Según la RAE emprender significa “acometer y comenzar una obra, un negocio o un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro”. Lo primero que quisiera resaltar de esta definición es el hecho de que el acto de emprender puede estar referido a un negocio, pero no necesariamente, sino que se entiende el acto de emprender como algo que va más allá y que puede incluir emprendimientos sociales, políticos, artísticos, culturales, religiosos, etc. Emprender es comenzar algo, fundar una obra, lanzarnos a iniciar un camino, tomar la decisión de no estar de brazos cruzados sino activos, trabajando por algo, haciendo algo, luchando por algo, intentando alcanzar algo.
Por otro lado, ese algo en el que consiste todo emprendimiento desde la propia definición de la palabra emprender es referido como una acción, un empeño, que encierra cierta dificultad, que implica riesgos o peligros. Emprender significa entonces, vencer obstáculos, sufrir retrocesos, enfrentar tempestades, exponernos, salir de nuestra zona de confort, adaptarnos a nuevas circunstancias y contextos, entre muchos otros retos y desafíos que pueden surgir en el camino de echar adelante cualquier proyecto.
No es secreto para nadie la realidad de Cuba, no son secreto las necesidades, las angustias de la gente, la desesperación, la falta de proyectos de vida, de iniciativas que den un sentido a nuestra existencia, la desesperanza,entre muchos otros males que se viven a diario.
Ante esta realidad, básicamente tenemos dos opciones, la primera resignarnos, conformarnos, reconocernos incapaces, o desdichados o víctimas de alguna macabra confabulación encaminada a torpedear nuestro desarrollo pleno, y la segunda opción es aceptar la realidad que nos ha tocado vivir, pero aventurándonos a la vez en el camino de hacerla más llevadera, en el camino de transformar lo que podamos y de ser los protagonistas de nuestra propia historia.
De esto último se trata el emprendimiento, de crear, de transformar la realidad, de encontrar un sentido a nuestra existencia a través de una actividad concreta, de no quedarnos de brazos cruzados ante las vicisitudes de la vida cotidiana y buscar siempre las oportunidades que todo momento de crisis ofrece, de ser resilientes, de ser ingeniosos, de ser innovadores cuando el contexto invita a cruzarnos de brazos, para de esta manera apostar por una idea, y desarrollarla para bien propio y para bien de los demás. Eso es emprender. Emprender es ponernos en movimiento, es poner nuestro ingenio y talento al servicio de otros para satisfacer necesidades, ya sean en el ámbito económico o empresarial, o también -y probablemente más importante- en el ámbito social.
Por todo esto es fundamental que tengamos emprendedores en Cuba hoy, gente que sabe capitalizar oportunidades, que tienen la voluntad de no dejarse aplastar por las circunstancias y de crear algo, hacer algo, impulsar una idea, un proyecto, un sueño, que mantenga viva la esperanza, que transforme la realidad desde los pequeños espacios en los que nos desenvolvemos, que genere un mayor bienestar para la persona emprendedora, pero también para la familia, la comunidad y la sociedad en general.
Al mismo tiempo, si bien es cierto que algunas personas gozan de manera innata de esta capacidad emprendedora, también es cierto que se aprende a emprender, se aprende a ser emprendedor, y no hay mejor forma que aprenderlo desde pequeños. De ahí la importancia de trabajar con niños, adolescentes y jóvenes, en el desarrollo de las habilidades y las herramientas que les posibilitarán ser emprendedores. Esta es un área en la que el sistema educativo cubano debería fortalecerse. Para que desde niños los cubanos cuenten con las competencias que les permitan mayor formación y realización personal, profesional y ciudadana. Para que desarrollen la capacidad de generar soluciones innovadoras a los problemas de nuestra realidad. Y para que puedan elevar el nivel y la calidad de vida a partir de su propio esfuerzo y trabajo.
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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