Filosofía en tiempos de pandemia

Foto tomada de Internet.

Antecedentes bioliterarios de una pandemia

En 1944 el literato y filólogo Dámaso Alonso publicó un excepcional poemario titulado Hijos de la ira, en el que describe un grotesco panorama de la España franquista: miedo, muertes, angustias y tormentos existenciales, entre otras calamidades humanas de la carne y del espíritu. Uno de sus poemas, titulado «Insomnio», nos muestra un panorama similar al Madrid actual asediado por el coronavirus:

  • Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
  •                                          (según las últimas estadísticas).
  • A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
  • nicho en el que hace 45 años que me pudro,
  • y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
  • perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
  • Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando
  • como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la
  • ubre caliente de una gran vaca amarilla.
  • Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
  • por qué se pudre lentamente mi alma,
  • por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
  • ciudad de Madrid,
  • por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
  • Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
  • ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
  • las tristes azucenas letales de tus noches?[1]

 

Era otra época en la que se sufría una calamidad diferente —el franquismo—, pero con resultados similares a los que hoy podemos percibir mediante los noticieros, los periódicos y las redes sociales. La Literatura, como manifestación artística de los seres humanos, nos ha legado magistrales ejemplos, que podríamos comparar con la situación global de la actualidad. Tal es el caso del excelente poeta y narrador italiano Alessandro Manzoni, quien publicó I promessi sposi (Los Novios) en 1843, novela ambientada entre 1628 a 1630, por lo tanto, abarca el periodo de la Plaga de Peste Bubónica en Italia que duró de 1629 a 1631. Algo similar hace Camus con su novela La peste (1947), centrada en la epidemia que azotó Orán en 1849, y García Márquez en su novela El amor en los tiempos del cólera (1985). Son obras que desde sus respectivos escenarios nos muestran la fragilidad humana ante las disímiles epidemias y pandemias que ha padecido a lo largo de su milenaria existencia. Tal fragilidad se puede asociar a nuestra incapacidad para reaccionar rápida y eficazmente ante protobacterias como Vibrio cholerae, causante del cólera en los humanos, y agentes infecciosos como el virus H1N1, casi en su totalidad genética de origen aviar, que provocó la mal llamada Gripe Española entre 1918 y 1920. Estudios actuales han permitido determinar que aquella pandemia de inicios del pasado siglo —todavía de origen dudoso, pero atribuido a España por ser este país el primero en divulgar la existencia de la gripe públicamente— y de la cual se cumplieron ya cien años, está considerada como la más devastadora de la historia sanitaria de la humanidad, puesto que, aproximadamente un tercio de la población a escala global se infectó de la gripe, la cual sesgó la vida de más del 2,5% de estos. Estadísticamente, se ha calculado la probabilidad de que los decesos hayan ascendido a una cifra tan alarmante como 50 millones de personas»; no obstante, esta cifra está basada en el valor inferior calculado: hay estudios que han arrojado un aproximado a los 100 millones, teniendo en cuenta que en una situación caótica como la de aquellos años es muy difícil contabilizar las defunciones en cada rincón del mundo. Con todo, un panorama similar es al que nos enfrentamos hoy con la COVID-19, virus que hasta la fecha ha cobrado muchas vidas humanas alrededor del mundo. Quizás, cuando se consiga superar totalmente y se puedan contabilizar las pérdidas humanas, descubriremos la tristísima realidad de que las cifras de muertos son superiores a las de 1920, cuando acabó la pandemia más terrible de ese siglo. 

Pero el Influenzavirus A subtipo H1N1 no existe desde el siglo pasado, siempre ha estado con nosotros, mutando y adaptándose a las nuevas circunstancias para sobrevivir, como cualquier organismo vivo en el ecosistema. Es por eso que también tuvimos una Gripe asiática (1957), una Gripe de Hong Kong (1968-1969) y otra mutación del H1N1 en 2009. Eso sin contar las variantes avícolas y porcinas que también persisten. Ya desde la Antigua Grecia, hace un aproximado de 2400 años, el médico Hipócrates había descrito los síntomas de la influenza, que también podemos apreciar en las epidemias europeas de la Edad Media con una secularidad de tres o cuatro por siglo y en América, tras el segundo viaje de Cristóbal Colón. Esto demuestra que la influenza nos ha acompañado desde hace milenios y que Cuba, a partir del cruento proceso de conquista y colonización, estuvo expuesta a determinadas enfermedades que diezmaron la población aborigen.

Diversidad de propuestas

Desde que comenzó la pandemia actual de COVID-19, diferentes organismos e instituciones han puesto gratuitamente determinados textos para el entretenimiento en el hogar durante el periodo de cuarentena. Editoriales de diversas nacionalidades y orígenes han liberado una amplia bibliografía que va desde los clásicos hasta compilaciones totalmente novedosas como el libro prologado y compilado por el sacerdote español Fernando Prado Ayuso bajo el título de Tejer historias. Comunicar esperanza en tiempos de pandemia. Este libro constituye una colección de textos escritos por treinta periodistas, cuyas historias reflexionan sobre estos difíciles tiempos de pandemia. Tales historias tienen el objetivo fundamental de ofrecer esperanza en medio de la amarga situación sanitaria en la que todos estamos sumergidos inevitablemente. Fue publicado online el 12 de abril pasado, Domingo de Pascua. Pero hay otros tres libros escritos desde perspectivas distintas a este, publicados también gratuitamente en Internet: Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias (marzo, 2020), Covid-19. Teología (1 de abril, 2020) y La fiebre. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias (abril, 2020).

En estos textos se reflexiona acerca de la pandemia, desde tres perspectivas distintas, pero complementarias a su vez: el primero, estructurado en 15 textos, constituye un análisis de la situación actual desde la filosofía. Este repertorio está compuesto por destacadas figuras que fueron publicando de forma gratuita, en el mes de marzo de 2020 y por diversas vías, sus respectivos criterios sobre la crisis sanitaria y económica que aún aquejan a la humanidad. Entre los autores se encuentran el prestigioso filósofo italiano Giorgio Agamben —quizás fue él quien comenzó la reflexión respecto al coronavirus, pero de manera errática al considerarlo inicialmente como una simple gripe pasajera en su artículo «La invención de una epidemia», publicado en Quodlibet.it, el 26 de febrero pasado e incluido después en Sopa de Wuhan…Este artículo fue refutado por Jean Luc-Nancy y el esloveno Žižek—, la feminista Judith Buttler, David Harvey, Slavoj Žižek, el surcoreano Byung-Chul Han, Markus Gabriel y otros.

El segundo libro es una compilación de 14 textos publicados entre el 22 de marzo y el 1ro. de abril, que abordan el fenómeno principalmente desde la teología y están escritos por pensadores americanos y europeos. Covid-19. Teología engloba las polémicas actuales sobre las consecuencias derivadas del coronavirus, no solo en el presente, también desde una visión del futuro. Aquí se exponen cuestiones interesantes sobre cuál es el papel de Dios en torno a la pandemia; por qué, si es todopoderoso, no nos libra de ella; o, por qué ha permitido que nos devaste un simple virus, etc. Entre las figuras incluidas en esta recopilación de textos se encuentran también los filósofos Slavoj Žižek y Byung-Chul Han —debido a la importancia de sus textos para cualquier debate sobre la situación actual—, el sacerdote jesuita Víctor Codina, Leonardo Boff, y otros teólogos.

La tercera compilación de textos, implica a 15 autores latinoamericanos y al filósofo italiano Giorgio Agamben. Sus escritos parten desde diferentes ámbitos disciplinares como la sociología, la historia, la psicología, la ecología, la comunicación, el arte, la educación, entre otros no menos importantes. Este libro está considerado como el homólogo latinoamericano de Sopa de Wuhan, por tanto, la filosofía, la economía y también la política —movimientos sindicales, sociales, feministas y la gestión pública, por ejemplo, son temas que aquí se desarrollan—, serán las líneas directrices de su tejido lingüístico.

Según Pablo Amadeo, el editor y compilador a cargo de Sopa de Wuhan y de La Fiebre, este segundo título lanzado al igual que el primero por el sello APSO (Aislamiento social preventivo y obligatorio) —cuya iniciativa fue del propio Amadeo— tiene la peculiaridad de ser escrito por intelectuales latinoamericanos, con la excepción de Agamben, lo cual constituye una perspectiva diferente a la que se puede apreciar en Sopa de Wuhan. Amadeo sustenta este criterio arguyendo que, el hecho innegable de que la situación económica y sociopolítica de Latinoamérica siempre haya estado marcada por la experiencia casi permanente de un estado caótico en múltiples escenarios, permite que el análisis respecto al coronavirus sea distinto; pero, desde una perspectiva global opuesta a la mirada regionalista o localista.

De manera general, estos libros abordan nuestra realidad actual desde sus respectivas posturas —teológicas, antropológicas, sociológicas, filosóficas, etc.—, pero también teorizan sobre la posible transformación o no de la sociedad humana a nivel global tras la pandemia. Es decir, algunos pensadores, con profundo optimismo —como Žižek— y otros, no pesimistas, pero sí con una visión opuesta a la del filósofo esloveno —como Byung-Chul Han—, exponen sus hipótesis al respecto con mucha claridad y sólida argumentación. Al final de la pandemia sobresaldrá uno u otro criterio, amén del comportamiento de las naciones en el mundo poscovid-19.

Žižek, luego de oponerse a la tesis conspirativa de Agamben —este plantea en su artículo referido antes, que la proclamación del virus constituía un pretexto novedoso para limitar las libertades humanas, pues, las personas estarían dispuestas a entregar absolutamente todo a los gobiernos para conservar su salud, incluyendo su libertad—, expone su hipótesis socialista sobre cómo podría quedar el mundo al finalizar la pandemia, la cual sustenta estableciendo una curiosa analogía con una técnica letal de artes marciales —la de los cinco puntos que, al ser presionados, explotan el corazón: solo se puede dar cinco pasos después de recibirla—, que aparece al final del filme Kill Bill de Quentin Tarantino.

En las postrimerías del siglo decimonónico el ilustre José Martí planteó un juicio similar al de Žižek. El pensador cubano afirmó con total certeza en sus Diarios de campaña, que los hombres se tornan hermanos al compartir una situación difícil, se unen para enfrentarla y superarla. Extrapolando el criterio martiano a nuestro tiempo, en analogía con el del filósofo esloveno, se podría decir que la ardua empresa a superar ahora es el coronavirus. Žižek tiene la optimista idea de que tras la pandemia el capitalismo irá cuesta abajo —debido al golpe mortal de la COVID-19—, pues, el virus que nos asecha no establece distinciones entre ricos o pobres, capitalistas o comunistas, ya que no tiene fronteras; además, ha unido a la humanidad, a pesar del aislamiento de la cuarentena, contra un enemigo común. La perspectiva del filósofo esloveno finaliza con una proyección futura sobre la posibilidad de creación de un nuevo mundo en el que exista una alternativa económica de carácter social, que no discrimine ni excluya a nadie. No nos queda más opción: o nos enfrentaremos a una nueva forma de barbarie o a un comunismo renovado. Las decisiones de los líderes políticos dirán la última palabra.

Sin embargo, Byung-Chul Han plantea que el esloveno se equivoca. El autor de La sociedad del cansancio, publicó el ensayo —incluido también en Sopa de Wuhan… y Covid-19. Teología— «La emergencia viral y el mundo de mañana», en el cual se opone a Žižek. El filósofo surcoreano explica que el coronavirus no causará el ocaso del capitalismo. Ningún virus irracional puede provocar la caída de un sistema que lleva años de perfeccionamiento y que, por desgracia para muchos y fortuna para otros, aún conserva su vigencia. En este texto Chul Han parte de un cuestionamiento, que también ha inquietado a otros pensadores como el historiador Yuval Harari, referente a la capacidad de recuperación de los países asiáticos, sobre todo China y Corea del Sur, ante el desastre creado por la COVID-19. Ambos intelectuales se preguntan cuál es la razón de que los países asiáticos, a pesar de haber sido los primeros en padecer el nefasto virus, fueron también los más rápidos y pioneros en controlar la pandemia. Chul Han explica cómo en China se empleó un mecanismo totalmente digital y hasta con drones para controlar absolutamente la cuarentena; un aparato eficaz que ha permitido la superación rápida, por parte de ese país, de la COVID-19; pero a que este filósofo le da una marga impresión de que se puede convertir en una nueva forma aceptada ya por los asiáticos, no solo para contener la pandemia, sino para el control y dominio total de la sociedad china y asiática en términos más generales.     

Esta situación, parece muy lógica y coherente teniendo en cuenta que los gobiernos —y no todos, que conste— han asumido el rol protagónico en el combate contra la pandemia; no obstante, la conclusión alarmante a la cual llegaron Harari y Chul Han nos muestra la posibilidad de que un nuevo mecanismo de dominación se haya implantado so pretexto del enfrentamiento al enemigo microscópico y la protección vital de los ciudadanos. Estos autores, alertan sobre la posibilidad futura de que tras la pandemia el modelo capitalista se perfeccione y asuma este nuevo mecanismo de control social como algo normal. Al respecto, Agamben aportó un juicio relevante sobre el incremento de la tendencia al empleo del llamado «estado de excepción», que se ha ido considerando como el modelo ideal de gobierno. Tal paradigma estatal genera una verdadera militarización de los municipios y ciudades en cualquier país. Según Harari, esta militarización, bajo el pretexto de proteger a la población, se volvería un estado normal poscovid-19, que sería justificado perennemente por lo dirigentes políticos, por tanto, se extendería más el estado de excepción que la propia pandemia.

En Asia, tan acostumbrados por tradición a los estados autoritarios, es normal que las personas acepten este tipo de comportamientos estatales sin ni siquiera pensar en quejarse; en cambio, en el mundo occidental no se podrían aceptar tales condiciones. Aun así, con la situación actual, China, Corea del Sur y Japón, por solo citar estos ejemplos, tuvieron un éxito rotundo en el control de la pandemia empleando este nuevo mecanismo de control absoluto de la población: la advertencia de Harari y Chul Han es que hay grandes posibilidades de que después del coronavirus Occidente acepte y asuma con agrado tales condiciones por el temor y el trauma debido a la pandemia —no querrán arriesgarse a volver a sufrir las millones de muertes y el horror del apilamiento de cadáveres en plena calle—, lo cual no coincide con la visión de Žižek respecto a la nueva alternativa de raigambre socialista. El capitalismo se verá reforzado, respaldado y asegurado con un nuevo mecanismo de dominio, que le permitirá resistir y perpetuarse en el tiempo. Si la razón la tienen Harari y Chul Han o Žižek, eso ya lo definirá el imperturbable transcurso del tiempo.

Independientemente de quien tenga razón o no, la verdad es que la pandemia del coronavirus marcará una diferencia enorme entre la era precovid-19 y la poscovid-19, pues, muchas cosas se replantearán y se están ya replanteando respecto al modo de vida que la humanidad ha desplegado durante mucho tiempo. Este modo de vida, tan criticado por algunos, defendido por muchos e ignorado por otros, ha convertido nuestra Casa Común —como le llama el Papa Francisco al ecosistema en el que vivimos, al ambiente, en su encíclica Laudato si’ del 2015— casi en un basurero enorme donde todos los desperdicios de la humanidad pululan y contaminan hasta el fondo de los océanos. Algo interesante que nos ha mostrado la pandemia ha sido que, durante las semanas de cuarentena, se ha percibido un proceso de descontaminación en varios lugares del mundo. Esto se debe a que, al estar enjaulada la fiera humana, el ecosistema tiene la posibilidad de purificarse poco a poco. O sea, en un tiempo ínfimo un agente infeccioso microscópico ha legado al mundo una importante lección, que desde hace décadas los científicos, ecologistas, biólogos, etc., han intentado enseñar a los líderes políticos de las naciones y en muchos casos ha sido totalmente ignorada: dañar la Casa Común es agredirnos a nosotros mismos; por eso, a la ausencia del ser humano en el ambiente, le sigue una recuperación velocísima del ecosistema.

En esencia, lo que subyace en el pensamiento de los filósofos anteriores y en el de los demás profesionales que colaboraron en las publicaciones comentadas en este artículo es la idea de que nunca ha sido imprescindible para la humanidad llevar la forma de vida consumista y despreocupada del ecosistema mundial que ha predominaba antes del coronavirus. Esta pandemia, desde cualquier punto de vista que se analice, nos obligará a repensar nuestra existencia precovid, porque, según los economistas actuales, volver a la vida anterior será una empresa casi imposible. Organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio vaticinan con argumentos irrefutables una situación precaria —caída de 6,1% del PIB en economías desarrolladas, retroceso de hasta de un tercio del intercambio comercial—, derivada de las consecuencias de la pandemia —la cuarentena que ha paralizado al mundo entero— tras la pandemia. La Comisión Económica de América Latina y el Caribe anuncia el probable descenso en la producción regional de un 5,6% y la Organización Mundial del Turismo anuncia un desplome terrible en este sector, sobre todo, en el Caribe. Esto constituye un panorama de incertidumbre tanto para Cuba como para el resto del mundo, porque el ámbito económico nos afecta a todos por igual. Es por esto que el sociólogo y académico chileno Manuel Antonio Garretón afirma que estamos en el final de un tipo de civilización, lo cual implicará una serie de cambios radicales que nos afectarán a todos de múltiples maneras.

De cierta manera, el planteamiento anterior se podría considerar como un apoyo al de Chul Han —aunque, si se valora desde otra perspectiva, podría coincidir con el pensamiento de Žižek—, pero sería sacar de contexto un fragmento de un texto que tiene un sentido más esperanzador y utilizarlo para sustentar otro un tanto más drástico y de escéptico realismo. Sí, es verdad que a partir de la superación de la COVID-19 la humanidad se enfrentará a un mundo nuevo, pero, no tiene por qué ser un mundo absolutamente comunista o capitalista en extremo: debe ser un mundo mejor, si de verdad la humanidad pretende subsistir unos siglos más en este planeta y no sucumbir ante otra pandemia o producto de nuestra propia barbarie.

 

Bibliografía

 

 


  • Magdey Zayas Vázquez (La Habana, 1985).
  • Graduado en 2012 de la carrera Licenciado en Educación, Humanidades, en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
  • Maestría en Didáctica del Español y la Literatura (2017, también en el Pedagógico).
  • Profesor Instructor de Literatura Latinoamericana de la UCPEJV, desde 2015 hasta 2018.
  • Profesor Instructor de Literatura Cubana en la Universidad de las Artes desde 2019.
  • [1] Ricardo Viñalet Rodríguez (compilador): Literatura española. Selección de lecturas, t. II, p. 161.
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