Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004


GALERÍA

 

ELVIS CELLEZ:
JOB, CUANDO LOS GRITOS
SE APAGAN

PEDRO JOSÉ FIGUEROA

 

 

 

 

Elvis Cellez.

 

 

 

 

 

 

 

 

“¡Ayúdame coño!”. 65x82 cm, óleo/lienzo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sembrador de la noche”, 156x114 cm, óleo/lienzo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Lejos de la ciudad, los que agonizan lloran y lanzan gemidos.
Job 24, 12

Referir la pérdida del sentido de la vida sería combatir desde la memoria, sin filosofía ni corriente de pensamiento, la disolución de los modelos de hombre que las ideologías racionalistas y las sociedades de consumo han concretado con suma efectividad en todos los ambientes del universo a partir del concepto de post modernidad.
Aquella respuesta escéptica ante el fracaso de la razón y el terrible vacío existencial que nos propone analizar la obra del artista Elvis Cellez, testigo directo del asombro y la fobia que genera la muerte física después de una muerte espiritual, ligado tanto a la moral como al recuerdo, según Borges –el único camino sólido que ya hemos transitado-.
El artista en su travesía revela tres etapas, un primer estado que recoge la memoria sensitiva hacia el entorno animal sobre todo de los insectos, reptiles y batracios en estado de descomposición; un segundo lugar dedicado a los mineros de su tierra natal; posteriormente una serie de personajes históricos locales, que revelan valores que ya hoy están sumidos en una crisis indetenible, mediante historias fatales, que sobrellevan el concepto de aldea como contradicciones entre urbe y periferia.
Manipula alguna imagen, criticando temáticas más que refritas artísticamente refiriendo la universalidad de... en crisis por uso indiscriminado, devaluando o no la veracidad de dicha imagen, cuadros como: Che con el nombre de Ernesto en idioma ruso, un Martí entristecido, carente de lucidez, ambos con colores muy oscuros.
En último lugar la serie del yo, se toma a sí mismo como modelo, como prueba fehaciente del dolor mediante la pulsión artística influida por aquella generación que protestó contra la guerra de Viet Nam, hoy contra todas las guerras y burguesías convencionales, no sólo por su intención, sino por la forma de asumir la expresión artística.
No intenta revelar una salvación explícita de su fe, sino contar su historia, el desangramiento de la memoria sobre el lienzo, hipersensibilidad que refiere toda la carga semántica-radioactiva del entorno, cuando las minas de Matahambre han vaciado sus entrañas, decretando, irreversiblemente por causa natural, la necesidad de cambiar la vida de los mineros que, inocentes del cambio, inician una nueva.
Grande la preocupación de entrever en su arista la naturaleza muerta, lo que queda, lo que ha dejado de ser el sentido de la abundancia de su tierra para huir a otros predios, donde la vida prospere, el cambio de identidades, la vigilancia, la hostilidad humana, el camuflaje de las aspiraciones y la emigración constante, la antianalogía fatal: cambiar el casco y la linterna por el sombrero de guano, donde nos queda la imagen de la Virgen, el destupidor de baño, el radio VEF 206 sobre la mesa donde come o alimenta en silencio las visiones de su obra. La imagen del minero, sus objetos de trabajo, sus rostros taciturnos, en una atmósfera de dolor latente en el hoy actual.
El mensaje de su personalidad nos refiere la involuntaria realidad de una libertad histórica, así como el cambio de valores morales ante una opción fundamental de sobrevivencia, cuestión del ¿qué hacer para lograr mis sueños o expectativas? La pérdida que antecede o precede otras pérdidas que infieren el crecimiento del relativismo en la base ética, que desvía su percepción de protagonista a la de una programación adaptativa rutinaria bajo el desván de la sociedad humana, ante el grito silencioso de -Dios me lo dio, Dios me lo quitó- para no aseverar la fe en un futuro mejor ni el designio inscrito en el corazón del hombre, la pulsión del Eros como instinto de placer o del Tánatos, instinto de muerte (detonante) cuando desea su autodestrucción reflejada en la obra –antes que amanezca-, recreando el tema del suicidio, en la noche que ha consagrado para su leyenda, el crudo reflejo de un hombre en ruinas.

Voy a desahogarme con mis quejas
voy a dar rienda suelta a mi amargura
¡Oh Dios no me declares culpable!

Su obra va encaminada a combatir, no es un arte refinado para un público de gustos de élite, sino para un público de pueblo, con la sensibilidad desgastada (1), que exige sensaciones nuevas, no muy dosificadas, un arte de provocación, marcado por la explosión o la sensación de salir huyendo del lugar, que puede existir en la obra aún ignorándolo el artista.
Refleja con fidelidad un mundo reprochable con declaraciones nada ambiguas, personales y subjetivas, nada gana con dar paso a la ira, pero el furor en estas obras existe, aunque sea frío u opaco, pues implica de todas maneras como arte, historia social en el –action painting o bad painting; contracorriente al estilo Cuban Way of life-a favor de proyectar la Suite Minas de Matahambre.

“Las hormigas también comen camaleones”,
92.5x92.5 cm, óleo/lienzo.


Renovador, en cierta manera de la figuración en verdadera desventaja a la abstracción, tras el caótico momento de su ambiente real, más occidental que se haya bajo el resorte de continuas crisis, preparando, generando, conmociones artísticas y sociales que tienen como principales manifestaciones: la ruptura del mapa psicológico, el actualismo, destrucción, dislocación, incoherencia como figura, víctima o principio de su acto poético, reestructurando el lenguaje visual, atmósferas inusuales, extrañamientos que hacen que el espectador se cuestione reflexionando a la misma vez, creando un juicio propio.
Elvis es la fórmula totalmente contraria a una sociedad indiferente ante los problemas ingentes del hombre, hace arte contra la frivolidad, a favor de que rijan los sentimientos y valores puros, en pro de una sociedad mejor para la humanidad toda.
Refleja en la sucia levedad del ser un sentido humano y divino muy propio, que no se aparta de la suciedad del lienzo, la agresividad del gesto, la mancha o pintura chorreante exprofesamente.

“Después de agosto”,
70x60 cm, óleo/lienzo.


Sostiene la influencia de muchos matices como: Francis Bacon, Andy Warhol, Claes Oldenburg, el grupo Cobra(2) quienes en la década de los años sesenta intentaban recuperar la figura humana de manera informal, reproduciendo la frialdad de la realidad donde todos los instintos son insaciables bajo la consecuencia de la pérdida del sentido de la vida.

Por medio del sufrimiento Dios salva al que sufre
por medio del dolor lo hace entender el universo...
Job 31

El artista ha colmado el sufrimiento en cadena con su agresividad interior, que exterioriza, mediante un regulador desconocido, parte de historias personales que emergen en la acción artística desde el subconsciente, nunca censuradas por el modelo de su súper yo.
Va desde la ironía hasta el humor negro y serio, por ejemplo en la pieza titulada Todavía me masturbo con tu recuerdo donde refleja la exacerbación de la líbido, la división del placer sexual como una forma de respuesta social ante la ingravidez de las cosas, así como todo influjo de insatisfacción con la condicionante de no poder unirse carnalmente con la persona que verdaderamente desea, la razón de ser de la noche, alejado del mundo e inmerso en las únicas posibilidades que puede olvidar, alcanzar o proporcionarse a sí mismo, así lo remite textualmente con día y hora del acto realizado, asusta, sorprende inesperadamente, ha perdido la orientación sólo toma por medida la alienación; el instinto sexual tendría dos orientaciones: la auto erótica narcisista y objetual.

“Ellos se van ahora”,
92x75 cm, óleo/lienzo.


Plasma desde su sacrificio artístico el amor a su pueblo, dice: Yo soy el camino, irradiando de cierta forma el profetismo de su gloria, el distintivo social de su razón, la verdad como valoración necesaria para ser, único e irrepetible, influido por el vitalismo de Nietzche, repudiado todo canon moral de la sociedad, centrando en el hombre que sólo puede superarse a sí mismo, una vida sustentada en el mito del eterno retorno, donde todo termina, pero todo vuelve a empezar frente a una etapa contemporánea donde el desinterés se colma en la ausencia de un verdadero humanismo solidario desde una clave personalista, para terminar en la soledad.
Elvis flagela de forma demostrativa a aquellos que no creen en el hombre, que menoscaban subestimando la iniciativa del ser, dice varios slogan como: cuando los gritos se apagan, para los hijos de puta que me ayudan a morir, estas son mis flores. Este es mi feelen, también se come mucha mierda, hoy yo maté una mariposa,-ellos se van ahora termina flagelándose a sí mismo, siente esa razón, media como Job cuando expresa:»Yo me he impuesto la norma» Job 31. También quiere trascender, de hecho si persevera lo hará.
Es la resultante de un modelo determinado por un sistema político –social- económico que trasmite ideas, conocimientos, educa instruye en valores, gustos, modas, costumbres leyes que intentan crear El hombre nuevo título de la obra premiada en el pasado Salón 20 de Octubre, autorretrato con cuernos bajo el lema el mundo es redondo, quien no se arriesga se va al fondo mensaje en forma de espiral como la teoría o ley de la negación, donde toca el tema de la involución del hombre como proceso de deshominización, a partir de la apertura de la nueva sociedad mundial, donde los deseos rigen por encima de los sentimientos, cuando la ley está por encima del hombre. Elvis usa el cuerpo como medio de expresión, busca su liberación con futura resolución hacia el vacío, es la interrogante de Job en estos tiempos cuando los gritos se apagan, porque Dios no duerme.

Referencias

1.- Mosquera , Gerardo. Del Pop al Post.
2.- Enciclopedia Océano. 1999.

 

 

 

 

Revista Vitral No. 61 * año XI * mayo-junio de 2004
Lic. Pedro José Figueroa
Poeta, ensayista y crítico de arte.