La problemática traducción del nórdico antiguo

Foto tomada de Internet.

La caída del Imperio Romano de Occidente a finales del siglo V conmocionó abrumadoramente a la sociedad humana de los diversos pueblos bajo su dominio: a la gran unidad política generada por el Imperio siguió la fragmentación y el caos. Sin embargo, este hecho trascendental dio origen a una serie de reinados bárbaros, que siglos después conformarían lo que hoy conocemos como Europa. No obstante, no todo fue caos y destrucción, también hubo una larga labor recopilatoria por parte de los intelectuales del periodo, que abarcó los cuatrocientos años entre los siglos V y IX: era necesario rescatar y recopilar lo poco que había sobrevivido de la Antigüedad a los ataques de las oleadas bárbaras1 que colaboraron con la caída del Imperio y la dominación casi total de los pueblos europeos. Esta gran labor recopilatoria fue un intento de conservar los restos de la cultura grecolatina, que estaba desapareciendo. Así, pervivieron muchos manuscritos de la Antigüedad, que, poco a poco, fueron traduciéndose del griego y de otras lenguas al latín y se conservaron durante siglos en las bibliotecas de los monasterios católicos. Ferrater Mora explica este proceso de la siguiente manera:

Esta es la misión de los intelectuales de esos cuatro siglos; su labor no es ni puede ser creadora, sino simplemente recopiladora. En España, en Francia, en Italia, en Alemania, en Inglaterra, unos hombres, paralelamente, van a recoger con cuidado lo que se sabe de la antigüedad, y van a reunirlo en libros de tipo enciclopédico, nada originales, puros repertorios del saber greco-latino. Estos hombres salvarán la continuidad de la historia occidental y llenarán con la labor paciente el hueco de esos siglos de fermentación histórica, para que pueda surgir más tarde la nueva comunidad europea.2

Ahora bien, dicha labor no se reduce solo a esos cuatro siglos, sino que prosiguió durante toda la Edad Media, el Renacimiento y las siguientes etapas de la historia humana hasta la actualidad; pero, con ciertas diferencias perceptibles a simple vista: aquella primera etapa de los cuatro siglos fue puramente recopilatoria, las que le siguieron no, fueron más creativas, y lo fueron —en gran medida— porque tuvieron de base la recopilación anterior. Así, por solo citar un ejemplo, durante la etapa del pensamiento medieval conocido como «alta escolástica», en el siglo XIII, descollaron las figuras de Alberto Magno y Tomás de Aquino, dos sacerdotes dominicos que se dieron a la tarea de traducir y depurar la influencia árabe y judía sobre los textos de Aristóteles, que habían penetrado el mundo cristiano a través de filósofos judíos—Avicebrón, Maimónides— y musulmanes —Al Kindi, Al Farabi y Averroes, conocido como «El comentador», por sus comentarios a las obras del Estagirita—; aunque Boecio ya había dado a conocer la Lógica de Aristóteles desde el siglo VI.

Con esta faena depuradora, los dominicos mencionados perseguían el objetivo de captar el pensamiento aristotélico puro, sin la influencia de los comentaristas y traductores judíos o árabes, para aprovechar su filosofía en función de fundamentar racionalmente la fe católica. De forma análoga, autores neopaganos hoy publican textos como el titulado Las Eddas sobre Óðinn. Vol. 1 (Incluidas en el Codex Regius), una edición y traducción de iniciativa privada, que los miembros del Clan Miðgarð de Mérida, Alexandra Aguirre y Daniel Ros Ferrer,3 realizaron en el 2020, con el objetivo de depurar la posible influencia cristiana en cinco poemas germano-escandinavos allí reunidos: «Völuspá», «Hávamál», «Vafþrúðnismál», «Grímnismál» y «Skírnismál»; datados, aproximadamente, entre los siglos IX y XII.

Para dicho volumen los autores siguieron la estructura original del Codex Regius o Konungsbókeddukvæða, manuscrito que, a pesar de ser transcrito en el periodo cristiano islandés —lo cual implica la posible influencia del cristianismo en semejante obra tan importante para la historia y cultura islandesas—, se considera una de las fuentes fidedignas para la reconstrucción de las actuales tradiciones ásatrúar y odinistas, puesto que, muchos de los poemas que lo componen están basados en textos germano-escandinavos precristianos de la tradición oral. Este importante documento, denominado por los eruditos como GKS 2365 4to —probablemente escrito en 1275 en la Islandia cristiana—, contiene la Edda poética o Edda mayor, también conocida como Sæmundar Edda, para distinguirla de la Edda prosaica, Edda menor o Snorra Edda. Al ser descubierto en 1643 por el obispo de Skálholt, Brynjólfr Sveinsson, en el monasterio benedictino de Þingeyrar al sur de Islandia, fue denominado «Edda» por su relación con la Edda en Prosa de Snorri Sturluson (c.1220) que contiene, en prosa acompañada por fragmentos de verso, material mitológico similar. En el siglo XVII, se suponía que el material mitológico que Snorri Sturluson usaba en su manual escáldico debería existir en otro manuscrito en forma poética, más cercano a la oralidad precristiana. Los letrados islandeses soñaban con su existencia ya antes el descubrimiento del Codex Regius4 y, aunque el propio Sveinsson le atribuyó su autoría al escaldo y sacerdote islandés Sæmundur fróði (el Sabio) Sigfússon, del siglo XII, lo cierto es que aún no se ha podido comprobar la certeza de tal autoría. Por consiguiente, en la actualidad ambas obras se distinguen por la tipología textual en que están escritas: Edda poética o Edda Mayor y Edda prosaica, Edda menor o Snorra Edda; es decir, la más antigua en versos y la de Snorri en prosa.

Algo importante a tener en cuenta es que, aunque la datación cronológica de la Edda prosaica (1220) es anterior a la del Codex Regius (1275 aproximadamente), en su obra Snorri cita pasajes de textos poéticos que presuponen la existencia de un volumen anterior a dicho manuscrito y más cercano a la tradición oral precristiana: el llamado Codex Regius, o sea, la Edda mayor o Edda poética. Esto es evidente, no solo en las constantes alusiones perceptibles en la Edda prosaica, sino también en el empleo constante de innumerables locuciones formularias en los poemas de la Edda poética, que constituyen procedimientos típicos de la poesía oral de todos los tiempos y de toda lengua. Cabe decir que, como patrimonio nacional islandés, el Codex Regius está conservado en el Stofnun Árna Magnússon arííslens kumfræðum (Instituto Árni Magnússon para los Estudios Islandeses), fundado en el año 2006.

El propósito de los autores de la mencionada traducción —eliminar, en la medida de lo posible, la influencia cristiana perceptible en las Eddas— responde a una inquietud e interés común de las comunidades ásatrúar, surgidos a partir de la valoración de las traducciones más famosas de las Eddas realizadas por autores reconocidos, en los siglos XIX y XX, como Ángel de los Ríos5 y Luis Lerate, entre otros no menos importantes como Enrique Bernárdez, aunque aquí solo se tendrán en cuenta las ediciones realizadas por De los Ríos y por Lerate. En estos autores se puede apreciar, si no la influencia del cristianismo (como en el texto del primero), sí una perspectiva puramente literaria que deja un tanto de soslayo el matiz espiritual (el texto del segundo)6 que se propone alcanzar la traducción de Aguirre y Ros. No se trata de valorar cuál es la mejor o la peor traducción, puesto que, todas persiguieron en sus respectivos momentos de publicación, objetivos distintos. Además, a fin de cuentas, las traducciones son interpretaciones de cada traductor trasladadas de una lengua foránea a la suya, por lo tanto, todas están sujetas a posibles erratas o interpretaciones aberrantes. En realidad, lo que se persigue es una distinción entre los objetivos de las traducciones ya mencionadas y la de Aguirre y Ros: aquellas, matizadas por el cristianismo o por un interés únicamente literario; esta, por una búsqueda de la espiritualidad ancestral de los pueblos germano-escandinavos en toda su pureza (si semejante proeza es posible).

Vale observar aquí que, si analizamos algunas estrofas de la «Völuspá», en las Eddas traducidas por de los Ríos desde el francés al castellano —lo cual implica la posibilidad aún mayor de ciertas pérdidas semánticas y formales del texto original al ser traducido del islandés a una lengua romance y de esta a otra—, podremos encontrar términos de la liturgia católica, no idóneos al tratarse de divinidades no cristianas. Veamos unos ejemplos:

  • ¡Atención, hijos de Heimdal! santas in-
  • teligencias superiores é inferiores. ¿Quieres que
  • cuente los prodigios obrados por el Padre de los
  • mundos? Yo aprendí tempranamente el antiguo
  • canto sobre los hombres.7
  • Entonces todas las Potestades, los dio-
  • ses santos se dirigieron á sus tronos para en-
  • trar en deliberación. Dieron nombres á la Noche
  • y á sus hijos. La Mañana, el Mediodía y la
  • Tarde fueron encargados de contar los años.8

Las palabras subrayadas se utilizan en estas estrofas del poema para clasificar a las deidades nórdicas, sin embargo, tal clasificación es típica del catolicismo, por tanto, no es apropiada para referirse al panteón divino escandinavo, si se desea depurar la traducción de la influencia del cristianismo. Igual ocurre con la estrofa 9 y en otras a lo largo del poema. Esto evidencia que la traducción está bien marcada por la terminología teológica cristiana, la cual, de cierta manera, ha quedado en el discurso cotidiano occidental y ha sobrevivido hasta nuestros días en pleno auge del ateísmo y del resurgimiento de la tradición etenista, entre muchas otras. También, una simple ojeada a la estructura de estas estrofas nos permite percibir la pérdida de la estructura estrófica del texto original, a pesar de los esfuerzos vacuos de Ángel de los Ríos por conservar cierta métrica totalmente forzada al dividir varias palabras al final de algunos versos. Da la impresión de estar leyendo una prosa poética en lugar de un poema germánico antiguo compuesto en métrica fornyrðislag; de hecho, esta métrica —y lo mismo ocurre con el málaháttr, y el ljóðaháttr—, en las traducciones de una lengua germánica tan compleja como el nórdico (islandés) antiguo, se pierde casi totalmente al trasladarla al castellano debido a múltiples razones referentes a la gramática, la fonología, la sintaxis, etc. No obstante, sí es posible interpretar la semántica de una lengua en otra, a pesar de que ello sea muy difícil de realizar en las traducciones del género lírico debido a la amplia subjetividad que lo caracteriza: un buen intérprete puede ser capaz de captar al menos la esencia poética del texto y acercarse con ello a la significación original, aunque se pierdan ciertos recursos expresivos como la aliteración o las variadas tipologías métricas y estróficas usuales en la poesía éddica: el fornyrðislag, el málaháttr y el ljóðaháttr.

Por su parte, Lerate intenta conservar procedimientos poéticos sonoros que otorgan musicalidad al texto —ya que era una poesía de origen oral, por lo tanto, destinada a ser cantada— de los textos originales como las aliteraciones: rima al interior del verso que consistía en la repetición de varios grupos fónicos en función de la musicalidad, muy empleada en la poesía escáldica, pero también en la éddica:

  •  ¡Silencio a los dioses, a todos, pido,
  •  a los grandes o humildes hijos de Héimdal!
  • Quieres, oh Válfod, que yo bien cuente
  • mis primeros recuerdos de antiguos dichos.
  • Gigantes recuerdo en remotos tiempos;
  • de ellos un día yo misma nací;
  • los anchos mundos, los nueve, recuerdo,
  •  bajo tierra tapado el árbol glorioso.9

Señalado en negrita aparecen los grupos fónicos que más se reiteran en los versos de esta traducción y que logran aliteraciones y rimas internas, para nada similares a las del poema en su lengua original. Claro, analizar la métrica de un poema traducido es un atropello literario de gran envergadura, que no tiene validez alguna, porque es un disparate extremo. No obstante, aquí lo que se pretende es demostrar la presencia de la aliteración en los versos traducidos de Lerate, no su similitud o no con los del texto original, pues, siguiendo los criterios de Jorge Luis Borges y de Octavio Paz, es válido afirmar que cada traducción de poesía constituye un borrador del texto original, en el cual la interpretación del traductor es imprescindible. También Lerate, quizás en un intento por conseguir de alguna manera la musicalidad interna de la poesía éddica, demarca visiblemente los dos hemistiquios de cada verso —el espacio en blanco en el medio de cada verso representa la pausa y cesura, que los divide a cada uno en dos hemistiquios de sílabas métricas aproximadas, que confieren cierto ritmo y, subsiguientemente, musicalidad al poema—, lo cual es un buen indicio de la condición poética de su traducción. Con todo, Lerate no escapa del influjo cristiano y también en las estrofas 6 y 9 emplea la palabra «santos» para referirse a unos dioses considerados de forma peyorativa por el propio cristianismo como paganos.

En toda traducción de poesía siempre coexisten una serie de factores que dificultan terriblemente la traslación del lenguaje poético de un idioma a otro, más aún, si se trata de una lengua muerta de origen germánico, cuya esencia lírica se intenta interpretar desde nuestro universo lingüístico del castellano actual. Estas dificultades radican, sobre todo, en el campo semántico: anfibologías, polisemias, los heiti (sinónimos poéticos) y los kenningar de la poesía escáldica y éddica, por ejemplo. Lograr un correcto y preciso equilibrio connotativo entre las palabras que componen tales recursos poéticos en determinada lengua y las de otra a la cual se pretende trasladar la significación semántica del poema que se desea traducir, es una tarea titánica. Muchos autores plantean la imposibilidad del hecho, en mi opinión, coincido con Borges y Paz en lo referente a que solo podemos lograr borradores de los textos originales, pero no por ello es imposible traducir poesía, simplemente es difícil por la rigidez de algunas estrofas y las grandes diferencias morfológicas existentes entre una u otra lengua. Por ejemplo, el nórdico antiguo posee sonidos vocálicos que no existen en castellano y este, a su vez, conserva algunos consonánticos no existentes en aquel. Diferencias notables como esta impiden en muchas ocasiones conservar los matices estilísticos y los efectos acústicos, musicales, como la aliteración y las rimas al final del verso o al interior de este:

«VÖLUSPÁ»: ESTROFA 19
Nórdico (islandés) antiguo:  

Traducción de Ángel de los Ríos

 

Traducción de Luis Lerate

Ask veit ek standa,

heitir Yggdrasill10

Yo sé que existe un fresno llamado Ygg-

drasel, […]11

Yo sé que se riega un fresno sagrado, el alto

Yggdrásil, […]12

Como se puede apreciar, las adaptaciones de los dos autores citados difieren bastante, pero, aun así, conservan el contenido semántico esencial del texto original: la existencia del árbol Yggdrasill. Es solo un fragmento de la estrofa 19 de la «Völuspá», específicamente, sus dos primeros versos, en cuyas traducciones ambos autores omiten detalles o agregan otros de versos posteriores, como es usual cuando se intenta adecuar a determinada métrica versos traídos de otra lengua o cuando se intenta organizar coherentemente la sintaxis para hacer más accesible el contenido semántico del poema. Si se traducen literalmente estos dos versos, se podría apreciar más aún la diferencia:

 

NÓRDICO ANTIGUO

TRADUCCIÓN DEL PRIMER VERSO
 

Objeto (acusativo)

 

Verbo

Sujeto (nominativo)  

Calificativo

 

Sintaxis

Ask veit ek standa Ask = fresno (hay quien prefiere «árbol») veit= sé, conozco  

ek = yo

Standa= en pie, erguido Yo conozco un fresno erguido

 

NÓRDICO ANTIGUO  

TRADUCCIÓN DEL SEGUNDO VERSO

heitir Yggdrasill Heitir = se llama, su nombre es Yggdrasill=Yggdrasil se llama Yggdrasil

Obsérvese que el segundo verso, gramaticalmente, no presenta sujeto, por tanto, no hay caso nominativo, pues se omite hann, que sería el pronombre personal se: (hann) heitir Yggdrasill. Claro, en la lírica son muy comunes estas elipsis u omisiones, entre otras licencias, para permitir que el verso tenga el número de sílabas deseadas y así contribuir con el ritmo y la musicalidad. La poesía nórdica antigua no fue la excepción.

Ahora bien, esta sería una traducción puramente literal sin tener en cuenta la coherencia que ofrecería un análisis global de ese fragmento: «Yo conozco (yo sé de) un árbol erguido, se llama (su nombre es) Yggdrasil». Por supuesto, tampoco es recomendable analizar solo un fragmento de una estrofa, pero, en este caso el resto de la estrofa solo agrega elementos alusivos al mismo objeto: el árbol o fresno Yggdrasil. Generalmente, en nórdico (islandés) antiguo los verbos ocupan el primero o segundo lugar en la proposición (aunque esto puede variar desenfadadamente, pues su sintaxis era bastante flexible) y, como en el alemán actual, esta lengua presenta cuatro casos morfológicos —nominativo, acusativo, genitivo y dativo— y sus respectivas declinaciones, lo que dificulta muchísimo más la traducción al castellano que carece de estos tipos de casos. A esto súmese que tanto en nórdico antiguo como en islandés actual el acento recae siempre sobre la primera sílaba de cada palabra, por tanto, al traducirlo al castellano, que tiene tres tipos de acentos diferentes para las palabras oxítonas, paroxítonas y proparoxítonas, se pierden también muchos elementos lingüísticos del poema original.

En el cuadro anterior, el objeto del que se habla, ask = fresno, está en acusativo, porque es sobre el que recae la acción realizada por el sujeto, ek = yo, que es el nominativo (y quien conoce y sabe de dicho árbol). En castellano, ese caso coincide con el complemento directo: ¿qué es lo que conozco?: el fresno (o el árbol) = ask.

Estos fenómenos lingüísticos no afectan solamente los recursos expresivos o procedimientos poéticos en las traducciones, también influyen en las locuciones formularias típicas de la poesía oral. Esto significa que es necesario tener en cuenta que, aunque hoy leemos la poesía éddica en los textos transcritos desde la Edad Media, originalmente fue una poesía oral para ser cantada. Por ende, la musicalidad, las aliteraciones, las rimas, el ritmo y las locuciones formularias son de vital importancia: intentar preservarlas, al trasladar el contenido semántico de un idioma a otro, es una manera de preservar la esencialidad de la poesía de origen oral, algo muy difícil de lograr.

Las locuciones formularias son recursos nemotécnicos empleados por todos los poetas orales antiguos y medievales: aedas, juglares, bardos, guslaris, trovadores, escaldos, etc.; que les permitían a estos la memorización de estructuras poéticas (fórmulas) que repetían una y otra vez con el objetivo de fijar determinado contenido en la memoria del auditorio y en la suya propia. Con todo, «para poder atribuir el carácter de fórmula a un enunciado es, además, indispensable que se repita al menos en dos ocasiones, teniendo en cuenta que la redundancia implica fundamentalmente un alto grado de cohesión en lo que respecta al plano semántico y a la organización sintáctica»,13 como ocurre en los poemas éddicos. Por ejemplo, solamente «Völuspá» presenta varias fórmulas que se pueden evidenciar en la reiteración completa de una misma estrofa, la 49 y la 58; igualmente, la locución formularia Vituðérenn – eðahvat?, traducida por de los Ríos como: ¿me comprendéis, sí ó no?; y por Lerate de la siguiente forma: ¿O mejor lo sabéis?; se reitera en múltiples estrofas desde la 27 hasta la 63. Algo similar ocurre en «Vafþrúðnismál» con el diálogo entre Óðinn y el gigante Vafþrúðnir, y de una u otra forma en los restantes poemas.

Lo más importante a destacar es que con esta edición de los cinco primeros poemas del Codex Regius, Aguirre y Ros no pretenden superar otras traducciones —como las de los autores mencionados antes—, sino, buscar la espiritualidad primigenia de los pueblos germanos precristianos. Considero que, independientemente de las críticas que se les puedan hacer a las traducciones de las Eddas, todas las interpretaciones realizadas hasta ahora han cumplido, desde sus respectivos intereses, el objetivo fundamental de llevar al lector hispanoparlante la sabiduría ancestral de la tradición germano-escandinava y el excelente caudal literario de una cultura extraordinaria a la cual tanto le debe la sociedad occidental de la actualidad.

Referencias

[1] Es necesario aclarar que la pérdida de información o de textos de la antigüedad no solo se les puede atribuir a los pueblos germanos (denominados también como bárbaros por los romanos),que constantemente asediaron a Roma entre los siglos IV y VI. Desde mucho antes, los mismos emperadores romanos en diferentes conflictos bélicos sobre la ciudad egipcia de Alejandría (se ha planteado que ya desde el 48 ac se dio el primer desastre, de la Biblioteca en tiempos de Julio César, aunque hay mucha oscuridad respecto al posible daño causado) fueron destruyendo paulatinamente la famosa Biblioteca (cuyo fin se cree que sucedió en algún momento entre los siglos III y IV), que, al parecer, recogía unos 900 000 manuscritos antiguos la mayoría perdidos hoy para siempre. Otro tanto se les atribuye a las propias revueltas civiles en Egipto, guerras judeo-romanas, revueltas cristianas contra los paganos en las cuáles se cree que fue asesinada Hipatia, entre otros desastres, como los terremotos iniciados en el siglo IV y extendidos hasta el XIV.

2 José Ferrater Mora: Historia de la filosofía, pp. 121-122.

3 Un posible inconveniente de esta traducción es que fue realizada desde el inglés, lo cual implica que se trata de una segunda traducción, pues el texto original está escrito en (nórdico) islandés antiguo.

4 Santiago Barreiro y Renan Birro (editores): El mundo nórdico medieval. Una introducción. Volumen I, p. 84.

5 Mariano González Campo: «Algunos datos en torno a la historia de la traducción de la Literatura nórdica medieval en español», 1611. Revista de Historia de la Traducción: «Será no obstante en el siglo XIX cuando aparezca en nuestro país lo que se considera la primera traducción, aunque indirecta, de una obra fundamental de la literatura nórdica del norte de Europa: las Eddas, publicadas por el cántabro Ángel de los Ríos (1823­1899) en el año 1856 bajo el aparatoso y engañoso título de Los Eddas, traducción del antiguo idioma scandinavo, premiada por el rey de Suecia con la medalla de oro, y al español, con vista de otras versiones. Se trata en realidad de una traducción castellana de las versiones francesas de la Edda de Snorri Sturluson y la Edda poética publicadas por Rosalie du Puget (1795­1865) en 1844 con el título Les Eddas, traduites de l’ancienidiomescandinave y que mereció la gran medalla de oro del entonces rey de Suecia, el francés Carlos XIV».

6 Es pertinente aclarar que la traducción de Lerate es una de las mejores logradas, así como la de Enrique Bernárdez; no obstante, aquí se está valorando la perspectiva espiritual con que se tradujeron las obras citadas en relación a la de Aguirre y Ros, en la cual está enfocada este trabajo.

7 Ángel de los Ríos: Los Eddas, pp. 115-116.

8 Ibíd. op. cit., p. 117.

9 Luis Lerate: Edda Mayor, p. 23.

10 Guðni Jónsson: «Völuspá», Heimskringla. http://www.heimskringla.no/wiki/völuspá

11 Ángel de los Ríos: op. cit., p. 119.

12 Luis Lerate: op. cit., p. 26.

13 Ma. I. Teresa Zurdo Ruiz-Ayúcar: «Fórmulas y locuciones formularias con función narrativa en la versión alemana del Cantar de Mío Cid», Centro Virtual Cervantes, p. 1.

Bibliografía

  • Barreiro, S. y Renan Birro (editores): El mundo nórdico medieval. Una introducción. Volumen I, Sociedad Argentina de Estudios Medievales, Buenos Aires, 2017.
  • Borges, J. L.: Antiguas literaturas germánicas, Fondo de Cultura Económica (Breviarios),México, 1965.
  • Siete noches, Editorial Meló, México, 1980.
  • De los Ríos, Á.: Los Eddas, Imprenta de la Esperanza, Madrid, 1856.
  • Ferrater Mora, J.: Historia de la filosofía, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964.
  • González Campo, M.: «Algunos datos en torno a la historia de la traducción de la Literatura nórdica medieval en español», 1611. Revista de Historia de la Traducción. Disponible en: https://revistas.uva.es/index.php/hermeneus/article/view/4046. Consultado: julio 28, 2020.
  • Jónsson, G.: «Völuspá», Heimskringla. Disponible en: https://www.heimskringla.no/wiki/völuspá. Consultado: julio 30, 2020.
  • Justel Vicente, P.: «Estudios sobre el sistema formular en la épica francesa medieval», BLO, 3:101-138, 2013. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4706685. Consultado: julio 31, 2020.
  • Lerate, L.: Edda Mayor, lianza Editorial, Madrid, 1986.
  • Paz, O.: Traducción: literatura y literalidad, Tusquets, Barcelona, 1971.
  • Þorgeirsson, Haukury ÓskarGuðlaugsson: «Nórdico antiguo para principiantes». Disponible en: https://notendur.hi.is/~haukurth/norse/starting.html. Consultado: julio 20, 2020.
  • Zurdo Ruiz-Ayúcar, Ma. I. T.: «Fórmulas y locuciones formularias con función narrativa en la versión alemana del Cantar de Mío Cid», Centro Virtual Cervantes, Universidad Complutense de Madrid. Disponible en: https://cvc.cervantes.es/04_zurdo. Consultado: julio 1, 2020.

 


  • Magdey Zayas Vázquez (La Habana, 1985).
  • Graduado en 2012 de la carrera Licenciado en Educación, Humanidades, en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
  • Maestría en Didáctica del Español y la Literatura (2017, también en el Pedagógico).
  • Profesor Instructor de Literatura Latinoamericana de la UCPEJV, desde 2015 hasta 2018.
  • Profesor Instructor de Literatura Cubana en la Universidad de las Artes desde 2019.
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