¿América Latina en crisis?

La historia de América Latina ha estado marcada por complejos períodos entorno a la luchas por alcanzar las libertades fundamentales. Las revoluciones que usaron la lucha armada como método violento para lograr sus fines, la guerra de guerrillas, la vinculación de los movimientos sociales a las mafias, la corrupción y el narcotráfico, así como el ejercicio intermitente de la política, a veces sin vocación ni profesión, tienen hoy su repercusión en los modelos económicos, políticos y sociales imperantes. La herencia histórica hace vigentes modelos que tienden a replicar comportamientos anteriores, en tanto se combinan con nuevas prácticas, algunas de ellas reformadas, pero para ejercer mayor control ciudadano, influir negativamente en el desarrollo de los pueblos, y disminuir la calidad democrática, en general.

Desde el punto de vista político, el escenario latinoamericano se ha presentado complejo en las últimas décadas. Las democracias en la región han sufrido lesiones en sus aspectos normativos y han provocado deformaciones estructurales y ambientes de crisis. Han surgido nuevos apellidos para la democracia, clásicamente entendida como representativa. En la búsqueda de ese “liderazgo salvador” ha surgido el populismo como fenómeno caracterizado por la antagonización de la sociedad de acuerdo a una “lógica de contenidos” que enfrenta a la mayoría (el pueblo), contra una minoría (la oposición y un enemigo externo construido). En el caso de América Latina el fenómeno adquiere nuevas dimensiones, en tanto asumen los gobiernos nuevos líderes carismáticos que impregnan al poder con prácticas a veces inconstitucionales, y en su mayoría, en detrimento de las libertades fundamentales de la persona humana.

Los mecanismos de acceso al poder, a través de elecciones libres, competitivas y periódicas, con observación internacional, deben garantizar el gobierno de figuras que, combinando el liderazgo con la capacidad para la acción política efectiva, conduzcan a nuestras regiones por el camino de la buena gobernanza y gobernabilidad democrática. Es necesario resaltar este punto porque con el advenimiento del populismo se cae en una espiral de crisis no solo económica, sino, y quizá más preocupante, desencadena crisis en la representación dados los nuevos planteamientos y escenarios de desarrollo de los partidos políticos y movimientos sociales. La re-edición del discurso político y los efectos del fraccionamiento organizacional, así como la ausencia de nuevos temas en las agendas políticas cerradas y cargadas de ideología, refuerzan que la estabilidad de la representación es una necesidad para lograr el buen funcionamiento de la democracia.

Desde el punto de vista social, trabajar en los ambientes de formación de la ciudadanía permite la participación consciente en la vida pública, y prepara a los protagonistas y también beneficiarios de los cambios necesarios para las reformas económicas y políticas que se desarrollen. Resulta primordial la labor educativa en las nuevas gestiones, dado que es tarea pendiente rescatar la confianza de los ciudadanos en las instituciones. Los modelos latinoamericanos emplean el recurso discursivo para el mundo y los medios de comunicación, a la vez que la articulación de sus políticas domésticas requieren renovación y pensar más en la persona del ciudadano.

Desde el punto de vista económico, América Latina debe superar la crisis económica a través de la inserción en mecanismos de integración eficientes, que coexistan con las economías locales. El miedo a la globalización, llamada “neoliberal”, encierra a los países en bloques regionales que limitan el dinamismo y conducen a modelos centralizados. Corresponde una respuesta basada en el aumento de las tasas de inversión, la cooperación internacional y la diversificación del comercio, entre otras estrategias de desarrollo.

La democracia en América Latina está pasando por un momento de gran complejidad. En unas regiones se debilita, en otras sucede un giro hacia la derecha con el advenimiento de nuevos gobiernos que prometen cambios con amplia repercusión social. La opinión internacional y la sociedad civil de cada país, articulada en instituciones sólidas con objetos sociales bien definidos, debe continuar trabajando en el escenario democrático para impulsar los cambios necesarios, la integración esperada y la seguridad indispensable para la vida.

Trabajemos para que 2019 sea un año de cambios que conduzcan al verdadero desarrollo personal y social.

 

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).

Licenciado en Microbiología.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

 

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