EL SUBEMPLEO, LA INFORMALIDAD LABORAL Y EL ADULTO MAYOR EN CUBA

Recolector de materias primas. Foto cortesía del autor.
Recolector de materias primas. Foto cortesía del autor.

Estrategias de supervivencia como respuesta a la crisis sistémica del Estado cubano

Como cualquier persona medianamente informada puede comprobar, el subempleo no es solo un fenómeno local. En el mundo contemporáneo, incluyendo a las sociedades industrializadas, existe un número importante de trabajadores que laboran en condiciones de subempleo. Este fenómeno tiene causas complejas y sus implicaciones sobrepasan las realidades económicas inmediatas en que tienen lugar. Según (Coll, 2020) la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define de la siguiente manera:

“es un fenómeno que se da en el mercado laboral, donde los trabajadores deben trabajar menos horas, con una productividad menor, así como con infracualificación, para evitar el desempleo”. [1]

Este mismo autor ofrece una serie de razones que se encuentran entre las causas más comunes que generan subempleo en nuestros sistemas productivos.

  • Carencia de programas y políticas activas de empleo.
  • Alta tasa de desempleo.
  • Falta de oportunidades en el mercado laboral.
  • Modelo productivo poco diversificado.
  • Sobrecualificación en exceso. [2]

A estas causas hay que sumar las propias configuraciones socioeconómicas regionales que han surgido en el mundo post–Covid, producto de las consecuencias de la crisis económica global ocasionada por la forma en que fue manejada la pandemia en las primeras potencias mundiales y algunos bloques regionales de países económicamente poderosos.

“La crisis de la COVID-19 aumentó los niveles de informalidad y de pobreza de los trabajadores. A pesar de la recuperación iniciada en 2021, la actual escasez de oportunidades para mejorarlas condiciones de empleo probablemente se agravará con la desaceleración prevista, desplazando a los trabajadores hacia empleos de peor calidad y privando a otros de una protección social adecuada. Los ingresos reales del trabajo disminuyen cuando los precios son superiores a los ingresos nominales”. [3]

La Organización Internacional del Trabajo reconoce que el exiguo crecimiento del mercado laboral global en el 2023 tendrá un impacto negativo en el proceso gradual de recuperación que las economías mundiales están implementando para superar las consecuencias de la crisis y evitar colapsos mayores de los sistemas de seguridad social. Para lograr esto es necesario que el mercado laboral crezca no solo en cantidad sino en calidad:

“El trabajo decente es fundamental para la justicia social. La inmensa mayoría de los hogares dependen de los ingresos generados por oportunidades de trabajo decente que ofrecen una remuneración justa, seguridad en el lugar de trabajo y protección social”. [4]

En el caso de las poblaciones de adultos mayores, la situación tiende a complejizarse por las necesidades de cuidados y la insuficiente cobertura de las pensiones existentes; este fenómeno se agrava en los países menos desarrollados como Cuba, donde el sustento del adulto mayor suele recaer más en el apoyo de la familia, razón por la cual muchos adultos mayores han tenido que recurrir al subempleo como modo emergente de subsistencia. Según las Naciones Unidas:

“En las regiones más desarrolladas, las pensiones y otros sistemas públicos de transferencias aportan más de dos tercios del consumo de las personas mayores. Sus homólogos de las regiones menos desarrolladas tienden a trabajar más tiempo y dependen más de los activos acumulados o de la ayuda familiar. Además, el envejecimiento de la población mundial también implica un aumento de la necesidad de cuidados de larga duración, un punto débil puesto de manifiesto durante la pandemia de COVID-19. Por desgracia, el gasto público en la mayoría de los países no ha sido suficiente para cubrir la creciente demanda”. [5]

Dentro de este contexto, las Naciones Unidas alertan que es necesario reformar los sistemas de pensiones en busca de sostenibilidad y seguridad para las personas mayores. El mundo envejece de manera asimétrica y a diferentes ritmos según las regiones y sus características sociodemográficas. Garantizar algún tipo de protección para las poblaciones vulnerables y los trabajadores del sector informal, de los cuales muchos son adultos mayores, es una prioridad.

“Las autoridades también deben replantearse los sistemas de protección social, incluidas las pensiones.” Uno de los principales retos es mantener la sostenibilidad fiscal de los sistemas públicos de pensiones, garantizando al mismo tiempo la seguridad de los ingresos de todas las personas mayores, incluidos los trabajadores del sector informal”, se afirma en el informe”. [6]

Cuba

La situación de Cuba se inscribe dentro de este marco de referencia global que hemos descrito someramente. Con el proceso de ordenamiento monetario se ha agravado la crisis interna y ha disminuido ostensiblemente el valor de la moneda nacional, dejando, especialmente a los pensionados, en un estado de vulnerabilidad creciente, producto de la inflación y del desabastecimiento crónico que ha alcanzado puntos críticos en los meses de verano del 2022.

“La “independencia económica” de los adultos mayores en Cuba y las exiguas ayudas del Estado cubano a los más vulnerables se han esfumado tras el “ordenamiento monetario”. Este grupo poblacional se ha visto sumido en la miseria con pensiones que no alcanzan, mientras se agrava su situación con la inflación que padece la Isla”. [7]

Como respuesta a esta situación, una cantidad indeterminada de adultos mayores pensionados han tenido que incorporarse a alguna actividad económica, en muchos casos informales, en condiciones de subempleo. También han regresado las contratas de corto plazo al sector estatal producto de la falta de mano de obra joven necesaria para cubrir plazas permanentes que no cuentan con los incentivos económicos suficientes para estimular a los jóvenes a contratarse de manera regular. Juana María, jubilada de 63 años, nos ha dado su testimonio sobre las razones que la llevaron a recontratarse en su antiguo puesto laboral como oficinista durante tres meses para complementar su pensión con algún ingreso adicional y preparase para los meses más duros del año, que son sin dudas los meses de verano, para el cubano de a pie.

Yo trabajé casi treinta años como oficinista en varias empresas del Estado, cuando no había otros trabajos que no fueran estatales. Mi generación creció creyendo que el Estado te lo tenía que garantizar todo y durante algún tiempo así fue, pero el tiempo demostró que no todo dura para siempre y ahora mismo mi pensión no me alcanza ni para comer. Aunque mi marido es pensionado y también trabaja (a tiempo completo) hay muchos gastos que nuestros salarios por sí solos no van a cubrir y en comida solamente se va casi todo. Esta opción me apareció y la aproveché, son solo tres meses, pero es algo extra que entra para la casa. Yo no tengo salud para llevar el ritmo que yo llevaba antes en la oficina, pero tres meses está bien y me conviene. Son 1600 pesos más (al mes) que no es mucho, pero me ayuda, (…) además salgo de la casa un poco y despejo.

El caso de Juana es representativo de la tendencia actual hacia la devaluación progresiva de las pensiones y el peligro que esto representa para las poblaciones vulnerables.

“Ante la escasez de fondos privados de ahorro, exceptuando la vivienda, muchas personas de la tercera edad deben reincorporarse al empleo formal ―mediante la recontratación― o a actividades económicas informales. En otros casos, las remesas son un ingreso paliativo de la situación, empleado principalmente para necesidades domésticas”. [8]

“Debido a que las pensiones no se han ajustado a la inflación, su valor real promedio se redujo en un 50% desde 1989 y no cubre siquiera las necesidades alimenticias básicas, por lo que los jubilados y pensionados se encuentran entre los grupos más pobres de la población», concluye un estudio del economista Carmelo Mesa-Lago publicado en noviembre de 2021 en la revista Foro Cubano de Divulgación”. [9]

Algunos adultos mayores no han tenido tanta suerte como Juana María. En muchos casos estos han tenido que integrarse a labores informales menos estables y seguras, con un mayor nivel de exposición pública y menos productividad.

Anecdóticamente podemos decir que, entre las actividades informales más realizadas por estos adultos mayores, que en general no poseen un alto nivel de cualificación, están la venta de bolsas de nylon, cigarros y café, la recolección de materias primas y los servicios de mensajeros y “carretilleros de carga”, estos últimos dispuestos a transportar mercancías o productos alimenticios en cantidades considerables por una baja remuneración económica. La observación nos indica que existe una distribución étnica y de género en algunas de estas actividades, siendo los grupos poblacionales que más las practican cubanos afrodescendientes masculinos, para los trabajos de carga y transportación de alimentos y mujeres afrodescendientes para la venta de los productos mencionados fuera de las bodegas y tiendas estatales en Moneda Libremente Convertible (MLC); nótese que esta es una tendencia relativa observada empíricamente pues en las actuales condiciones de coerción interna que existe para la práctica de la investigación independiente, no resulta viable realizar un estudio exhaustivo de estas prácticas económicas.

En la medida en que la situación de la seguridad social se deteriora en el país, son las poblaciones vulnerables las que más riesgos tendrán que asumir para asegurarse un nivel básico de supervivencia. Para ello deberán recurrir cada vez más a prácticas económicas informales que en algunos casos son toleradas por las autoridades, pero en su mayoría se consideran ilegales, por no contar con un marco jurídico de protección que ofrezca garantías a quienes tienen que subemplearse para sobrevivir en condiciones cada vez más injustas y asimétricas.

Como tantos otros problemas de la economía doméstica, el subempleo es una de las manifestaciones de una crisis sistémica mucho más grande que el oficialismo cubano se niega a reconocer publicamente, bloqueando las oportunidades de diálogo y la generación de propuestas realistas para la resolución de los problemas fundacionales que aquejan a la sociedad colectivista, impuesta por una facción ideológica autoritaria en la isla caribeña. Corresponde a la sociedad civil y a la ciudadanía, demandar soluciones a los problemas estratégicos de la nación que, de seguir agravándose, podrían poner en serio peligro la supervivencia de los sectores más vulnerables del país. 

Referencias


  • Fidel Gómez Güell (Cienfuegos, 1986).
  • Licenciado en Estudios Socioculturales por la Universidad de Cienfuegos.
  • Escritor, antropólogo cultural e investigador visitante de Cuido60.
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