La Revolución Cubana ante la cuestión racial

Por Norberto Mesa Carbonell
 
Foto tomada de Internet.

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La conducta de la dirigencia revolucionaria cubana ante la cuestión racial nacional ha estado marcada por la contradicción, desde el inicio. El conjunto de las acciones tenidas como apropiadas para dar solución a los graves problemas de diverso tipo expuestos por el doctor Fidel Castro en su alegato de autodefensa durante el juicio por los sucesos del cuartel Moncada es considerado como el Programa de la Revolución Cubana en su primera etapa. Pero en el Programa del Moncada -como también se le conoce- no se recoge el problema de la discriminación racial, a pesar de que el autor de La Historia me Absolverá había sido un destacado activista de la lucha contra el racismo en sus años de estudiante universitario. Se ha explicado esta especie de contradicción diciendo que la omisión se debió a una consideración táctica; también se ha planteado que fue un desliz de su memoria.

 

Sin embargo, luego del triunfo revolucionario, y en fecha tan temprana como marzo de 1959 y ante el reclamo de algunos líderes negros, el jefe revolucionario conmocionó a la sociedad cubana con su vibrante y enérgica condena a la discriminación racial existente en Cuba, realizada durante una comparecencia en la televisión; en esa oportunidad opinó que dar solución al problema de la discriminación racial era probablemente, la tarea más compleja que tenía por delante el proyecto revolucionario y llamó a todos los actores sociales a participar en una campaña nacional de lucha contra ese flagelo, la cual se puso en marcha inmediatamente. Pero prontamente en septiembre de 1961, el doctor Osvaldo Dorticós Torrado, entonces presidente de la República, afirmó en su discurso en la Primera Conferencia Cumbre de los Países No Alineados, celebrada en Belgrado, Yugoslavia, que Cuba había eliminado de su sociedad el flagelo de la discriminación racial y por esa razón estaba calificada para denunciar y condenar la existencia de ese mal en otros países.

 

¿Cómo era posible que una expresión tan compleja del problema racial, que había marcado profundamente el devenir histórico del proceso formativo de la nación cubana, hubiera sido solucionada en el muy corto período de dos años y medio? Nadie ha argumentado de manera convincente las razones en que estuvo basada aquella afirmación, a todas luces no coincidente con la realidad. Se ha planteado que ella fue resultado de una errónea apreciación idealista; también se ha explicado que fue producto de una aplicación inapropiada de determinado planteamiento de la teoría marxista. De seguro varias personas hubieran podido dar la explicación precisa de esta indudable contradicción; pero ninguna lo ha hecho. Para mí, que no soy un experto, la temprana afirmación de que se había eliminado la discriminación racial estuvo determinada por la voluntad de utilizar la fuerte crítica al racismo norteamericano como arma política en la creciente confrontación entre Cuba y Estados Unidos y tuvo de fondo las luchas allí del movimiento negro por los derechos civiles, algunas de cuyas expresiones encontraron formas de respaldo en Cuba.

 

Aquella afirmación del presidente Dorticós en Belgrado significaba una decisión política cuyas consecuencias duran hasta la actualidad, y resultó muy negativa para el logro de avances efectivos en la lucha por la disminución gradual e irreversible de la desigualdad y la discriminación raciales en la sociedad cubana. A partir de entonces y durante décadas, la problemática racial fue convertida en un tema tabú, proscrito de los casi inexistentes espacios de debate público. Seguramente, aquella decisión política propició en gran medida el reconocimiento hecho por el máximo líder cubano -en el libro “Cien Horas con Fidel”- de que la Revolución no había sido exitosa en el mejoramiento de la situación socioeconómica de la población negra cubana. Aunque hay que reconocer que, a pesar de no existir políticas dirigidas a la población negra en particular, esta se benefició de las políticas gubernamentales encaminadas a elevar el nivel de vida de la población pobre. Debe admitirse que la población negra, que estaba en una posición socioeconómica más rezagada que el resto, no tuvo las mismas posibilidades para aprovechar las oportunidades concebidas para todos por igual, por ello se mantiene la visible desigualdad que afecta a esa parte de la población cubana.

 

Norberto Mesa Carbonell (Pinar del Río, 1950).

Ingeniero Agrónomo.

Fundador de la Cofradía de la Negritud en 1998.

Promotor de acciones públicas de reflexión y debate sobre la problemática racial en Cuba.

Reside y trabaja en La Habana

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