NAVIDAD: LA TENDENCIA HUMANA HACIA LA LIBERTAD

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

En estos últimos días del año, en los que las redes sociales y nuestros teléfonos se inundan de mensajes de felicitación y buenos deseos para la Nochebuena, la Navidad y el año venidero, he recibido, como todos, muchos mensajes. Entre ellos uno muy diferente, pero que he releído muchas veces, porque más que una felicitación personal es un regalo colectivo para todos aquellos que vivimos en tierras donde la libertad sigue siendo un anhelo y la búsqueda de ella una gran batalla.

La mencionada felicitación, que luego tenía su parte personal, comenzaba con un fragmento de la novela “Vida y destino” de Vasili Grossman, el escritor soviético que llevó al papel la historia de vida de la gente común que sufría el exterminio de los campos de concentración y la opresión del sistema, pero que no renunciaba a la vida en libertad, a darle sentido a la vida y a vivir la fuerza del amor. La novela nos habla de la familia, de la guerra, de la política y del amor. Qué disímiles, qué complejos y qué actuales. Creo que quien escogió el fragmento para adornar su postal, lo ha hecho desde el conocimiento de que estos temas, en este último periodo del año, tocan nuestras realidades y trastocan nuestras vidas.

El ser humano ha sido creado para vivir en la libertad plena, consciente y responsable. Nada mejor que recordarle a un amigo, familiar o conocido la primacía de ella por sobre cualquier otro estado: ser libre es un derecho humano. Así lo enuncia Grossman y lo retoma mi amigo en su postal: “La inmutabilidad de la tendencia del hombre a la libertad es la condena del Estado totalitario”. No debemos renunciar a vivir en libertad, a hacer valer los proyectos de vida personales basados en las decisiones tomadas con la necesaria conjunción de libertad y responsabilidad que supone todo un desafío, pero que habla de un valor supremo, de una regla de convivencia, capaz de minimizar el sufrimiento humano y el sufrimiento de las sociedades. En pleno siglo XXI, la tozuda realidad se empeña en mostrarnos la debilidad de este insigne valor en aquellos pueblos donde el totalitarismo se muestra como un flagelo que aplasta, destruye y transforma el color de la vida en la opacidad de la persona que vive en la tristeza que resulta de la ausencia de derechos.

Seguía el fragmento escogido para esta Navidad: “Las grandes insurrecciones en el gueto de Varsovia, en Trebklinka y Sobibor, el gran movimiento partisano que inflamó decenas de países subyugados por Hitler, las insurrecciones postestalinianas en Berlín en 1953 o en Hungría en 1956, los levantamientos que estallaron en los campos de Siberia y Extremo Oriente tras la muerte de Stalin… todo ello demostró que el instinto de la libertad en el hombre es invencible. Había sido reprimido, pero existía. El hombre condenado a la esclavitud se convierte en esclavo por necesidad, pero no por naturaleza.”  La exhortación sigue siendo la insistencia de la vida en libertad. El destierro de todo tipo de esclavitud enmascarada en la modernidad a través de métodos aparentemente pasivos, pero que destruyen igualmente la esencia de la persona humana. La represión no tendrá la última palabra ni en Cuba, ni en aquellos pueblos que comparten, desgraciadamente, los arcaicos métodos del fusilamiento mediático, la violencia verbal, los actos de repudio, el escarmiento público, las condenas por motivos de religión, consecuencia de la fe o libertad de expresión o asociación. La libertad es invencible, sí, y aún en medio de la noche, se augura un amanecer en libertad, porque es el ciclo normal de la vida. Así es la madre que da a luz, que trae al mundo para crecer a la criatura indefensa, que eso nos recuerda la fiesta de la natividad. Así es la planta que busca la luz, así de sencillo es el fototropismo cuando es positivo, porque es caminar en la dirección de la fuente de luz que permite la vida. Así es la luz que viene del fuego, la que por diversos procesos se genera del agua, del viento o del estiércol, pero que llega para alegrar la casa y hacer la vida más clara, más placentera y más libre.

Y concluye el fragmento de “Vida y destino” con una moraleja para los pueblos que sufren la opresión bajo cualquier modalidad pero con un denominador común: la falta de libertad, en mayúsculas. “La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida, violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.” Es un mensaje para los tiempos que vienen. Para que sigamos defendiendo la condición que por naturaleza nos ha sido dada. Nos habla de los métodos conocidos por los sistemas totalitarios para limitar a la persona humana en la mayor magnitud posible. La violencia, que no tendrá la última palabra si es frenada con los métodos pacíficos, con la resolución pacífica de los conflictos, con la capacidad para mantener el diálogo aún cuando suponga un parteaguas y el momento más difícil en las transiciones a la vida en libertad.

En este año que culmina, la mayor parte de las familias cubanas puede poner, ante el altar de la Patria y de la vida, el testimonio de que el ser humano no renuncia a la libertad tan anhelada. Si no podemos hacerlo, o preferimos callarnos por el propio miedo a la vida en libertad que nos han insertado en el ADN del cubano como una construcción genética, que hablen nuestros compatriotas que, al precio de la vida, gozan de la libertad en tierras extranjeras. Me quedo con las palabras del ucraniano Grossman, cuya novela invita a ser leída en estos tiempos de guerra: la libertad es la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro. Pues que prenda la luz aquí y ahora en Cuba, dentro de la Isla y en el corazón de cada cubano, para ser mejores personas y mejores servidores a la Patria en este nuevo año que ya casi toca a nuestra puerta.

Gracias a mi amigo por la felicitación, gracias a Grossman que nos ratifica el mensaje de que “la vida acaba por abrirse paso, el deseo humano de libertad es inquebrantable”.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.
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