Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004


HECHOS Y OPINIONES

 

MISIÓN: LO MÍO PRIMERO


ROSA MARÍA LÓPEZ GONZÁLEZ

 

En Cuba la lengua española se ha multiplica do en conceptos, en ofrecer miradas actuali
zadas a definiciones que desde los tiempos del descubrimiento de América han formado parte de la historia religiosa, social, cultural, política, también laboral del pueblo; tal es el caso de la palabra misión. Su frecuente utilización justifica hoy la innumerable lista de profesionales y técnicos cubanos que por tiempo determinado rompen profundos e importantes vínculos humanos para asumir conductas y funciones que condicionan otros espacios de vida. Desde esta mirada observo el deterioro que, como verbo, la acción de enviar ha sufrido en nuestro país en los últimos cuarenta años.
Viajo a mi infancia, recuerdo que muchos niños de mi aula comentaban que a su papá, a su tío, hermano...lo mandaban a Angola, Etiopía, Granada como internacionalistas. Era la década del 70 – 80; ya pasó la del 90; el 2004 ha comenzado, más que antes el tema está de moda y tristemente marcando la vida de numerosas familias que por diversos motivos se involucran en este manejo lleno de dobleces e intencionalidades múltiples tanto por parte de los que cuentan con la autoridad para mandar como de los que, estimulados por razones marcadamente económicas, políticas y laborales, empeñan presente y futuro de sí mismos y de sus hogares.
La expedición de Colón abrió al nuevo continente una historia en la que no faltaron personajes que por sus hechos aparecen en las grandes enciclopedias, pudiéramos mencionar a Diego Velázquez, Pánfilo de Narváez, etc. ¿Dónde poner a los conquistadores y encomenderos de nuestro tiempo? ¿Tendrán alguna trascendencia las Niurkas, los Ernestos, los Eduardos y tantos otros conocidos de esta nación que enarbolan la penosa hazaña de dejar hijos, esposas, esposos, o quién sabe si valores, honestidad y respeto por sí mismos, a expensas de tantos desafíos, a cambio de edificar un porvenir mejor, propósito del todo manejado ya sea con fines ilustrativos (mostrar al mundo una imagen), ya sea embolsativos (recuperar divisas para solventar parte de las “gratuidades” con que el estado subsidia los programas supuestamente prioritarios), y por supuesto, contemos también las aspiraciones personales.
No son las estadísticas las que pueden dar respuesta del final que van teniendo estos episodios, son los propios acontecimientos los que van suscitando un S.O.S general.
El poder y la facultad que se da a una persona de ir a desempeñar algún cometido o hacer alguna cosa está siendo usado indiscriminadamente.
En su visita a nuestra tierra (enero/98) el Papa Juan Pablo II se dirigía a las familias cubanas como célula fundamental de la sociedad y garantía de su estabilidad. Señalaba en su homilía como Dios ha confiado a los hombres la misión de trasmitir la vida de un modo digno de la persona humana fruto de la responsabilidad y del amor.
Propone el Sumo Pontífice un modelo de unión donde prevalezcan diálogo, comprensión, aceptación libre y responsable que les dé autoridad y derecho a formar integralmente a su descendencia según los contenidos éticos y cívicos que escojan.
Fuera del marco cristiano, dentro de la realidad humana, cuestionémonos: ¿De dónde van a salir hombres y mujeres honestos, laboriosos, justos, pacíficos, si no es de las familias bien integradas?
Todo lo que hiere a la familia hiere a las personas y, por eso mismo, altera y destruye el bien de la sociedad. Nada ni nadie puede suplir la acción educadora de un hogar. Ni el estado con sus instituciones sanitarias, ni el computador, ni el carro, ni los artículos que con las solidarias ayudas de otros países puedan llenar las carencias y los rincones de un inmueble casero.
Son nuestros médicos, nuestros especialistas superiores y medios, en la salud y en otras muchas especialidades, los padres, las madres, los cimientos de una sociedad que tiene como primer compromiso como autoridad máxima, cuidar sus matrimonios, criar, formar y educar a sus proles. Si por vocación escogieron entregar sus conocimientos y habilidades a favor de sus semejantes, por vocación eligieron construir una casa que no sólo sean paredes, muebles, objetos en armonioso contraste, con seres que se quieran, que compartan sus luchas, sus sueños, sus aciertos y desconciertos. Contrariamente nuestros niños se van nutriendo de exterioridades que bloquean lo más profundo, lo más genuino y puro: el calor de sus progenitores, el cariño, el cuidado, el poderse alimentar de las raíces que le dieron origen a su ser de criatura.
Sin ir más allá que tomar un poco de conciencia ante el arrasador ritmo de las “colaboraciones cubanas” hagamos una parada. A cada uno se nos ha dado potestad para ejercer funciones, cargos, responsabilidades, servicios, pero ¿dónde hacerlo? ¿cómo hacerlo? ¿para qué hacerlo?
Con dos refranes bien populares podemos hallar pistas que nos ayuden a salvar el asunto: “En casa del herrero cuchillo de palo”. No queramos sanar lo ajeno si lo nuestro necesita de cuidados intensivos. Requieren atención nuestros niños que en sus padres buscan apoyo, confianza; necesitan cuidado nuestros adolescentes que en referencias muy concretas toman modelos de orientaciones muy difíciles de cambiar después; exigen ayuda los jóvenes que solos y a tientas van haciendo caminos no siempre claros y bien trazados.
No descuidemos a nuestros enfermos, nuestros educandos, a nuestros deportistas y artistas; nuestras casas, nuestros consultorios, policlínicos, escuelas, terrenos deportivos, centros culturales son los lugares en los que nos toca edificar.
Reclamo patrio es trabajar por rescatar lo propio, lo que nos pertenece y toca de cerca. He dejado para el final la frase que presentan las bolsitas de la shoping: “lo mío primero”,tengámosla en cuenta porque para dar es preciso tener y para tener es fundamental que cultivemos en nuestro propio territorio los valores y virtudes que empiezan en la cuna.
Ojo, amigo: no dejemos que desarmen nuestras vidas. Asumámosla por ti, por mí, por todos, con respeto, con dignidad. “Colabora” con la “misión” de pertenencia y de identidad.


 

Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004
Rosa María López González
Novicia Apostolina. Matanzas. Cuba.