Parroquia Santuario de la Virgen de la Caridad. Pinar del Río, 17 de agosto 2025
Queridos Hermanos y Hermanas:
Toda Eucaristía es Acción de Gracias a Dios por la vida, por la fe, por la Iglesia y por los dones que hemos recibido. Hoy esa acción de gracias ha tenido un sentido especial: se trata de los 25 años de vida consagrada de la Hna. Marta Arredondo como Hija Mínima de María Inmaculada.
El viernes 15, día exacto de sus Bodas de Plata como religiosa, al terminar la Misa en la Catedral la Hna. Marta hizo una relación de los bienes recibidos, de todo lo que había aprendido en estos 22 años entre nosotros los cubanos, los pinareños. Esta fue la comunidad parroquial que le dio la bienvenida y la acogió en su seno. Dado que la donación de la casa convertida en convento vino de una pariente de mi padre, Alicia Méndez, me han pedido que diga unas palabras en nombre de toda la comunidad, y pensé: centraré mis palabras correspondiendo a las de ella, en tantas enseñanzas que hemos aprendido de la Hermana Martica, como la llamaba Mons. Siro.
Hermana Marta:
De ti hemos aprendido como como la fidelidad a Cristo y a la Iglesia se va tejiendo, día a día, con cada pequeño “Sí”.
De ti hemos aprendido como siendo muy joven has escogido un proyecto de vida coherente para responder a la vocación de discípula y misionera de Jesús.
De ti hemos aprendido como con solo un año de profesión dejaste tu familia, tu Patria y tu Iglesia para venir a servir y amar a esta pobre Isla, en medio del más oscuro de los horizontes, y cómo se logra ser profeta, que es ser luz, consuelo, esperanza, propuesta de nueva vida para este pueblo crucificado. Con nosotros te has dejado crucificar y a nosotros nos has anunciado que los que morimos con Cristo resucitaremos con Él.
De ti hemos aprendido otra tremenda lección que es: Cuando miles y millones de cubanos se marchan de la Isla, una joven mujer mexicana viene a Cuba con paso firme, mirada en alto, corazón abierto y gozo contagioso a entregarse totalmente a este pueblo por Cristo, por María, por la Iglesia.
De ti hemos aprendido de que forma Dios transforma a una mínima joven en una grande misionera coherente y fiel por dentro y por fuera. Pablo de Anda y tu congregación deben estar muy orgullosos de tu ejemplo que es elocuente testimonio de lo que tu fundador soñó para las Hijas Mínimas de María Inmaculada.
De ti hemos aprendido qué es encarnarse la historia de otro pueblo, hemos aprendido que es inculturarse, meterse dentro de la cultura del pueblo al que has sido enviada, sin imponerle tus costumbres, sin colonizar las genuinas expresiones de la fe del pueblo cubano. Al contrario, eres profundamente cubana, auténticamente hija de este pueblo, has respetado nuestras formas de vivir, de creer, de hablar, de sentir, de querer.
De ti hemos aprendido, de tus tres votos religiosos: que la pobreza puede enriquecer a muchos; que la castidad es fuente de fecundidad evangelizadora y que la obediencia es total liberación para solo obedecer a la Voluntad de tu Señor.
De ti hemos aprendido que no había que traer a la Virgen de Guadalupe, porque ella, María, la Madre de Jesús ya estaba aquí y la llamamos Virgen de la Caridad. Y aprendimos a llamar Virgen de la Caridad guadalupana, o quizá, Virgen de Guadalupe del Cobre. Te hemos visto mirar tantas veces, con tanta ternura, a esta pequeña imagen y con tus ojos aguados, pedirle como una cubana más por la libertad, el amor y la paz del pueblo cubano y del pueblo mejicano.
De ti hemos aprendido como permanece una monja sin convento, sin su casa, durante largos años. Los pinareños, esta Iglesia, le debemos a las Mínimas, a Mons. Siro y a esta parroquia, el terminar tu casa. No te fuiste, te quedaste. Quiera Dios que en diciembre en la Fiesta de la Guadalupe puedas reinaugurar tu hogar, que ha sido la casa de todos nosotros.
De ti hemos aprendido como se llega de misión a aprender, a aprender. Te recuerdo yendo para el preuniversitario en la facultad obrero-campesina. Me sorprendiste cuando al comenzar un curso de educación cívica en esta parroquia viniste el primer martes a las 8.30 de la noche a matricularte, con tu cuaderno y tu lápiz como una alumna más. Todos decíamos: ¡hasta la monja participa! ¡Qué gran lección, mi hermana Martica!
No puedo dejar de evocar a quien fue la insigne fundadora y madre de la misión de las Mínimas en esta nueva etapa después de 1959: la santa Madre Hermelinda. Hoy la imagino feliz, allá arriba, celebrando contigo estos primeros 25 años, veo a su lado al Padre Manolo, a Mons. Siro, a tus otras hermanas que ya partieron.
Gracias Hna. Marta. Tu ejemplo de encarnación, fidelidad, ímpetu apostólico y sólida piedad, son una escuela de misión y coherencia para todos nosotros.
Que la Virgen de la Caridad guadalupana te cobije, te dé fuerza, te contagie su amor y te mantenga fiel hasta el final.
Muchas gracias.
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Doctor en Humanidades por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Ingeniero agrónomo.
Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Director del Centro de Estudios Convivencia (CEC. Reside en Pinar del Río.

