El buen uso de los símbolos patrios

Por Wilfredo Denie Valdés
Escudo de la palma real. Foto de archivo.

Escudo de la palma real. Foto de archivo.

Últimamente he visto algunos comentarios en la prensa y en la televisión sobre el uso de los símbolos de la Patria: la Bandera de la estrella solitaria, el Himno de Bayamo, de Pedro Figueredo, y el Escudo de la palma real.

 

He podido observar que hay un desconocimiento, sobre todo de los jóvenes, en relación a tan importante tema. Se ha hecho práctica habitual el uso de la bandera nacional en prendas de vestir, jabas, etc., además de ser enarbolada no solo por los particulares, sino en actos públicos y en medios de difusión, con letreros y fotos impresos sobre ella. Resulta ofensivo e inexplicable que queden impunes las ofensas a lo más sagrado de nuestras tradiciones. Otros se preguntan el porqué mucha gente se opone a utilizar la foto de Martí en sus pulóveres.

 

Hagamos un poco de historia. En el año 1940 se promulga en Cuba una nueva Constitución, conocida popularmente como “la del 40”, evidentemente.

 

En la nueva Carta Magna, publicada en la Gaceta Oficial No. 664, aparece publicado con meridiana claridad lo siguiente:

 

“República de Cuba, Convención Constituyente, Ley No. 1, Constitución de la República de Cuba de 1940.

 

Preámbulo

 

Nosotros, los Delegados del pueblo de Cuba, reunidos en Convención Constituyente a fin de dotarlos de una nueva Ley Fundamental que consolide su organización como Estado independiente y soberano, apto para asegurar la libertad y la justicia, mantener el orden y promover el bienestar general, acordamos, invocando el favor de Dios, la siguiente Constitución:

 

ARTÍCULO 5- La Bandera de la República es la de Narciso López que se izó en la fortaleza del Morro de La Habana el día 20 de mayo de mil novecientos dos, al transmitirse los poderes públicos al pueblo de Cuba. El Escudo nacional es el que como tal está establecido por la Ley. La República no reconocerá ni consagrará con carácter nacional, otra bandera, himno o escudo que aquellos a que este artículo se refiere.

 

En los edificios, fortalezas y dependencias públicas y en los actos oficiales, no se izará más bandera que la nacional, salvo las extranjeras en los casos y en las formas permitidas por el Protocolo y por los usos internacionales, los tratados y las leyes. Por excepción podrá enarbolarse en la ciudad de Bayamo, declarada monumento nacional, la bandera de Carlos Manuel de Céspedes.

 

El Himno nacional es el de Bayamo, compuesto por Pedro Figueredo, y será el único que se ejecutará en todas las dependencias del Gobierno, cuarteles y actos oficiales. Los himnos extranjeros podrán ejecutarse en los actos expresados anteriormente en relación con las banderas extranjeras.

 

No obstante lo dispuesto en el párrafo segundo de este artículo, en las fortalezas y cuarteles se podrá izar banderas pertenecientes a las Fuerzas Armadas. Asimismo las sociedades, organizaciones o centros de cualquier clase podrán izar sus banderas o insignias en sus edificios, pero siempre el pabellón nacional ocupará lugar preferente.”

 

Después de promulgada la Constitución de 1940, entre las medidas dictadas por el Presidente Ramón Grau San Martín en los primeros meses de su gobierno de 1944, debe mencionarse la de prohibir en todos los cuarteles y puestos militares, lo mismo que en los edificios públicos sin excepción, el uso de otra bandera que no fuese la bandera nacional, con lo cual quedó suprimido el uso de la llamada “4 de septiembre”, que el Ejército y la Marina habían venido usando conjuntamente con la bandera nacional desde 1933.

 

Desde esta medida tomada por el presidente Ramón Grau San Martín quedaron bien definidos las obligaciones y el respeto que todo ciudadano cubano debe tener presente en lo adelante en el uso y cuidado de los símbolos de la patria: la bandera, el himno y el escudo de la palma real.

 

Por lo antes expuesto, como ciudadano cubano haciendo uso del Artículo 3 de la Constitución de la República de Cuba, de 31 de enero de 2003: “La soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente o por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes”, me estoy dirigiendo a la Asamblea Nacional para que en lo adelante, en próxima legislatura, promulgue una Ley que defina el uso de los símbolos de la patria, así como el cuidado que se debe tener en otros usos públicos, personales e individuales para evitar su profanación.

 

Los cubanos, amantes de la libertad y rebeldes ante toda injusticia, siempre hemos tenido presente que no puede hacerse la historia de nuestra bandera sin hacer mención de los primeros hombres que soñaron con libertar a nuestra patria y sin narrar sus primeros esfuerzos: porque fueron, en sus luchas por la independencia, los que nos legaron esa enseña patria que hoy ondea como símbolo de libertad.

 

Según nos afirma Cirilo Villaverde en su relato sobre el origen de la bandera, él fue testigo ocular de la misma. Dice que vivía el poeta y dibujante cubano Miguel Teurbe Tolón en una casa de huéspedes de la ciudad de New York a donde concurrían casi todos los desterrados de entonces, entre los que se hallaban él y el General Narciso López; y que en los primeros días del mes de junio de 1849, sentados en torno a una mesa, López, después de mostrar a Tolón su proyecto de bandera, le describió su nuevo proyecto, el cual fue trazando el dibujante cubano, quedando así hecho el boceto de nuestra hermosa bandera. La primera fue confeccionada en tela por la señora Emilia Teurbe Tolón, esposa del dibujante, la cual fue entregada a López. Tomando este modelo, algunas señoritas de New Orleans simpatizantes de López, confeccionaron algunas más. Agrega Villaverde que fue izada por primera vez, en la oficina del periódico The New York Sun, el 11 de mayo de 1850.

 

La bandera representa o simboliza a la patria. Decir bandera es decir patria. Defender la bandera es defender la patria. Ultrajar aquella es ofender a esta. Respetarla y servirla en todo momento, honrarla con nuestra conducta y venerarla como símbolo que es de nuestra nacionalidad, de los sacrificios y los ideales, de la sangre derramada y de las vidas perdidas en consecución de nuestra libertad, es respetar, servir, honrar y venerar a nuestra patria.

 

La bandera no es, pues, simple pedazo de tela multicolor. Ella es el símbolo sagrado y mil veces bendito de la libertad, de la pureza y del honor. Y el ciudadano y el patriota, que la respetan y la admiran desde que nacen a la luz de la razón, que la juran en la escuela, que la reverencian en la Universidad, que la buscan en la mirada sobre edificios públicos y la incorporan a sus sueños y a sus ideales, no logran separarla de la visión de la patria sino cuando la patria está en peligro serio; de suerte que, nublado el horizonte, arreciando la tempestad, perdidos el sosiego y la confianza, continúe siendo para todos en la hora dolorosísima del naufragio, un signo y señal de paz, bonanza y libertad.

 

Wilfredo Denie Valdés (Pinar del Río, 1926).

Periodista. Licenciado en Historia.

Historiador de la ciudad de Pinar del Río durante mucho tiempo.

Fundador del Movimiento 26 de Julio en su provincia

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