Los problemas de la información en Cuba

Martes de Karina

La información es el cuarto poder en la actualidad. Quien sabe primero, gana. Por eso necesitamos que la información sea constante, veraz, transparente. Si bien es cierto que los medios de comunicación independientes, muchas veces abusan de su derecho a expresarse, mienten a su conveniencia, perjudican la fama de las personas o se tornan muy comerciales y no sirven a la información, que es su encargo social, la diversidad de los mismos permite a los receptores hacer una selección según sus intereses. Eso no sucede cuando la información procede de una sola fuente, como en el caso de Cuba. El hecho de que los medios de comunicación estén en manos del Estado solamente, hace que la información que recibimos esté parcializada y adolezca de falta de transparencia, doble rasero y el absurdo como justificación a los errores.

Lo más preocupante es que estos problemas de la comunicación oficial, se van convirtiendo en forma de vida y muchos de los que, en sus puestos de trabajo deben generar o transmitir una información, actúan como los medios oficiales de comunicación: con falta de transparencia, con doble rasero y con justificaciones absurdas. La falta de educación cívica y la práctica oficial provocan estas actitudes en la cotidianidad.

Es más común de lo deseable escuchar frases como “eso no lo dirán por televisión”, o “tú sabes que eso no se puede decir” o “este no es el lugar ni el momento propicio para hacer esa crítica”. Todas expresan de alguna manera que no existe libertad de expresión, pero además algo peor: que la falta de transparencia va pareciendo algo natural y que la mayoría comprende.

Junto con la impunidad de la falta de transparencia, pululan actitudes que evidencian falta de responsabilidad y compromiso. Justificaciones absurdas que hacen parecer estúpidos a los que las reciben: “No tenemos refrescos fríos porque esto es un mercado solo para llevar productos a casa” (existiendo en el lugar refrescos y neveras para enfriarlos); “no hay de lo que usted busca porque en cuanto lo ponemos en venta, se acaba” (¿por qué no compran más si hay tanta demanda?); “ese trámite no puede hacerse porque no hay modelos” (¿los modelos son para ayudar o para entorpecer el trámite?); “eso no ha sido resuelto porque es un asunto muy complejo”(¿por qué no estamos al tanto de las dificultades que se enfrentan?).

El doble rasero nos hace escuchar opiniones muy severas contra los abusos de la policía en las manifestaciones en Argentina o en los Estados Unidos, pero no decir nada cuando esos abusos se producen contra las Damas de Blanco y otros grupos que se manifiestan públicamente en Cuba. O viceversa. O criticar las burlas a Donald Trump y reírse con las hechas a Maduro. O viceversa.

En la actualidad, el monopolio del Estado cubano sobre la información, va cambiando. Internet ha permitido que lleguen a los cubanos otras fuentes de información y de intercambio que impiden que continuemos ajenos a otras visiones sobre lo que sucede en el mundo o en Cuba. Aún cuando algunos medios de prensa están bloqueados en la red, los acuerdos con Google, el acceso a las redes sociales, hace que tengamos otras visiones sobre los asuntos. Lo que es más difícil de cambiar son las actitudes ciudadanas. Difícil, pero está en nuestras manos. Demos los primeros pasos: seamos transparentes, pensemos bien antes de ofrecer o aceptar una justificación absurda y midamos todo y a todos con la misma vara.

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

Ver todas las columnas anteriores

Scroll al inicio