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Aurora Bosch
y Rafael Padilla interpretan «Don Quijote».
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Cristina
Gallardo y Luis Aguilar en «Don Quijote».
Foto: Miguel García Caracas.
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Josefina Méndez
y Vladimir Vassiliev en una magistral interpretación de
este afamado Ballet.
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El legendario personaje Don Quijote,
salido de la pluma del más universal de los escritores de habla
hispana, Miguel de Cervantes y Saavedra, anduvo por Pinar del Río,
gracias a la puesta en escena del ballet homónimo, presentado
por la compañía Ballet de Camagüey, los
días 25 y 26 de junio del año 2003, en el cine-teatro
Pedro Zaydén de la capital vueltabajera.
Don Quijote, ballet en tres actos, fue estrenado el 26 de
diciembre de 1869 en el Teatro Bolshoi de Moscú, con coreografía
del célebre maestro Marius Petipa, y la música de Ludwig
Minkus. Desde entonces no ha dejado de representarse y la casi totalidad
de las compañías de ballet en el mundo lo mantienen en
su repertorio habitual. También con mucha frecuencia se suele
bailar el pas de deux del acto III, uno de los más hermosos,
espectaculares y difíciles de ejecutar de todo el repertorio
clásico-tradicional.
En 1988, durante el 11º Festival Internacional de Ballet de La
Habana, el Ballet Nacional de Cuba estrenó la nueva versión
cubana de Don Quijote, basado en la original de Marius Petipa,
bajo la dirección artística de Alicia Alonso. Las primeras
bailarinas Marta García, María Elena Llorente y la maitre
Karenia Moreno, fueron las responsables de la coreografía.
La puesta en escena de «Don Quijote» por la compañía
Ballet de Camagüey y artitas invitados del Ballet de Laura Alonso,
contó en esta ocasión con la coreografía de Iván
Alonso, sobre la original de Marius Petipa y la música de Ludwing
Minkus. La escenografía y el vestuario estuvieron a cargo de
Abel Macigneira y la dirección general de Regina María
Balanguer Sánchez. En los roles centrales de Kitri y Basilio,
aparecieron los jóvenes y talentosos bailarines Liuba Corzo,
primera solista del Ballet de Camagüey y Rubén Pérez,
respectivamente. En el personaje del torero Espada, el también
joven y talentoso bailarín Leoannys Pupo y en el rol de Don Quijote,
Nelson Hernández, artista invitado del Ballet de Laura Alonso.
Verdaderamente, Luis Rubén Pérez, es un bailarín
de elevación, muy acrobático, electrizante, de explosiva
energía y a la vez hechizante y conquistador. Sus plenos gran
jeté, los giros vertiginosos de sus fouettés,
la perfección de sus actitudes, colorearon su interpretación,
logrando arrancar del público las mayores ovaciones. Todo esto
reafirma su capacidad, casi increíble, de someter a su propio
antojo el espacio aéreo del escenario.
En «Don Quijote», el papel de Basilio lo ejecutó
Luis Rubén Pérez con un talento fascinador, perennemente
joven, libre y gozoso, en un espectáculo festivo y espléndido
en danzas. Logró acertadamente simpatizar con Basilio, joven
tenaz y amoroso. Supo, además, contagiar su fogosidad y alegría
a su pareja y a todo el conjunto de la compañía.
Luis Rubén Pérez fue sin dudas, un admirable Basilio,
alegre, risueño y amoroso, bailó con pasión, humor
y audacia. Constituyó una magnífica pareja, no sólo
un apoyo galante para la bailarina sino digamos que ella lo necesitó
para revelar su propia línea y actitud.
Liuba Corzo, es sin discusión una bailarina de talento, su gran
paso, su ligero salto flotante en el aire, su cuerpo flexible y su port
de brass, son dones de la naturaleza y fruto de un esfuerzo infatigable.
Al asumir el rol de Kitri, Liuba Corzo lo caracterizó por la
magia de la línea. Ganó altura con seguridad, sin temblar,
con audacia. Sus saltos fueron poderosos, elevados, intensos. Ejecutó
con maestría los tradicionales 32 fouettés
del acto tercero y con ello arrancó los aplausos del público
asistente en la sala. Pero no sólo fue acrobacia y virtuosismo,
ella supo ser fiel a los requerimientos de su personaje, comportándose
como lo que este es: una joven sencilla, enamorada, pero a la vez, llena
de picardía, que juega con su enamorado, que sabe como seducirlo
y a la vez despertar sus celos. En el pas de deux, demostró
toda su línea clásica, su físico y fue amorosa
con su pareja.
Para esta puesta de Don Quijote por el Ballet de Camagüey
no pudo ser mejor acertada la idea de confiar el personaje del torero
Espada al joven bailarín Leoannys Pupo. Con una clásica
línea y revelador de un talento en toda su plenitud, Leoannys
Pupo posee además la virtud y la gracia de un físico bien
parecido. Fue ardiente, caballeroso, danzando con expresividad emocional,
de movimientos acrobáticos, flexible y audaz.
Nelson Hernández asumió el personaje de Don Quijote y
ciertamente logró escenificar la imagen del «caballero
andante» de la triste figura, descrito por Miguel
de Cervantes. Tanto por su físico, como por su expresividad y
gestos, supo revelarnos a ese hidalgo caballero que en el cenit de su
locura se enfrenta a los molinos de viento confundiéndolos con
gigantes.
Iván Alonso, recreó una coreografía muy acertada,
fiel a su argumento, con una rica combinación de los solos con
el cuerpo de baile. También muy refrescante y armoniosa la escenografía
y el bello vestuario de Abel Macigneiras. Todo el cuerpo de baile merece
un reconocimiento, mostraron ser disciplinados, tomando parte activa
en la acción, no permaneciendo simplemente como figuras decorativas.
El ballet «Don Quijote», a todo lo largo de su historia
ha contado con intérpretes excepcionales en los personajes protagónicos
de Kitri y Basilio, tales son los casos de: Rudolph Nureiev, Oleg Briansky,
Tamara Toumanova, Maya Plitzeskaya, Nicolai Fadeichev, Ekaterina Maximova,
Vladimir Vassiliev, Julio Bocca, Paloma Herrera, Lázaro Carreño,
Ofelia González, Loipa Araujo, Andrés Williams, Viengsay
Valdés, José Manuel Carreño, Rolando Sarabia y
muchos más, entre los que podemos mencionar a Luis Rubén
Pérez y Liuba Corzo.
¡Bravo! por el Ballet de Camagüey, que nos trajo a tierra
pinareña un «Don Quijote» como ese. Ojalá
que experiencias así vuelvan a repetirse para el disfrute y alegría
de todos los que amamos la danza. El ballet como forma de arte que es,
también ennoblece la vida y gratifica el alma.
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