Oportunidades a la participación ciudadana en el ambiente de represión de Cuba.

Por Henry Constantín Ferreiro
 
Panelistas cubanos en una de las actividades previas a la Cumbre de las Américas en Panamá. Foto cortesía del autor

Panelistas cubanos en una de las actividades previas a la Cumbre de las Américas en Panamá. Foto cortesía del autor

Me voy a rebelar contra el programa de la conferencia. Es una costumbre que tengo y que se exacerba cuando entro en una universidad: por rebelarme ya me han expulsado de los estudios en tres universidades cubanas. Pero ahora mi rebelión será discreta, por agradecimiento a la Fundación de Derechos Humanos que ha organizado este evento, y a la Florida State University Panamá, que es nuestra anfitriona.
Mi rebelión consiste en que me apartaré un tanto del programa. Dice la convocatoria que debo hablar sobre los retos a la participación ciudadana en un ambiente de represión, y yo voy a hablar exactamente sobre lo contrario: las oportunidades a la participación ciudadana en un ambiente de represión. A lo mejor es lo mismo, solo que visto desde el ángulo de quien está seguro de que tarde o temprano, pase lo que pase, va a participar para alcanzar la victoria.
Las principales oportunidades para la participación ciudadana que veo en el todavía cargadísimo ambiente de represión que vivimos de Cuba, las he dividido en cuatro grupos, según su naturaleza, aunque todas están muy relacionadas: oportunidades económicas, tecnológicas, sociales y políticas.
Las oportunidades económicas son las más obvias y las que ofrecen más perspectivas.
La sociedad civil y la oposición política cubanas dominan muy bien la declaración de los derechos humanos y los principios de la lucha no violenta, pero no hemos aprendido igual de rápido que vence no quien demuestra ser la mayor víctima y la más vigilada de un régimen tiránico, sino quien logra darle a los demás la certeza de que es la opción más interesante y más capaz para mejorar sus vidas. Y subrayo la palabra “interesante”.
Y todo eso va unido a otras palabras: marketing, audiovisual, medios de comunicación, diseño imagen pública, redes sociales… Y esas palabras tenemos que introducirlas ya, de inmediato, en el trabajo diario de quienes participamos en la reconstrucción social cubana.
Para eso, contamos con el hecho de que en Cuba hay cada vez más pequeños negocios y especialistas independientes que cubren todos esos campos, y con los que aún no nos hemos asociado lo suficiente. Diseñadores web, realizadores y distribuidores audiovisuales (los que riegan el “paquete”), especialistas en comunicación social o publicidad, son cada vez más abundantes en las labores por cuenta propia, y aunque los precios o el ambiente represivo todavía son enormes obstáculos, algunos, como empresarios independientes, pudieran poner sus habilidades y recursos en función de proyectos de participación ciudadana.
Algo similar se puede decir de muchos otros sectores de la incipiente actividad por cuenta propia en la isla. Propietarios de locales de alquiler y de medios de transporte, campesinos, vendedores ambulantes, productores de alimentos, técnicos en telefonía, informática y contabilidad, son algunas de las otras opciones que pueden cambiar la eficiencia y amplitud con que tratamos de reconstruir el país.
Muy unido a estas están las opciones tecnológicas. El uso de Twitter desde la telefonía celular ha cambiado drásticamente las relaciones de poder y el control de la comunicación que ejerce el Estado sobre los ciudadanos que participan. Pero su alto precio era una limitante más para su uso. Ahora, el aún deficiente servicio estatal de correo Nauta desde los teléfonos celulares -que también abarata el envío de mensajes sms y multimedia- permite usar servicios de varios sitios en Internet, como tweetymail.com, con el cual disminuye el coste de cada tweet enviado desde 1 CUC hasta los 2 centavos de CUC, y facilitan la interactividad del usuario. Esto -como tampoco su existencia y el sentido de su uso- no lo sabe la inmensa mayoría de los cubanos; una de nuestras funciones debiera ser decírselo a todos.
Facebook, mucho más usada que Twitter, por los cubanos en general, es la otra red social relevante para los cubanos, sobre todo porque en ella participan miles de emigrados, miles de trabajadores que cumplen “misiones” en el exterior y centenares de jóvenes y profesionales que laboran dentro de Cuba en instituciones estatales conectadas a Internet.
Muchos de estos cubanos usan Facebook como sitio de encuentro, agrupándose por sus lugares de origen, de ahí que se vuelva más fácil amplificar mensajes de interés para localidades específicas, eso sin contar con la celeridad y espontaneidad que adquiere en esa red la difusión de cualquier contenido.
El uso de Facebook está también facilitado por la disponibilidad en el mercado informal del país de líneas telefónicas de empresas extranjeras que, a un precio relativamente bajo, permiten cierto nivel de interacción en esa red social.
Por otro lado, el Estado ha ubicado en la inmensa mayoría de los más de 160 municipios del país, pequeñas oficinas con escasas computadoras conectadas a una Internet controlada y carísima pero muy veloz, que permite interactuar en las redes sociales, subir o descargar videos, y consultar algunos de los medios de prensa independientes o internacionales más útiles para que el cubano se transforme en ciudadano. Es probable y anunciado por el estado que pronto se disponga también de conexiones por wifi en espacios públicos de las ciudades del país.
El gran fenómeno de la comunicación en Cuba es El paquete. En una inmensa mayoría de los hogares cubanos, ha suplantado a los medios de difusión estatales, al proporcionar contenidos variados, de mucha mejor factura y más enfocados en el entretenimiento, aunque ha servido de vehículo para la difusión de materiales más serios, de aprendizaje o de soporte informático. Por ciudades y pueblos del país, los distribuidores “comerciales” y siempre en tolerado clandestinaje, dispersan los contenidos entre miles de usuarios que a su vez se transforman en distribuidores. Esto unido a que la variedad, inmediatez e informalidad de El paquete, le permite aceptar contenidos diversos, de acuerdo con la voluntad de cada distribuidor. Estar en El paquete, o conformar algo similar que logre su alcance vertiginoso, es una meta, y a la vez, garantía de éxito, para cualquier difusor de ideas y proyectos en Cuba.
Las oportunidades sociales son las que surgen a raíz de los cambios económicos y políticos pero que influyen sobre la psiquis de los cubanos. El aumento considerable del número de nacionales y residentes extranjeros que entran y salen del país, permite que sea mayor el flujo de información hacia el interior de la isla, así como el nivel de independencia económica e ideológica de esos cubanos conectados con otras realidades y otras ideas. Ese volumen creciente de personas, desatadas un tanto del rígido control del gobierno y mayoritariamente incómodas con una isla donde tienen que someterse a condiciones de vida peores, permite que aumenten en la misma proporción los ciudadanos preparados y dispuestos a participar cívicamente en Cuba.
Un acontecimiento que debe transformar la mentalidad de la sociedad cubana es el publicitado deshielo de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, lo cual rompe muchos de los prejuicios sembrados por el gobierno de la Isla contra aquellos cubanos que decidimos participar activamente en la solución de los problemas internos. La ofensa de “mercenario del imperialismo” se convierte en un malintencionado disparate cuando el que la usa le da la mano y negocia largo y tendido con los representantes del “imperialismo” en busca de su dinero y reconocimiento. Eso lo entienden perfectamente millones de cubanos que ahora no tendrán razones ideológicas para evitar la participación ciudadana.
Pero nada se compara a las muy tenues pero sorprendentes oportunidades que se abren en el campo político.
Durante las pasadas elecciones para delegados municipales, el gobierno consintió la postulación y modesta propaganda de varios cubanos activos en la oposición. Es la primera vez que ocurre. La oficial tolerancia agresiva -pero tolerancia al fin y al cabo- de esa competencia entre representantes del gobierno -en los que nadie cree- y personas muy opuestas a él, es una señal que va a cambiar la actitud cívica de los ciudadanos de esos lugares y de quienes conocieron del hecho. Y las sumas de votos obtenidos por esos candidatos es una promesa de futuro.
Si no cambian las reglas, dentro de 2 años se repiten estas elecciones, las menos controladas de todas las que se celebran en Cuba. Los ciudadanos que quieran participar en su comunidad y en su país, deben tomar cuidadosa nota de este raro fenómeno.
Y no voy a hablar de las oportunidades biológicas o internacionales que están abiertas para la participación ciudadana en Cuba. Tenemos unos gobernantes que están cada vez más cerca de abandonar Cuba para siempre, no por decisión propia ni disidente, sino por decisión de Dios. Y una comunidad internacional que ve cómo se debilitan económicamente los aliados geopolíticos de esos gobernantes, la Venezuela de Maduro, la Rusia de Putin y la China del Partido Comunista, mientras se fortalecen los aliados de la democracia en el mundo, y los ciudadanos que participan ganan espacios dentro y fuera de Cuba.
En fin, que a veces me da por pensar que Cuba es el país de las oportunidades para ganar, precisamente porque es inevitable que quienes hoy tratan de frenar la participación ciudadana, pierdan, tarde o temprano. Pero eso solo ocurrirá si a la firmeza, la claridad de principios y el valor personal, les unimos la inteligencia, la habilidad y la capacidad de dar más pasos en favor de proyectos ciudadanos colectivos y públicos, y aprovechar cada circunstancia favorable, por mínima que sea.
Estas opciones que mencioné no son las únicas: estoy seguro de que existen muchas más, y que en los próximos meses otras aparecerán en el horizonte. Dependerá de la voluntad de cada uno de los cubanos avanzar y convertirse en un ciudadano ganador, o permanecer en la misma trinchera inmóvil de siempre.
Henry Constantín Ferreiro (Camagüey, 1984).
Miembro del Consejo de redacción de Convivencia y coordinador del proyecto de medios de comunicación La Hora de Cuba. Expulsado por problemas políticos de los estudios universitarios en Cuba en tres ocasiones. Graduado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio, participante en el concurso Hispanoamericano de Ortografía Bogotá 2001, ganador del concurso en Twitter “Expresarte”, del premio Convivencia al Mejor Guion Audiovisual y de la beca “Somos un solo pueblo”, en el Miami Dade College. Textos suyos han sido publicados en medios de prensa cubanos y extranjeros.
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