DOS CLAVES PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Miércoles de Jorge

En las condiciones actuales de la economía y la sociedad cubana, la clave no está tanto en potenciar una forma empresarial y olvidarnos de otra, sino en reformar las existente de manera profunda para que sean productiva, eficientes, generen crecimiento y prosperidad y con ello desarrollo económico y social. No creo que sea prudente eliminar de una vez el sistema empresarial estatal para privatizar toda la economía, como tampoco lo es mantener al sector privado en las precarias condiciones que hoy existe, este demanda –para poder aportar al país de la forma en que se necesita– una transformación sustancial.

Como muchos economistas han sugerido una y otra vez, la clave está en un paquete de reformas estructurales, integradas y coherentes entre sí, que vayan a las raíces de los problemas económicos que nos afectan, y que de una vez prioricen las soluciones económicas sobre los criterios ideológicos y políticos que han frenado por décadas dicho proceso. En cuanto a las formas empresariales, ya hoy tenemos una coexistencia de forma legal y más o menos efectiva de empresas estatales con micro, pequeñas y medianas empresas privadas, así como cooperativas y trabajadores autónomos o cuentapropistas. El próximo paso sería en cada uno de estos sectores profundizar la reforma. Para ello, se pudiera avanzar con lo siguiente:

Reformar el sector privado

Sin dudas es positiva la apertura de los últimos años al sector privado, la ampliación de las actividades autorizadas a realizar por los trabajadores por cuenta propia y la eliminación de la lista de actividades permitidas. Así también la legalización y avance en el proceso de creación de micro, pequeñas y medianas empresas, junto a la posibilidad de continuar el proceso de creación de cooperativas no agropecuarias que había estado congelado por años. No obstante aún hay mucho por hacer para que este sector pueda aportar su máximo potencial a la economía.

– Eliminar o reducir sustancialmente la nueva lista de actividades prohibidas a realizar por el sector privado, especialmente las relacionadas a la actividad profesional. Es inconcebible que los ingenieros, juristas, economistas, guías de turismo, periodistas y muchos otros profesionales no tengan la opción de emprender y desarrollar sus iniciativas mediante esta forma de gestión empresarial. El costo de oportunidad para la economía cubana es inmenso.

– Resulta vital, no solo que se puedan crear negocios, sino que estos en efecto puedan operar con libertad. Es decir, que sean dueños efectivos de lo que producen, que puedan fijar precios, comerciar sin intermediarios, recibir inversión local y foránea sin condicionamientos o controles políticos, acceder a mercados, acceder a créditos y a incentivos fiscales, crecer y generar riqueza para los negocios y para el país sin miedo a chocar con las barreras del burocratismo o el control político.

Reformar el sistema empresarial estatal

En cuanto a la empresa estatal, forma de gestión que agrupa a la gran mayoría de las empresas cubanas y a las más grandes empresas, hace muchísimos años que se viene hablando de la necesidad de reformarla de forma profunda. Decenas de medidas han sido aprobadas en los últimos años para dar un salto de productividad y eficiencia en este sector, sin embargo –salvo en raras excepciones– no se han obtenido los resultados esperados. La principal razón, es que estas empresas funcionan más como espacios para el control político e ideológico que como espacios para la producción y creación de riquezas. Al menos sería necesario lo siguiente:

– Reducir el número de empresas estatales, especialmente las que no son productivas, las que están siendo sostenidas por el presupuesto del Estado y que en lugar de riqueza generan una carga insostenible para la economía. Obviamente en algunos casos estratégicos se justifica la presencia de esta forma de propiedad pero tanto en la agricultura y la industria como en los servicios, existen importantes espacios que deberían ser llenados por empresas privadas y cooperativas.

– Implementar de una vez, y con seriedad, la reforma a la empresa estatal en cuando a descentralización y autonomía. Sin este importante paso será imposible generar los incentivos laborales necesarios para que estas empresas sean más eficientes.

 

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

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