ALGUNOS CAMBIOS QUE CUBA NECESITA

Foto de Rosalia Viñas Lazo.

En los últimos meses he tenido la posibilidad de intercambiar ideas con más de una decena de personas de China, siempre he repetido a cada uno la misma pregunta: ¿Cómo se sienten con el sistema político-económico imperante en China en estos momentos? Todos sin excepción me han dado la misma respuesta: a pesar de que no tengan plenas libertades políticas, a pesar de que no exista una democracia y de que aún haya mucha desigualdad, corrupción y pobreza en el país, se sienten satisfechos con el hecho de que China tiene una “economía de mercado” y, por ende, oportunidades y libertades desde el punto de vista económico. Muchos de ellos coincidieron también en otra respuesta: “mientras no te metas con el gobierno, no tienes problemas y puedes prosperar y hacer lo que quieras”, por lo que no les interesa cambiar el sistema político o no quieren protagonizar ese cambio.

Sé que el número de personas con las que he conversado no son representativas en un país tan grande y diverso, pero no deja de llamarme la atención esta sencilla coincidencia, especialmente cuando trato de pensar en Cuba y en los cambios que de una forma u otra han de darse en nuestra sociedad, y por supuesto no dejo de pensar en la postura que estamos asumiendo los cubanos y la que asumiremos ante el futuro que se avecina. El contexto y la cultura también son totalmente diferentes en China y en Cuba, pero, ¿acaso no estamos los cubanos, como los chinos con los que he intercambiado, más interesados por el progreso económico que el progreso en términos políticos, sociales y lo que es peor, el progreso en términos espirituales y humanos?

La respuesta a esta pregunta obviamente requiere de un profundo estudio, sin embargo, se puede intuir en nuestros ambientes que muchas veces lo “económico” predomina sobre lo demás, algo que de cierta manera es entendible por las precarias condiciones de vida en las que a menudo vivimos los cubanos. De cara al futuro, este es un gran reto que se presenta y al cual hemos de hacer frente con astucia, para que Cuba pueda avanzar hacia un verdadero Desarrollo Humano Integral (DHI).

Cuba necesita mucho más que cambios económicos entender esto no se hace difícil si se estudian otras experiencias internacionales donde los cambios económicos por sí solos no han podido generar progreso y desarrollo en términos generales. También muchos estudiosos del tema del desarrollo señalan la importancia de cambios políticos y sociales que acompañen el progreso en materia económica. Incluso el propio caso de China o Vietnam no son buenos ejemplos a seguir (a pesar de su apertura económica) en términos de progreso social y democratización. En Cuba, al contrario de cómo algunos profesionales proponen, no será la apertura al mercado por sí sola la que generará cambios encaminados al DHI, necesitamos una secuencia de cambios que incluya, entre otros:

Cambios económicos como la libre empresa, la propiedad privada y la liberación de las fuerzas productivas, para que la gente pueda invertir, hacer negocios y prosperar sin miedo a perder lo que tienen, comerciar nacional e internacionalmente. Por supuesto este proceso ha de ser gradual, desde cambios inmediatos como la solución a la dualidad cambiaria y monetaria, y la generación de un ambiente legal apropiado para promover el sector privado, por ejemplo, incluyendo a los profesionales en esa forma de gestión, hasta cambios más profundos como los anteriormente mencionados que permitan avanzar hacia una economía de mercado. Economía de mercado que lejos de abrir totalmente las puertas del país hacia grandes empresas transnacionales, debe estar enfocada y encaminada hacia un mayor desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa como motor dinamizador de la economía.

Cambios políticos que promuevan el respeto al pluripartidismo, a la libertad de expresión, de asociación y de prensa, entre otros derechos humanos, cívicos y políticos. Que garanticen un sistema electoral con verdadera representación democrática, cambios que promuevan la participación y la diversidad política como elementos sanos y necesarios para el buen funcionamiento de la sociedad. En resumen, cambios que hagan avanzar a Cuba hacia la construcción de una verdadera democracia, y una República libre y soberana.

Cambios sociales que garanticen servicios públicos de calidad, de manera subsidiaria y no asistencialista o paternalista. Que promuevan el desarrollo de una sociedad civil madura capaz de regular y balancear la libertad del mercado y la intervención del Estado, de manera que no haya gente con impedimentos para ejercer su libertad y alcanzar su pleno desarrollo, al mismo tiempo que exista un soporte de calidad y eficiente para quien no pueda agenciarse su desarrollo pleno.

Cambios encaminados a sanar el daño antropológico. Si bien Cuba es uno de los países del mundo en los que más se presume de la existencia de brillantes profesionales, cosa que no pongo en duda, hay mucho camino por andar en términos de verdadera educación y formación humana. Como muchas veces se ha repetido en el Centro de Estudios Convivencia (CEC), sanar el daño antropológico es y será el mayor de los retos en la Cuba que se avecina. Construir una sociedad en la que sus ciudadanos se preocupen y participen activamente en la agenda social, política, económica, cultural, etc.; una sociedad con ciudadanos capaces de pensar con cabeza propia, tomar sus propias decisiones y conducir sus vidas con libertad y responsabilidad hacia la búsqueda del bien común, son algunos de los cambios que demanda Cuba. Para ello se necesita ante todo una reforma profunda del sistema educativo, en la que se despoje el sistema educativo de toda influencia ideológica o cualquier manifestación de adoctrinamiento.

Si bien la voz popular a veces parece más inclinada o atraída por cambios económicos que por otros como los mencionados anteriormente, también existen personas dentro y fuera de Cuba que se han dedicado y se dedican a proponer soluciones integrales para la Cuba futura, soluciones que pasan por lo económico, pero también por lo político, social, cultural, y espiritual. En este sentido uno de los ejemplos que no puedo dejar de mencionar es el esfuerzo que desde el CEC se viene realizando en un itinerario de pensamiento y propuestas para el futuro de Cuba, en el que se viene estudiando de manera integral diferentes facetas de la vida nacional, con propuestas de cambio claros para el futuro las que pueden ser consultadas en los distintos informes de estudio que se han estado publicando en el sitio (www.centroconvivencia.org) del CEC.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía por la Universidad de La Habana. 

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