IMPUESTOS Y CONTROLES    

Miércoles de Quintana

 

Suponga que usted tenga 1 millón de pesos. No es una suposición pretenciosa tener 1 millón. En realidad, en términos de negocios e inversiones es una pretensión modesta ésta de poseer 1 millón de pesos hoy en Cuba. Un especulador mediocre los reúne en poco tiempo.

Pues bien, tiene el dinero y decide invertirlo en un negocio que le redituará el 40 % sobre la inversión. Si las cosas van bien usted ganará 400 mil. No está mal. Pero recuerda que está en el rango de impuestos más…. recaudador. Recuerda que en el sistema de impuestos progresivos mientras más riqueza usted crea, más dinero deberá aportar al fisco. Usted está en la fase de acariciar las ideas relacionadas con su proyecto. Y siente desagrado. Siente desestímulo. Siente que no vale la pena entregar al estado la mitad o más de su renta. Desiste de arriesgar el millón y lo guarda provisionalmente. Decide integrarse al club de Laffer.

Arthur Laffer (1940) fue un asesor de política económica de Ronald Reagan. Un economista rigurosamente formado y, sin dudas, un hombre brillante. Debe su fama a la curva con la cual ilustró la relación dinámica entre las tasas progresivas de impuestos y las que aumentan los retornos financieros de las inversiones y negocios. Simple, el razonamiento que le hizo a usted no invertir el millón de pesos; el razonamiento decepcionante que induce a muchos a no querer “trabajar para el inglés”, como dice la calle. Y, ¿qué dijo Laffer?

Bueno, pues tradujo al lenguaje de la economía el dicho popular de que “la ambición rompe el saco”. Con el manejo de una abundante casuística y adecuadas reflexiones, llegó a la conclusión de que si a cada tramo del incremento de los ingresos (renta) le corresponde una tasa impositiva mayor, se llega a un punto máximo en que la tasa impuesta desestimula al empresario a crear más renta (riquezas). De modo que el fisco sube el impuesto para recaudar más y colecta menos. Los empresarios hacen maravillas para evadir el fisco.   Falsifican documentos, falsean declaraciones de ingresos y un largo etcétera internacional. Nada, que ni Laffer ha podido poner al mundo de acuerdo en lo que se debe entregar a Dios y a César. Eso sí, dijo que “subir los impuestos a los ricos es un grave error económico y moral”. Laffer era republicano.

Laffer aparte, pensaba yo en los tiempos en que un lechonero iba al ayuntamiento y compraba un permiso (impuestos incluidos) para vender cerdo asado en una calle cualquiera al siguiente día. ¡Qué expedito!

Y recordaba también cuando en 1962 fui enviado por el presidente de la Jucei (junta de coordinación, ejecución e inspección) Daniel Solana, a contratar mano de obra en las provincias orientales para la cosecha de arroz en Pinar del Río. También fui encargado de averiguar por qué se expendía tan fácil y tan buen lechón asado en la provincia de Las Villas. En Pinar del Río habían desaparecido los lechoneros luego de que la Jucei hizo esfuerzos para organizarlos y controlarlos.

El presidente de la Jucei en Las Villas me recibió en su amplio y cómodo despacho. Se acomodó sonriente en el butacón y me dijo:

–      Dile a Solana que aquí no controlamos ni organizamos a los lechoneros. Solo los dejamos hacer. Y lo hacen bien.

 


  • José Antonio Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
  • Economista jubilado.
  • Médico Veterinario.
  • Reside en Pinar del Río.
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