EDITORIAL 90: 2022: Año horrible en el umbral de la esperanza

Foto tomada de Internet.

El final de un año y el principio de otro nos invita siempre al balance de lo pasado y a otear el horizonte de lo por venir.

Al mirar atrás, este 2022 que termina ha sido, sin lugar a dudas, un “annus horribilis” para Cuba. Un breve resumen podría bastar para justificar esta evaluación. Todos los cubanos, donde quiera que vivamos, hemos sufrido la terrible sensación de “tormenta perfecta” que previó el IX Informe del Centro de Estudios Convivencia (CEC) el 9 de mayo de 2021 al hacer públicos el análisis y las previsiones acerca de “La Covid-19 en Cuba y sus consecuencias en la etapa de post-pandemia: visión y propuestas” (https://umubbe.p3cdn2.secureserver.net/wp-content/uploads/2020/05/Informe-CEC-sobre-COVID-19.pdf).

Pero evidentemente no han sido solo las consecuencias de una pandemia que estremeció al mundo entero, ni eso ha sido la principal causa, aunque haya contribuido al empeoramiento de la ya muy deteriorada situación en Cuba. Sería un error garrafal de apreciación y cálculo objetivo atribuir solamente a la pandemia primero y a las consecuencias de un huracán después, el colapso general de la economía, las infraestructuras, la industria, los servicios básicos de agua y electricidad, alimentación y salud.

El análisis de fondo consiste en considerar como la causa principal de la crisis sistémica, estructural, moral y antropológica en Cuba es el sistema socio-económico y político impuesto en los últimos más de 60 años de totalitarismo. Al colocar esta piedra angular en el análisis se evitarían distracciones subjetivas, justificaciones parciales e identificación distorsionada de la causa-raíz de la actual crisis terminal en Cuba.

A la ineficacia e ineficiencia intrínsecas al sistema en general y al “modelo cubano” en particular, se deben sumar otros factores en la ecuación del desastre:

  • El daño antropológico causado por el totalitarismo en Cuba que ha lesionado y discapacitado tanto las facultades cognitiva, emotiva, volitiva y trascendente de los cubanos como el ejercicio de estas facultades en las dimensiones: personal, familiar y social.
  • La falta de educación ética y cívica que le impide a los que la padecen ejercer los derechos y deberes de su ciudadanía convirtiéndolos en masa manipulable.
  • El estado calamitoso de sobrevivencia que obstruye el pensar y el actuar en otras dimensiones que no sea subsistir en el cotidiano sin horizontes.
  • La falta de proyectos realizables y de liderazgos efectivos en la esfera oficial, cierran también los horizontes y las alternativas para salir de la crisis. Se inventan “parches nuevos en telas viejas” y caducadas. Se cierra con represión y cárcel la puerta al cambio, abriendo la espiral de la violencia.
  • El más grande éxodo masivo en tan pocos meses que ha desangrado al país, desarticulado el tejido social, fugado las fuerzas productivas, desmembrado a las familias, desestabilizado el buen funcionamiento de la sociedad e impactado en la región.
  • La falta de liquidez y el no honrar las deudas externas que han provocado la disminución al mínimo del Índice de Confianza-País para los inversionistas extranjeros y obstruido la concesión de créditos significativos. Un tribunal penal extranjero, especializado en estos temas financieros, juzgará la querella contra Cuba de algunos acreedores, incluyendo a China.
  • Las relaciones internacionales con Cuba colocan los intereses económicos de futuro, porque ni siquiera de hoy, por encima de los derechos humanos de los cubanos. Los mismos inversores extranjeros, los gobiernos, las organizaciones regionales e internacionales, disimulan y silencian en Cuba las violaciones de derechos humanos que denuncian y defienden con manifestaciones en la calle y cambios en el gobierno en sus propios países.
  • Las relaciones internacionales que no tienen en cuenta los derechos humanos prioritariamente y no incluyan a la sociedad civil y su participación, no son éticas, ni legítimas. No se pueden posponer los derechos humanos para ensayar soluciones políticas, el fin no justifica los medios ni el irrespeto a la dignidad y la libertad de la persona humana.

El paso del “Mar Rojo”: un umbral para la esperanza   

Otra lectura de la crisis multifactorial en Cuba, que hemos intentado describir, resumidamente, sería interpretarla en la dimensión de que toda crisis puede ser factor de cambio y crecimiento.

La naturaleza nos lo demuestra constantemente, pongamos solo tres ejemplos: Para ser un árbol y dar frutos siempre es necesario que la semilla caiga en tierra, muera, romperse como semilla para germinar y empujar la tierra para ver la luz y respirar la libertad; para ser mariposa y poder volar primero es necesario pasar un tiempo de maduración y al final romper la pupa y arriesgar en la libertad; para que nazca un ser humano es necesario estar a la sombra nueve meses, romper la fuente, pujar la madre y salir el hijo hasta cortar el cordón y respirar. No hay parto sin dolor.

También en la Biblia, donde ha quedado plasmada la historia de la salvación de un pueblo, se percibe claramente que toda liberación cuesta y mucho: las diez plagas de Egipto provocaron la salida del pueblo de la esclavitud aunque con persecución de las tropas del Faraón; el paso del Mar Rojo significó el hundimiento de las tropas de la persecución y el comienzo de la vida en libertad; la peregrinación por el desierto de la libertad maduró al pueblo que al principio anhelaba las ollas de Egipto en la esclavitud y después que aprendiera a vivir y a trabajar para construir “un país en que manaba leche y miel”, lo que equivale a construir su propio futuro en libertad y prosperidad.

Otras naciones del mundo, de todas las geografías y culturas, después de largas noches oscuras de opresión y muerte, han logrado traspasar el umbral de la esperanza. Lo que suele suceder es que solo tomamos conciencia del sentido de la “noche oscura” después del amanecer.

Entonces, teniendo en cuenta todas estas razones y circunstancias, y habida cuenta de las raíces culturales y espirituales del pueblo cubano, no debemos rendirnos ante el colapso de lo viejo, no debemos permitir hundirnos con el casco del navío naufragado, no debemos dejarnos manipular por una visión apocalíptica y sin horizonte. Eso es lo que algunos desearían para alargar la agonía del pueblo cubano.

Es hora de levantar la cabeza, de alzar la vista, de hacer de esta crisis terminal el nacimiento de una nueva etapa en la historia de Cuba. Toda crisis es paso. Toda crisis es parto y germinación. A pesar de todo lo malo y de la maldad misma busquemos razones y visiones de esperanza. No se trata de banalizar la maldad, se trata de identificar sus causas y participar en el alumbramiento de las soluciones. Se trata del paso de la crisis a la vida nueva.

Es verdad que las primeras luces del amanecer solo son percibidas por aquellos que desde lo alto otean el horizonte, escudriñan las estrellas, interpretan las señales de los tiempos, están convencidos que todo llega y hay que ayudar en dar a luz a la nueva República. Esos son los profetas de una esperanza bien fundada.

Cuba necesita profetas de la esperanza.

Pinar del Río, 20 de noviembre de 2022

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