El pan de cada día

Viernes de Rosalia

Las panaderías estatales presentan un serio panorama de aglomeración de personas aun en los momentos actuales donde la pandemia ha cobrado fuerza, y los casos aumentan por día. Con los nuevos cambios del reordenamiento en la Isla llegó también el aumento del precio del pan correspondiente a cada persona en el núcleo familiar. Este aumento de cinco centavos a un peso en moneda nacional, tristemente no provocó la mejoría ni en la calidad ni en el sabor.

Pasadas las cinco de la tarde, en las panaderías hay una cola enorme para poder comprar el pan. Hace unos días alguien me preguntó por qué había tanta cola en las panaderías últimamente, a lo que respondí: porque es lo único que hay para comer, al menos para la mayoría. La escasez y falta de alimentos es preocupante. Es imprescindible tener dinero para poder comprar alimentos, en estos momentos lo urgente es encontrarlos.

Son inmensas las colas que hacen los cubanos para poder comprar el pan de cada día, ese que muchos padres no pueden comer porque se lo deben guardar a sus hijos para la merienda, dado que no cuentan con nada más que darles. En los hogares las familias se están volviendo magas para inventar qué darles a los pequeños del hogar y a los mayores. Este mismo panorama viven las panaderías particulares que no siempre venden pan, pero cuando sacan las colas también son largas, y a pesar de que el precio es mayor, no abastece a todos los consumidores.

Las familias que viven de manera más desahogada, porque reciben remesas del exterior o cuentan con mejores ingresos, también están en la misma situación a falta de no tener donde comprar lo necesario. Las pocas tiendas que aún quedan en moneda nacional solo cuentan con estantes vacíos, ya no hay ni mercancía que repetir para disimular la carencia y escasez. En las tiendas por MLC también escasean muchos productos básicos a pesar de ser vendidos en una moneda en la que no se paga en el país.

El hambre y la miseria son más que evidentes, por eso las inmensas colas para poder comprar el pan, y hay que rezar para que no se acabe la harina. El panorama empeora por días. Que Dios nos ayude. Nosotros también debemos ayudarnos a nosotros mismos.

 

 


  • Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
  • Miembro del Consejo de Dirección del CEC.

 

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