Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004


ECOS

 

QUE SE DESARROLLEN MÁS Y MÁS UNA REVISTA Y UNA IGLESIA, EN EL ESPÍRITU DE FÉLIX VARELA
VALORACIÓN CRÍTICA DEL SR. GERARDO MOSQUERA
EN EL X ANIVERSARIO DE VITRAL
SANTA MADRE IGLESIA CATEDRAL DE PINAR DEL RÍO.
SÁBADO, 19 DE JUNIO DE 2004

 

Sr. Gerardo Mosquera, en el momento en que hacía su valoración crítica en el décimo aniversario de la revista Vitral.

 

Del asombro, a mucho más allá de una agenda de la Iglesia de Pinar del Río, hacia una dimensión patriótica.

Algunos perfiles de la Revista Vitral.

Un corpus reflexivo que ha seguido el pulso de la situación de Cuba.

Un espacio que ha animado la vida cultural de Pinar del Río.

De cómo lo local puede conectarse a los circuitos globales.

Ejemplo de animación de la sociedad civil

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En primer lugar quisiera agradecer a monseñor José Siro González y a Dagoberto Valdés por el gran honor que me hacen de poder estar aquí celebrando el décimo aniversario de una publicación como Vitral, tan importante para Pinar del Río, y, más allá, para la cultura cubana. Me siento muy honrado, y a la vez un poco sobrecogido, de dirigirme a ustedes nada menos que en la Catedral de Pinar del Río. Un amigo pinareño me decía hoy por la mañana: “chico, voy a ir al acto esta noche, aunque no me conviene ir allí, tú sabes, pero voy a hacerlo solamente para ver al diablo en la Catedral”. En cierto modo, me siento aquí como se sentiría el diablo: con una mezcla de placer y sobrecogimiento por estar en este lugar, y en una ocasión tan importante para la Iglesia Católica en Cuba.
Dagoberto me había preguntado si iba a hacer algo por escrito y le respondí que prefería hablar como en una conversación; una conversación rizomática, para usar la noción de Deleuze y Guattari, los filósofos franceses. Aquella se refiere a ciertas plantas de raíces “no sistemáticas”. Sabemos que por lo regular las plantas tienen una raíz a manera de un eje central que profundiza en la tierra, desde el cual se abren las raíces menores, en forma estructurada. Las plantas llamadas de rizoma, por el contrario, desarrollan sus raíces hacia distintos lados y se expanden por la tierra de un modo en apariencia arbitrario: sale una mata aquí, otra acá, y otras allá. Es, por ejemplo, el caso del boniato. Entonces, hablando en cubano, diríamos que mi intervención va a ser una charla un poco a lo boniato. Es decir, de pronto saldrán cosas por aquí y por allá… y, quizás, usando el término de Deleuze y Guattari consiga protegerme de ser acusado de incoherente.

Del asombro, a mucho más allá de una agenda de la Iglesia de Pinar del Río, hacia una dimensión patriótica

Dicen que el primer signo de que uno envejece es cuando uno pierde la capacidad de asombro. Precisamente, una característica de la niñez es sorprenderse ante todo. Los niños descubren el mundo, el mundo es nuevo para ellos y cada cosa los sorprende enormemente porque es un conocimiento, una experiencia nueva. Las personas de cierta edad, en cambio, ya hemos pasado por todo. Nos endurecemos y nos aburrimos porque hemos perdido esa capacidad de sorpresa. Digo esto porque mi primer contacto con la revista Vitral fue un contacto de asombro. La memoria que guardo de aquel encuentro con la revista fue mi sorpresa ante la publicación, y les voy a explicar por qué. Vi el primer ejemplar de la revista —no estoy seguro si fue el número uno o el dos, pero la revista acababa de surgir—, a través de Humberto Bomnín, quien lo hizo llegar a mi esposa, Erena Hernández. Ella me lo dio a leer una vez aquí en Pinar del Río, en casa de mi suegra. Recuerdo perfectamente que era una tarde y ella me la dio diciendo: “mira esta revista que ha salido aquí por la Iglesia de Pinar”. Debo confesar, dentro de la transparencia que Dagoberto nos pedía en su intervención, que mi primera reacción fue pensar: “caramba, debe ser una revista aburrida, metida en temas internos de la Iglesia, quizás teológicos; ¡debe ser un ´clavo` esta revista!”
Pero entonces comencé a mirar la publicación, y, según avanzaba en ella, mi asombro crecía de modo extraordinario. Lejos de encontrarme con la –para mí— aburrida revista que había imaginado, muy metida en un mundo interno religioso, o incluso de prédica religiosa, encontraba una publicación que me parecía absolutamente necesaria para mi país. Estaba mirando la revista que cumplía una misión de la cual carecía la prensa cubana. Era una publicación con un perfil amplísimo, que discutía todo tipo de temas: económicos, sociales, históricos, políticos, culturales, artísticos, arquitectónicos, más tarde deportivos, y también religiosos, no sólo dentro del campo específico de la Iglesia Católica, sino en un sentido general. Todo esto me asombró profundamente y me produjo entusiasmo. Vitral iba mucho más allá de una agenda de la Iglesia de Pinar del Río, y se abría hacia una dimensión patriótica, por encima de intereses específicos. La revista se constituía en un espacio abierto donde se discutían los problemas que interesaban a todos los cubanos. Me impactó la generosidad de un programa editorial que se abría a todos y contribuía a llenar un espacio del que carecíamos.

Algunos perfiles de la Revista Vitral

Tengo anotados algunos conceptos que me parece caracterizan a Vitral, y quisiera presentarlos. Amplitud: en la revista se examinan desde temas del debate contemporáneo sobre la bioética, por ejemplo, un tema muy actual a escala global, un tema difícil, un tema polémico, que se ha venido discutiendo en la revista. A la vez, se dedicaron reportajes y se publicaron materiales sobre la muerte de Celia Cruz, esa importantísima figura de la cultura cubana. El perfil de la revista es de una amplitud necesaria. Otro concepto sería su diversidad, y éste se relaciona con el anterior. Dagoberto hablaba de lo difícil que es la diversidad. La diversidad siempre cuesta trabajo porque tenemos una tendencia natural a no aceptar al otro, a no aceptar lo diferente, cuando la variedad es precisamente un signo de la naturaleza y del mundo. Vitral tiene una marcada proyección de favorecer en su perfil el registro y la discusión de la multiplicidad de las cosas. Otra cuestión que he traído anotada es la reflexión. No estamos para nada ante una revista de panfleto, una revista de propaganda. Vitral es una revista reflexiva. Los temas en ella ventilados, aún cuando se aborden por algunos autores desde posturas de opinión muy fuertes, siempre se encauzan a través del análisis. Análisis con los que podemos estar o no de acuerdo, pero que son siempre ideas estructuradas, abiertas a la discusión, no lanzadas a manera de manifiestos. El otro término que tengo acotado lo considero de suma importancia, y da una tónica muy útil a Vitral: la moderación. Estamos muy carentes de moderación porque hemos vivido una historia muy convulsa. Cuba ha experimentado un proceso revolucionario que es parte fundamental e intensa de nuestra historia. Estos procesos de cambios violentos no se caracterizan por posturas moderadas. Pero el tiempo pasa, como decía un poeta, y en estos momentos pienso que es imprescindible la moderación: sin ella no vamos a poder encaminar una solución de los problemas que nos rodean. La revista es un paradigma en este sentido: todo su trabajo se encuentra bajo el signo de la moderación, y esto me parece extraordinariamente valioso. Otro concepto que anoté es el de apertura. Creo que la revista es un espacio de apertura, aun, digámoslo con entera franqueza, dentro de la propia Iglesia Católica de Cuba. Un espacio de apertura es un espacio que hace y logra cosas. Es también un espacio de ruptura, y como decía Leo Brouwer, “la tradición se rompe, pero cuesta trabajo”. Imagino, quizás especulando, que aún en el marco mismo de la Iglesia Católica a algunos esto no debe caerles tan bien. Las puertas abiertas son difíciles, tenemos tendencia a encerrarnos, pero hay que abrir y abrirse uno mismo… El último concepto que anoté es uno que a mí, como viejo periodista, me interesa mucho: la agilidad. Vitral es una revista periodística aunque contenga artículos reflexivos profundos; es una revista que sigue la actualidad. Uno toma Vitral, y ahí está lo último, ahí están los temas candentes, ahí están las cuestiones que nos interesan, sea un acontecimiento cultural que acaba de suceder, sea un tema social o de reflexión que ha aparecido. La revista ha podido mantener esa gran agilidad a través de los años.
Toda sociedad tiene problemas, el mundo está cargado de problemas, las sociedades todas están llenas de problemas, y una manera de poder enfrentar los problemas es precisamente la discusión crítica de esos problemas. Esto es bastante obvio, y. sin embargo, se vuelve difícil entre nosotros. Valoro mucho la manera franca como Vitral ha podido ventilar los problemas de la sociedad cubana. Me atrevo a decir que Vitral es una revista política, pero no una revista política en el sentido de la dinámica del poder, sino en el sentido de “polis”, en el sentido de, como dice la Instrucción Teológico-Pastoral de los Obispos de Cuba, “política” retomando el concepto griego de “polis”, como “la esfera pública donde se articulan los intereses de todos los ciudadanos como conjunto social, el espacio para el desarrollo de la libertad entre los seres humanos en orden al logro del bien común”. En este sentido me parece que Vitral es una revista muy necesariamente política y debe continuar siéndolo.

Un corpus reflexivo que ha seguido el pulso de la situación de Cuba

Quiero destacar los editoriales, que en diez años han constituido un corpus reflexivo que ha seguido el pulso de la situación en Cuba. Ahora bien, lo importante no es tanto ese corpus, sino la manera como los editoriales han ido respondiendo a los problemas de nuestro país, problemas de todo tipo que han sido discutidos en el momento en que pasaban las cosas. Cuestiones que era necesario plantear y que a menudo no se debatían han ido apareciendo en caliente en los editoriales. Son textos reflexivos, moderados, sin voluntarismos. Podemos discrepar con lo expresado en ellos, pero lo importante es que presentan y discuten nuestros problemas en forma responsable, y esto me parece absolutamente necesario.
Quiero felicitar a Dagoberto por este esfuerzo, así como al equipo todo de la revista. Una publicación no es el local donde se hace, no es el papel en que se imprime, mejor, peor, con más imágenes, con menos imágenes, con mayor o menor calidad; no es ni siquiera el plan y el contenido editorial. Una revista es las personas que la crean, una revista es una obra colectiva. Cambia el equipo que hace una publicación y ésta, aunque mantenga su misión, su filosofía, su contenido editorial, cambia también, dramáticamente a veces. Ha sido este equipo de la revista, con sus numerosos colaboradores, el que ha permitido resultados tan altos.

Un espacio que ha animado la vida cultural de Pinar del Río

Ahora bien, hablamos de Vitral, y hemos estado hablando de una revista. Pero, más allá de ella, Vitral es un espacio de vida cultural. Vitral ha significado un movimiento editorial con publicaciones de muy diverso tipo. Vitral ha significado la organización de premios literarios, de exposiciones, de conferencias, de actividades de variada índole. Vitral ha revitalizado la cultura en Pinar del Río. Incluso, como respuesta a la creación de este espacio tan dinámico, tan vivo, otras instancias de la sociedad pinareña han producido sus espacios y organizado sus actividades en respuesta a Vitral. Esta competencia sana y conveniente ha traído como consecuencia que la vida cultural pinareña se haya reanimado. Quizás Pinar del Río es la ciudad que posee más revistas en proporción al número de sus habitantes; habría que sacar esa cuenta, a ver si es así. De cualquier modo, resulta indiscutible que Vitral ha detonado, con su ejemplo y su actividad, otras respuestas que han enriquecido la actividad local. Hablando de la agilidad periodística de Vitral, me impresionó mucho el volumen acerca de Polo Montañés —ese personaje tan querido de la cultura pinareña, cubana y latinoamericana—, publicado después de su trágica muerte. Es un ejemplo más de una labor editorial muy enfocada, muy encaminada, con un gran sentido de actualidad.

De cómo lo local puede conectarse a los circuitos globales

Otra cuestión que llama la atención es que toda esta obra única en Cuba se haya realizado en Pinar del Río. Con perdón de los pinareños, ustedes saben que Pinar era conocida como La Cenicienta, es una ciudad fuera del eje Habana-Santiago, y hay todos esos chistes por ahí acerca de los pinareños… En fin, se ha estereotipado de una manera inadecuada a Pinar del Río como una pequeña ciudad local, sin una larga tradición de vida y de instituciones urbanas, donde lo rural tiene mucho peso. Y resulta entonces que es aquí donde se ha producido esta revista y todo este movimiento que va mucho más allá de Pinar del Río, y que han tenido hasta un impacto internacional. Es un ejemplo que nos permite reflexionar acerca de lo local y lo global. A veces lo local es lo que está condenado a ser local simplemente por estar desconectado de los circuitos que construyen lo internacional. Puede haber movimientos, puede haber pensadores, puede haber producciones culturales que tengan un interés global, pero son condenadas a ser locales por carencia de conexiones.
Precisamente, uno de mis últimos trabajos es la co-edición con Jean Fisher de un libro de ensayos teóricos sobre temas de arte y cultura contemporánea que agrupa a 22 autores de 18 países. El objetivo del volumen es agrupar ideas de autores del mundo entero que, en su mayoría, viven, trabajan y publican en sus países. Los discursos de esos pensadores, sus proyecciones, son francamente globales. Están debatiendo los temas del momento con profundidad y desde sus propias perspectivas, es decir, desde una pluralidad de puntos de vista. No obstante, se encuentran condenados a ser “locales” debido a su desconexión de los grandes circuitos de difusión de las ideas. Estos autores son de países como África del Sur, Australia, China, Grecia, India, Portugal, Rusia, Singapur, Uruguay… Tratamos así de dar un paso adelante, de dar visibilidad a estos autores y a estas ideas usando MIT Press, una editorial de vasta distribución internacional. Es un intento de contribuir a hacer más verdaderamente globales los discursos sobre temas globales. En este sentido, es un gran tanto para Vitral que, habiendo sido producida en una pequeña ciudad de un pequeño país bastante desconectado, haya logrado una proyección potencial mayor gracias a su perfil, aunque su escasa distribución le impida alcanzarla. Lo ha hecho estando muy metida en Pinar del Río, muy metida en Cuba, pero a la vez desde una perspectiva abarcadora, tocando temas de todo tipo. Así, en ella podemos encontrar un estudio histórico-arquitectónico de una iglesia en Pinar del Río, y podemos encontrar un tema cultural global.
Ahora que me han servido un vaso de agua quisiera hacer una disgresión. Como Pedro Luis Ferrer no pudo venir a participar en este acto, estoy doblemente agradecido a ustedes por haber llenado la Catedral. Ustedes sabían perfectamente que soy totalmente incapaz de cantar la vaca Pijirigua ni nada de eso… Por supuesto, ustedes no están aquí por mí, sino para celebrar el cumpleaños de Vitral, pero de todos modos han tenido que aguantar mis palabras. Pensando en Pedro Luis y en el vaso de agua me vino de pronto a la mente algo que me pasó hace tiempo y me permitió ver claramente cual es la diferencia entre un artista como él y un simple crítico como yo. Hace muchos años di una conferencia ilustrada en la Universidad Nacional de Venezuela, en Caracas, acerca del llamado nuevo arte cubano. En ella participaba también Carlos Varela, otro destacado compositor y cantante cubano, cuya música tenía mucho que ver con el arte que hacían aquellos jóvenes en Cuba a fines de los años 80 y principios de los 90. Fuimos los dos allá con motivo de una exposición que co-organicé con Graciela Pantin en Caracas y en Bogotá, titulada Los hijos de Guillermo Tell en alusión a aquella famosa canción de Varela. Como parte de las actividades preparamos aquella charla conjunta, donde yo hablaba un poco, ponía diapositivas con las obras de los artistas, y entonces Carlos Varela cantaba una canción que se relacionaba con lo que se acababa de ver, y así íbamos turnándonos. Yo estaba sentado hacia el frente del aula y él hacia el centro. Ambos teníamos vasos como éste, y yo notaba que Carlos tomaba mucha agua. Sólo al final descubrí que mientras a mí me habían puesto agua, ¡a él le habían servido ron carta blanca! Obviamente, como él era cantante necesitaba el ron para poder hacer su creación, pero como yo era crítico, me bastaba el agua para aclararme la garganta. En ese momento me resultó absolutamente clara cuál era la diferencia entre el artista y el crítico. Por eso agradezco mucho que ustedes hayan soportado al tipo del vaso de agua, cuando no han podido disfrutar del tipo del vaso de ron.

Ejemplo de animación de la sociedad civil

El Centro Cívico Religioso y la revista Vitral son ejemplos de animación de la sociedad civil. Estas instituciones han conseguido productivizar, de modo necesario y muy positivo, la existencia de una excepcional estructura que posee la Iglesia Católica en Cuba, un país de débil sociedad civil. Acabo de estar en un simposio internacional en Santiago de Chile, y uno de los colegas que participaba era Sarat Maharat, el teórico y profesor británico de origen indo-sudafricano. En su conferencia él habló de distintos temas al respecto de la nueva dinámica global, y presentaba el ejemplo de la calle donde él vive en Londres, de la que incluso mostró algunas dispositivas. En esa calle –como en tantas otras—encontramos una casa de vivienda y, al lado, una tienda de una familia italiana donde venden todo tipo de pastas y de aceites de oliva; más acá hay un restaurante vietnamita, allí, en este otro lugar, otro griego; un poco más allá hay otra tienda que exhibe todo tipo de cosas “new age”; enfrente, una librería de temas gay y lésbicos, y un poco más allá otra casa donde vive gente, y así hasta el infinito. Este ejemplo daba una imagen muy gráfica y fresca de la rica y polémica coexistencia de pluralidades característica de un medio con una sociedad civil tan activa como Londres, esa ciudad fascinante que es como un universo en miniatura, una urbe con una escala muy humana donde está prácticamente metido el mundo. La presentación de Sarat me recordaba la necesidad y la riqueza de la sociedad civil, de cuyas posibilidades ustedes han dado aquí un ejemplo con su trabajo.
Bueno, quiero terminar y noto que quizás he sido tan elogioso que van a pensar que soy muy amigo del Obispo y de Dagoberto... No obstante, hay críticas que podría hacer, y voy a expresar una. Me parece que hubo una época en la revista donde ocurrió cierta baja en las características de perspectiva social que he elogiado, cuando Vitral se tornó más “aséptica” y a la vez se concentró más en el campo religioso y los problemas que atañen a la Iglesia Católica. Nunca se limitó a esto, pero digamos que se metió más en ese terreno. No digo que esto sea malo, pero no es Vitral. Por suerte, ha vuelto a recuperarse el perfil de esta revista asombrosa, el que me produjo aquel impacto inicial. Había dicho antes que la Iglesia Católica, como otras instancias de la sociedad cubana, no siempre han usado sus posibilidades. Los diez años de Vitral establecen un ejemplo que debe animar a que estas potencialidades sean empleadas con mayor amplitud y utilidad social. Así, quiero terminar diciendo que ojalá se desarrollen más y más una revista, y una Iglesia, en el espíritu de Félix Varela.

Muchas gracias

 

 

Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004