LA COMUNIDAD Y EL ADULTO MAYOR: ESTRATEGIAS ALTERNATIVAS PARA EL DESARROLLO

Foto tomadas de Internet.

(Segunda Parte)

Anteriormente hemos comentado que el modelo de desarrollo cubano actual no posee los mecanismos ni las vías para potenciar realmente nuevas estrategias de intervención comunitaria en función de elevar la calidad de vida del adulto mayor. El cambio de paradigma es imprescindible. Hace algunos años que el sistema colectivista ha entrado en una fase de crisis estructural y a nuestro juicio, va a ser muy poco probable que pueda salir de ella sin hacer concesiones importantes; el potencial dinamizador de los “cambios parciales” realizados en el contexto del restablecimiento de las relaciones cubano-estadounidenses bajo la administración del presidente Barack Obama, se agotó mucho antes de lo que las autoridades parecían haber previsto.

Las soluciones de los problemas sociales relacionados con las atenciones y cuidados a los adultos mayores en Cuba y la inserción de la comunidad en un modelo moderno y eficaz para contribuir a estas soluciones, pasa inevitablemente por el eje de los cambios políticos en el país y consecuentemente con la apertura económica sin la cual la sociedad permanecerá asfixiada, prolongando la fase aguda de la crisis sistémica.

La inercia institucional y el marco legal restrictivo dentro del cual deben ejecutarse los proyectos socioculturales o de otra naturaleza dedicados a los cuidados de los adultos mayores, coartan las posibilidades de articulación entre los actores comunitarios, lo que provoca inmovilidad y desidia en todos los niveles de trabajo.

Algunos de los problemas crónicos del sistema de seguridad social y atención a los adultos mayores y poblaciones vulnerables en el país son:

  • la carencia de personal,
  • la insuficiente capacitación de los cuidadores y gestores,
  • la permanente falta de recursos para trabajar,
  • la mala remuneración a los profesionales y empleados,
  • el no reconocimiento de nuevas formas de gestión social para contribuir con los programas nacionales,
  • la corrupción administrativa en los niveles altos, medios y base,
  • la mentalidad asistencialista,
  • el dirigismo,
  • el enfoque de trabajo dirigido a “cumplir el plan” y generar propaganda en lugar de resolver problemas reales,
  • la falta de integridad de observadores, controladores y periodistas encargados de investigar e informar sobre el estado de la salud pública y la asistencia.

Estos problemas son solo algunos, la lista podría ser interminable. La mentalidad asistencialista y dependiente ha permeado toda la estructura de trabajo desde la dirección nacional hasta la base. En la mayoría de las instituciones se trabaja para cumplir los planes orientados desde el nivel central y complacer a la dirección política del territorio. Los mecanismos de adaptación y respuesta de las estructuras estatales a los escenarios cambiantes son extremadamente lentos y siempre van a la saga de las necesidades concretas de los sectores más vulnerables, por lo que la brecha entre oferta y demanda de cuidados tiende a aumentar.

Un paradigma diferente

El Estado es incapaz de proveer adecuadamente los servicios de cuidados y atención necesarios para satisfacer las necesidades de las poblaciones vulnerables y de la tercera edad. Aunque la narrativa oficialista, insuflada de triunfalismo y posesión ideológica nunca reconocerá esta realidad, la vida cotidiana está demostrando que, en definitiva, son los necesitados de asistencia quienes pagan la factura de los malos servicios estatales y la corrupción general del sistema de salud cubano.

Así como una narrativa ideológica se puede volver “realidad” aceptada por grandes grupos de individuos, un paradigma de trabajo se transforma en lineamientos y estos, a su vez, en miles de pequeñas acciones cotidianas que dan forma a los grandes programas sociales que se diseñan en el nivel central de toma de decisiones, pero debe aplicarse en la base, contando con el recurso humano y material disponible para el trabajo asistencial.

El cambio de paradigma es el primer paso para comenzar a desandar el camino de las soluciones; las buenas soluciones, las que son sostenibles, éticas y económicamente viables. Como respuesta al paradigma vertical y centralizado que impone la dirección política del país, proponemos un paradigma horizontal y descentralizado; donde el proceso de toma de decisiones es colectivo y simultáneo. Este paradigma debe ser acompañado por un marco legal permisivo e incluyente que estimule la diversidad de propuestas en vez de censurarla y estigmatizarla. Por su puesto, será necesario establecer por consenso colectivo, mediante los mecanismos adecuados, un conjunto mínimo de reglas fundamentales que deben ser aceptadas por todos. Estas reglas estarían orientadas a regular los aspectos más generales del trabajo y podrían ser codificadas en una ley general sobre seguridad y asistencia social y una ley de comunidades, que funcionen como marco de trabajo flexible y objetivo para asegurar un lenguaje común de entendimiento entre todas las instituciones y alternativas que surjan por el camino de las soluciones.

Algunas características concretas que este paradigma propone son:

  • Reconocer al sector privado y cooperativo como un actor válido y de pleno derecho en el mercado creciente de ofertas de servicios de cuidados y atención a los adultos mayores y otras poblaciones vulnerables.
  • Promover las legislaciones favorables para el trabajo horizontal y la cooperación entre todos los actores que participan en las redes de cuidados, sean privados, estatales o mixtos.
  • Crear mecanismos de seguimiento, control y fiscalización popular para aquellos programas que utilicen de manera total o parcial presupuestos públicos en las labores de cuidados, con el objetivo de evitar o reducir la corrupción.
  • Mejorar la relación dialógica entre la base y los organismos rectores de las acciones de cuidados, con el fin de potenciar el aprendizaje y sistematizarlo.
  • Crear paquetes de ayuda técnica y asesoría que se puedan ofrecer gratuitamente a quienes lo necesiten dentro de la red de cuidados.
  • Potenciar la transparencia en la información sobre el estado de los cuidados a todos los niveles.
  • Financiar congresos con presupuestos mixtos para compartir experiencia y conocimiento, así como crear relaciones de trabajo beneficiosas entre instituciones nacionales y regionales.
  • Reconocer las comunidades como centros importantes de creación y gestión de iniciativas para el cuidado y las redes de ayuda concediéndoles más libertad de acción y autonomía administrativa.
  • Impulsar proyectos comunitarios que incluyan en sus objetivos la atención e integración de adultos mayores y poblaciones vulnerables en micro sistemas productivos y redistributivos.

La comunidad como centro

El estímulo al trabajo comunitario y su articulación dentro de este paradigma, puede ser una de las soluciones a la escasez de profesionales de los cuidados y recursos para trabajar, frente al complejo escenario del envejecimiento progresivo de la sociedad cubana. Darles a nuestras comunidades la oportunidad de insertarse en las dinámicas de la economía plateada y a la vez generar sus propios recursos a través de diferentes proyectos socioeconómicos, podría contribuir a resolver varios problemas a la vez, al menos a nivel local; además facilitará las tareas de rendición de cuentas de organismos administrativos que estén involucrados en estos proyectos.

Es indispensable contar con el apoyo de las entidades gubernamentales municipales, quienes de hecho tienen la responsabilidad de contribuir económica y operativamente con este tipo de proyectos, según las propias directrices contenidas en la mayoría de los planes de desarrollo local;desde este punto de vista la actualización del marco legal establecido para el trabajo comunitario es impostergable.

Las ventajas inmediatas de este modelo son:

  • Mejoras en la autogestión comunitaria enfocada en la producción y la redistribución de bienes y recursos.
  • Articulación con las instituciones estatales y cooperación con la sociedad civil.
  • Proceso de formación continua en el manejo de proyectos comunitarios y aspectos técnicos relacionados con las labores productivas y de asistencia.
  • Integración del adulto mayor a labores productivas locales.
  • Reanimación sociocultural comunitaria.
  • Actualización del marco jurídico para el trabajo comunitario y los servicios de cuidados.

Conferirle protagonismo a la comunidad dentro de los nuevos paradigmas necesarios para implementar los programas de cuidados, podría resultar muy provechoso para todas las redes de asistencia y crear sinergias que aporten otros beneficios para el conjunto de la sociedad, tales como el desarrollo local y la descentralización de los recursos para las ayudas. La comunidad debe ser entendida como un agente de cambio, cuyo principal activo es el capital humano y no sus riquezas naturales o localización geográfica. Esto es especialmente cierto para las comunidades urbanas marginalizadas, donde viven una gran cantidad de adultos mayores, muchos de ellos en situación de vulnerabilidad.

En anteriores trabajos hemos puesto como ejemplo pequeñas comunidades urbanas, con características de marginalización aguda, donde los adultos mayores en estado de vulnerabilidad realizan trabajos de oficio al detalle con el objetivo de mejorar su ingreso económico mensual, que es insuficiente cuando se trata de la pensión o la ayuda del Estado.

Gran cantidad de talabarteros, tapiceros, carpinteros, electricistas, soldadores y otros técnicos habitan en esas comunidades, por solo citar este ejemplo. Una parte significativa de ellos son adultos mayores viviendo en condiciones de precariedad. En su mayoría, no tienen como abastecerse de materias primas, no poseen licencias y trabajan esporádicamente, cuando pueden encontrar los insumos necesarios para su trabajo en la red minorista del Estado. La articulación de toda esta fuerza de trabajo en un proyecto sociocultural y económico integral, traería notables beneficios a esas comunidades y a las poblaciones vulnerables que las habitan.

Por ejemplo, se le podría conceder personalidad jurídica al proyecto, darles la oportunidad de solicitar créditos para construir talleres e importar herramientas e insumos y habría que actualizar la legalidad para que puedan brindar servicio a la población con alguna bonificación fiscal, puesto que una parte de sus ganancias se reinvertiría en la comunidad y se destinaría a asistir a aquellos que por sus limitaciones o edad avanzada no puedan participar directamente en la producción.

Existen precedentes en el país de proyectos comunitarios de similar estructura, pero en el ramo agroecológico, turístico y artístico. Por tanto, lo que se precisa es renovar, extender y sistematizar este modelo de trabajo a todas las comunidades que posean características idóneas para generar estos proyectos y deseen hacerlo por acuerdo colectivo.

Si se eliminaran las actuales restricciones, la aplicación exitosa de este modelo traería consigo la posibilidad de acumular una parte de la riqueza obtenida del trabajo comunitario integrado con fines redistributivos. Con estos recursos económicos se crearía el fondo de asistencia comunitario antes mencionado y se reactivarían los espacios culturales de la comunidad, los cuales deberán ofrecer programación diseñada para los diferentes segmentos de público, priorizando, como ya se ha dicho, a los adultos mayores que prácticamente no disponen de ofertas.

Esta propuesta implica que las directivas de trabajo para los cuidados en el escenario comunitario sean legisladas a nivel nacional, reguladas a nivel municipal e implementadas a nivel local, dándoles un amplio margen de maniobra a los proyectos de asistencia, generando sistemas de autocontrol y rendición de cuentas cara a cara.

El cambio de paradigma en la esfera de los cuidados en Cuba es una necesidad de urgencia. Muchas ideas e iniciativas se han propuesto en los últimos años sin que puedan materializarse debido a la falta de voluntad política y el asfixiante sistema restrictivo que el Partido Comunista mantiene a fuerza de violencia y propaganda en el país. Se necesita una nueva narrativa institucional y civil para enfocar los problemas estructurales que aquejan a las poblaciones vulnerables. El cambio será inevitable tarde o temprano. El paradigma de trabajo actual es absolutamente insostenible. La pregunta de orden es, ¿hasta qué punto, la elite ideológica que gobierna el país, está dispuesta a comprometer el futuro para mantener el actual modelo político fallido en el poder?

REFERENCIAS

Baster Moro, J.C. (2019). “Programa nacional de atención integral al adulto mayor”. Universidad de Ciencias Médicas de Holguín. Infomed. Repositorio de recursos educativos. Recuperado de: http://recursosuvs.sld.cu/index.php?P=FullRecord&ResourceId=937

García Quiñones, R. & Alfonso de Armas, M. (2010). “Envejecimiento, políticas sociales y sectoriales en Cuba”. Santiago de Chile: CEPAL. Recuperado de https://www.cepal.org/sites/default/files/events/files/rolandogarciapdf.pdf

Hernández, R. (2005) “Los modelos de atención a los adultos mayores en Cuba. Algunas consideraciones”. CEDEM, Centro de Estudios Demográficos. Recuperado de http://biblioteca.clacso.org.ar/Cuba/cedem- uh/20100516013811/Los_modelo_sde_atencion.pdf

Oficina Nacional de Estadística e Información Centro & Estudios de Población y Desarrollo Ministerio de Salud Pública & Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED). (2019). Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población ENEP-2017. http://www.onei.gob.cu/node/14725

 

 


  • Fidel Gómez Güell (Cienfuegos, 1986).
  • Licenciado en Estudios Socioculturales por la Universidad de Cienfuegos.
  • Escritor, antropólogo cultural e investigador visitante de Cuido60.
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