El fracasado “sindicalismo cubano” a la venta

Martes de Dimas

En la conferencia inaugural del XIII Taller Científico Internacional, celebrado en La Habana los días 26 y 27 de abril de 2023, con motivo del 1 de mayo, el miembro del Buró Político del Partido Comunista y del Consejo de Estado, y a su vez secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), dijo a los presentes:

Ante la presencia del modelo donde rige la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, nos distingue, como una de las misiones fundamentales del movimiento sindical, no sólo defender derechos y reivindicaciones fundamentales de los trabajadores. Nos es consustancial también la necesidad de fomentar la movilización de todo cuanto contribuya a generar las riquezas, los bienes, servicios que tributen al bienestar del pueblo.

El origen del 1 de mayo nos remite a 1886, cuando en una de las huelgas por la reducción de la jornada de trabajo, una bomba lanzada por los manifestantes en Chicago mató a un policía e hirió a otros. La respuesta de la fuerza pública dejó un saldo de varios muertos y heridos. En 1887, en el juicio seguido por los acontecimientos, tres obreros fueron condenados a prisión y cinco a la pena de muerte. En 1889 el Congreso Obrero Socialista de la II Internacional declaró al 1 de mayo como Día Internacional de los Trabajadores para luchar por la jornada laboral de ocho horas. En 1890, cuando la fecha se celebró por primera vez en el mundo, el sindicalismo cubano realizó un desfile por las calles habaneras enarbolando la reducción de la jornada laboral y los aumentos de salarios.

El movimiento sindical cubano, que surgido en la segunda mitad del siglo XIX se fortaleció con los acuerdos del Pacto del Zanjón [1] y con la Ley General de Asociaciones de 1888, a partir de los hechos de Chicago se fue estructurando desde la Liga General de los Trabajadores Cubanos en 1899 hasta la Confederación Obrera de Cuba en 1939. La fuerza adquirida se reflejó en una secuencia de leyes favorables al movimiento obrero, cuya máxima expresión fueron los decretos: 276 de enero de 1934 y 798 de abril de 1938, cuyo contenido se refrendó en la Constitución de 1940, acorde con lo estipulado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) [2].

Después de 1940 el sindicato azucarero logró el diferencial azucarero, mediante el cual los trabajadores de ese sector obtuvieron un salario extra del 13,42%. Cada primero de mayo una manifestación obrera presentaba al presidente de la República una lista de demandas; mientras los retiros de Plantas Eléctricas, Gastronómico y Artes Gráficas construyeron el edificio de Carlos III, que arrendaron a la Compañía de Electricidad; el Habana-Hilton y el reparto Gráfico respectivamente. Ya en 1945, la CTC, con medio millón de afiliados, era la segunda mayor central sindical de la región.

El Gobierno revolucionario propinó un golpe mortal al sindicalismo. El 22 de enero de1959, la CTC fue intervenida y rebautizada como CTC-Revolucionaria. A partir de ese momento se libró una ardua lucha entre la directiva provisional designada y el resto de los dirigentes obreros hasta que, en el X Congreso, celebrado en noviembre de ese año, Fidel Castro pidió un voto de confianza para la candidatura encabezada por David Salvador Manso, procedente del Ejército Rebelde y en violación del Convenio 87 de la OIT se procedió a la elección, en presencia del jefe del gobierno. Seguidamente el ministro del Trabajo, Augusto Martínez Sánchez, fue investido de facultades para despedir a los dirigentes opuestos e intervenir sindicatos y federaciones.

Una vez designado secretario general, David Salvador expresó que los trabajadores no habían ido al Congreso a plantear demandas económicas sino a apoyar a la revolución. Ante la pregunta de un observador del Movimiento Social Cristiano, acerca de cuál era el proyecto de los trabajadores, David respondió: “Lo que diga el comandante” [3]. Luego en el XI Congreso, en noviembre de 1961, la CTC renunció oficialmente a los 9 días de licencia por enfermedad, el bono suplementario de navidad, la jornada semanal de 44 horas semanales; el incremento constitucional del 9.09%; el cobro de recargo por las horas extraordinarias en la zafra de 1962. La CTC convertida en brazo auxiliar del estado totalitario perdió la condición que caracteriza a los sindicatos: la defensa de los intereses de los trabajadores, comenzando por la relación entre salario y costo de la vida.

En la clausura del XX del Congreso de la CTC, en febrero de 2014, Raúl Castro, entonces Presidente de la República, a pesar de reconocer que: “el salario no satisface todas las necesidades del trabajador y su familia, genera desmotivación y apatía hacia el trabajo, influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal calificado hacia actividades mejor remuneradas, desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia cargos superiores”, fue incapaz de tomar la medida que correspondía: devolver las libertades que le les fueron arrebatadas al sindicalismo cubano.

La OIT desde su constitución en 1919, ha luchado por establecer normas que garanticen y protejan el derecho de los trabajadores a percibir un salario justo en cualquier parte del mundo. Uno de los resultados de esa lucha fue el Convenio 95 sobre la protección del salario, adoptado en 1949; un convenio que entró en vigor desde el año 1952 y que se complementó con el mencionado Convenio 87 sobre la Libertad Sindical. Ambos firmados y ratificados por Cuba, que es miembro fundador de la OIT.

A pesar de ese resultado, el secretario de la CTC intentó vender la idea −espero que infructuosamente− que la actividad fundamental de los sindicatos en el “socialismo” es fomentar la movilización de los afiliados para generar riquezas, a pesar de que carecen hasta de la libertad para asociarse libremente. Es decir, la función de los llamados sindicatos en Cuba, que nada tiene que ver con sus intereses, consiste en apoyar a un gobierno que lo privó de sus libertades y que ha sido incapaz de satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores y de todo el pueblo cubano.

Lleida, 1 de mayo de 2023

[1] Se implementaron en la Isla las libertades de imprenta, reunión y asociación que regían en España.

[2] OIT, agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas fundada en 1920 y convertida en 1946 en el primer organismo especializado de la ONU.

[3] E. CÓRDOVA. Clase trabajadora y movimiento sindical en Cuba. Vol. II. p. 69.

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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