En primer lugar mi agradecimiento
a Mons. Siro, Obispo de Pinar del Río, por haberme invitado a
compartir con ustedes este ciclo de conferencias que celebran cada día
20 de mes en ocasión del Centenario de la Diócesis. Gracias
también por su presencia a ese grupo de laicos y laicas con quienes
me unen lazos de amistad y a quienes admiro por su testimonio de fe.
Gracias a todos los presentes porque de una manera muy especial son
parte de esta Iglesia que peregrina por la región más
occidental de nuestra querida tierra cubana.
Cuando hace meses recibí esta invitación, pasada la emoción
del primer momento por tan alta consideración, me entró
la duda si aceptar o no semejante reto. Tratándose de ustedes
no había excusa posible para negarme.
Lo que voy a compartir esta noche, más que conceptos y criterios,
es mi deseo de transmitir uno de los objetivos de cualquier plan global
de pastoral que es ser generador de Esperanza en la vida de la Iglesia
y no una camisa de fuerza como muchas veces es comprendido
por nuestra incapacidad a la hora de presentarlo, o inventos de
estos tiempos como diría cualquier viejita de nuestras
comunidades. Cuando digo generador de Esperanza me refiero a una esperanza
que no se limita únicamente al anuncio de su dimensión
escatológica sino que se concreta en iniciativas y proyectos
humanizadores, en promoción de la justicia, en respeto a las
diferencias y en participación que hace de cada creyente un protagonista
de su historia.
Antecedentes
Todos sabemos que la evangelización es la tarea, la vocación,
la misión de la Iglesia. Tarea que ha de desarrollarse en un
mundo en constante cambio. En este sentido la exhortación apostólica
Evangelii Nuntiandi y el Documento de Puebla nos orientan sobre el alcance,
misterio y desafío que representa la evangelización para
la Iglesia aquí y ahora.
Y justo porque la evangelización tiene una finalidad de transformación,
de renovación de la persona humana, de los grupos, de la comunidad,
de toda la vida social... No se trata solamente de predicar el
Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones
cada vez más numerosas, sino que se trata de alcanzar, y trasformar
con la fuerza del Evangelio: los criterios de juicios, los valores determinantes,
los puntos de interés, las líneas de inspiración,
los modelos de vida , todo lo que esté en contraste con la palabra
de Dios y con el Signo de Salvación. (EN19)
Reunida la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en
Puebla, definen la acción pastoral planificada, como la respuesta
específica, consciente e intencional a las necesidades de evangelización.
Ésta deberá realizarse en un proceso de participación
a todos los niveles.
En este sentido la Reflexión Eclesial Cubana (REC) que comenzó
en el año 1981 y que desembocara en el Encuentro Nacional Eclesial
Cubano (ENEC) realizado en 1986 puso en reflexión a una gran
mayoría de nuestras comunidades cristianas y fue una extraordinaria
experiencia de participación, a mi modo de ver, aunque no se
le dio ese nombre, el Documento Final del ENEC constituiría el
Primer Plan Global de Pastoral de la Iglesia en Cuba.
De esa experiencia gozosa de Dios con una mirada de contemplación
al pasado, reflexionando en el presente y proyectando al futuro, surgen
tres prioridades pastorales, en las cuales trabajaríamos en los
próximos años: deseábamos ser una Iglesia misionera,
orante y encarnada.
Diez años después de aquel trascendental momento, era
entonces febrero del año 96, la Iglesia en Cuba vuelve a ser
convocada por sus Pastores en lo que se conoce como ECO (Encuentro Conmemorativo
del ENEC). Para entonces habían ocurrido cambios: había
crecido la población cubana, también había crecido
la Iglesia, que había visto multiplicar sus Diócesis y
los movimientos laicales, así como era una realidad el aumento
de la presencia de religiosas de diversas congregaciones. El mundo también
fue escenario de profundos cambios, por sólo citar uno, cabe
destacar la caída del muro de Berlín con todas sus implicaciones.
Si en el ENEC el marco inspirador estuvo en el Concilio Vaticano II,
la Segunda y Tercera Conferencias del Episcopado Latinoamericano de
Medellín y Puebla respectivamente, ahora el ECO tenía
su inspiración en la Carta Apostólica de Su Santidad Juan
Pablo II Tertio Millenio Adveniente y la Cuarta Reunión
del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo.
Los católicos cubanos experimentábamos con gratitud la
presencia del Señor. Comprendimos que han tenido lugar cambios
importantes y acogimos el mensaje del Papa en Santo Domingo, donde nos
convocaba a una Nueva Evangelización, que no será nueva
en su contenido, pues la novedad del Evangelio de Jesucristo es insuperable,
pero sí nueva en sus métodos, en su ardor y expresiones.
Fueron prioridades pastorales salidas de esta reflexión:
-la formación integral de la persona: antropológica y
cristocéntrica, que forje a la persona humana y la abra a la
Trascendencia.
-la promoción humana como exigencia de la Nueva Evangelización,
como anuncio y testimonio de Jesús, hombre nuevo y Redentor de
todo hombre.
- las comunidades vivas y dinámicas que lleven a cabo estos proyectos
y en cuyo seno se promueva un laicado comprometido con la Iglesia y
con la sociedad.
Este Plan Global de Pastoral estaba previsto para el período
de 1997 al 2000. Oportuno es reconocer que hubo dificultades en su comprensión,
personalmente creo que en un afán de tecnificar la redacción
de los programas pastorales se ahogó un poco el espíritu,
pero sin lugar a dudas fue un gran elemento dinamizador en la vida de
la Iglesia.
Plan Global de Pastoral 2001-
2005
En la clausura del Año Santo (Epifanía del año
2001) nuestros Pastores en sus Diócesis presentaron el nuevo
Plan Global de Pastoral aprobado por la Conferencia de Obispos Católicos
de Cuba. El mismo abarca el período del 2001 al 2005. Comenzamos
una nueva etapa en el proceso de planeación pastoral participativa.
Este plan es una continuación del anterior, enriquecido con respuestas
a las nuevas necesidades que se consideraron prioritarias y que han
sido fruto del análisis de la realidad realizado por las diócesis
y por algunas Comisiones Nacionales. Su marco doctrinal toma líneas
fundamentales del Magisterio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II en
su visita a Cuba y de la Exhortación Apostólica Ecclesia
in America.
Al hombre cubano de hoy es a quien tenemos la enorme oportunidad de
anunciar a Jesucristo para que goce con su encuentro y se deje trasformar
por Él. Por ello el énfasis está centrado en el
encuentro con Jesucristo vivo, camino de conversión, comunión
y solidaridad.
Afirmamos que es continuidad con el plan anterior no sólo porque
se mantienen presentes las prioridades pastorales de formación,
comunidades vivas y dinámicas y promoción humana, sino
porque continuamos un proceso fruto del conjunto de etapas que se han
ido sucediendo.
Al actualizar el análisis de la realidad y buscar los nuevos
acentos que tendría este plan encontrábamos signos de
vida, apoyados en los cuales es posible construir un futuro mejor: hay
un deseo de cambio presente en el corazón del pueblo, la búsqueda
de lo religioso incluso en su expresión sacramental refleja el
alma cristiana de los cubanos, la creatividad con que la
gente enfrenta la situación se expresa en sus múltiples
maneras de resolver. El hombre cubano conserva normas de comportamiento
que expresan su nivel de autoestima, dignidad y creatividad. La solidaridad
y generosidad mueven muchas de sus acciones. También descubrimos
como fortalezas, el crecimiento cuantitativo de las comunidades y del
número -aún insuficiente-de agentes de pastoral, surgen
nuevas comunidades como expresión del dinamismo misionero, mejoramiento
de la información: bibliotecas y publicaciones diocesanas. La
visita del Santo Padre fue inspiración y estímulo para
la vida de la Iglesia en Cuba.
Junto a todo esto tomábamos conciencia de esa otra parte de la
realidad que nos interpelaba desde el Evangelio: somos parte de un pueblo
al que anima la desesperanza y en ocasiones busca mecanismos para evadir
la realidad. La inseguridad frente al futuro genera angustia. Una familia
que sufre a causa de la emigración, como consecuencia del divorcio
y se agota en el esfuerzo diario por la supervivencia. Somos testigos
de actitudes de intransigencia y agresividad que corroen el corazón
de muchos. En ocasiones nuestros proyectos llenos de los mejores deseos
conducen al paternalismo que convierte a las personas en objetos de
nuestra caridad y no en sujetos en camino de promoción.
Hasta aquí algunos de los elementos que salieron de aquel análisis
y deseando dar respuesta a esa realidad, son las razones por las cuales
se enfatizan en este plan: la Espiritualidad, la Comunidad Cristiana,
el Laicado, la Familia, las Vocaciones y la Pastoral Social.
Espiritualidad: Aunque aparece destacada de manera especial en la prioridad
de formación, sin embargo podríamos afirmar que la espiritualidad
es el hilo conductor que atraviesa todo el Plan Global. Si bien es cierto
que se desea que los procesos formativos favorezcan una conversión
que lleve a una auténtica espiritualidad cristiana, definida
ésta como un estilo o forma de vivir según las exigencias
cristianas... es la meta a la que conduce la conversión, se entiende
no una parte de la vida, sino la vida toda guiada por el Espíritu
Santo (EA #19) sin embargo, las encuestas arrojan que hay como dos maneras
de entender la espiritualidad, no necesariamente opuestas, pero sí
con énfasis diferentes: una es la espiritualidad más relacionada
a las prácticas devocionales y otra, la espiritualidad como vivencia
de la fe en una situación concreta. Se trasluce una espiritualidad
en clave de resurrección que anime la esperanza y el compromiso
cristiano.
Confirma el acierto de que la espiritualidad esté en el trasfondo
de todo el contenido del actual plan porque salió con mucha fuerza,
según las estadísticas más recientes, que la comunidad
la siente como su primera necesidad, la identifican como una de las
fortalezas de la Iglesia en Cuba, desean que sea atendida como una prioridad
y es el segundo tema de interés en la formación de los
fieles.
Comunidad cristiana: que es lugar privilegiado desde donde propiciamos
el encuentro con Jesucristo (Objetivo General) y dónde se alimenta,
se vive y se comparte de manera especial la fe. Ella tiene un protagonismo
explícitamente preponderante en el actual plan. Con ella está
relacionada la misión en medio del barrio, a través de
ella se quiere enfatizar el acompañamiento a los laicos, a la
familia y a las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada.
Favorece de manera especial, y esto lo hago notar como las fortalezas
que nos ayudarían a dar respuesta a muchos de los desafíos
que nos presenta el Plan Global, el hecho de que, en una buena cantidad
de fieles que asisten a la Iglesia hay una referencia muy fuerte comunitaria.
Un 47% identifica a la Iglesia como la comunidad de los que creen en
Jesús. Otro signo es cuando al hablar de la unidad en la Iglesia
un 62% afirma que la unidad viene dada en que todos participamos de
la comunidad eclesial a pesar de nuestras diferencias. Por su parte
la Eucaristía se entiende mayoritariamente por los fieles como
el encuentro principal de la comunidad cristiana con su Padre Dios.
Y por último señalo que un grupo de los encuestados manifiesta
que para entender la Biblia es una ayuda leerla dentro de una comunidad
que la comenta.
No caben dudas de que se da una vivencia Iglesia Comunidad que
vale la pena profundizar y que requeriría crear mecanismos de
participación que serían una excelente escuela pastoral.
Laicado: El plan resalta la promoción de la identidad y la espiritualidad
laical (Línea de Acción 3) y plantea entre algunos de
los medios: enfatizar la identidad laical desde la adolescencia y la
juventud, incentivar el compromiso de los laicos en los distintos ambientes,
animándolos y acompañándolos, impulsar el estudio
de la Doctrina Social de la Iglesia, así como su aplicación
en los distintos ambientes, etc.
Los estudios recientes nos dejan ver, que si bien es cierto que la mayoría
define al laico como un cristiano que vive la fe en su vida y trabaja
en el mundo, hay que promover la presencia del laicado en la sociedad
y formarlo para ello.
Familia: El Papa Juan Pablo II en su homilía dedicada a la familia,
en Santa Clara nos decía Cuba: cuida a tus familias para
que conserves sano tu corazón. Es una realidad la crisis
que está viviendo la familia a nivel mundial y la familia cubana
también está afectada por esos desafíos. El Plan
hace un especial énfasis en organizar una Pastoral Familiar que
responda a los retos de estos tiempos.
La familia ha sido la primera prioridad que los fieles desean sea atendida
por la Iglesia en Cuba. Es un punto de angustia y desconcierto. Sin
embargo es significativo que la mayoría ha recibido la fe en
el seno de la familia. Entre las aspiraciones que se desean para la
Iglesia está que tenga más participación en el
sistema educativo, es evidente que es un reclamo que nace de la familia.
Vocaciones: Son altamente valoradas por la comunidad cristiana, las
personas del sacerdote, los religiosos y religiosas. En el caso del
sacerdote se le define mucho como el representante de Cristo. En el
Plan aparece como un medio para fomentar la Pastoral Vocacional involucrar
más a la comunidad en los procesos vocacionales. Nuestra Iglesia
tiene evidente escasez de vocaciones consagradas, especialmente nativas.
No siempre se ha acertado en la difícil selección vocacional.
Parece muy importante también, cuando se insiste en fortalecer
una espiritualidad de comunión y se habla de fomentar la formación
inicial y permanente de los religiosos/as para que fieles a su carisma
fundacional se integren a la vida y misión de la Iglesia local.
Pastoral Social: Es una realidad que va emergiendo y como tal requiere
definición y acompañamiento. Del ENEC a la fecha pienso
que es de los temas en los que más ha avanzado la Iglesia. Es
sin lugar a dudas uno de los terrenos de mayor dificultad, pero entre
el clamor de los que sufren y la creatividad y cercanía de los
agentes de pastoral, se han dado pasos importantes, primero en lo asistencial
y luego en lo promocional. En el Plan Global, la Pastoral Social está
asociada a la prioridad de promoción humana y cada una de sus
líneas de acción constituyen verdaderos programas. La
dimensión social va cogiendo fuerza y demanda atención
en medio de la comunidad cristiana.
Hasta aquí mi exposición del Plan Global que no pretendía
ir tanto en la presentación de su contenido que creo más
o menos es conocido, sino que he tratado de actualizar los nuevos acentos
que a la luz de la encuesta nacional, realizada recientemente, pueden
iluminar nuestro servicio a la Iglesia.
Y termino con unas palabras del Santo Padre en la Novo Millenio Ineunte
Nos espera pues una apasionante tarea de renacimiento pastoral.
Una obra que implica a todos.
Muchas gracias.