En la noche del 30 de enero del presente año, celebramos la graduación del Segundo Curso del Aula de Música “P. Manuel Feliú Frontodona” del C.F.C.R., de Pinar del Río.
En ella tuvimos el honor de contar con la presencia de nuestro Obispo, Mons. José Siro González Bacallao, y de nuestro Director, Dagoberto Valdés Hernández, los cuales junto a los invitados, participantes y animadores, compartimos una noche inolvidable, donde la virtud vistió sus mejores galas.
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Los alumnos graduados cantando una canción como regalo a los presentes. |
Esta noche le damos la bienvenida a la Segunda Graduación del Aula de Música P. Manuel Feliú Frontodona, del C.F.C.R.
Nos acompañan el Obispo, Monseñor José Siro González Bacallao, y nuestro Director, Dagoberto Valdés Hernández.
¡Oh, Sabiduría! que brotaste de los labios del Altísimo abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, llena nuestro corazón de tu riqueza y quédate con nosotros, para tener conciencia de la maravilla de la vida, el don más grande, el milagro permanente, el río que no cesa de fluir, la vida se recibe, se crea y se cultiva, te integras así en la corriente del ser, en el dinamismo de la historia. La vida puede tener nombre de colaboración, de servicio, de superación, la vida puede estar en la ayuda mutua, en el compromiso mutuo, las alegrías cotidianas, los logros permanentes y esperanzas de cada día y es en la comunidad, el único lugar en el que el hombre se salva y se realiza, pues no puede llegar a ser libre y auténtico, a ser persona, si no es a través de la apertura y la integración con el otro, nos enriquece haciéndonos crecer en acogida, en responsabilidad y compromiso, en fecundidad y creatividad y decimos ¡SÍ! ¿Has caído en la cuenta?, ¿Te has fijado que cuando dices sí estás afirmando tu vida? Es sílaba rápida, es nota aguda, es música en tus labios, es afirmación generosa y alegre de todo lo que eres y quieres ser: grande y entero, poniendo cuanto somos en lo mínimo que hagamos, así en cada lazo brilla la luna porque alta vive y éste el júbilo de cada día, de cada instante, la dicha es el premio de los que crean, de los que deciden seguir una estrella, que supone estar a la escucha para conocer mejor su brillo, su lenguaje supone sacrificio y paciencia, porque el camino se hace largo y habrá que superar muchas dificultades, nuestro compromiso debe ser incluso apasionado cuando luchemos por cosas que favorezcan, liberen o dignifiquen al hombre, y es el amor: la energía más grande, la canción más hermosa, lo más delicado y lo más fuerte, lo más sencillo y lo más importante, lo más exigente y lo más gratificante, el secreto de la libertad y de la dicha, en el lugar donde el amor se aprende por contagio, lo extraordinario resulta normal, así se ha formado este proyecto que hoy ha dado sus frutos, no sólo como el buen sembrador, sino también como el alfarero que ha puesto sus manos queriendo animar el vivarium de los jóvenes talentos, con ese amor a la virtud, al servicio de la obra social y evangelizadora.
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Los alumnos graduados, Monseñor José Siro y el Claustro de profesores del Aula de Música, con su directora Estela de Armas y el director del Centro Dagoberto Valdés, felices de haber finalizado un curso. |
Hoy se gradúan siete alumnos en las especialidades de piano y guitarra, terminando con resultados favorables, gracias a la perseverancia que unida a Dios y a nuestro afán han logrado este resultado, porque la enseñanza ¿quién no lo sabe? Es ante todo una obra de infinito amor, así como se encarna el Verbo en el alma del hombre, así necesita de la música como el Espíritu de Dios.
Ha sido un curso salpicado de algunas dificultades, pero de obstáculos vencidos por el tesón y la entrega a una causa noble.
Padres, profesores, hermanos todos, sintámonos orgullosos por la obra de amor que se materializa en estos jóvenes que hoy están junto a nosotros, porque la música es” la más bella forma de lo bello, es el hombre escapado de sí mismo”.
Muchas felicidades y bendiciones.
A continuación la graduada Ismary Carvajal Hernández, a nombre de todos sus compañeros, agradeció la atención, las clases recibidas y el esmero con que los animadores lograron enseñarlos, así como la fraternidad humana que a tiempo completo los acompañó siempre.
La excelente interpretación de los siete graduados puso en alto los valores de este hermoso proyecto, dos alumnos de piano y cinco de guitarra hicieron vibrar de aplausos la sala.
Entrega de Diplomas por manos del Obispo, regalos, felicitaciones y un brindis pusieron la nota aguda de esta noche de alegría, de empeño, de esperanza en esta obra de amor.