Expectativas que no son prejuicios, son experiencias

Martes de Karina

«Delante había una mentira comprensible
y detrás una verdad incomprensible».

Milán Kundera

El contraste de un pueblo que se muestra ante los demás y ante el mundo en la prensa, confiado en su gobierno, y unas expectativas tan bajas que rozan el conformismo con la calamidad, es cada vez más evidente para el que vive la realidad cubana.

Si bien es cierto que el pueblo cubano tiene gran poder de recuperación, a cada paso, puede conversar con gente en la calle que no espera que mejore nuestro nivel y calidad de vida. Por más que se repita oficialmente la frase “Nadie quedará desamparado”, muchos de los que usted puede encontrarse en la calle, caminan en la desesperanza. Se muestran resignados y hasta comprensivos ante perspectivas como: “¡dicen que no venderán más huevos en el mercado!” o “se demoran las licencias para trabajar por cuenta propia”, “no se acabarán los apagones…”, “¡aumentará el precio de la carne de puerco!”

Es sabido que mucho de lo que ocurre en una economía y, en la vida en general, depende de las expectativas de sus protagonistas. Que todos confían y trabajan afanosos, es la pequeña mentira creíble, detrás de la que se esconde la gran verdad increíble del descontento y la desesperanza en que viven hoy los cubanos. Es muy difícil para los más optimistas intentar dar ánimo o desmentir los rumores paralizantes. Porque, como le escuché decir una vez al obispo emérito de Pinar del Río, Mons José Siro: no son prejuicios, son experiencias.

 


Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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