Melodías de Mi

Por Maikel Iglesias Rodríguez
 
 
Desconozco la ley misteriosa a través de la cual operan los milagros, pero estoy cada vez más convencido de que ellos existen; la música es un testimonio irreemplazable para confirmarlo, el mensaje poético que en su interior nos silba, es un manto estelar a prueba de cualquier escepticismo. Nada puede entregarse hasta el fondo del alma si no se prodiga en canción.
 


 

 
 
Por Maikel Iglesias Rodríguez
 
Una rosa para Rilke. Fotos de Maikel Iglesias Rodríguez.
 
 
Desconozco la ley misteriosa a través de la cual operan los milagros, pero estoy cada vez más convencido de que ellos existen; la música es un testimonio irreemplazable para confirmarlo, el mensaje poético que en su interior nos silba, es un manto estelar a prueba de cualquier escepticismo. Nada puede entregarse hasta el fondo del alma si no se prodiga en canción. Las flores cantan cuando esparcen sus aromas y lloran en silencio al convertirse en frutos. Los cisnes y los gallos finos, celebran sin miedo a la luz, y a la muerte cantando. La vida es un conjunto de notas, que solo se afinan gracias al amor. Una buena canción, es un paraguas que auxilia a los espíritus en época de tempestades; un poema sublime, es una especie de sombrilla que siempre exagera el círculo de sombra, en los días que el sol raja las piedras.

                                                                                                                    Solo tres notas

Tiembla una rosa
en el cristal
alzo mi copa
para brindar.
 
Solo tres notas
al despertar
calman las olas
de nuestro mar.
 
Voy a rezar por ti
para que no naufraguen
tus ganas de partir
sola con tu equipaje.
 
Voy a luchar por ti
cruzando los umbrales
y rescatarte al fin
de las profundidades.
 
Mientras tu espalda reposa
yo quisiera llevar tu mochila de rosa.
 
Mientras tu alma reposa
yo te pido cargar tu mochila de rosa.
 
Mientras mejoran las cosas
yo quisiera llenar
tu mochila de rosas.
 
                                                                                                                              Puerto de Esperanza
 
Tus manos son mi puerto de esperanza,
tus ojos son mis cámaras de fe,
si un día se despixela mi confianza
alumbra mi camino con tus pies.
 
Tus manos son del tiempo mi balanza,
tus ojos me retratan el aché,
si un día me desenfoco en la distancia
enciéndeme tu luz para volver.
 
Donde tu fuego
me pone nuevo,
por ti en ninguna tierra
vago de extranjero.
 
Donde mi rayo
del mes de mayo,
solo bebe tu lluvia
para ser domado.
 
La sed de mi pasión halló tu dulce flor de framboyán etéreo,
llegué a tu dirección llamado por tu olor desnudo de misterio,
el mar hizo silencio para oír lo que decían tus estrellas,
y yo bailé flamenco con tus ganas
hasta alucinar con ellas.
 
Todos los parques se volvieron mudos desde aquel encuentro,
ahora ni el cielo sabe bien por qué,
mi aliento está colgando de tus besos.
 
Si me tuvieras fe
 
En el altar de nuestro amor
he puesto un girasol
que le robé a la noche,
salí a buscar algún rumor
que me llevara al sol
como un galán sin coche.
 
Quise tomar de nuevo el pulso a tus deseos
y me topé el mensaje oculto de los caduceos:
para salvar mi ser
con algo puro en qué creer.
 
Si me tuvieras fe,
no corrieras en sentido inverso de tus sueños,
si me tuvieras fe,
jamás tú buscarías fuera lo que llevas dentro.
 
Si me tuvieras fe,
la lluvia no te deprimiera ni el invierno,
si me tuvieras fe,
tu vida cobraría fuerza en los gestos pequeños.
 
Ebrio de tu luz
 
Te regalo el despertar de mi jardín de los insomnios,
el florero de mi alma donde guardo los cocuyos
que me espantan las neblinas del demonio,
y un dibujo tan tuyo,
como mías las mañanas,
donde emerge tu voz sin palabras.
 
Te regalo el ruiseñor de los silencios mágicos,
una apuesta por el sol que libra a los nostálgicos,
un hachís para el dolor de vidas melancólicas,
mi mantra tornasol contra las noches agónicas.
 
Yo no sé si la luna te dijo que regreso a mi casa besando tus huellas,
que tal vez mi fortuna más bella,
es el ámbar de tus ojos y el color de mis suspiros.
 
Yo no sé si la aurora bendijo el olor del rocío que me eleva a tus estrellas,
pues no existe fragancia más bella
que la mar de tu sonrisa en el candor de mis oídos.
 
Y es que quiero ser uno contigo y con todos tus gritos,
despojarme por fin los pudores de los viejos mitos.
 
Y es que estoy tan borracho contigo que no premedito
ese viaje en que salgo del cuerpo rumbo a tu infinito.
 
Lilas de la India
Como las lilas de la India
para salvarnos de la envidia
llegan tus manos y me alivian
mis heridas de guerrero.
 
Como los salmos de la Biblia
cuando nos rondan las perfidias
ungen tus caricias tibias
mi ambrosía de hechicero.
 
Como los ángeles en lidia
para vencer a la desidia
tejen tus palabras lindas
mi bufanda de luceros.
 
Y así me vuelvo adicto a tu narcoternura,
trafico milagros junto a tu dulzura,
venero la fuente de tanta locura,
renazco en la sombra de tu arquitectura.
 
Y así me vuelvo río con tu mal de amores,

te guardo entre mi alma para que no llores,
libero a tus fantasmas aunque te demores,
más allá del fin, mujer,
te esperaré con flores.
Si truena al anochecer,
yo te daré mis flores.

 

Detrás de las estatuas
 
Tus besos en blanco
me dejan la mente vacía,
y mientras te abrazo
sentado en un banco
la noche se transforma en día.
 
Debajo de un árbol
descubro la vida,
te sueño bailando
desnudas mi astro
y llueve de tu medicina.
 
Ave María,
por ti es que no suspendo la morfología
no tengo pesadilla porque tú me abrazas
el miedo no se atreve con tus alabanzas
a ponerle zancadilla al corazón,
a tapar sin darse cuenta los ojos del sol.
 
Ave María,
por ti revelo un álbum sin tecnología,
mi cámara se enfoca donde tú le dices,
no creo en las estatuas ni en sus cicatrices,
tu silencio puede más que mi valor,
ese tic que hay en tus ojos es amor.
 
Ave maría,
qué foto más linda tu alma y la mía.
 
Despertando girasoles (La canción de Migela)
 
Te quiero Mi,
soy luz de ti,
cuando amaneces despertando girasoles.
 
Te quiero Mi,
soy paz de ti,
porque a mi noche la estremecen tus olores.
 
Aunque te falten dimensiones
para medir la primavera,
leo en tus manos dos razones
para volar al fin,
sobre una alfombra nueva.
 
Le pido a Dios que tú no seas más la nube pasajera.
Te quiero Mi,
soy luz de ti,
cuando las dudas no dan pies en mi cabeza,
porque tu río se desborda de belleza,
pido a las lunas que me ahoguen la tristeza.
 
Te quiero Mi,
soy paz de ti.
 
Ayer creí que trasnochaba por las calles de mañana
y hoy sentí que me salvabas con un beso de piscuala.
Abre todas las persianas de tu cuerpo de una vez
soy paloma sin tus alas con el cielo de revés.
 
Te quiero Mi,
soy luz en ti,
por más que cambien la estación de tu reflejo…
para afeitar esta emoción no necesito espejo.
 
Cansado de jugar a los héroes
 
Todo puede pasar cuando un par de cascadas se encuentran,
una mina de sal se convierte en panal bajo tierra.
Todo puede cambiar de lugar si los barcos se adentran,
una isla resurge en el mar con tu nombre de guerra;
la montaña seduce al volcán tras un toque de queda
y mi casa se vuelve un hogar de soledad en veda.
 
Tal vez tu abuela tuvo la razón
al encubrir tu cuerpo en hostiles regaños,
pero no supo al escuchar tu voz
que yo también te extraño.
 
Tal vez tu abuela piense que es mejor
guardarte en su sombrilla de paliar los años,
si ella supiera que no soy bufón,
que solo le enamoran los trajes de baño.
 
Yo me muero por verte vestida de luz,
si no llegan tus aguas me rindo en la cruz.
 
¿Cómo quieres que me salve de tu ausencia en un bolero?
Si apenitas te despides, me reprimo el aguacero.
 
Yo quiero ser el Mississippi
que llena el mar de tu Amazonas,
prefiero ser tan solo un jipi,
que nada libre en tus hormonas.
 
 
Maikel Iglesias Rodríguez. (Pinar del Río, 1980).
Poeta, articulista, médico y fotógrafo.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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