La producción cafetalera: ni avanza, ni hay divisas para exportarlo

Martes de Dimas

Sin la más mínima alusión al por qué en Cuba, a pesar de su larga experiencia en asuntos agrícolas el azúcar esta cuasi extinguida, la carne de res y los derivados lácteos desaparecidos y la carne porcina a precios impagables, por solo citar tres producciones que abastecían al consumo nacional, el diario Granma publicó el pasado 7 de febrero, un artículo de Eduardo Palomares Calderón, titulado ¿En qué consiste la actualización del programa de desarrollo cafetalero?

Según el artículo, los investigadores de la Estación Experimental Agroforestal del municipio Tercer Frente presentaron en la reunión que habitualmente el Presidente y el Primer ministro sostienen con expertos y científicos para el desarrollo del programa de soberanía alimentaria, una propuesta para obtener 26 500 toneladas de café para los próximos cuatro años; una cifra que nada dice si el lector no puede compararla con la producción de ese grano en años anteriores.

El cultivo del café, originario de la península arábiga[1], llegó al Caribe a mediados del siglo XVIII, se propagó por las islas de la región y fue traído desde Santo Domingo a Cuba en 1748 por José Antonio Gelabert, quien inauguró su cultivo en las afueras de La Habana; pero fue a partir de 1791 que gracias a las características excelentes de los suelos cubanos y la tragedia que significó para Haití la Revolución, cuando esa isla era el primer productor de café del mundo, unos tres mil colonos y esclavos franceses, huyendo de la violencia, recalaron en nuestras costas quienes, además de fundar ciudades como Cienfuegos en 1819, y aportar elementos a la cultura cubana en el baile, la música, la culinaria y el lenguaje, desarrollaron, junto a otros cultivos la producción cafetalera en las montañas del Sur de Oriente.

Un dato demostrativo del impacto de esos migrantes en el cultivo del grano, es que en 1803 habían en Cuba 108 mil matas de café y en 1807 sobrepasaban el millón y en 1830 ya Cuba era la primera exportadora de café del mundo; mientras el aumento del consumo interno se reflejó en manifestaciones culturales, como en la poética la “La flor del café”, de Diego Gabriel de la Concepción Valdés[2].

En el siglo XX el hábito de los cubanos de tomar café varias veces al día generó un aumento del consumo de café que obligó a importar parte del grano. A partir de 1925 la política proteccionista del gobierno de Gerardo Machado, la subida del precio en el mercado internacional, la influencia de la inmigración española que colonizó territorios sin explotar, el esfuerzo de los cafetaleros cubanos, y las libertades de los productores, permitió que en 1930 se cubriera la demanda interna y para 1940 se recuperara el primer lugar en la exportación mundial. Un resultado reflejado en aquel estribillo, inmortalizado por la peculiar interpretación de ese grande de la cancionística que fue Ignacio Villa[3]: “Ay mamá Inés, ay mamá Inés, todos los negros tomamos café”.

En 1951 la producción sobrepasó las 32 mil toneladas y resultado del crecimiento sostenido, en 1960 –antes de comenzar las reuniones con “expertos científicos” y de “actualizar el programa de desarrollo cafetalero”, se produjeron 60 mil toneladas. Sin embargo, 50 años después, en el año 2010, la cosecha se había reducido a la décima parte: 6 mil toneladas, lo que obligó a importar para cubrir las necesidades internas.

Ante tal retroceso el general Raúl Castro, entonces presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, expresó: “En el próximo año no podemos darnos el lujo de gastar casi cincuenta millones de dólares en importaciones de café para mantener la cuota que hasta el presente se distribuye a los consumidores, incluyendo a los niños recién nacidos. Se prevé, por ser una necesidad ineludible, como hacíamos hasta el año 2005, mezclarlo con chícharo, mucho más barato que el café, que nos cuesta casi tres mil dólares la tonelada, mientras que aquel tiene un precio de 390 dólares”[4].

La escasez forzó un cambio cultural en el consumo, de varias tazas diarias a una taza cada cuatro o cinco días, que es lo que rinden los 115 gramos de chícharo[5] y café mezclados para los mayores de siete años de edad; una distribución, que además desde diciembre de 2021 se realiza con retrasos.

La producción en la cosecha 2011-2012 llegó a 7 100 toneladas. En 2013-2014 se retrocedió hasta 6 105 toneladas. A partir de 2015 se planificaron 15 mil toneladas anuales, pero no se alcanzaron. Entonces, para recuperar lo perdido se programó para el 2020 producir 24 mil toneladas: cantidad que permite cumplir con las exportaciones y satisfacer la demanda interna. Sin embargo, en la cosecha de ese año se produjo algo más de 9 mil toneladas, lo que ha obligado a continuar importando café.

El Consejo de Ministros en septiembre de 2020 –como ahora con plan para producir 26 500 toneladas–aprobó nuevas medidas dirigidas a fortalecer la empresa estatal socialista en lugar de implementar una reforma de la propiedad y suprimir el monopolio del comercio y eliminar todas las trabas que impiden el desarrollo agropecuario del país, continuaron insistiendo en los inútiles llamados. En un artículo publicado en Granma el 6 de octubre de 2020, titulado La necesaria recuperación del café en la provincia mayor productora de Cuba, su autor planteó: “urge que la Isla se sacuda de una vez la dependencia de la importación de un grano que tiene aquí –porque lo tuvo antes– condiciones para obtenerlo en cantidades y calidades”.

¿Por qué tanto retroceso?, porque antes de 1959 los productores vendían sus producciones y compraban los insumos necesarios libremente; porque contaban con un respaldo constitucional que se manifestó en la creación de asociaciones para la defensa de sus intereses como la Asociación Nacional de Cafetaleros de Cuba; porque la mayor parte de los cafetales privados fueron confiscados después de 1959; porque los productores están obligados a vender casi el total de la producción al Estado, al precio que éste le impone, entre otras trabas. 

Un ejemplo ilustrativo fue lo ocurrido durante la administración estadounidense de Barack Obama, cuando el Departamento del Tesoro de Estados Unidos autorizó la compra directa del grano a los productores privados cubanos, y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños en cumplimiento de la misión que el Partido Comunista le tiene asignada, sin consultar a ningún cafetalero, negó esa posibilidad.

Las habituales reuniones del Presidente y el Primer ministro con expertos y científicos pueden continuar, lo que no podrán es recuperar el lugar cimero que la producción de café, como la de azúcar, ocupaban antes de 1959. Mientras tanto habrá que continuar importando el aromático grano; con l agravante que tampoco se dispone de divisas para comprarlo.

La Habana, 14 de febrero de 2023

 

[1] Ubicada en la confluencia de África y Asia, cerca del Mar Rojo, aunque algunas fuentes sitúan su origen en Abisinia, hoy Etiopía.

[2] Gabriel de la Concepción Valdés, (1809-1844), poeta independentista cubano, conocido por Plácido ejecutado en el proceso de la llamada Conspiración de la Escalera el 28 de junio de 1844.

[3] Ignacio Villa (1911-1971), cantante, compositor y pianista. Conocido popularmente por Bola de Nieve.

[4] Diario Granma, 20 de diciembre de 2010.

[5] Una leguminosa, también conocida como petipuás.

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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