Caso 17
En el pasado mes de diciembre tres noticias con cierta relación aparecieron juntas en la prensa, hoy quisiera presentarlas y someterlas a la consideración de los lectores.
Primera
“El ángel de la misericordia” puede haber matado a 40 pacientes.
Un enfermero de Filadelfia puede haber matado docenas de pacientes ancianos en las casas de cuidados para ancianos durante los últimos 16 años. Charles Cullen de 43 años de edad, padre divorciado con dos hijos, está siendo investigado por el asesinato de un sacerdote católico y el intento de asesinato de una paciente femenina con cáncer. Él ha admitido que mató a 40 personas por lo menos. Eran pacientes muy enfermos, la mayoría de ellos de 70 y 80 años, “para aliviar el dolor y sufrimiento.”
A medida que los hechos se van aclarando hay desconcierto y ofende que Cullen pudo matar por tanto tiempo. Se comenzó a sospechar sobre las muertes en el hogar de ancianos desde 1993, pero nunca se pensó en que él fuera el responsable. Él trabajó de hospital en hospital y los patrones anteriores no sospecharon que fuera un asesino a pesar de tener una conducta rara.
“Lo que yo estoy comenzando a entender es que, sin una convicción real o una revocación de la licencia, ninguna de esa información se comparte,” dijo el funcionario médico principal del Somerset Medical Center, el último hospital dónde Cullen trabajó y donde él puede haber matado a 15 pacientes. “Si algo bueno viene de esto, sería reformar el sistema donde nosotros tememos decir lo que conocemos por temor de ser demandados”. Nueva York Times, Dic 17,; Australiano, Dic 18
Segunda
El presidente británico de la Federación Mundial de Sociedades de Derecho para Morir ha sido arrestado después de ayudar, según se alega, a que un amigo muriese.
En octubre el Dr. Michael Irwin, de 72 años, viajó a la casa del enfermo terminal Patrick Kneen, en la Isla de Mann armado con las drogas necesarias para ayudarle a cometer el suicidio. Como resultó, dice el Dr. Irwin, él no hizo nada “excepto adelantar el reloj de una muerte natural: Mr Kneen era demasiado débil para tomar las drogas letales solo”.
La casualidad ha encendido una chispa dentro de la Sociedad de la Eutanasia Voluntaria del Reino Unido de la que el Dr Irwin era el presidente. La Sociedad insiste que sus miembros deban actuar en todo momento dentro de la ley y el Dr Irwin ha sido obligado a renunciar como presidente y de la dirección. “Es vergonzante para la sociedad tener un presidente que ha roto la ley,” dijo. El Dr Irwin plantea: “ yo sentía que tenía razón” y ha admitido haber ayudado a varios pacientes a morir con dosis excesivas de droga en el pasado.
Si el caso va al Tribunal, podría volverse una célebre causa para la eutanasia. Mr Kneen era el líder en la Isla de Mann de la campaña a favor de la eutanasia y había persuadido el parlamento de la isla, el Tynwald, a estudiar el problema, recientemente. Si se declara culpable, el Dr Irwin y la viuda de Mr Kneen Patricia irían a la cárcel por 14 años. Independiente, Dic 16, 17,
Tercera
La baronesa de Warnock en el suicidio asistido
Desde hace diez años, en Cambridge, la Baronesa Mary Warnock, en Bretaña es una autoridad en temas de ética médica, era miembro del comité de la Cámara de los Lores que rechazó la legalización de la eutanasia. Ahora ella apoya los movimientos para el suicidio asistido. En un artículo del Sunday Times (REINO UNIDO), ella escribe que vio morir a su marido de alveolitis fibrosante, una enfermedad en que la muerte llega a menudo a través de la sofocación. Ella sospecha que su doctor aceleró su muerte deliberadamente con una dosis aumentada de morfina. “Nos dicen que los casos duros hacen la ley mala,” ella escribe. “Pero si los casos son entonces muy duros yo creo que es tiempo para mirar la ley de nuevo.”
Sólo el argumento de la cuesta resbaladiza tiene mucha credibilidad contra el suicidio asistido a los ojos de la Baronesa de Warnock, pero ella siente que es posible “para poner una barrera inmóvil para prevenir que nos resbalemos más allá que él”. A las personas “mentalmente” competentes que están terminalmente enfermas y que desean morir debe complacérsele, especialmente desde que el cuidado paliativo no puede aliviar todo el dolor, defiende ella. Otros dos Lores que también se sentaban en el mismo comité han cambiado su forma de pensar. Londres Times, el Dic,
Como ven, son tres noticias con elementos comunes, y en ellas se defiende el derecho a morir de los pacientes que sufren. ¿Qué cree Usted?
Respuesta al Caso 16
Tal vez alguno se pregunte ¿Qué tienen que ver las torturas a prisioneros de guerra con la Bioética? Y tienen razón al preguntárselo, pero la respuesta es simple: la Bioética se divide en varias ramas de acuerdo con el contenido que abarque, entre ellas se encuentra la Macro ética, que es la parte de la Bioética que estudia los problemas que afectan a la vida como conjunto, es decir, problemas que no son de un individuo específico, sino que por su magnitud abarcan a la Humanidad en su conjunto, tal vez no directamente, como en este caso, sino indirectamente ya que la vejación que sufra un solo hombre, la represión de los derechos inalienables (que quiere decir que nadie puede renunciar a ellos aunque quiera, ni aún cuando firme mil declaraciones haciéndolo) del hombre, tiene que ser sentida por toda la Humanidad como si se lo hicieran a todos y cada uno de los hombres. Así la Bioética no se limita al campo de la Salud, sino que defiende la Vida en todas sus manifestaciones, una de ellas es el respeto a la dignidad, otra la no discriminación, no infligir torturas, físicas ni mentales, todo esto se viola en el maltrato a prisioneros, que, si son hechos en acciones de guerra, viola los Convenios Internacionales de La Haya de 1880 y 1907 y de Ginebra de 1925 y 1949. En estos acuerdos se establece como deben ser las guerras para que sean “humanas” (como si una guerra pudiera ser humana en el sentido de humanitaria, ya que, como obra del hombre es, de hecho, “humana”) Las guerras traen sufrimiento a toda la población, pero sobre todo a la no beligerante, ya que cada gobierno trata de asegurar los suministros a sus combatientes, aún a expensas de la población civil, para tratar de asegurar en estos su mejor capacidad combativa y, así, la población civil, sobre todo los niños y ancianos, son los primeros que sufren los efectos de los combates, aún antes de que estos se produzcan. Después viene el fin de la guerra, los combatientes pasan a ser “Prisioneros de Guerra” y con ello dependen para su suministro de las fuerzas victoriosas, pero la población civil sigue teniendo la necesidad de proveerse por si mismos, lo que hace que, después del fin de la contienda bélica, sigan siendo los civiles los que más sufren. Ahora, los prisioneros de guerra, combatientes y no combatientes, son una parte de la población que defendió su forma de pensar con las armas en la mano, pueden estar equivocados o no en lo que defienden, pero merecen respeto como seres humanos. Pueden ser personas que cometieron crímenes de guerra, pero eso no los priva del derecho a un trato humano y a un juicio justo. Siguen siendo seres humanos. La población no beligerante, la más sufrida, merece y de hecho está regulado en los Convenios mencionados, un respeto enorme a sus derechos.
El derecho de que disfrutan los prisioneros de guerra es extensivo a los prisioneros de cualquier índole, pero el instrumento jurídico que defiende esto no es, como es lógico, los Convenios mencionados anteriormente y que son efectivos en caso de situaciones bélicas, ya sean entre diferentes Estados o entre personas de la misma ciudadanía o nacionalidad (Guerras Civiles), aún cuando estas guerras se hagan de forma irregular. Muchos países no consideran a los prisioneros de su país como seres humanos, sino como “Delincuentes” y algunos llegan a considerar así hasta a los presos políticos que no emplean la violencia, negándosele en ocasiones el estatus de beligerancia a personas que luchan por su libertad en una fuerza armada irregular, lo que está reconocido en los Acuerdos de Ginebra sobre el Trato a Prisioneros de Guerra y que es aceptado por la mayoría de los países, lo que un cierto grado de ambigüedad al declarar con derecho a ser considerados como prisioneros de guerra a los “Luchadores por la Libertad” permite a muchos gobiernos dar definiciones de estos “Luchadores por la Libertad” como aquellos que defienden ideales similares a los del gobierno en cuestión, negándoles el estado a los que no coinciden con su forma de pensar. Los españoles consideraban como “Forajidos” a los miembros de nuestro glorioso Ejercito Libertador que, no por ello, dejaron de ser patriotas y los próceres de nuestra independencia. Así manipulaciones y tergiversaciones de las realidades de nuestros países, unido a mentes estrechas y doctrinarias, permiten asegurar que “lo que le hacen a los míos está mal, pero lo que yo le hago a los otros está bien” o en ocasiones, como Roberto en la situación que estamos respondiendo, a pensar que si los prisioneros fueron violadores de Derechos Humanos, perdieron por ello el derecho a ser considerados como humanos, cosa esta alejada de la realidad, los Derechos del Hombre son, como decía al principio inalienables, no se puede renunciar a ellos y nadie tiene potestad para decidir cuáles se deben cumplir en un caso o país determinado y cuáles no se debe. La Bioética, en su defensa irrenunciable de la vida, debe combatir todo lo que se oponga a la realización de la dignidad plena del Hombre y, por ello, los aspectos como trato a prisioneros (de guerra o no de guerra) forman parte de los contenidos de la disciplina, específicamente en su rama de Macroética.