Revista Vitral No. 65 * año XI * enero-febrero de 2005


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PINTURAS PINAREÑAS EN ESPAÑA

JOSÉ ANTONIO QUINTANA

 

 

 

 

Cellini. Mármol blanco impoluto. Trazos divinos: el crucificado en El Escorial. Se apeó del tren de cercanías y caminó en dirección al Paseo del Prado, hacia los museos. Por el contrario de lo que siempre imaginó, andaba ensimismado. El Madrid soñado no retenía su atención. Picasso se había visto a sí mismo como se vio Van Gogh. Juan Gris vio a Picasso como éste se veía a sí mismo pero lo pintó de otra forma. Los tres habían puesto poco énfasis en lo físico, en la fidelidad a los rasgos visibles del modelo. Los autorretratos de Picasso y de Van Gogh tenían un parecido subjetivo, emocional o intelectual, gradientes quizá de la locura o del genio. En ambos había una visión de sí mismos hecha con ojos especiales para ver por dentro. ¿Qué vio la mirada introspectiva de los dos que los hizo representarse de tal forma que se parecen sin ser familia y a pesar de no tener ninguna otra cosa en común que no fuera el amor al arte, específicamente a la pintura? Juan Gris pintó un Picasso casi reconocible, sin la enfática barba pero con un rostro expresivo del cubismo más puro. Rostro de fundador, de ser diabólico y de dios. No había podido preguntárselo a Juan Gris, pero si éste no había querido decirlo al menos daba la posibilidad de imaginar sus intenciones. Lo que Juan Gris vio en Picasso con la mirada de éste no es lo que añadió de diablo o de dios. Vio la extrañeza con respecto al entorno, la sensación de soledad y la ansiedad de trascendencia: el sufrimiento de la creación.
Reflexionaba así a propósito de la exposición «El retrato español, de El Greco a Picasso». A la sazón en el Museo del Prado. Caminaba absorto frente a la feria de los libros...Melancolía asombrada la de La Duquesa de Alba. Elegancia suprema. El Goya de los monstruos también es el de los ángeles de la luz :
¿Tomaría Picasso prestado a El Greco el rostro de Fray Hortensio para su autorretrato?. Retratos que originalmente fueron de escenas religiosas, luego fueron de corte, fastuosos entonces, estética de la avaricia de inmortalidad. Retratos castrenses, de una epopeya ensangrentada de la cual el artista sólo muestra sus encantos. Retratos de anécdotas prosaicas, de cosas comunes, humanizados. Al fin, retratos de emociones, de sentimientos, de valores; retratos de ayer y de hoy, retratos de siempre. El Greco, Ribera, Murillo, Velázquez, Zurbarán, Goya, Miró, Juan Gris, Picasso. Retratos, algunos de los cuales, se ven por primera vez en España.: “Don Justino De Neve”, de Murillo; “La Infanta Margarita en traje azul” y “Retrato de niña”, de Velázquez, y “La Duquesa de Alba”, de Goya. “Las meninas”, ¡ah!, “Las meninas”, de Velázquez.
Se detuvo en Paseo del Prado Nº 8, inspiró profundo el aire frío de la mañana y se decidió a entrar: Gauguin y los orígenes del simbolismo. Museo Thyssen-Bornemissza. Estilo sintetista, poeta plástico del simbolismo, incesante buscador de lo primitivo. También impresionista. “Cristo en el Huerto de los Olivos”, increíble parecido a Anthony Quin. “Los árboles azules” y “La visión del sermón”, punto de inflexión, este último cuadro, en la carrera del artista: obra manifiesto del simbolismo. El organizador de la exposición hizo a Paul con sus contemporáneos Pizarro, Cézanne, Degas y Van Gogh, entre otros. Elocuentes coincidencias y contrastes suficientes para un ensayo. Arte de organizar (curar) una exposición para enseñar, hacer pensar, encantar. Dolor en los pies. Fatiga. Otras salas: Bernard y Anquetin: Cloasionismo. Influencia japonesa. Pierre Bonnard, Vuillard y de nuevo Picasso.
Santa Isabel Nº 52.Llovizna muy fría. La colección Taschen; instalaciones, perfomances, esculturas y más de ochenta pintores: Mir, Zuloaga, Blanchard y Leger. También Gargallo, Gris, Picasso, Miró, Gómez de la Serna, Calder, Kandisky y Lam. Además, entre muchos otros, Arp, Ernst, Alberti, Dalí, Lorca, Buñuel y Moreno Villa. Dos cubanos, Lam y un arquitecto habanero cuyo nombre no me perdono haber olvidado, habitan en aquel olimpo, el segundo con muy lograda instalación. “El gran masturbador” en la sala de Dalí. “Guernica”, el único cuadro con tres guardias de seguridad frente a él. A la salida del Reina Sofía despertó; se sintió crecido, enriquecido.
El esforzado caminante sintió un gran placer, muy intenso. Pero no sólo por ver a los grandes consagrados del mundo. Regocijo hondo por contemplar cuadros cubanos en los grandes salones de Europa, junto a lo más excelso de la plástica universal; muda satisfacción del andante solitario en las frías calles madrileñas... por encontrar también, en hogares españoles, pinturas pinareñas. “El comedor de las Cabarrouy”, de Fausto García, en el exclusivo reparto Las Rosas. Una pintura pop, de Luis Figueroa, en el mismo lugar, y varias obras de Luis Faraco, en otros barrios. ¿Orgullo provinciano? ¿Pueril vanidad regionalista? Es posible –pensaba-, pero es una pandemia de la que creo no se salva nadie. Todo el mundo siente deleite al ver a los suyos tam bien, tan lejos.

 

 

Revista Vitral No. 65 * año XI * enero-febrero de 2005
José Antonio Quintana de la Cruz
Economista pinareño.