Nuestros pensadores (XVII): “Manuel Antonio Sanguily Garrite”

Por Héctor Maseda Gutiérrez 
               
Manuel Antonio Sanguily Garrite. Foto tomada de Internet.

Manuel Antonio Sanguily Garrite. Foto tomada de Internet.

Manuel Antonio Sanguily Garrite: filósofo, educador y legislador, periodista y orador; político, patriota y militar cubano. Combatiente en la primera guerra por la independencia de Cuba contra el colonialismo español (1868-1878). Inició sus estudios de derecho en la Universidad de La Habana que dejó inconclusos para incorporarse al ejército independentista (1869) donde alcanzó el grado de coronel. Participó en más de cincuenta combates y resultó herido. Fue elegido para que asistiera como delegado a la Asamblea de Guáimaro, el 10 de abril de 1869. Se desempeñó como secretario del general insurrecto Manuel de Quesada. Durante el período insurreccional también colaboró con los periódicos “La independencia” y “La estrella solitaria”. Al concluir la Guerra de los Diez Años (1868-1878) partió al destierro y viajó por varios países europeos y los Estados Unidos de América. Posteriormente se radicó en España y se graduó en la Universidad Central de Madrid como Doctor en Derecho Civil y Canónico. Escribió en varios periódicos y revistas cubanas de la época, (“El triunfo” y “Heraldo de Cuba”), entre otros medios de difusión masiva. Fundó la revista “Hojas Literarias”. Excelente orador y conferencista. El discurso expuesto en el Círculo de la Juventud Liberal en Matanzas, el 9 de abril de 1887 en conmemoración a los estudiantes cubanos fusilados el 27 de noviembre de 1871, constituye una prueba de ello. Ya en la República, fue electo miembro de la Asamblea Constituyente de 1901 que elaboró la primera constitución de la República de Cuba. También se desempeñó como secretario de relaciones exteriores y de gobernación y fue elegido senador. A lo largo de su vida y por su condición de político estuvo en contra de la intervención de Cuba por los EE.UU. y combatió la Enmienda Platt que, como apéndice especial, apareció en nuestras primeras constituciones republicanas. Falleció en la capital de Cuba el 23 de enero de 1925, a los 77 años de edad. Entre sus obras más destacadas figuran: “Oradores de Cuba”, “Discursos y conferencias” y “Juicios literarios” (1930), este último publicado post mortem.

 

Sanguily Garrite nació en La Habana, Cuba, el 26 de marzo de 1848. Huérfano de padre desde pequeño, su padrino fue el encargado de su educación y tutela. Ingresó en el colegio “El Salvador”, fundado por el insigne pensador y patriota José de la Luz y Caballero, de quien resultó Sanguily uno de sus más destacados discípulos, lo que le valió fuera elegido para que ejerciera la docencia en las clases de Gramática y Literatura en ese centro de estudios. En julio de 1864 se graduó de bachiller en Artes en el Instituto de La Habana. En la Universidad de esta ciudad aprobó los tres primeros años de Derecho y comenzó el cuarto que dejó inconcluso, al estallar la Guerra de los Diez Años, motivo que le hizo viajar al exterior para luego retornar a la Isla, el 17 de enero de 1969, como parte de una expedición armada, a bordo del barco “Galvanic” en unión de su hermano Julio y varios independentistas más. El desembarco se produciría por Cayo Romano, en la costa norte de Camagüey. Apenas transcurridas 72 horas tuvo su bautismo de fuego en La Guanaja. A finales de ese mes lo nombraron secretario del Mayor General Manuel de Quesada, cargo al que renunció posteriormente por razones personales.

 

La Asamblea de Representantes de la región central de Cuba, compuesta por camagüeyanos, lo nombró en marzo de ese año, al frente de la comisión enviada para reunirse con los miembros de la Junta Revolucionaria de Las Villas. Su misión principal consistía en defender el principio que sostenían los representantes camagüeyanos de mantener separados los poderes civil y militar dentro del Gobierno de la República en Armas, hipótesis contraria a la sostenida por Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, Presidente de la República insurgente. Para mayo de 1869 se incorporó a la caballería de Camagüey y en noviembre se produjo su ascenso a Teniente Coronel.

 

Su actividad combativa se extendió a más de cincuenta acciones bélicas, desde 1869 hasta 1876, ambos años incluso. Durante 1869 participó en los combates de Maniabón, Vázquez, Guáimaro, San José, Punta Pilón, Santa Cruz y en el ataque a Puerto Príncipe. En 1870 combatió en Clueco, Caobillas, Peralejo, San Fernando de Najasa, Antón, San Emilio, Minas. Durante el ataque a la Torre Óptica de Sibanicú, recibió una herida de bala en la cadera (20 de febrero de 1871). También estuvo en los combates de Pensacola, Mulato y Zaragoza. En 1872 se convirtió en Jefe del Estado Mayor del Distrito Sur de Puerto Príncipe, época en que sirvió bajo las órdenes del Mayor General Ignacio Agramonte y cruzó armas frente a los realistas en Palmarito, Aranjuez y Trinidad. En el año 1873 se unió al Mayor General Máximo Gómez en la campaña de Camagüey, destacándose en las acciones bélicas de Auras, Plátano, San Antonio, Carolina, San Felipe, La Sacra, La Luz, Nuevitas, Atadero. Durante 1874 estuvo presente en las acciones bélicas de Garrido, Naranjo-Mojacasabe, Las Guásimas, Jimaguayú, Cascorro. A mediados de ese año lo eligieron como representante a la Cámara, cargo que desempeñó desde agosto de 1874 hasta enero de 1875 en que renunció para incorporarse a las fuerzas de Gómez en la invasión a Las Villas. En esta región central, a lo largo de 1875 enfrentó al ejército español en La Crimea, Río Grande, La Reforma e Iguará, bajo las órdenes de los generales Gómez, Henry Reeve y su propio hermano, Julio Sanguily. Nombrado Manuel Sanguily Presidente de la Corte Marcial, se entrevistó con el líder sedicioso, Mayor General Vicente García (25 de julio de 1875), en Loma de Sevilla, Lagunas de Varona, Camagüey, para discutir las demandas de estos e investigar los motivos que sostenían los mismos; lo que dio como resultado la sustitución del Presidente de la República en Armas, Salvador Cisneros Betancourt por Juan Bautista Spottorno.

 

Al año siguiente (1876) se subordinó al Brigadier Gregorio Benítez. El 4 de marzo fue ascendido a coronel y nombrado ayudante general de su hermano Julio. De regreso a la región oriental se destacó en el ataque y toma del poblado de Las Tunas (23 de septiembre), bajo las órdenes directas del Mayor General Vicente García. Manuel Sanguily acompañó a su hermano en un viaje al exterior con la misión de organizar expediciones armadas con destino a Cuba.

 

Se conoce que Manuel Antonio Sanguily, con el seudónimo de Otto, desde principios de 1877, fue designado en calidad de agente confidencial del Gobierno de la República de Cuba en Armas, con la misión de viajar a los Estados Unidos de América en calidad de Secretario del General, Julio Sanguily, para realizar acciones encubiertas.

 

Entre 1877 y 1878 permanecieron ambos hermanos en Nueva York cumpliendo las misiones asignadas. En septiembre de 1877 están enfrascados en la organización de una expedición que debía llegar a Cuba en el barco “Stelle”. La demora en los preparativos permitió que el Embajador de España en los EE.UU. denunciara a las autoridades norteamericanas las pretensiones insurrectas. El resultado fue la detención de los patriotas cubanos, ocupación de la técnica militar y la frustración de la expedición. El 10 de febrero de 1878 el “Pacto del Zanjón” sorprendió a estos patriotas cuando se encontraban envueltos en las reclamaciones ante el gobierno norteamericano de los recursos incautados en la colapsada expedición insurrecta.

 

Debe significarse que Manuel Sanguily se opuso al Plan Gómez-Maceo de llevar adelante un proyecto insurreccional en 1884, por estimar que no existían las mínimas condiciones para reiniciar en esos momentos otra campaña independentista. Es posible que esta posición por él asumida estuviese relacionada con sus simpatías e identificación hacia los principios reformistas que asumía el Partido Autonomista, al que Manuel Sanguily identificaba como “el partido de todos los cubanos” y que a partir de cierto momento, comenzaron a influir en su posición política independentista, aunque siempre se pronunció en oposición al Partido Unión Constitucional, conformado mayormente por españoles partidarios del integrismo.

 

Manuel Sanguily no solo se destacó como jurista, militar, político, negociador y agente encubierto. También se distinguió como divulgador, escritor, filósofo, político, educador y orador. Como periodista colaboró en numerosas publicaciones, tales como La Estrella Solitaria, El Triunfo, El País, La Revista de Cuba y redactor de El Fígaro y La Habana Elegante. Entre 1893 y 1895 apareció Hojas Literarias, revista mensual que dirigió, en la que sacó a relucir sus cualidades como crítico literario, político e historiador. Al iniciarse la Guerra de Independencia (1895) salió rumbo a Tampa con destino a Nueva York, donde colaboró en Patria y El Porvenir.

 

En este último conflicto bélico también conocido como “la Guerra Necesaria”, no participó porque se encontraba enfrascado en varias gestiones en los Estados Unidos de América, entre las cuales estaba la negociación ante las autoridades norteamericanas para lograr de la liberación de su hermano, el Mayor General Julio Sanguily, quien había sido apresado por los españoles.

 

Como escritor, además de las obras mencionadas en el resumen de este ensayo, se aprecian desde sus primeros trabajos los temas históricos vinculados a la conformación de los pueblos amerindios de nuestro continente. Así lo sugieren sus textos “Los Caribes en Las Indias”, (1884); “Cristóbal Colón y los Caribes” y el “Descubrimiento de América” (1892); así como el dedicado a la obra de José de la Luz y Caballero (1890). Su dominio en las diferentes corrientes filosóficas de su tiempo las expone al estudiar y enjuiciar a personalidades y eventos de su época y circunstancias determinadas con certeras y profundas valoraciones.

 

Su brillante discurso que tuvo lugar el 9 de abril de 1887, brevemente señalado antes, en la velada conmemorativa por el fusilamiento de los estudiantes de Medicina y en honor a Fermín Valdés Domínguez, que tuvo lugar en el Círculo de la Juventud Liberal de Matanzas, fue interrumpido por las autoridades españolas. Ante semejante incursión de fuerza, Sanguily, seguido por quienes le escuchaban, concluyó su conferencia en la plaza pública de la ciudad. En 1890 expondría en San Antonio de los Baños y Guanabacoa dos trabajos corporativos acerca de José María Heredia. Corría el año 1893 cuando fue invitado Sanguily por José Silverio Jorrín para que pronunciara una conferencia con motivo de celebrarse el 400 aniversario del descubrimiento de América, como señalan muchos historiadores, o el encuentro de dos culturas, como reclaman otros. En 1895 pronunciaría sus discursos “Cuba y la furia española” y “Céspedes y Martí”. En este último expuso su hipótesis de la continuidad de la Guerra de los Diez Años.

 

La oratoria constituyó uno de sus arietes intelectuales más poderosos utilizado en cuanta tribuna asistió como orador central, al mostrar el absoluto dominio que poseía en esta especialidad. En 1883 expuso “Los poetas y la poesía”, pronunciada en las conversaciones literarias realizadas en la residencia de José María Céspedes.

 

Si lo analizamos como el gran pensador y filósofo que fue, llegamos a la conclusión de que constituyó una fuente infinita de conocimientos multifacéticos. Para Sanguily era vital escudriñar en el insondable mundo de lo desconocido. Según él: “(…) ese lado desconocido es inalcanzable en su totalidad y afirmaba que lo alcanzable para las ciencias era explicar el cómo y no el por qué, pero que sería un error pretender encontrar las verdaderas causas de los fenómenos analizados a través de ellas”. Este misterio era para Sanguily el punto de partida de la metafísica y de la poesía. Pensaba que: “La filosofía, considerada como metafísica, no moriría; porque los grandes problemas de esta siempre serán una realidad”. Para él, el cosmos es indefinido y complejo mientras que las potencialidades humanas son limitadas. Consideraba que y cito: “(…) en el mundo todo es relativo y todo es, en el fondo, insignificante”. Afirmaba que, “el movimiento de los acontecimientos históricos no están predestinados ni son invariables. Por el contrario, su devenir dependerá, en gran medida, de la acción humana y otros factores aleatorios imposibles de predecir de manera lineal y unilateral”. Sanguily rechazó todos los sistemas filosóficos cuyos puntos de partida fuesen: “(…) la construcción de esquemas generales preconcebidos y no tener en consideración los aportes de la experiencia”. Sanguily estimaba que: “(…) la experiencia constituía el punto de partida para toda ciencia y cualquier escuela o pronunciamiento filosófico”. Se sentía orgulloso de ser un buen observador de la realidad histórica, condición indispensable para ser un buen historiador. De ahí que consideraba que: “(…) el carácter de las leyes sociales, por ser leyes, estaban marcadas por su regularidad y por su funcionamiento estable”. Sentenciaba que: “(…) eran iguales en todas las épocas y en todos los lugares las leyes que rigen la sociedad y determinan la naturaleza y conducta de los individuos”. Por otro lado, afirmaba que: “El movimiento de los acontecimientos históricos, no están predestinados ni son invariables; por el contrario, dependerá su desenvolvimiento en gran medida de la acción humana, así como de factores aleatorios imposibles de predecir de manera lineal y unilateral”. De ahí que no considerara a los acontecimientos históricos como un producto casual, pues: “(…) existían tendencias, regularidades e incluso leyes del desarrollo social y “leyes históricas” (…)”.

 

Manuel Sanguily regresó a Cuba en 1898, concluida ya la guerra y firmado el Armisticio de Paz entre España y los EE.UU., en agosto de 1898. Mantuvo sus actividades políticas en los centros de emigrados cubanos que existían en Nueva York, Tampa y Cayo Hueso hasta su llegada a la Isla, para asistir como delegado (su estreno como legislador) a la Asamblea de Santa Cruz del Sur, como representante de Camagüey. En este evento propuso, en unión de Juan Gualberto Gómez, solicitar un empréstito para licenciar al ejército mambí, acto que de aceptarse, de hecho admitiría el reconocimiento de la asamblea cubana por las autoridades norteamericanas durante la primera ocupación militar de Estados Unidos en Cuba (1898-1902). Manuel Sanguily formó parte también de la comisión que presidió el Mayor General Calixto García Íñiguez, con quien viajó a los EE.UU. en diciembre/1898, para obtener el referido empréstito. El Presidente de los EE.UU., William McKinley, rechazó conceder el empréstito y ofreció a cambio una donación de tres millones de dólares, acto que dejaba claro a los comisionados el no reconocimiento de la asamblea cubana por parte del gobierno norteamericano.

 

Con similar garra legisladora hizo sentir su presencia en la Asamblea del Cerro, donde propuso la eliminación del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, lo que implicaba -de aprobarse, como ocurrió- la destitución del Generalísimo Máximo Gómez quien, hasta ese momento, desempeñaba tan honroso y elevado cargo militar. Esta posición asumida por Manuel Sanguily y Juan Gualberto Gómez generaron fuertes críticas generalizadas contra ellos por muchos de los delegados presentes en tan importante encuentro legislativo.

 

El 15 de febrero de 1901 Manuel Sanguily fue elegido delegado por La Habana a la Asamblea Constituyente de 1901, que debería redactar y aprobar la primera Constitución de la República de Cuba. En estas sesiones y desde un primer momento, Manuel Sanguily propuso la separación de la Iglesia y el Estado y se pronunció por la libertad de la enseñanza y el sufragio universal solo para los hombres. Se pronunció contra la Enmienda Platt (un apartado constitucional impuesto por el gobierno norteamericano a la Constitución cubana). No obstante y a pesar de que en un principio estuvo Sanguily en contra de este apéndice, finalmente votó a favor del mismo el 12 de junio de 1901, aclarando que solamente lo hacía porque de lo contrario no se aprobaría la Constitución y, en consecuencia, no se podría establecer la República de Cuba.

 

Mientras duró la intervención militar de Cuba por los EE.UU. dirigió el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, impartiendo las cátedras de Retórica y Poesía.

Creada la república el 20 de mayo de 1902, fue elegido senador por la provincia de Matanzas. En mayo de 1903 presentó su primer proyecto de ley contra el acaparamiento de la tierra cubana por extranjeros. De igual manera se opuso al Tratado de Reciprocidad Comercial con los EE.UU. (ley insertada en la Constitución de la República de Cuba de 1902) porque perjudicaba las exportaciones cubanas de azúcar y café con destino al mercado norteamericano al fijarse, por esa ley, aranceles muy bajos, situación esta que afectaba las ganancias de los productores nacionales y comprometerían nuestro futuro económico. Fue, además, un permanente luchador, observador y crítico que alertó al pueblo cubano de los peligros que le podría acarrear a la soberanía e independencia de la Isla si la corriente política anexionista tomaba fuerza en Cuba.

 

En 1907 fue nombrado para que representara a nuestro país, en compañía de otro legislador criollo, en la II Conferencia Internacional de Paz en los Países Bajos. En 1912 se le nombró Secretario (Ministro) de Relaciones Exteriores del gobierno de José Miguel Gómez. A los pocos meses y con carácter interino se le designó, pro tempore, Secretario de Gobernación y al año siguiente Inspector General de las Fuerzas Armadas y Director General de las Escuelas Militares. Entre 1918 y 1919 dirigió el Partido Nacionalista. Falleció en La Habana, el 23 de enero de 1925.

 

Consideramos que ya estamos en posesión de la necesaria y suficiente información para que lleguemos a las conclusiones de esta investigación histórica y biográfica:

 

1.La obra intelectual y política de Manuel Sanguily constituyó el reflejo más certero de la continuidad humanista del pensamiento cubano y latinoamericano al alimentarse de las fuentes ilustradas más competentes de nuestro continente y de Europa.

 

2.Su obra refleja la profundidad del análisis riguroso y filosófico por el estudio que llevó a cabo de los máximos representantes de la filosofía universal, sostenida en su labor jurídica, política y educadora; así como en su carácter de ensayista, crítico literario y conferencista. Muchos intelectuales conocieron su pensamiento y respetaron su elevado contenido de dimensión filosófica aplicada al estudio de los problemas socio-económicos y políticos.

 

3.El enorme compromiso de Manuel Sanguily con el pueblo cubano y el logro de la independencia de Cuba, tanto en los planos político, social, cultural, económico, científico-técnico, se incrementó a lo largo de su vida que acompañó con el análisis y la reflexión teórico-práctica, donde vinculó estrechamente los problemas del conocimiento al de los valores (gnoseología y axiología), cuyo alcance y profundidad abarcó las dimensiones adecuadas en los campos de la ética, estética, la conducta social, política y jurídica. Unidas todas al análisis de los problemas recurrentes y a las personalidades históricas de la época en que vivió.

 

(Continuará)

Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.

 

Bibliografía

1.Diccionario Enciclopédico de la Historia Militar en Cuba. 1ra. Parte (1510-1898).

2.Discursos y conferencias. Selección por José M. Chacón y Calvo. Publicaciones del MINED. La Habana. 1949.

3.La múltiple voz de Manuel Sanguily. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1988.

4.Sanguily. Carbonell Rivero, Miguel Ángel. Editorial Guáimaro. La Habana.1938.

5.Manuel Sanguily: adalid, tribuno y pensador. Discurso pronunciado en la sesión solemne celebrada en el Teatro Nacional el 20 de noviembre de 1925. Imprenta El Siglo XX. La Habana. 1925.

6.Manuel Sanguily, historia de un ciudadano. Costa, Octavio Ramón. Editorial Unidad. La Habana. 1950.

7.Instituto de Historia de Cuba: Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales. 1868-1898. Editora Política. La Habana. 1996.

8.Proceso histórico de la Enmienda Platt. (1897-1934). Márquez Sterling, Manuel. Imprenta El Siglo XX. La Habana. 1941.

9.Defensa de Cuba, vida y obra de Manuel Sanguily. Roig de Leuchsenring, Emilio.

  1. Manuel Sanguily Garrite ante la condición humana. Guadarrama González, Pablo. La Habana. Editorial Ciencias Sociales. 2010.

 

Héctor Maseda Gutiérrez.

Uno de los 75 presos de conciencia del 2003. Agencia DECORO.

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