Nuestros pensadores (XI) “José Antonio Cortina y Sotolongo”

Por Héctor Maseda Gutiérrez
 
José Antonio Cortina y Sotolongo.

José Antonio Cortina y Sotolongo.

Patriota, académico, jurista, político, orador, poeta, escritor. Nació el 19 de marzo de 1853 en el pueblo de Guanayabo, hoy Máximo Gómez, Matanzas. Falleció en la misma provincia (diciembre de 1884). Realizó sus primeros estudios en Cárdenas y el bachillerato en la capital matancera. Posteriormente estudió en Madrid y Barcelona, capital nacional y ciudad provincial española, respectivamente, donde obtuvo la Licenciatura en Derecho. Viajó por diversos países europeos y los Estados Unidos de Norteamérica. Perteneció a la Junta Central del Partido Autonomista y participó en sus campañas electorales en las que se destacó como excelente orador. Fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País y de la Sociedad de Antropología. En 1877 fundó la “Revista de Cuba” como director hasta su muerte. Escribió ensayos y artículos en los diarios autonomistas “El Triunfo” y “El País”, donde publicó numerosas investigaciones jurídicas y políticas. Autor de un libro de poesías titulado “Ecos Perdidos” y el canto épico, “Las ruinas del Coliseo”. En la Biblioteca Nacional de Cuba se conserva la colección completa de su obra intelectual, en 16 tomos, que demuestran su aporte a la cultura nacional, la divulgación y las ideas políticas que abrazó. Es justo señalar que en apenas treinta y un años de vida sacudió hasta los cimientos a la sociedad cubana de la época.

 

Su abuelo materno se nombró Enrique José Sotolongo. Tuvo el honor de ser uno de los fundadores de la villa de Colón -hoy municipio- y la segunda ciudad en importancia de la provincia de Matanzas. Sus padres, el español Juan Manuel Cortina y Aldecoa y María Cristóbal Sotolongo y Sardiñas, funcionario gubernamental español y ama de casa, respectivamente.

 

En Colón nacieron sus dos hermanas. Allí permaneció José Antonio hasta el año 1867, ocasión en que viajó a España para estudiar Derecho Administrativo, Civil y Canónico. A su regreso a Cuba una vez graduado como Licenciado en Derecho (1873), comenzó a distinguirse por su talento para la oratoria y su participación activa en los medios prestigiosos de la época. Publicó algunos de sus discursos y dejó inédito un libro de poemas. Su amistad con José Martí constituyó un punto de inflexión que marcó su futura proyección socio-política, motivo por el cual obtuvo la confianza de nuestro Apóstol para que lo sustituyera como orador en las tertulias que ofrecía periódicamente Nicolás Azcárate.

 

Pero no cabe duda que uno de sus máximos logros como divulgador fue la creación de la “Revista de Cuba” que fundó y dirigió desde 1877 hasta 1884, fecha en que falleció, cuyo último número estuvo dedicado a la muerte de su director. Esta revista fue premiada en la Exposición de Ámsterdam, Países Bajos, y reputada como una de las mejores del continente americano. Sus temas: Ciencias, Derecho, Literatura y Bellas Artes. En los frecuentes encuentros culturales que organizó Cortina y Sotolongo, contó con la presencia de destacadas personalidades del mundo científico y literario criollo que marcó la trascendencia del talento creador de la época representada por una generación crítica y científica de la cultura cubana. Los nombres de Ricardo del Monte, Felipe Poey, Mendive, Sanguily, José Fornaris, Figarola Canela, Francisco Sellén… así lo demuestran.

 

Pasemos ahora a otra de sus importantes facetas: José Antonio Cortina como uno de los líderes del liberalismo emancipador. En la historia de Cuba, el surgimiento, desarrollo y alcance de la corriente liberal constituye, en realidad, un tema que convoca a la cerrada polémica entre muchos de nuestros historiadores, por los grandes hitos que marcaron las Guerras Hispano-Cubanas de 1868-1878 y la del 1895-1898, al considerar a los liberales como políticos con ideas contrarias, retardadoras o al menos no convergentes al proceso independentista que, por diferentes procedimientos, buscaba un desenlace final cuasi igual, pero por caminos distintos, en los objetivos perseguidos y el tiempo a emplear para conseguirlos.

 

Los cubanos que abrazaban la línea independentista la procuraban por medio de la guerra y métodos violentos. Los liberales, por su parte, sostenían la tesis evolutiva, es decir, ir conquistando espacios de poder, por medios pacíficos y mediante la coincidencia en algunos puntos con las autoridades coloniales. Esta tesis liberal se sustentaba en que solamente un proceso de capacitación entre sus ciudadanos en la educación cultural y convicciones político-económicas llevaría al pueblo cubano a interesarse en encontrar, por sí mismo, su propio destino. Lo cierto es que la propaganda liberal (que posteriormente asumió como partido el patronímico de Autonomista) fue eficaz en la transformación amplia, aunque paulatina, de la psicología y el espíritu del ciudadano medio. José Antonio Cortina y Sotolongo fue uno de los grandes defensores de estas ideas. En cuanta tribuna, fuera y/o dentro de Cuba, tuvo posibilidad de exponerlas ante un público, las defendió sin apasionamiento aunque con elevadas dosis de principios político-ideológicos y con fuerte convicción ético-moral. Después de finalizado y fracasado el intento independentista de la Guerra de los Diez Años, la prédica autonomista se convirtió en la única resistencia cubana a la dominación colonial española. No es quimérico plantear que la valoración del autonomismo en todas sus etapas (recordemos que esta corriente política, pero también filosófica, surgió en Cuba en los últimos treinta años del siglo XIX) puede conducir a fallas de aplicación no solo como metodología política empleada, sino como errores de apreciación histórica. En consecuencia estamos obligados a realizar una reflexión retrospectiva de nuestra historia.

 

Ya para 1878 y utilizando las pocas libertades generadas por el “Pacto del Zanjón”, los anteriores reformistas, con el apoyo de líderes políticos que procedían de la guerra del 68, crean el Partido Liberal (PL) más tarde reconocido como Partido Liberal Autonomista (PLA). Sus líderes serían criollos intelectuales cubanos: abogados, periodistas, economistas, doctores… tales como Rafael Montoro, Raimundo Cabrera, Eliseo Giberga, José María Gálvez, Enrique José Varona -que después lo abandonaría para cerrar filas con José Martí- y nuestro José Antonio Cortina. Montoro se convertiría en su ideólogo.

 

En el programa del PLA se consideraron aspectos importantes, tales como: 1) Lograr que España concediera los mismos derechos que disfrutaban los ibéricos en la Metrópoli; 2) Que la Isla se rigiera por las mismas leyes y códigos vigentes en España; 3) Que se separaran el poder civil del militar; 4) Que se aboliera la esclavitud mediante una indemnización a los dueños de esclavos; 5) Que se estimulara exclusivamente la inmigración a personas de la raza blanca; y 6) Que se legislara y aprobara una reforma de los aranceles y las cargas fiscales en beneficio de los productores cubanos, sin discriminación o privilegios.

 

En 1882, el PLA se pronunciaría por la libertad inmediata y absoluta de los esclavos. Pero también surgiría en la Isla el Partido Unión Constitucional (PUC). Ambas agrupaciones rechazaban la opción independentista, como paso inmediato. Los dos partidos existieron hasta 1898. Pero existía una diferencia entre sus estructuras partidistas: El PUC nucleaba a los llamados “buenos españoles”. El PLA se identificaba con los cubanos intelectuales, con influencias políticas y poder económico, pero por error no se propuso representar a la nación ni se constituyó en un partido que aceptara a toda la ciudadanía. La militancia del PLA fue selectiva. Le concedieron más importancia al peso de las ideas que sustentaban y sus críticas al colonialismo español que identificarse y defender los intereses que representaban la mayoría de los cubanos.

 

Mientras que el PUC, protegidos en Cuba por la monarquía española, se dedicaba al saqueo y la explotación de la colonia; el PLA pretendía que a la Isla, Madrid la elevara a la categoría de una región ultramarina especial de España, regida por leyes que se promulgarían según las necesidades que surgiesen. Se mantendría el Capitán General español como Jefe de Gobierno. Se crearía una Cámara de Diputados en calidad de Poder Legislativo de la colonia, con miembros electos en Cuba y España. Con la autonomía, Cuba se mantendría como posesión de España, luego negaba su aspiración a ser independiente, al menos como objetivo primordial e inmediato. Según varios historiadores respetables y rigurosos en sus investigaciones, Martí calificó al PLA como “El partido de la equivocación permanente”.

 

Ya para 1893 parecía que España estaría dispuesta a modificar el status político-económico de la colonia, pero debido a la fuerte oposición ejercida por los políticos conservadores, y el PUC nunca llegó a materializar estos cambios en ese momento histórico. Además, no se puede perder de vista que el Partido Revolucionario Cubano (PRC), creado por José Martí, ya señalaba con absoluta claridad el derrotero a seguir para obtener la independencia tan ansiada y con la máxima urgencia. No en balde la denominó “La guerra necesaria”. Cinco años después (1898) y de estos, tres de lucha, España no podía negarse a los cambios. O los propiciaba o la perdía para siempre. En realidad, esto último, fue lo que ocurrió.

 

Conclusiones

 

  1. En el 1600 aniversario del nacimiento de José Antonio Cortina y Sotolongo en tierras matanceras, se recuerda hasta con cierta devoción a este insigne patriota, académico, jurista, tribuno, intelectual, político y comunicador creador de un estilo depurado y encendido que dominaba totalmente la difícil combinación de simultanear el binomio conformado por el lenguaje preciso y depurado unido a una excelente oratoria que logró encender los corazones de quienes le escuchaban.
  2. Según el historiador Pelayo y Villanueva, José Antonio Cortina ha quedado en el olvido a pesar de haberse distinguido en varias disciplinas del saber humano. Su nombre está unido al de las más importantes personalidades intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX.
  3. Después de 132 años del nacimiento del Partido Liberal, devenido en Autonomista en 1881, nos retrotraemos a una prístina polémica: ¿Fue o no justa la posición asumida por el PLA en aquellos años convulsos acerca de la independencia de Cuba no valorada como de máxima prioridad? La respuesta la tendremos al escudriñar en la historia, la época y las circunstancias que se vivieron en aquellos años, sin excluir ningún elemento por simple que nos parezca. Sin embargo, no debemos sorprendernos porque los temas del pasado sean recurrentes en el presente. El presente se alimenta y analiza el pasado para decidir qué es mejor para delinear el aquí y ahora. Estos argumentos nos permitirán establecer las bases para proyectar el futuro. Su respuesta nos brindará no solamente el dictamen final acerca de PLA sino que por extensión, obtendremos también el de José Antonio Cortina y Sotolongo. El quid del análisis global y sus conclusiones finales, deben dirigirse en definir cuáles son los caminos que en la actualidad existen para alcanzar cualquier objetivo propuesto y la vía directa y menos costosa (en vidas y medios) para lograrlos. Los procesos todos, pasados, actuales y futuros de integración económica, están íntimamente unidos a sus similares, políticos y sociales. De igual forma se deberán respetar las tradiciones, cultura, idiosincrasia y personalidad colectiva de sus respectivos pueblos.

 

(Continuará)

 

Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.

 

Bibliografía

  1. Enciclopedia Universal Ilustrada.
  2. Navarro Cantón, José. “Historia de Cuba”.
  3. Martí y Pérez, José Julián. “Obras Completas”. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales.1953 y 1975.
  4. Henríquez Ureña, Pedro. “La Utopía de América”. 1989.
  5. Fernández Retamar, Roberto e Ibrahím Hidalgo Paz. “Semblanza biográfica y cronología mínima”. 1990.

 

Héctor Maseda Gutiérrez.

Uno de los 75 presos de conciencia del 2003. Agencia DECORO.

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