LOS RIESGOS DE INVERTIR EN LA AGRICULTURA

Miércoles de Quintana    

En uno de sus habituales recorridos por el país, en esta ocasión por las provincias orientales, los días 18 y 19 de octubre, el Presidente de la República, Doctor Díaz-Canel, conversó con el gerente campesino Chaveco, presidente de una cooperativa en la que según expresión del Doctor Díaz-Canel, las cosas marchan bien. Todas las áreas productivas sembradas, cosechas aceptables, fundamentalmente de viandas y específicamente de plátanos. También tienen arboledas de frutales y animales para el autoconsumo. La cooperativa obtiene ganancias, las que reparte con adelantos de casi 9 mil pesos mensuales por trabajador y por lo tanto no tiene “escasez” de fuerza de trabajo. El Presidente preguntó en voz alta por qué esta cooperativa puede obtener lo que no es posible a la provincia visitada ni al país. El gerente campesino dijo su opinión al Presidente; dijo que había dos condiciones insustituibles para que las “cosas marcharan bien”. Primero: Que se necesitan cuadros capaces y con sentido de pertenencia. Segundo: Que la gente, los campesinos, tienen miedo a invertir. Y no abundó en las causas del miedo. Solo agregó que las personas no invierten ni tienen sentido de pertenencia al trabajo que hacen sino se “les suelta el dinero”.

Quizás, sin mucha teoría pero con bastantes intuiciones y experiencias, “la gente” a la que se refería Chaveco tiene miedo de invertir porque no están dispuestos a correr riesgos. ¿Qué riesgos? Chaveco dice que su cooperativa invierte con recursos financieros del banco y que aseguran todas sus producciones. Que pagan los préstamos al banco y después distribuyen utilidades. ¿A qué riesgos le teme la intuición general? ¿Qué experiencias alimentan la desconfianza?

Todo inversionista teme a los vaivenes y desajustes de las tazas de cambio. A la inflación que multiplica sus intereses debidos. A la influencia maléfica de las guerras en Ucrania y Palestina. A la sequía. A las inundaciones. A los ciclones. A la imposibilidad de adquirir insumos y aperos y equipos de labranza. A las imposiciones y el control excesivo de las autoridades. A la volubilidad del entorno legal de un país en estado de sitio. A no tener toda la libertad requerida y añorada para hacer con su inversión lo que su razón y su corazón le indiquen.

Le pregunté a un campesino que teme invertir en la tierra acerca de sus miedos y me respondió contándome un sueño que tuvo. Él es ganadero. Me dijo que soñó que las reses se salieron del cepo insubordinadas, que volaron por encima de las cercas de los corrales, que rompieron las puertas, que se fueron corriendo a los potreros de crianzas libres, que los monteros y vaqueros hicieron lo mismo, que montaron en los caballos con los pies fuera de los estribos, que lanzaron los sombreros al aire y gritaron desaforados y alegres. Le pregunté qué quería decir ese sueño. Me dijo que su hijo era psicólogo y le había recomendado a un tal Freud para que lo interpretara. Yo recordé a George Orwell.

Hasta pronto.

 

 

 


  • José Antonio Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
  • Economista jubilado.
  • Médico Veterinario.
  • Reside en Pinar del Río.
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