Democracia, política y sociedad en Cuba

La Declaración de Viña del Mar expresa en su párrafo 19 y siguientes que La gobernabilidad en democracia supone la representación y participación de todos los habitantes de nuestros Estados, sin consideración de origen, raza, religión o sexo… pues ello refrenda la legitimidad de la democracia política”.

En este sentido algunas propuestas para Cuba serían:

  1. Reconocimiento oficial de las minorías políticas y de su aporte a la democracia según la más genuina tradición de nuestros patricios como Varela y Martí. En este sentido es urgente y necesaria una nueva Ley Electoral y un nuevo Marco Jurídico (Cf. centroconvivencia.org/propuestas/marcojurídico).
  2. Ampliar los espacios de diálogo y debate público, socio-cultural y económico hasta que puedan ser considerados como práctica ordinaria y puedan considerarse como expresión de una cultura del debate asumida sin temores, ni hegemonías de ningún grupo, creencia o partido. Es esencial la definición de roles de todo los actores de la sociedad civil, basados en el concepto de unidad en la diversidad.
  3. Facilitar los trámites jurídicos, por canales expeditos, para atender las quejas de los ciudadanos y defender sus derechos y garantías: Defensor del Pueblo.
  4. Establecer en el sistema nacional de educación, de forma orgánica, un programa de formación cívica que brinde una educación para la democracia y la participación. Otras instituciones y organismos pueden cooperar en este empeño; entre ellos la Iglesia, y en este sentido deben continuar y ampliarse los servicios de formación cívica y ética según la doctrina social y la tradición política La diversidad de filosofías y creencias debe ser integrada en todos los programas institucionales, no solo para satisfacer un derecho individual de cada cubano, sino para crear las bases de una sociedad pluralista desde etapas tempranas (Cf. www.centroconvivencia.org/propuestas/educación).
  5. Los grupos y organizaciones, aún cuando fueran minoritarios, que deseen representar alternativas económicas, culturales, sociales o políticas deben procurar afianzar el arraigo patrio y su permanencia dentro del país, para buscar el bien posible en cada etapa democrática. El Estado podría dar pasos en este sentido dentro de la legalidad y la cultura del debate. En este sentido es urgente y necesaria una nueva Ley de Aso
  6. Facilitar la transparencia y el diálogo como los medios más factibles para alcanzar el sano equilibrio de todas las expresiones políticas del país. Un país con el grado de instrucción como el nuestro y con la hermosa tradición cívica que nos legaron Varela, Martí, Céspedes, Agramonte y otros muchos, debe saber dar al mundo una prueba de madurez y tolerancia política. Sin transparencia política en la información no podría avanzarse hacia la democracia.
  7. Propiciar el desarrollo de la sociedad civil para que los ciudadanos encuentren espacios autónomos de ejercicio, no solo de la democracia política, sino también social, económica y cultural.
  8. Ratificar los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y Económicos, Sociales y Culturales, así como los convenios de la Organización Internacional del Trabajo. Estos instrumentos internacionales propiciarían en Cuba una mayor libertad religiosa, de prensa, de expresión, de asociación y desarrollo humano integral.

La dimensión política de la democracia en Cuba debe avanzar aparejada al reconocimiento de las minorías políticas como interlocutores válidos, y fomentar cambios constitucionales encaminados al mejoramiento económico, de las relaciones internacionales y sobre todo a propiciar el desarrollo de la libertad plena de sus ciudadanos.

Impacto de las transformaciones democráticas en Cuba

Existen por lo menos cinco razones fundamentales para que Cuba se sume a las transformaciones democráticas que postulan, e intentan realizar los países del área. Estas cinco razones pueden ser, entre otras:

  1. Desde el punto de vista antropológico: contribuye al desarrollo personal, al enriquecimiento moral y espiritual de todos los cubanos.
  2. Desde el punto de vista histórico: da continuidad y garantía de eficacia a la mejor herencia política cubana.
  3. Desde el punto de vista económico: en un ambiente de mayor libertad y participación los ciudadanos cubanos tendrían mayores motivaciones para trabajar y aumentaría el crédito, la confianza y las inversiones extranjeras.
  4. Desde el punto de vista de las relaciones internacionales: permitiría la gradual apertura a nuevas áreas como la Unión Europea, la misma Comunidad iberoamericana y otras.
  5. Y desde el punto de vista de la política interna: fortalece al mismo Estado, da seguridad a los ciudadanos, mejora la sociedad civil y fomenta la reconciliación y la paz ciudadana.

Si miramos el futuro de Cuba y confiamos en la sensatez de todos sus hijos, en la riqueza de nuestra cultura, en las reservas morales de nuestra nacionalidad, en nuestra auténtica tradición política democrática y en el gran poder de recuperación de los cubanos, podríamos recordar palabras del Apóstol José Martí. Ellas reflejan también mis esperanzas y las de muchos cubanos que luchan por la democracia:

 “Se me hincha el pecho de orgullo, y amo aún más a mi patria desde ahora, y creo aún más desde ahora en su porvenir ordenado y sereno, en el porvenir redimido del peligro grave de seguir a ciegas, en nombre de la libertad, a los que se valen del anhelo de ella para desviarla en beneficio propio; creo aún más en la república de ojos abiertos, ni insensata ni tímida, ni togada ni descuellada, ni sobre culta ni inculta, desde que veo, por los avisos sagrados del corazón, juntos en esta noche de fuerza y pensamiento, juntos para ahora y para después, juntos para mientras impere el patriotismo, a los cubanos que ponen su opinión franca y libre sobre todas las cosas, y a un cubano que se las respeta. Porque si en las cosas de mi patria se me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, este sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre” (Obras Completas, Tomo I, pág. 698).

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).

Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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