Revista Vitral No. 65 * año XI * enero-febrero de 2005


SUELTO


¡CRISTIANISMO NEUTRAL!
¿QUÉ ES ESO?

Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, tiroteado por miembros de la ultraderecha en marzo de 1980 cuando se encontraba celebrando Misa en la Catedral.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con otros hermanos y algunos buenos lectores, comparto la preocupación por la actitud que algunos creyentes exhiben con respecto a la política. Hay entre nosotros quienes parecen haber inaugurado un cristianismo totalmente neutral, porque al final, y éste es su criterio fundamental “Los cristianos no nos metemos en política”.
Sinceramente me pregunto: ¿Desde cuándo es eso?. Y esto sin ironías, porque hasta donde conozco, en cualquier país del mundo, -incluyéndonos- los cristianos hemos sido demócratas, republicanos, auténticos, liberales, conservadores, revolucionarios, socialistas, ortodoxos, ¡qué sé yo!, cualquier cosa, siempre que no sean miembros de un partido o movimiento, que promueva el ateísmo, viole los más elementales derechos humanos o anule cualquiera de nuestros valores.
Con una simple miradita a la Historia de Cuba, advertiremos que infinidad de creyentes, han pertenecido a los más disímiles partidos y movimientos políticos. Desde la Guerra de Independencia, pasando por el movimiento revolucionario, hasta el día de hoy. Muchos han sido los católicos, y hermanos evangélicos, que han ofrecido en el bregar político hasta su misma sangre por una patria mejor.
Me preocupa semejante apoliticidad porque corremos el riesgo de convertirla en un mal hábito ciudadano, lo que todavía no pasa de ser un infeliz estado de opinión. No conozco ni en la Biblia, ni en el actual magisterio social de la Iglesia, ninguna cita o documento que nos inutilice tan cruelmente. ¡Todo lo contrario!. Por tanto, esta posición carece de cualquier fundamento teológico. ¿Cómo podríamos dejar en manos ajenas aquello por lo que tendremos que dar cuenta personalmente ante Dios al final de nuestra vida?
Además, estaríamos ayudando a poner las bases de un modelo de sociedad que no nos tendría en cuenta para nada; que estaría feliz de ver al cristianismo convertirse en otra de las muchas religiones marginales, expertas en el desánimo social y carentes de espíritu profético. Nosotros mismos estaríamos autoexcluyéndonos del necesario cambio hacia una sociedad más participativa y dialogante.
Los únicos que tienen “recomendada” su no participación en actividades políticas, para evitar que de alguna manera se obstaculice su ministerio, son los clérigos; entiéndase, por supuesto, de política escrita con “p” minúscula; es decir, como “miembros activos” de algún partido o movimiento político. Pero de la Política, escrita esta vez con “P” mayúscula; la que concierne al bien común de la nación y a la defensa de los derechos humanos, de esa no está excluido ni el Papa. Absolutamente todos los cristianos, sean clérigos, religiosos (as) o laicos tenemos, no sólo el derecho ciudadano, sino la obligación moral de participar en esta labor.
(Tomado del Mural de la Parroquia de San Hilarión de Guanajay)


Revista Vitral No. 65 * año XI * enero-febrero de 2005