Cuba: ¿Estado fallido o retroceso sostenido?

Martes de Dimas

El concepto de Estado Fallido se emplea para designar la imposibilidad de un Estado de cumplir con sus principales obligaciones. Entre las funciones habituales que lo definen están la seguridad de sus ciudadanos, el acceso a las necesidades materiales más básicas, la sanidad y educación, las infraestructuras., lo cual permite un amplio abanico de interpretaciones. La inclusión o no de Cuba en ese concepto resulta de mayor utilidad para el debate académico que para definir lo que ocurre en la vida real de sus habitantes.

El 10 de noviembre de 2021, ante el Cuerpo Diplomático acreditado en la Isla,  el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en su función de defensor del statu quo, dijo: “El libreto que sigue el gobierno de Estados Unidos es el de tratar de mostrar a Cuba como un Estado fallido”. Más reciente, el 5 de septiembre de 2022, en el acto por el 65 aniversario del levantamiento de Cienfuegos, el secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), Roberto Morales Ojeda, aseguró que Cuba no es un Estado fallido. Ambos funcionarios, eludiendo la cruda realidad y haciendo uso de la ambigüedad del término, eligen a su conveniencia los “argumentos” para la defensa.

Según Morales Ojeda, tratando de imponer la idea del Estado fallido, al gobierno cubano lo tildan de no haber sabido encaminar el desarrollo del país. Para demostrar que se trata de una imposición, empleó los siguientes argumentos: Cuba afrontó la pandemia de la covid-19 con esfuerzos propios; a 18 meses de iniciada la pandemia el país reportaba la tasa de vacunación más alta a escala global con vacunas propias; retomó el curso escolar de manera universal y gratuita; en medio de una crisis energética compleja, con dificultades para el acceso al mercado de los hidrocarburos, no ha subido el precio de la electricidad ni de los combustibles; es considerada como garante de uno de los procesos de paz en Colombia; y está aprobando leyes importantes como es la del Código de las Familias.

Según su defensa, en Cuba no existe un Estado fallido, lo que confirma que es más práctico describir la realidad que enfrascarse en discusiones conceptuales.

En Cuba se implantó un Estado totalitario, que al abolir la separación de los poderes públicos y las libertades cívicas, políticas y económicas, quedó inutilizado para beneficiar al pueblo y garantizar los compromisos contraídos. Por su naturaleza, hasta su desaparición, será incapaz de cumplir con los objetivos propuestos. La realidad cubana podría servir para enriquecer el concepto de Estado fallido –en pleno proceso de validación y enriquecimiento–, o en su lugar aportar información para una nueva definición que implique el caso específico de Cuba.

En un trabajo publicado el 16 de noviembre de 2021, bajo el título “Si Cuba no es un Estado fallido, se parece bastante”, recordé que el 19 de febrero de 1959, seis días después de asumir el cargo de primer ministro, Fidel Castro anunció un programa de gobierno que: “aumentaría notablemente la producción agrícola, […]duplicaría la capacidad de consumo de la población campesina y Cuba borraría su pavorosa cifra de desempleo crónico, logrando para el pueblo un nivel de vida superior al de cualquier otra nación.”[1]

Tres años más tarde –erradicada la propiedad sobre los medios de producción de las empresas extranjeras y cubanas– la ineficiencia resultante obligó, en marzo de 1962, a implantar el racionamiento de alimentos, prendas de vestir, productos de aseo y otros; que hoy se mantiene –en peores condiciones cuando se implantó.

A pesar del fracaso, en 1968 se expropiaron las últimas 55 000 micros y pequeñas empresas privadas, lo que agudizó la ineficiencia. Y en 1970, con el intento de producir diez millones de toneladas de azúcar, se dislocó el resto de la economía, pasando de forma casi absoluta a depender de subvenciones extranjeras, descalabro que nuevamente se agudizó con la desaparición del padrino. Luego, las medidas implementadas, rehuyendo la reforma estructural que el país requiere, no han tenido otro efecto que el empeoramiento de la crisis y de las condiciones de vida en un país que antes de 1959 ocupaba el tercer lugar en América Latina.

A 63 años del programa anunciado en 1959, renglones de la economía en los que Cuba se destacó desde la época colonial, retrocedieron abruptamente: la producción de azúcar actual es similar a la producida a mediados del siglo XIX; el café descendió, entre 1960 y 2014, de 60 000 a 6 105 toneladas, lo que obliga anualmente a erogar divisas para comprarlo en el mercado exterior; y el ganado, segundo renglón en importancia de la economía, otrora abastecedor de carne, leche y productos derivados, descendió desapareció de la dieta de los cubanos.

En 2021 las empresas estatales, según el propio gobierno, arrojan pérdidas. Desde entonces, los cubanos pasan la mayor parte del tiempo aglomerados en interminables colas para adquirir, a precios elevadísimos, productos básicos como alimentos, aseo y medicinas. Al reiniciarse el curso escolar hay dificultades para garantizar la leche normada para los menores de siete años y una gran parte de las familias, debido a la imparable inflación, no pueden comprar un par de zapatos nuevos a sus hijos para asistir a la escuela.

Como la economía es la base del desarrollo social, en las demás esferas se ha reflejado el retroceso sufrido, incluyendo la educación, la salud, el transporte y la vivienda, por solo citar cuatro de ellas. Pero la prueba más contundente del retroceso es el éxodo masivo: en lo que va de año han escapado de la Isla más cubanos que la suma de los 125 000 que se fueron en 1980 por el puerto de Mariel y los 33 000 que lo hicieron en 1994 por la Base Naval de Guantánamo.

El objetivo propuesto en 1959 resultó imposible de lograr, y no se logrará a menos que se proceda a liberar las fuerzas productivas, el comercio y a restablecer las libertades ciudadanas.

Por lo anterior, en las manifestaciones públicas, desde el 11de julio de 2021 hasta hoy, los cubanos, que apoyaron el proceso revolucionario en sus inicios, hoy reclaman un nuevo consenso.

Resulta irrelevante, si con esa muestra de fracasos, Cuba califica o no como Estado fallido, lo esencial es que, gracias a la dirección del Partido-Estado-Gobierno, el país va cuesta abajo en un proceso de retroceso sostenido, que imposibilita  conservar el modelo totalitario y salvar la nación, pues el modelo, por su naturaleza, es irreformable y, por tanto, insalvable.

La Habana, 19 de septiembre de 2022

[1] L. M. BUCH RODRÍGUEZ. Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, p.80

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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