Democracia y economía en Cuba

Cuba no podrá mejorar su democracia si no encuentra un trato adecuado en el plano económico internacional en la medida que dé los pasos necesarios hacia una transición e inserción en el concierto de naciones. Las recientes posiciones de la Unión Europea y el acercamiento de los EE.UU. hacia Cuba con el comienzo de la normalización de sus relaciones diplomáticas se acercan más a esa situación deseada y ponen al descubierto que el problema está, como siempre lo ha estado, del lado de los cubanos.

En este sentido algunas propuestas para Cuba serían:

  1. Contribuir a la búsqueda de soluciones para aprovechar las oportunidades de la globalización y para amortiguar sus efectos negativos, haciendo Cuba todos los cambios necesarios para no aislarse de la región y del mundo, y asumiendo la comunidad internacional una postura coherente con dichos cambios.
  2. El comercio y la integridad regional no deben ser manipulados por razones políticas, la clave de entendimiento deben ser los derechos de los hombres y de los pueblos.
  3. Las medidas de fuerza deben ser abolidas para crear un clima de distensión y no dar razones de “país asediado”, de modo que puedan removerse todas las justificaciones para no movilizar los cambios necesarios hacia la democracia. Las medidas de fuerza no están éticamente justificadas y mucho menos cuando afectan a las poblaciones en sus necesidades básicas. Cuba debe ser fiel al trato civilizado que dice tener con todos los interlocutores y debe comenzar un proceso de intercambio mutuamente respetuoso en el plano cultural, comercial, financiero, etc. Cuba tendría que contar no solamente con recursos económicos, sino también, y mucho más importante, con los recursos humanos preparados y educados en la cultura de la pluralidad y el diálogo, asignaturas pendientes en la élite de poder cubana.
  4. El proceso de transición a la democracia debe conjugarse con la solución del problema de la inserción de Cuba en las nuevas formas de la economía y viceversa. Los pasos que se están dando recientemente, demuestran todo lo contrario. A las reformas establecidas por Raúl Castro en 2006, cuando inició su mandato, se contraponen en 2017, a escasos meses de que deba dejar sus cargos al frente del país, el cese de la emisión de patentes para el trabajo en el sector privado. Aún continúan las trabas para los emprendedores en cuanto a la ausencia de una red mayorista de suministros y otras cuestiones.
  5. Deben superarse leyes excluyentes que, al mismo tiempo que dificultan la inserción en nuevas formas económicas, obstaculizan la adopción de nuevas formas de democracia que están en sintonía perfecta con lo mejor de nuestra tradición política.
  6. Cuba debe equilibrar el papel de un Estado, durante mucho tiempo excesivamente paternalista, con la promoción de un sector privado que ponga en movimiento sectores importantes de nuestra micro y macroeconomía. Se debe eliminar la “lista de trabajos medievales” y legalizar el libre ejercicio de las profesiones. Es raro, por lo menos, encontrar una lista que incluya oficios como zapatero remendón o repasador, porque no se le puede llamar profesor a la persona que realiza esta profesión.
  7. Los cubanos debemos tener acceso a la propiedad privada, mixta, cooperativa y a la inversión y poder contar con los capitales necesarios. Mientras tanto, Cuba no podrá insertarse establemente en la economía de la región ni avanzar hacia un verdadero desarrollo sostenido.
  8. El libre empleo y la posibilidad de organizar libremente micro-empresas y empresas de autogestión son otras de las dimensiones que favorecerían la estabilidad política rumbo a una mayor democratización real.
  9. Conjugar la inserción en una economía de mercado con la debida justicia social es el reto mayor para los cambios en el actual proceso cubano. Un proyecto de economía social de mercado podría ser una alternativa para Cuba pero siempre teniendo en cuenta su situación específica actual como país en desarrollo.

La democracia en Cuba no podrá encontrar bases seguras para su perfeccionamiento y estabilidad si al mismo tiempo no se democratiza la economía abriendo a todos los cubanos los derechos a la propiedad privada, al libre empleo, al acceso al comercio exterior y a las inversiones.


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).

Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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