EL SÍ PERO NO: LA POST VERDAD EN CUBA

Lunes de Dagoberto

Cuba es un país que vive en la mentira. No es que nos digan mentiras, es que se vive en falso, aunque el sufrimiento es real. Cuba vive en la “post verdad” o mentira emotiva o engaño existencial.

¿Qué es la post verdad?

El término lo acuñó en inglés como “Post-truth”, en 1992, el novelista y dramaturgo serbio Steve Tesich en uno de sus artículos sobre la Guerra del Golfo, publicado en el periódico The Nation. Desde entonces se ha generalizado y utilizado también en la esfera de la política. El prestigioso Diccionario de la Universidad de Oxford eligió el vocablo “post verdad” como la palabra del año en 2016. Los académicos de Oxford la definen como el fenómeno que se produce cuando “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”.

Por su parte, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define así:

“El término posverdad es un neologismo que se refiere a la distorsión deliberada de una realidad, manipulando creencias y emociones con el objetivo de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales” (RAE).

Algunos politólogos han identificado ciertos pasos para “crear” la que se aceptado en llamar en español como “posverdad”:

  1. “Hay una intención de crear una opinión que te es favorable.
  2. Se crea un bulo, o una media verdad, (una “bola” en Cuba) que favorece a sus intenciones.
  3. Al bulo se le dota de “argumentos” que son falsos, pero que parecen que son reales: manipulación de vídeos, audios, imágenes…
  4. Comienza a transmitirse, se añaden más elementos al bulo y cada vez llega a más personas. En este punto es clave el boca a boca, las redes sociales y los medios de comunicación.
  5. Lo que no es verdad se convierte en verdad, en gran parte porque no verificamos y porque en muchas ocasiones las personas buscamos lo que queremos encontrar, leer u oír ciertas noticias. En este sentido, lo que deberíamos hacer es cuestionar lo que nos están diciendo y no creérnoslo.”

La posverdad y la desconfianza en los discursos públicos

Al “descubrir” este fenómeno de la posverdad y sus estrategias para hacernos vivir en la mentira, coincidimos con Ralph Keyes que indicó, en su libro The Post-Truth Era (2004), que “la consecuencia inmediata de la posverdad es la posveracidad. Esto es, una desconfianza frente a los discursos públicos, pero no por su contenido, que puede ser cierto e incluso científicamente demostrado. La desconfianza que genera la posverdad se fundamenta en que el mensaje puede servir a un fin oculto, no deseado por la audiencia” (citado por Martín Montoya, Profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra https://www.unav.edu/web/ciencia-razon-y-fe/la-era-de-la-posverdad-la-posveracidad-y-la-charlataneria).

Este tema de la verdad y la vida en la mentira no es nada nuevo, lo trataron, desde Aristóteles a Tomás de Aquino, desde Kant hasta el filósofo norteamericano Harry Frankfurt, quien indicó, en su libro “Sobre la charlatanería” (2013), que esta “es menos intencionada de lo que podemos pensar. Cuando mentimos nos concentramos para hacerlo, pero la charlatanería no requiere esfuerzo porque es inadvertidamente espontánea: simplemente se descuida la presentación de los hechos. El charlatán mantiene clara la distinción entre lo verdadero y lo falso, pero como anda despreocupado por el valor de la verdad, puede usar un hecho para defender una postura y su contraria” (Ibidem).

La posverdad, la posveracidad y la charlatanería en Cuba

Si leemos, o escuchamos, con cuidado estos conceptos nos damos cuenta de que estos términos, de tan variados autores, no son más que lo que estamos viviendo cotidianamente los cubanos:

  • Los discursos públicos en Cuba están cada vez más alejados de la realidad y de la verdad.
  • Se crean bulos o “bolas”, medias verdades, y medias mentiras, para tomar la temperatura de la opinión pública y luego se presenta la posverdad en un cantinfleo de “sí pero no”, de que “no estamos en cero” pero las cosas irán a peor, de que estamos al final, pero no tanto.
  • Se usan palabras como que afrontamos una situación “compleja” para esconder o manipular la realidad de una crisis estructural, sistémica y terminal. Es necesario decir que todas las realidades humanas y sociales son “complejas”. La teoría de la complejidad (Edgar Morín, “Introducción al pensamiento complejo”. París, 1990) nos lo demuestra. De modo que al decir “situación compleja” no se está diciendo ni grave, ni difícil. Situación compleja no es sinónimo de situación crítica, o gravísima, o terminal.
  • Se manipulan los sentimientos para que dominen a la inteligencia. Provocan preocupación para luego aparecer como tranquilizantes. Opio del pueblo.
  • La alienación de la realidad, fenómeno tan criticado por Marx y por Weber, desde diferentes puntos de vista, es la posverdad en Cuba: se anula la personalidad propia para acomodarla pasivamente al discurso oficial. Es la peor señal del “daño antropológico”.
  • La anulación del yo por el “nosotros” que pueden ser el partido, el Estado, los Medios de comunicación, el fusilamiento mediático, la creación consciente e inducida de la posverdad, para distraer, para apaciguar, para mantener el control del poder.
  • Todo esto nos lleva a un estado de desconfianza que puede ser llamado como “vivir en la posveracidad”, es decir, un nivel más profundo y descreído de la posverdad. La posveracidad es el hábito creado de vivir en el “nihilismo”, es permanecer en la incredulidad y la desconfianza como estilo de vida. Es cuando los cubanos ya no creemos en nada ni en nadie. No le damos veracidad a nadie ni a nada. Es el escepticismo como estilo de vida.
  • En el argot popular se le llama en Cuba: “estar escamado”. Ante un proyecto nuevo, o ante una opción diferente, o ante unas propuestas de futuro, la primera reacción de muchos cubanos es: “muy bonito, pero eso no será posible”. Otros descalifican diciendo “esta persona que lo propone es utópica”. Ordenan: “pon los pies en la tierra”, refiriéndose a poner la vida en la posveracidad. Este estado de desconfianza se intrinca de tal forma en las relaciones familiares, sociales, eclesiales, que todos desconfiamos de todos.
  • Al desconfiar de todos, comenzamos a asumir un estilo de vida simulado, nos acostumbramos a vivir según el discurso oficial. Más adelante, nuestro lenguaje se va pareciendo al de los que ostentan el poder para no caer en desgracia. Más adelante nuestro comportamiento se va adaptando pasivamente a ese lenguaje falso. Al final, la vida se convierte en un teatro. Eso es vivir en la mentira. Ese es el daño antropológico más profundo. Ya no eres tú mismo. Vives en una mascarada trágica. Te has convertido en “el bueno” para el poder, sea cual sea ese poder: familiar, social, político o religioso.
  • Por último, y algo menos importante por lo evidente, está lo de “vivir en la charlatanería”. Son esas personas o grupos que viven del “cuento”. Son esos programas radiales o televisivos, posts y directas en las redes, que ellos y nosotros sabemos que son inventados, manipulados, hechos para descalificar al que piensa diferente. Ellos saben que nosotros sabemos. Ellos no creen que nosotros le creemos. Pero hay que distraer, amenazar y “cumplir”.

Propuestas

  1. En principio es posible regresar de la posverdad y de la posveracidad, es posible la “conversión antropológica”, porque a pesar del daño, de la degeneración y de la decadencia, queda siempre intacta la esencia de la naturaleza humana. Es decir, la “Imago Dei”, la imagen de Dios grabada indeleblemente en el alma de las personas y que esculpe en nuestro interior “la ley natural”. Lo primero es volver a esa esencia, sanarla, hacerla consciente y convertirla en cimiento de todo proceso de rehabilitación humana.
  2. La educación familiar debe insistir en rechazar el estilo de vida en la mentira, debe hacer consciente la posverdad, la posveracidad y la charlatanería en sus hijos y nietos para que estos puedan identificarlas por sí mismos y no caer en esa tentación. Porque hay que romper la cadena de alienación, de opresión de la verdad de lo que somos y creemos. Los hijos que crecen en la mentira, cultivada desde el hogar, será muy difícil que puedan liberarse de la mentira como sistema.
  3. Utilizar las redes sociales, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para desenmascarar la posverdad, para convertirnos y regresar de la posveracidad creando confianza sobre la base de la verdad, y para sanarnos del daño antropológico causado por el totalitarismo en Cuba.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.        

 

 

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
  • Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
  • Reside en Pinar del Río.
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