¿CÓMO CONOCER Y MOSTRAR LA REALIDAD DE CUBA?

Foto tomada de Internet.

Hace unos años un amigo me hizo una pregunta que desde entonces nunca ha salido de mi mente, ¿Cómo ves a tu país y cómo lo mostrarías ante otros? Al pensar en el impacto que puede tener en los cubanos la manera en que mostramos nuestro país y también en quienes perciben la información desde otros lugares, me convenzo de la importancia que tiene conocer en profundidad la realidad en que se vive antes de mostrarla. 

Primero conocer, conocer a fondo, y luego mostrar, con responsabilidad, con plena conciencia de lo que se hace y con un profundo sentido de compromiso con la nación, con los cubanos todos. A diario nos encontramos frente a este reto, porque a diario vamos conociendo, descubriendo y adentrándonos más en la realidad en que vivimos. 

Un diagnóstico verdadero, que siempre viene acompañado de propuestas 

Todos los seres humanos somos imperfectos, y todos los procesos humanos por tanto también lo son. Saber reconocer, balancear, y señalar lo positivo de cada persona y de cada obra humana es un reto y al mismo tiempo un deber cívico y moral del ciudadano. No obstante, en situaciones adversas, donde son fuertes las realidades negativas que se experimentan, se torna más difícil la realización de este ejercicio. A veces también somos las personas quienes lo hacemos difícil. 

Más allá de los defectos o problemas, toda realidad humana tiene algo bueno que aportar. El reto está en saber descubrir las cosas buenas, encontrar las experiencias positivas o enseñanzas para el futuro; el reto está también en no dejarse atrapar por el desánimo, la apatía, el inmovilismo ante situaciones a primera instancia desconcertantes. 

Me es difícil aterrizar estas certezas que he mencionado a la cotidianidad del cubano. Pero la seguridad de que para cambiar algo, primero se debe conocer a fondo, luego de evaluar y discernir desde las virtudes y defectos que posea, me hace creer que Cuba, como nación, necesita de un verdadero diagnóstico de su realidad, un diagnóstico que no se limite a señalar lo negativo, sino que destaque y muestre las oportunidades, potencialidades, virtudes y ventajas que tenemos los cubanos.

Un diagnóstico que muestre las realidades negativas, pero que no opaque la luz que hay en cada una de ellas, que invite a conocer en profundidad las realidades para luego tomar partido en las soluciones necesarias, que señale al mismo tiempo que proponga, caminos y opciones de futuro. Este sería un verdadero diagnóstico de nuestra realidad, un balance entre lo bueno y lo malo, y no solamente un enfoque de lo negativo. 

Mostrar Cuba con esperanza es cambiarla 

La esperanza solo es posible cuando se mira el lado bueno de cada cosa que tenemos a nuestro alrededor, de lo contrario caemos en la frustración y la desesperación, perdemos los sueños y dejamos de creer que todo puede ser mejor. Sin mirar el lado bueno de cada realidad que experimentemos, o sin buscar ese lado bueno cuando no se muestre ante nosotros, no seremos capaces de vivir con esperanza ni de transmitir esperanza a quienes nos rodean. 

Buscar razones para la esperanza puede ser una clave para superar el desánimo, la apatía y el inmovilismo, una clave para avanzar hacia el futuro, para construir juntos un país mejor, cada uno poniendo su aporte.  

Cuba sin lugar a dudas es un país donde podemos encontrar miles de razones para la esperanza, embarcarnos en esa tarea nos permitirá la gracia de encontrar felicidad aquí, y a pesar de las dificultades que como parte de la vida se nos presenten. Encontrar razones para la esperanza en Cuba lo necesitamos los cubanos todos, solo que debemos salir a buscarlas, no caen del cielo, e incluso, cuando se nos presenten, si no tenemos bien abiertos los ojos no seremos capaces de verlas. Buscar razones para la esperanza equivale a una demostración de amor a la Patria y a la Nación cubana, pues asumir la esperanza como un valor fundamental en la Cuba de hoy es apostar, entre otras cosas:

  • Para que las familias crezcan y se desarrollen en un ambiente de armonía y sana convivencia. 
  • Para que los jóvenes y los profesionales en general no dejen Cuba y puedan, aquí, vivir dignamente con su trabajo.
  • Para que la gente vuelva a soñar, a creer en el valor de la persona humana, y para que los cubanos construyamos sin miedo un futuro mejor.
  •  Para que la solidaridad verdadera supere al interés personal y al “sálvese quien pueda”.
  • Para que el amor a la patria y el respeto a la dignidad plena del hombre sean, como soñó Martí, las leyes primeras.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.

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