EDITORIAL 82: LOS ESTALLIDOS SOCIALES EXIGEN SOLUCIONES

Foto tomada de Internet.

Las manifestaciones del 11 de julio de 2021 a lo largo de toda Cuba han marcado nuestra historia patria cerrando una etapa y abriendo la puerta a un tiempo nuevo. Es imposible regresar al estado de cosas anterior. A un mes del debatido acontecimiento merece la pena seguir reflexionando sobre sus causas, sus detonantes y sus consecuencias.

La crisis y la pandemia

En la búsqueda de las causas profundas de los eventos sociales es necesario reconocer que todo hito es parte y fruto de un proceso. Nada surge por generación espontánea, aunque hay reacciones espontáneas que expresan el mal de fondo o la acumulación de factores que desembocan en una explosión social en cascada como la ocurrida el 11J cubano.

Desde hace más de un año el Centro de Estudios Convivencia (CEC) viene pensando, alertando y previendo una alineación de fenómenos económicos, sociales, políticos y antropológicos en Cuba que podrían tener graves consecuencias. El IX Informe del think tank de Convivencia titulado “La COVID-19 en Cuba y sus consecuencias en la etapa de post-pandemia: visión y propuestas”, que fue publicado el 9 de mayo de 2020, contó con la colaboración de nueve pensadores, cuatro economistas, un médico, un microbiólogo, un sociólogo, un politólogo y un agrónomo, todos cubanos de la Isla y de la Diáspora: Carmelo Mesa Lago, Omar Everleny Pérez Villanueva, Elías Amor Bravo, Jorge Ignacio Guillén Martínez, Elaine Acosta González, Rafael Sánchez, Dimas Castellanos Martí, Yoandy Izquierdo Toledo y Dagoberto Valdés Hernández.

El Informe tiene como objetivo aportar ideas y propuestas de solución ante los desafíos que presenta la pandemia de la COVID-19 en el sector de la salud, la economía, la sociedad civil, la cultura y la política. Se proponen estrategias y políticas públicas para enfrentar el desarrollo de la pandemia y sus consecuencias en la etapa de la post-pandemia. El Informe consta de cinco partes: una primera acerca del desarrollo de la COVID-19 en Cuba; una segunda con propuestas en el sector de la salud; una tercera, con propuestas en el sector de la economía; una cuarta, en la que se analiza el impacto de la pandemia en el cambio de época en Cuba; y una quinta, en la que se constata la importancia de los laboratorios de pensamiento y la creación de comunidades de think tanks cubanas para idear, prever y buscar soluciones a través de una colaboración sistemática.

En la página 71 del mencionado Informe del CEC se ofrecen varias conclusiones desde hace 14 meses. En la primera de ellas se expone que varios factores internos y externos se han combinado en Cuba y pueden favorecer la formación de una “tormenta perfecta”. Que es la forma que tienen algunos académicos para nombrar la conjunción de diferentes factores que producen una crisis sistémica. No se trataba de profetizar la desgracia, ni fomentarla, ni contemplarla desde la torre de marfil de unos intelectuales; se trataba de prever, de evitar, de hacer un ejercicio de prospección para proponer soluciones que evitaran unas consecuencias no deseables. El Informe fue publicado en nuestro sitio web www.centroconvivencia.org desde el 15 de mayo de 2020, y el grueso de su contenido lo constituyen, precisamente, las propuestas para prevenir una tormenta mayor.

Otros estudiosos cubanos, dentro y fuera de la Isla, también han venido publicando desde hace años sus estudios y propuestas. Muy pocas han sido tenidas en cuenta, y el centro y la clave de la crisis sistémica sigue y ha alcanzado las dimensiones de protestas sociales transversales en toda Cuba. Ignorar que el origen, tanto de la crisis como de las soluciones, están dentro de la nación cubana, concebida toda ella en todas las orillas, es el primero y más grave error del análisis y de la búsqueda de soluciones.

Seguimos considerando que la causa principal de esta crisis-sobre-crisis está en la ineficacia del sistema económico, político y social que no libera las fuerzas productivas de la nación, excluye a cubanos de la Isla y de la Diáspora, le teme a la propiedad privada y a la libre empresa, sigue apostando a la centralización y a la empresa estatal socialista, no acepta una economía social de mercado, ha provocado un analfabetismo ético y cívico que ha causado un daño antropológico persistente, y no abre el modelo político a espacios e instituciones democráticas.

El papel de la Internet y las redes sociales

Otra de las lecciones que nos ha dejado el 11J, que algunos llaman el “Día de la Dignidad Nacional”, es el decisivo papel del pueblo a través de la Internet y de las redes sociales. Es proverbial la referencia a la obrainmortal de Lope de Vega, en el Siglo de Oro español, “Fuenteovejuna”. Desde la publicación de esta obra de teatro en el Madrid de 1619, y desde mucho antes, se ha hecho un icono de la soberanía de los ciudadanos lo que es de sentido común y de conocimiento general: que también las naciones pueden protagonizar eventos trascendentales como comunidad, como sociedad civil, como pueblo convocado y movilizado por sí mismo, cuando encuentra una razón compartida para manifestarse. Creer que el pueblo siempre es masa inerme, es desestimarlo. Creer que el pueblo siempre necesita un líder superior a sí mismo y, todavía peor, pensar que cuando el pueblo se une y actúa consensuadamente esto tuvo que ser preparado, convocado, e incluso pagado desde fuera de ese mismo pueblo soberano, es considerarlo como masa sin rostro, sin alma y sin libertad. El 11J es una muestra objetiva y comprobable de que no siempre todo viene de fuera o de la cabeza de un iluminado o de un grupo específico. Las naciones tienen vida propia.

Lo que sucedió en Fuenteovejuna, cuando no había las tecnologías de la comunicación con que contamos hoy, ha sido potenciado por la red de redes, la Internet y las redes sociales. Los que achacan los acontecimientos a agentes o factores externos no han tomado conciencia suficientemente de que las redes sociales como Facebook, Whatsapp, Signal, Telegram y otras, han venido transformando a la sociedad cubana actual a pesar de la lentitud, limitaciones, costos estratosféricos y cortes a voluntad de la monopólica empresa estatal de comunicaciones.

Consideramos que esa transformación paulatina e irreversible de la sociedad cubana, aún deficiente pero real, se debe al multiforme aporte de las redes en el ciberespacio. Mencionaremos algunos:

  1. La Internet empodera libre y soberanamente al ciudadano que tiene acceso a ella.
  2. La Internet facilita el acceso a una información plural, libre, directa y sin la censura ni la manipulación de la propaganda oficial.
  3. La Internet transparenta a la sociedad de tal forma que ya es imposible ocultar, disimular, posponer o negar hechos y opiniones que antes solo podían ser comprobados por sus protagonistas aislados y sin acceso a la prensa.
  4. Las redes sociales construyen amistad social, grupos espontáneos de la sociedad civil.
  5. Las redes sociales convocan, movilizan, crean, comparten y almacenan información.

La explosión social del 11J no sucedió a la vez en el mismo minuto en toda Cuba. La primera manifestación en San Antonio de los Baños fue subida, compartida y contagiada. Cada localidad buscó su forma, sus calles y parques, sus consignas… que por cierto, han sido más diáfanas y concretas que nunca: “Libertad”, “Patria y Vida”, “No tenemos miedo”, “Queremos cambio, hablen con el pueblo”, y otras que fueron saliendo espontáneamente. Hubo quien coreó, hubo quien saltó, hubo quien levantó las manos limpias de armas y de odio, hubo quien, delante de la turba convocada para la confrontación y la violencia, se arrodilló y rezó. Esa es la inmensa mayoría pacífica del pueblo cubano. La violencia vino después, y escasos y puntuales eventos vandálicos. Ambos, la violencia y el vandalismo son reprobados e indeseados por casi todos los cubanos.

La mayor prueba del decisivo rol que jugó la Internet y las redes en el 11J es el “apagón” digital ejecutado por el Estado cubano. Días después todavía seguían las comunicaciones intermitentes y enlentecidas a propósito. ¿Por qué las autoridades cubanas sintieron la necesidad de tumbar la Internet? ¿Qué se intentaba ocultar? ¿Qué se deseaba impedir? ¿Por qué si no había nada que ocultar? ¿Por qué temer a la verdad, sea positiva o negativa? ¿Quién le teme a las comunicaciones libres entre los ciudadanos? ¿Qué se propone el poder construyendo “muros” a la información entre los miembros que ostentan la soberanía de la nación? Cada cual podría responder, delante de su conciencia, a estas inquietudes.

Ahora bien, dice la sabiduría milenaria de la humanidad que nadie puede negar la luz cuando unos ojos ya la vieron. Ocultar esa luz es estar ciegos. Cuando alguien vive en una cabaña cerrada y oscura, y logra abrir aunque sea un ventanuco, comprueba que existe el aire de la libertad, la luz de la verdad, y el “hábitat” para crecer por sí mismos en humanidad y vivir compartiendo en convivencia democrática. A esas personas, o a esos pueblos, jamás se les podrá negar ya lo que sus ojos vieron y su corazón sintió. La experiencia del 11J no solo no será olvidada, sino que jamás podrá ser negada, manipulada o desfigurada. Cuba supo lo que siempre fue. Cuba sintió como late el corazón de un pueblo que demanda en paz. Cuba experimento la libertad del alma nacional en cada calle en que descubrió al fin lo que es ser libre y soberano. Cuba también sufrió el precio de la libertad. Cuba pudo comparar, y ver, y sentir el rostro de la violencia, la herida y la muerte sobre el cuerpo de la liberación interior y de la paz como actitud y como método.

Cada estallido social exige soluciones globales, efectivas y rápidas. Cada crisis exige un cambio estructural que impacte favorablemente en los que lo sufren. Los ciudadanos, la sociedad civil y los que son servidores públicos deben compartir el deber de escuchar el clamor de la nación que formamos todos, abrir los espacios e instituciones a la participación libre y democrática, para en ellas de forma transparente se debatan las propuestas de solución que salen del seno del mismo pueblo y no dictadas desde arriba por una minoría. La solución del problema de Cuba está en Cuba, en todos sus hijos. Pero no hay solución posible si el pueblo siente miedo. Es necesaria una ecología humana que libere la iniciativa, la creatividad, la participación y el trabajo de todos los cubanos. Con violencia no hay solución razonable. Con muerte no hay patria ni libertad.

Queremos la libertad sin ira. Queremos la justicia sin venganza. Queremos la verdad sin heridas. Queremos la patria con vida. Queremos la paz sin sumisión. Queremos la democracia sin corrupción. Queremos a Cuba sobre los dos pilares que le pusieron sus padres fundadores: la Virtud y el Amor.

Pinar del Río, 4 de agosto de 2021

 

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