Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004


NUESTRA HISTORIA

 

UN PEDAGOGO INOLVIDABLE

CARMEN ROSA ALMIÑAQUE QUINTERO

 

 

 

Portada de un ensayo biográfico sobre José Martí, escrita por Francisco Valdés en 1942.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pinar del Río, provincia tabacalera y forestal tiene en su haber un grupo de pedagogos ilustres.
Entre ellos debemos destacar a Francisco Valdés Ramos que ocupa un lugar de honor por derecho propio cuyo nombre se asocia de inmediato con El Maestro.
Nacido en Guanajay, de familia pobre, el 13 de julio de 1842, sin facilidades ni medios posibles para la educación, corrió esta en sus primeros años a cargo de su madre, la Sra. Ascensión Ramos, completada en las modestas escuelas de la colonia, pero pronto asoma la vocación y se revela la voluntad de aquel carácter todavía en formación, pero ya por senderos que no abandonaría en toda su existencia.
El Cabildo de Guanajay ofrece una beca para estudiar medicina, sólo se presentan dos de los más destacados, el señor Valdés y otro, los cuales quedaron empatados en la prueba, entonces lo sacaron a la suerte y el señor Valdés no lo ocupó, es entonces que el Cabildo Municipal por resolución de 3 de agosto de 1860 acuerda pensionar al joven Francisco Valdés Ramos para que curse estudios pedagógicos en la Escuela Nacional de Guanabacoa, de cuyo centro sale dos años después ganando el título ambicionado con notas de sobresaliente. En el propio año es nombrado maestro de la Escuela Municipal de Artemisa. Comienza entonces la formación de su verdadera personalidad como maestro y educador, pero Valdés Ramos no se ha conformado con los conocimientos adquiridos en los dos años de estudio y aspira a algo más que maestro rutinario y no desmaya en sus actividades investigadoras.
No es bastante a sus ansias intelectuales de los 20 años ni a su noble ambición, alcanzar un elevado puesto en el concierto de los pedagogos nativos de la época.
Pone al servicio de su sacerdocio voluntad y fe, ensaya sus propios métodos y se consagra a sus alumnos, se enamora cada día más de su alta misión y va con la experiencia y con la práctica haciendo rectificaciones que aconsejaban la buena función pedagógica.
El resultado es pronto palpable por las familias que en Artemisa le confiaban la enseñanza y educación de sus hijos.
Los exámenes públicos que ofrece al final de cada curso son pruebas de su devoción por la escuela y de sus excepcionales condiciones para moldear las inteligencias juveniles.
En 1869 queda vacante la dirección de la escuela de Guanajay y es nombrado para la misma, el Cabildo lo hace por ser el de mejores méritos en la escuela de Artemisa donde trabajó, contaba 27 años.
Ya era maestro de su pueblo aquel joven de inagotable voluntad que nueve años antes había llamado a las puertas de los Escolapios sin otro caudal que su fe en su propio destino; ya era responsable de la preparación de la juventud y los niños de su Guanajay amado el modesto muchacho de ambición generosa, que sentía arder en su sangre el fuego del estímulo para elevarse por sobre el montón que formaban la mayoría de sus paisanos y dejaba en los anales de Guanajay un nombre que llenaría el ciclo de la cultura, ya era conocido como el señor Valdés.
Los prestigios y el nombre del Colegio San José de Calasanz y las facultades extraordinarias de su director saltan pronto las fronteras de la Villa.
En los más apartados lugares de la provincia de Pinar del Río y La Habana se hacen eco del Colegio por la eficacia en la educación de los niños que al mismo se confían y los internos aumentan cada día por el prestigio que ya tiene cimentado.
La labor del señor Valdés es de admiración, no sólo en la escuela sino fuera de ella, en el hogar, en las reuniones públicas, donde quiera que asomaba su figura siempre llevaba implícita la disciplina y el orden.
No habrá momento en que no se considerara obligado a orientar la conducta de sus alumnos y hasta la de sus propios amigos, porque era en él una actividad innata que cada cosa y cada hecho se desenvolviera en ambientes de respeto.
Su Colegio tenía ambas ramas: enseñanza primaria y secundaria, aún tenía tiempo de escribir varias obras de consulta, entre ellas: El sistema métrico decimal, la cartilla cronológica entre otros folletos, tenía el abecedario mayúsculo y su uso y el manuscrito, uno de reglas ortográficas, otro de Matemáticas, de Contabilidad, uno de la provincia de Pinar del Río con sus entrantes y salientes, ríos y montañas, otro con la división política de Pinar del Río, con los partidos judiciales señalando donde debía inscribirse a los hijos para que aparecieran con sus dos apellidos.
Fue el primer Superintendente Provincial de Educación en Pinar del Río nombrado por su méritos. Con vasta cultura hizo muchas mejoras en educación.
Propuso la coeducación en Pinar del Río, pues sólo recibían enseñanza los varones, esta idea prendió raíces y el secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, que era el nombre que se le daba antes al Ministro de Educación, acogió con beneplácito la idea, lo felicitó y la implantó en toda la Isla. El señor Valdés no tenía máquina pero en su caballo recorría todas las escuelas de la provincia y si en su escuela había dado pruebas de ser un organizador de actividad extraordinaria, en este nuevo cargo desenvolvió sus mejores capacidades. No quedó rincón vueltabajero que Valdés Ramos no visitara, no hubo maestro de aquellos que improvisó la Intervención que no recibiera sus consejos y orientaciones. Su vista dedicada a sorprender y a abarcarlo todo, hacía que en sus visitas a las escuelas se fijara al mismo tiempo en el trabajo y adelanto de los alumnos como en el aseo personal tanto de los maestros como de los alumnos, en la limpieza del local, en la actividad del conserje, en el estado del material, etc. Y para cada infracción y para cada descuido tenía siempre un consejo atinado y una reflexión cariñosa.
Cuando llegaba en su caballo a las cinco de la tarde, después de tomar el baño, alfabetizaba a los comerciantes, les enseñaba el Sistema Métrico Decimal y las pesas y medidas; estas clases las daba de 6 a 8 p.m. y después de comer de 8.30 a 10.00 p.m. las impartía a otros que venían de los pueblos vecinos de San Juan y Martínez, San Luis, Guane, Consolación del Sur, etc., él pidió al jefe de los ferrocarriles que pusiera un tren para Guane a las 10.00 p.m. para llevar a estos comerciantes a sus hogares.
Ya en su vejez y en una silla de ruedas continuaba dando clases, es considerado el primer autodidacta de aquella época y falleció en 1919.
Así como él tenemos muchos hombres y mujeres que dieron valor y y realce a la enseñanza y Pinar del Río no debe olvidar a los que han servido con amor a esta provincia.

 

Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004
Carmen Rosa Almiñaque Quintero
Maestra Normalista, Dra. en Pedagogía, Licenciada en Lengua y Literatura Inglesa de la Universidad de La Habana. Ph.D. Philosophy Dr. License in English for Foreing Born, License in Audiovisual Field, , Kansas State Teacher College. Empona Kansas. Beca de la UNESCO en América.