Apuntes sobre una visita a Miami

Jorge Ignacio en los jardines de la Ermita de la Caridad de Miami. Fotos cortesía del autor.

Jorge Ignacio en los jardines de la Ermita de la Caridad de Miami. Fotos cortesía del autor.

Ante el impacto que ha producido en mí, en muchos sentidos, salir de mi país por primera vez en 21 años, y específicamente a los Estados Unidos, Miami, un lugar tan controversial pero a la vez tan cercano y tan familiar para los cubanos de la Isla, me animo a compartir con ustedes algunas experiencias que me han marcado.
Expectativas desde Cuba
 
Desde el mismo instante en que te enteras que saldrás del país, tu cabeza comienza a dar vueltas, si eres joven creo que aún más. Comienzas a imaginarte ¿cómo será, qué habrá, qué encontraré, qué traeré, a quién veré? Y simultáneamente comienzas a asustarte: ¿me irá bien, podré ver a mis amigos, salir, conocer, tendré problemas en el aeropuerto?, y todos los demás miedos que son normales para quien va a vivir algo que siempre ha visto lejano, casi imposible, un sueño.
Primer Impacto
 
Montarte en el avión ya te produce una sensación extraña, ya notas otro ambiente. El vuelo es algo increíble. ¿Cómo es posible… apenas me da tiempo a tomar un jugo y ya estamos en Miami? ¡Qué cerca está!…
La llegada también indescriptible para mí. ¡Cuántos carros, qué lindas se ven las casas desde arriba, y las luces, ni hablar de eso…! Pareciera que estaba en una película, cosas normales para cualquier ser humano, pero para mí sinceramente increíbles, existentes solamente en un mundo de fantasía.
Te bajas del avión totalmente deslumbrado, sin embargo, aun te faltan cosas mucho más increíbles por conocer. Un aeropuerto inmenso, una gran caminata en escaleras y esteras eléctricas para encontrar la maleta y poder salir, mi primer pensamiento: ¡ñooo, qué clase de gasto de corriente!
Cuando salgo al salón donde están las esteras para recoger mi maleta, nuevamente asombrado y asustado, ¿¡ahora dónde está!? Y cuando al fin salgo por la puerta donde deberían esperarme, no encuentro a mis amigos… Un rato después aparecieron y por fin pude estar más tranquilo. ¡Qué alivio!
Interactuar con la gente
 
Pasó el impacto del primer día y ya un poco más relajado, comienzo a observar, a analizar, a conocer cómo vive la gente, cómo piensan, cómo se expresan respecto a Cuba…
Según van pasando los días me doy cuenta de que hay dos grandes grupos de cubanos en la diáspora: 1. Los que se preocupan y trabajan por Cuba y por su libertad. 2. Los que se preocupan por vivir bien ellos y sus familias, que en última instancia también es preocuparse por Cuba, aunque no quieren saber nada de libertad o democracia. Todavía en un país libre tienen miedo.
Gracias a Dios pude intercambiar y compartir con una parte de ambos grupos. El contacto con el segundo grupo es más superficial, más “pacotillero”, más de salir a lugares, de que te regalen cosas, de que te lleven a comer o a bailar o a conocer lugares increíbles. Es un compartir que no es malo, pero que le falta algo, es como compartir con la mayoría de los cubanos que están aquí, pero con la diferencia de estar en un país desarrollado, andar en carro, comer bueno, dormir con aire acondicionado, etc…
El factor común de la mayoría era decirme que me quedara en los Estados Unidos, que aprovechara la visa o que desistiera, que Cuba no tiene remedio y la única solución es irse de la Isla. Verdaderamente criterios que respeto mucho pero que provocaban en mí una gran tristeza, y que incluso por momentos me desanimaban.
El contacto con los cubanos que se preocupan por la realidad de Cuba, por su libertad y por la búsqueda de una democracia, era más humano, más anímico, aunque con todas las personas no era igual. Encontrabas personas muy radicales, muy dolidas, muy exageradas, etc., pero en casi todos había un factor común: el deseo de que Cuba cambie, y el intento de aportar algo para que esto suceda. Creo que eso es lo fundamental. Pude apreciar que hay mucha diversidad de criterios en cuanto a los caminos a seguir para construir una Cuba nueva, pero también que se está evolucionando en cuanto a la búsqueda de la unidad en la diversidad, y en esto ha contribuido mucho el intercambio que se ha estado produciendo entre los cubanos de acá y los de allá, todos de una misma nación.
Sentí mucho la cercanía de estas personas, la mayor parte de ellas se interesan en compartir experiencias sobre Cuba, en solidarizarse y en apoyar a muchas personas que dentro de Cuba trabajan por la libertad y la democratización del pueblo cubano.
Participar en el Congreso de ASCE
 
Este fue el principal motivo de mi visita a Miami, para mí un gran reto. Una experiencia única, totalmente nueva, a pesar de que soy estudiante universitario. Fue muy enriquecedor compartir con estudiantes de otros países y de los Estados Unidos, también con profesores de prestigiosas universidades, exfuncionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Sin duda alguna para un joven estudiante de economía en Cuba es una experiencia increíble. Tener el placer de presentar una ponencia delante de estas personas es también, además de un gran desafío, un motivo de inmensa satisfacción…
Fue un aprendizaje constante, siempre trataba de “sacarle algo” a cada conversación, a cada detalle, de manera tal que me fuera posible realizar una valoración crítica sobre todas las cosas que viví, pues esto tiene una gran importancia para todo aquel que esté interesado en poner su aporte para el futuro de Cuba.
El congreso significó para mí un encuentro con la libertad, con la pluralidad, con la solidaridad y los distintos y fuertes lazos existentes entre las partes de una nación dividida. Tampoco puedo dejar de mencionar que fue un congreso más de pesimismo que de optimismo, más de queja que de propuestas para el futuro de Cuba, algo lamentable que creo debe ser remediado con la mayor rapidez posible.
También fue motivo de gran satisfacción y alegría para mí representar, no solo en el congreso, sino durante todo el viaje, al Proyecto Convivencia.
Una experiencia de lealtad a la Nación
 
El hecho de que la mayoría de los cubanos -que tienen quien les page un viaje al extranjero- podamos salir del país, invitados a congresos académicos, a cursos de formación, además de otras actividades que respondan a la búsqueda de una verdadera democracia en Cuba, es algo muy bueno para seguir fortaleciendo a la sociedad civil cubana. Representa un aprendizaje que sin dudas tributará a que se sigan articulando iniciativas y proyectos, al igual que fortaleciendo las ya existentes, todas en pos de preparar las condiciones para que tengamos un futuro de justicia, de libertad, de paz y prosperidad.
En el ámbito personal también representa una gran oportunidad de superación personal, una experiencia de lealtad a nuestra Nación, permite aprender a mirar las cosas desde otros puntos de vista y por supuesto nos pone a prueba en muchos sentidos.
Cada día en Estados Unidos era un sueño, en el que imaginaba a Cuba no igual, pero sí con libertad, con oportunidades, con prosperidad y sin tanto dolor en las calles. En mí se despertaban cada día, con más fuerzas, los deseos de que Cuba cambie, de que se convierta en un verdadero hogar para todos los cubanos.
 
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Estudiante de Economía.
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