ELECCIONES EN BRASIL: LO TRÁGICO DE ELEGIR ENTRE DOS MALES EL QUE CREEMOS MENOR


Miércoles de Jorge

La victoria de Lula en Brasil, y algunas conversaciones con familiares y amigos que viven en Brasil, me han puesto a pensar sobre lo trágico que es tener que escoger “de dos males, el menor”. Este es sin Duda el motivo que ha llevado a muchos brasileños a votar por Lula, como también ha motivado a otros a votar por Bolsonaro. No tengo dudas, de que ambos candidatos tengan una base de votantes fieles, que cada uno, cree en ellos como la mejor opción para el país, pero parece evidente también, que una masa amplia de votantes opta por uno de ellos solo porque representa el mal menor.

Si pensamos en las elecciones norteamericanas y si hablamos con personas que viven en los Estados Unidos, también es posible tropezarse con la misma situación. Muchos votantes optan por demócratas o republicanos porque desde su punto de vista representan el mal menor, pero no porque se sientan verdaderamente representados.

Esta situación no es más que un reflejo de la crisis de representación de la democracia, un fenómeno presente en todas las latitudes, en países pobres y ricos, grandes y pequeños. Los partidos políticos, y sus líderes, a menudo son incapaces de responder de manera efectiva a las demandas de la población, y la gente ante tal contexto no tiene otra alternativa que optar por la salida que consideren menos costosa.

Lo trágico de la situación está en que entre dos males, aunque se opte por el que parezca menor, la elección nunca será óptima, nunca será buena, nunca generará una salida que encamine a la sociedad hacia el bien común. Sino que a menudo, avivará la polarización de la sociedad, obstaculizará los tan necesarios consensos sociales, y demorará la concreción de transformaciones importantes que demandan los ciudadanos. Esto es lo que hemos visto pasar en muchos países, y lo que probablemente podría pasar en Brasil bajo este nuevo gobierno de Lula.

En Cuba es posible encontrar también esta tendencia a optar por lo que creemos el mal menor, y de esta forma caemos en una actitud conformista que nos hace perder de vista el bien verdadero, el bien máximo. Ese bien al que hago referencia, si bien es utópico, ha de estar en nuestra visión de futuro, pues de lo contrario no podríamos alcanzarlo o al menos acercarnos cada vez más.

Nuestra sociedad, necesita tener opciones de futuro, y esas opciones no pueden ser “malas” para que optemos por la “menos mala”. Debemos prepararnos para que tengamos muchas “buenas” opciones entre las que elegir.

Algunos pasos sencillos que podríamos dar en ese camino son: generar consensos ciudadanos, favorecer la educación cívica y política, fortalecer el tejido de la sociedad civil, promover la unidad en la diversidad, el diálogo y las soluciones pacíficas de los problemas. Estar juntos como pueblo que busca avanzar hacia un futuro mejor, para que ningún líder corrupto, populista o autócrata, nos divida y nos coloque en una situación tan difícil como es la de contar con “malas opciones” a la hora de elegir a nuestros representante políticos.

 

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

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