Cuba: conflicto, dialogo y reconciliación

Crónica de un encuentro entre cubanos de las dos orillas
Por María Cristina Herrera
“En otro tiempo Vds. eran tinieblas… Pórtense como hijos de la luz, con bondad, con justicia y según la verdad pues esos son los frutos de la luz.” (Ef.5, 8-9)
Desde Cuba me piden una colaboración para Convivencia, un proyecto de publicación animado por personas que conmigo viven la preocupación y el compromiso en el trabajo por edificar una sociedad civil para todos los cubanos.
Quiero romper este surco compartiendo la experiencia del pasado sábado 2 de febrero. El Instituto de Estudios Cubanos (IEC), convocó a un Conversatorio-Coloquio ¿Cuba: conflicto, diálogo, reconciliación? Tuvimos el acostumbrado apoyo institucional y copatrocinio del Miami Dade College (MDC-Wolfson). Fue una mañana intensa, nutritiva, esclarecedora. La presencia y participación de unos 20 jóvenes latinoamericanos –cubanos, brasileros, peruanos, colombianos y otros—del Honors College / Colegio de Honor del MDC, le confirió a la actividad un sabor, color y sentido renovadores. En consonancia con las palabras de San Pablo que encabezan este texto, los asistentes todos logramos comprender mejor, los frutos de la luz allí cosechados alrededor de: 1) nuestros conflictos, 2) nuestros diálogos y 3) nuestra reconciliación.
El doloroso, múltiple y agobiante conflicto que aqueja al pueblo cubano desde hace medio siglo {la distancia, la separación familiar, la incomprensión, la falta de comunicación, la lejanía, el miedo, las carencias y penurias (vivienda, alimentación, transporte) el destierro, el presidio, la muerte}, presiona y desafía a los cubanos a poner su granito de arena, de alguna manera, para asomarnos todos al futuro que soñamos.
Los colegas que animaron el intercambio eran todos cubanos profesionales e informados sobre la triple temática. Eran, también, distintos en sus perspectivas sociopolíticas y culturales: un periodista, un escritor y dirigente político liberal de renombre internacional, un médico psiquiatra, ex preso político y dirigente de la social-democracia cubana, un intelectual y diplomático, especialista en resolución de conflictos, creación de consenso y reconciliación, y un sacerdote con más de tres décadas de trabajo eclesial y pastoral en la Isla y en su Diáspora. Los asistentes (90) eran en su mayoría personas asiduas a este tipo de actividad. Sin embargo, los comentarios y preguntas no fueron más de lo mismo… Vibraba en el aire una mezcla nueva de ansiedad, curiosidad, impaciencia y esperanza: la gente quería llenar el vacío…
La última hora de la mañana sabatina fue salpicada de preguntas sobre cómo pasar de las palabras a las acciones o los hechos que muestren que los conflictos se suavizan o solucionan, que ya hay instancias de diálogo entre personas y entre grupos diversos allá y acá, ¡que ya la reconciliación no es una palabra sino una experiencia personal y social!
La concurrencia buscaba no solamente respuestas teóricas. Arañaba mental, emocional, y verbalmente para descubrir esa tierra prometida en la que todos los Hijos de Cuba echemos, otra vez, las raíces… para laborar juntos cada día en paz, democracia, solidaridad, responsabilidad y libertad. Crece el número de cubanos, mujeres, hombres, niños y ancianos, multiétnicos y multicolores, dentro y fuera de nuestro Verde Caimán… que ya no quieren oír sino vivir la experiencia reconciliadora…
La dimensión religiosa de la reconciliación incluye el perdón al victimario por parte de sus víctimas. Hay otros elementos reconciliadores tan o más significativos si hablamos de una sociedad, de un país y de su pueblo (Cuba Isla y Cuba Ultramarina), entonces, el proyecto reconciliador desborda el ámbito estrictamente personal, adquiere perfiles sociales y comunitarios. Reconciliación es, sobre todo, el hallar quehaceres de conjunto como ciudadanos y compueblanos: cuando podamos sumar esfuerzos físicos, mentales y emocionales para llevar a cabo obras de interés y provecho colectivos. Es decir, reconciliación para… trabajar, crear, disfrutar, resolver juntos…
Por otra parte, cualquier actividad o proyecto reconciliador supone un grado creciente de confianza personal y social: los que animemos una obra común lo haremos con otros que conocemos y que han manifestado voluntad de cooperación en algo .y para algo. Todo lo que vale… cuesta: paciencia, tesón, sudor, sacrificio.
Nuestro cónclave del pasado sábado 2 de febrero, refleja mucho de lo que aquí comento: allí pensamos, hablamos, compartimos, intelectual, social y emocionalmente: algunos se vieron de otra manera, con menos desconfianza… Se redujo el potencial de conflicto, se pudo dialogar con respeto y hubo gestos reconciliadores.

María Cristina Herrera (Santiago de Cuba, 19–)
Es una de las fundadoras del Instituto de Estudios Cubanos (IEC)
Publicó en Cuba (Vitral) y en Miami su libro autobiográfico “El vuelo de una mariposa”
Fue profesora del Miami Dade College.
Participó en el Diálogo con el Gobierno cubano en 197_)
Reside actualmente en Miami con su alma y su corazón en Cuba.
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