Avances de Cuba en la etapa republicana

Cuba forma parte de América, América es parte del mundo. Dejemos atrás el mito contra ninguna otra nación. No somos proscriptos, somos humanos, nosotros tenemos la culpa de nuestros males, necesitamos paz y tranquilidad. Unámonos todos y apagaremos el fuego que nos quema a todos.

Por Wilfredo Denie Valdés

Gabinete del General Wood.

Gabinete del General Wood.

Después de la intervención norteamericana, Cuba siguió avanzando progresivamente.
Siguiendo el orden cronológico- histórico, es necesario tener una idea sobre lo acontecido en la segunda y última etapa de la intervención norteamericana en la Isla. El 20 de Diciembre de 1899 el General Leonardo Wood tomó posesión del gobierno de la Isla.
Durante el mandato del General Wood, este continuó con las mejoras iniciadas por el Mayor General Brooke, ampliándolas con gran éxito en todas las ramas. Poco a poco se fueron disipando las ideas de anexionismo, por la política impregnadas al pueblo de Cuba por Brooke sobre el cumplimiento de la Resolución Conjunta, en los artículos primero y cuarto reconocidas por los Estados Unidos: ¨ que el pueblo de la Isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente y que no tenía el deseo ni la intención de ejercer jurisdicción y dominio sobre la Isla, excepto su pacificación¨.
Wood reformó la administración de justicia, se creó el departamento de Sanidad, base de la actual Secretaría y se ampliaron las facultades de los ayuntamientos.
El servicio de comunicaciones se reorganizó y amplió considerablemente. Se realizaron numerosas obras públicas en toda la Isla, construyéndose carreteras, puentes, oficinas públicas, hospitales y escuelas, adaptándose para establecimientos de enseñanzas multitud de cuarteles de la época colonial.
El doctor Enrique José Varona, que ocupaba la Secretaría de Hacienda, pasó a la de Instrucción Pública, e inmediatamente inició la reorganización de la enseñanza Secundaria, Universitaria y de Artes y Oficios. La enseñanza primaria continuó realizando grandes adelantos. Se crearon como tres mil aulas, se les proveyó de pupitres modernos, de material de enseñanza, libros de texto. Al propio tiempo se organizó una excursión de 1. 300 maestros a la Universidad de Harvard, para estudiar durante el verano de 1900; se crearon las Escuelas Normales de Verano en la Isla, y se establecieron exámenes de maestros para seleccionar el personal más competente. En poco tiempo se realizaron adelantos inmensos. El Dr. Varona dirigió personalmente todos los trabajos de reorganización de la enseñanza secundaria y superior.
En el verano de 1900, se realizaron grandes trabajos sanitarios en virtud de un brote epidémico de fiebre amarilla, y se efectuaron investigaciones encaminadas a comprobar el origen de la enfermedad. El médico cubano Dr. Carlos J. Finlay, sostenía desde el año 1881 que el agente trasmisor era un mosquito de cierta clase especial. Una comisión de tres médicos norteamericanos y el médico cubano Dr. Arístides Agramonte, sometieron a prueba la teoría de Finlay y quedó demostrada la verdad de la misma. La enfermedad pudo desde entonces ser combatida con éxito y exterminada, prestándosele así un inmenso servicio a la humanidad. Uno de los médicos norteamericanos, el Dr. Jesse W. Lazcar, se dejó picar por un mosquito, para comprobar en sí mismo la teoría de Finlay, adquirió la enfermedad y murió. Fue un mártir de la ciencia.
Con la primera intervención norteamericana y durante el proceso republicano, la medicina y los servicios públicos se transformaron de una manera notable, acompañada de todas las enfermedades infecto-contagiosas. Se llegó al extremo de haber disminuido el promedio de mortalidad, de 24 en 1894, a un 7 por mil, cifra que nos colocó al nivel de los países más progresistas, según el Congreso de Historia, celebrado en La Habana en 1961.
El 25 de Julio de 1900, se publicó un decreto convocando a elecciones para elegir delegados a una Convención Constituyente, encargada de redactar una Constitución de la República, esta se abrió el cinco de Noviembre de 1900, quedando redactada el 21 de Febrero de 1901. El apéndice que aparece en la Constitución por indicación del gobierno norteamericano, sobre cuáles debían ser- a su juicio- las relaciones citadas. La convención discutió y vaciló mucho antes de aceptarla por mayoría de votos de 16 contra 11, el 12 de Junio de 1901.
La Convención, después de aprobada la Constitución, redactó también una ley electoral. Con arreglo a la misma, se efectuaron nuevas elecciones municipales y el 31 de Diciembre de 1901, las de Representantes, Senadores, Gobernadores Provinciales y Presidente y Vicepresidente de la República, siendo elegidos Tomás Estrada Palma, Presidente y Luis Estévez Romero como Vicepresidente.
Las elecciones se celebraron dentro de un clima de paz y concordia entre todos los cubanos. Esta candidatura fue apoyada por el generalísimo Máximo Gómez.
El 20 de Mayo de 1902, el General Wood hizo entrega del gobierno de la Isla al Presidente izándose la bandera cubana en el Morro y en el palacio de Gobierno, en medio de grandes vivas y aclamaciones de la inmensa muchedumbre que llenaba las calles, las plazas y las azoteas. Cuba iniciaba su vida independiente, llena de grandes, alentadoras y risueñas esperanzas.
Pasados algunos años de haber terminado la guerra, el balance era alentador y favorable. La República, a pesar de los aciertos y desaciertos, se levantaba con tan escasos elementos e iba en continua progresión.
No todo fue color de rosa durante el período republicano. Una de las restricciones más oprobiosas de nuestra historia fue la llamada Enmienda Platt, apéndice que se le colgó a la primera Constitución de la República el 12 de junio de 1901 con 16 votos a favor y 11 en contra, y que condicionó la soberanía cubana hasta el gobierno del coronel Carlos Mendieta y Montefur, que duró del 16 de enero de 1934 hasta el 11 de diciembre de 1935.
La Enmienda Platt fue vista por los que votaron a su favor como un mal menor necesario para garantizar el orden interior y la gobernabilidad, pero era, a todas luces, una muleta espuria que pretendía suplir desde fuera lo que los cubanos no lograron hacer por sí mismos en no pocas ocasiones: superar el caudillismo, las turbulencias políticas de bando, que no supieron o no quisieron poner a Cuba por encima de los intereses partidistas, protagonismos personales o, incluso, revueltas raciales.
A medida que la madurez cívica y el oficio político fueron creciendo en Cuba, la oposición a este apéndice, que permitía la intervención norteamericana, creció hasta que, primero el Presidente Grau, en su etapa de gobierno provisional (1933-34), no quiso jurar la Constitución de 1901 porque incluía jurar el Apéndice y logró que, en la VII Conferencia Panamericana en Montevideo se aprobara una resolución que recomendaba a las Repúblicas de América no reconocer validez a los Tratados que no fuesen reconocidos por una de las partes. Esto abría el camino para el apoyo internacional a la abolición del Apéndice.
En 1935, el gobierno de Mendieta, logró renovar el Tratado de Relaciones Permanentes de Cuba con los Estados unidos y que la Enmienda Platt fuera definitivamente abolida. La Constitución de 1940, cinco años después, consagraría la libertad y la independencia de una República unitaria, democrática y capaz de administrar sus propios destinos. Así era, por lo menos, el deseo, la aspiración, el texto y los esfuerzos que se harían por cumplirla hasta que en 1952, comenzara otra etapa turbulenta en nuestro país.
De las experiencias acumuladas, el Gobierno se vio precisado a inclinarse a la necesidad de encaminar a la nación hacia un nuevo orden constitucional. En abril de 1939 se aprobó un nuevo Código Electoral para crear las condiciones de una elección que reflejara en alguna medida los sentimientos populares. Se celebró la Asamblea Constituyente, cuyas elecciones eligieron a 81 delegados sin la representación de ningún militar, quienes no tenían derecho a ejercer el voto ni a ser elegidos. En la Constituyente participaron las más prominentes figuras de las letras y de las ciencias que debatieron el texto de la Constitución que constituiría el fundamento del estado de Derecho que tenía como finalidad organizar los poderes del Estado y garantizar los derechos de cada ciudadano así como los deberes cívicos. La Carta Magna o Ley de Leyes de la nación cubana era todo lo contrario a la tiranía, a las dictaduras o los gobiernos llamados¨ de facto¨, es decir de hecho, impuestos por los hechos y no por las leyes que emanan del pueblo con un criterio propio y no bajo la tutela de ningún caudillo.
“Ya la República tenía su Constitución y sus leyes. El pueblo podía reunirse libremente sin ser manipulado por el Estado, disfrutaba los derechos de asociarse, de hablar y escribir con entera libertad. La opinión pública era respetada y acatada. Había partidos políticos de donde surgían los representantes del pueblo en elecciones generales cada cuatro años. El pueblo palpitaba de entusiasmo. El pueblo tenía la confianza y la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas”. (1)
El pueblo cubano, emprendedor, noble, humano, generoso y trabajador, puesta en marcha la Constitución de la República, puso en función todos sus esfuerzos para el desarrollo y aceleramiento de la producción y los servicios, dentro de un marco de independencia económica, libertad política y justicia social.
Las relaciones económicas y diplomáticas se abrieron aún más al mundo y el mundo se abrió a Cuba con todas sus magníficas posibilidades. Todos los cubanos podían entrar en el territorio nacional, salir de él, trasladarse de un lugar a otro y mudar de residencia. El Estado cubano reconocía la existencia y legitimidad de la propiedad privada en su más amplio concepto de función social sin limitaciones; era libre la organización de partidos políticos y asociaciones; son electores todos los cubanos, de uno y otro sexos, mayores de 20 años, excluyendo los individuos pertenecientes a las fuerzas armadas o de la policía. El Presidente de la República sería elegido por sufragio universal, igual, directo y secreto, en un solo día, para un periodo de cuatro años. Quien ocupara una vez el cargo no podría desempeñarlo nuevamente hasta ocho años después de haber cesado con el mismo; no podría imponerse la pena de muerte; se prohíbe la confiscación de bienes, nadie podría ser privado de su propiedad. He aquí algunos preceptos de la Constitución del 40.
Cuba se convertiría en una taza de oro, abriéndose paso en todos los renglones de la economía nacional. El pueblo se sentía feliz, dada la abundancia de mercancías y medicamentos adquiridos en cualquier parte del mundo. Podemos decir, que el comercio de Cuba con otros países se circunscribía a menos de 15, entre los que podemos mencionar: España. Estados Unidos, Uruguay, Chile, Noruega, Inglaterra, por solo mencionar algunos. Todos los mercados estaban repletos de mercancías. Contábamos con cientos de periódicos locales, revistas y prensa nacional, con cuatro Cadenas de Televisión que eran la alegría del pueblo, cines, teatros, la presencia de artistas internacionales y nacionales. Contábamos con una moneda cubana que tenía el mismo valor del dólar. El turismo crecía vertiginosamente. Es significativo que los automóviles fabricados en los Estados Unidos rodaban casi tres meses antes que en ese país.
Cuba continuaba en ascenso que era motivo de admiración de todos los pueblos de América; ya se venía planificando hacer de nuestro país una de las zonas turísticas de América lo cual reportaría notables ingresos.
Como si fuéramos una República maldecida, la Constitución de 1940 solo estuvo vigente 12 años, no era mucho tiempo. El Estado de Derecho de la cual todos los cubanos vivíamos orgullosos, desaparecería para siempre en el plano político de la Nación al producirse el golpe militar del 10 de Marzo de 1952, al ser esta derogada. Martí diría: “El poder de la República solo debe estar en las manos de los hombres civiles. Los sables cortan. ¡Oh Patria, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!”
Siete largos años de cruenta lucha al costo de casi 3000 muertos, en su gran mayoría en el llano, fue el precio que tuvimos que pagar con el único propósito que se restableciera la Constitución de la República. Este documento constitucional fue crisol de cubanía y fragua de democracia, una de las Constituciones más avanzadas de libertad y progreso, de la cual se han nutrido muchos países amantes de la paz, la libertad y la justicia, pero según el pensamiento de nuestro Apóstol, José Martí: “solo resisten el vaho venenoso del poder las cabezas fuertes. El espíritu despótico del hombre se apega con amor mortal a la fruición de ver de arriba y mandar como dueño, y una vez que ha gustado de este gozo, le parece que le sacan de cuajo las raíces de la vida cuando lo privan de él”. (Tomo 13- pág. 155).
En aras de la justicia debemos recordar al Mayor General Brooke, parafraseando el pensamiento del Apóstol cuando escribió: “el sol tiene manchas pero también irradia luz, los desagradecidos solo ven las manchas, los agradecidos solo ven la luz”.
Nota: El noveno Congreso Nacional de Historia, reunido en la ciudad de Cárdenas en conmemoración al Centenario de la Bandera Nacional, demanda del Presidente de la República colocar un busto del Senador Henrry M. Teller, nobilísimo autor de los artículos, primero y cuarto de la Resolución Conjunta, por lo que se reconoció el derecho del pueblo de Cuba a su libertad e independencia y se proclamó que los Estados Unidos no tenían intención de ejercer dominio o soberanía sobre ella; y del primer Gobernador del régimen interventor norteamericano, John R. Brooke, noble amigo y defensor del pueblo cubano y celoso valedor de su independencia y libertad.
El autor de estos artículos propone además, levantar un busto al doctor Jesse W. Lazcar como mártir de la ciencia, quien se dejó picar por un mosquito, para comprobar en sí mismo la teoría de Finlay, adquirió la enfermedad y murió.
Bibliografía:
Fidel Castro Ruz. La Historia me Absolverá. La Habana.1962.
Ramiro Guerra Sánchez. Cultural, S.A. Habana. Cuba. 1960.
José Martí, 1953.Obras Completas,.
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