficas y patrióticas que ambos emprendieron.

 

  1. Ella, mujer digna de la admiración y el respeto de quienes la conocieron o fueron estimulados con sus buenas acciones, logró incrementar sus bienes materiales sistemática y permanentemente, mas no para su disfrute personal, sino para entregarse a plenitud a la causa de la liberación de Cuba y en beneficio de los menesterosos de la ciudad de Santa Clara.

 

(Continuará)

 

Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.

 

Bibliografía

  1. Garófalo Mesa, Manuel García. “Marta Abreu Arencibia y el Dr. Luis Estévez y Romero”. La Moderna Poesía. Imprenta y Librería. 1925.
  2. Pérez Cabrera, José Manuel. “Una cubana ejemplar”. Imprenta El Siglo XX, La Habana. 1945.
  3. Camacho, Pánfilo D. “Marta Abreu: Una mujer comprendida”. Editorial Trópico. La Habana. 1947. Ediciones Universal. Reedición de 1995.
  4. Marquina, Rafael. “La ciudad de Marta y Marta de la ciudad”. Imprenta “El Siglo XX”. La Habana. 1950.
  5. Marquina, Rafael. “Alma y vida de Marta Abreu”. Editorial Lex. La Habana. 1951.
  6. “Estudio Biográfico”. La Biblioteca Abierta.
  7. “Nace Doña Marta Abreu de Estévez”. Arte en el Centro.

 

Héctor Maseda Gutiérrez.

Uno de los 75 presos de conciencia del 2003.

Agencia DECORO.

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