Descentralización y autonomía empresarial: un cambio fundamental para la economía cubana

Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
 
Tomado de lasantamambisa.wordpress.com

Tomado de lasantamambisa.wordpress.com

El hecho de que la economía planificada centralmente no ha logrado los resultados esperados ni sacará al país de la crisis existente, ha sido demostrado claramente en la realidad cubana. Por tal motivo, la dirección del país se ha visto en la obligación de buscar y experimentar nuevas formas de gestión (algunas de ellas orientadas al mercado) que devengan en solución a los problemas existentes.

 

Uno de los objetivos contenidos en los Lineamientos de la Política Económica y Social, es el de la descentralización gradual de los procesos productivos, concediéndole algunas cuotas de autonomía a la empresa estatal. El propio Raúl Castro así lo ha expresado, recalcando siempre que debe ser un proceso gradual y en el que se estudie cuidadosamente cada paso a dar.

 

La coyuntura interna y externa que acompaña a la economía cubana en estos momentos, pudiera ser un fuerte dinamizador para que estas mínimas medidas que el gobierno necesita implementar, profundicen, aceleren y expandan la economía. Desde este punto de vista considero que en Cuba se está dando un escenario favorable al cambio.

 

¿Hacia dónde vamos?

 

Existe una fuerte contradicción entre lo que implica un modelo de planificación centralizada y lo que se quiere, que es un crecimiento de los niveles de producción, el primero, por limitaciones propias nunca nos llevará al otro. Lo hemos visto en Cuba y también en las experiencias extranjeras.

 

Hasta el momento no creo que exista la disposición de permitir un verdadero proceso descentralizador y mucho menos de concederle total autonomía a las empresas, más bien se intenta maquillar una economía decadente y estancada con algunas pinceladas de mercado. Se quiere avanzar hacia un modelo en el que los empresarios cuenten con más facultades, pero evitando a toda costa la privatización, y esto aunque no lo parezca, también puede tener impactos positivos para la economía cubana.

 

Es difícil predecir las reformas que en términos de política económica se pretenden implementar, ni la forma en que se hará. Lo que sí podríamos hacer es pronosticar algunos posibles escenarios para el corto y mediano plazo, y en función de ellos proponer algunas ideas encaminadas a la búsqueda del bienestar social. Creo que las intenciones del gobierno cubano giran alrededor de estos posibles escenarios:

 

  1. Mantener el modelo de funcionamiento existente, alargando su tiempo de vida con algunas cuotas de mercado (se ha venido aplicando en los últimos años y ha propiciado pocos resultados).

 

  1. Un desarme  gradual y cauteloso del modelo centralmente planificado, con vistas a una economía de mercado (pudiera darse una imitación del modelo vietnamita o el chino).

 

En este sentido, se podría mantener un estado de estancamiento y poco crecimiento, o bien podría darse un impulso importante a las fuerzas productivas. Una opción o la otra estarían en dependencia de los límites (marcos regulatorios, reglas) que se vayan estableciendo a medida que un proceso de descentralización y autonomía se comience a implementar con mayor decisión.

 

Algunas ideas a tener en cuenta para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas

 

Descentralización y autonomía empresarial constituyen un dúo que haría despegar a la economía cubana. Son métodos horizontales que crean y responden a los incentivos de las personas, facilitan el flujo de información y las transacciones económicas, estimulan la innovación (inversión en investigación y desarrollo), por tanto garantizan un mejor funcionamiento de la economía. Mientras que la verticalidad y los métodos de dirección coactivos son enemigos de la eficiencia y el desarrollo económico, bloquean la libertad y la iniciativa de las personas.

 

Si verdaderamente se pretende avanzar hacia el desarrollo de la economía cubana, hay determinados aspectos que no pueden pasar por alto en este complejo proceso -que según se ha expresado- se pretende comenzar a experimentar e implementar tímidamente:

 

  1. El sector cuentapropista debe continuar expandiéndose hasta engranar un fuerte movimiento de pequeñas y medianas empresas (PYMES). El pequeño e incipiente sector privado que ha venido apareciendo en nuestra economía necesita, entre otras cosas, tener acceso al mercado mayorista, a un mercado de capitales y valerse del crédito como una  de las herramientas fundamentales para su desarrollo. El asedio de los inspectores debe cesar, los impuestos deben ser razonables y justos. La gestión de estos pequeños empresarios no puede estar condicionada por la posibilidad de perder la propiedad del negocio o de recibir un abusivo control.

 

  1. Los empresarios deben sentirse dueños de sus empresas y para ello necesitan poder de decisión (incluso cuando la propiedad sea del Estado, las empresas deben tener poder institucional para tomar sus propias decisiones), de lo contrario nunca llegarán a actuar todo lo racionalmente que actuarían. Cabe señalar que la descentralización no es condición suficiente para que una empresa tenga un buen desenvolvimiento, pues depende de cómo se organiza, y por otro lado, es bueno reconocer que la propiedad privada no es sinónimo de eficiencia y buen funcionamiento, depende de quién toma las decisiones.

 

  1. Si los grados de autonomía concebidos se reducen a un pequeño número de decisiones prácticamente irrelevantes dentro de la empresa, tampoco se pueden esperar resultados diferentes. Normalmente los “empresarios” cubanos tienen que depender de un plan y de la disponibilidad de recursos que se le asignan de manera central, llegando al punto de no poder decidir libremente si producir un producto o no, cuánta cantidad producir, a quién vender, cuánto vender al Estado, con cuánto quedarse, qué insumos adquirir y a quién comprárselos, dónde vender sus productos (en el país donde reside o en el extranjero), qué equipos o maquinarias comprar, qué tecnología usar, etc. Un verdadero cambio sería proporcionar a los empresarios todas las facultades para tomar cada una de estas decisiones, para gestionar su empresa con libertad. De lo contrario, no podemos esperar eficiencia y productividad alguna, pues humanamente es imposible que alguien o un grupo de personas desde “arriba” puedan contar con toda la información necesaria para tomar decisiones correctas e implementarlas de manera vertical.

 

  1. Otro aspecto de importancia es la descentralización de los poderes públicos. Los gobiernos locales necesitan gestionarse con autonomía y ser elegidos democráticamente, de manera que respondan siempre a las necesidades reales del territorio que representan. La verdadera descentralización de los gobiernos locales no debe confundirse con una mera desconcentración, una transferencia de la responsabilidad por algunos servicios sociales o productivos, pues la descentralización consiste en concederles el poder para tomar decisiones y para agenciar y acceder a los ingresos necesarios. Son ellos quienes pueden gestionar de manera más eficiente y eficaz, pues cuentan con la información necesaria para distribuir los recursos limitados.

 

Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).

Laico católico.

Estudiante de Economía.

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