La voz, carisma y talento de Celia
Cruz han dado lugar a una de las trayectorias más impresionantes
de todo el mundo de la música. Enumerar sus logros llenaría
un libro. Sus más de 70 álbumes han generado una cosecha
interminable de discos de platino y oro, y ella recibió más
de un centenar de premiaciones de prestigiosas instituciones alrededor
del mundo. Ganó en 1989 el primero de sus cinco Premios Grammy,
y también recibió dos veces el Premio Grammy Latino. Celia
Cruz obtuvo tres doctorados Honoris Causa de Yale, Florida International
University y la Universidad de Miami. Además, participó
en 10 películas, siendo The Mambo Kings y The Pérez Family
las más recientes.
A la edad de 14 años Celia Cruz ya estaba cantando en concursos
de aficionados en su ciudad natal de La Habana, Cuba. Estudió
teoría musical, piano y voz en el Conservatorio Nacional de Música.
En 1950 comenzó a cantar con el conjunto La Sonora Matancera,
agrupación con la cual protagonizó algunos de los capítulos
más gloriosos de la música afrocubana, grabando una cantidad
de temas legendarios como «Yembe Laroco,» «Yerbero
Moderno,» «Burundanga,» y «Caramelo.»
Al final de los años 50 la Sonora Matancera era la orquesta más
popular de toda Cuba. La dimensión de esta alianza rebasó
las costas y fronteras de su isla natal, y exportó su talento
al mundo. Como integrante del grupo, Celia conoció a Pedro Knight,
uno de los dos trompetistas de la agrupación. Esta relación
culmina en matrimonio y una unión de 42 años.
El 15 de julio de 1960 dejó Cuba. Al llegar a los Estados Unidos,
de nuevo siguió haciendo historia. En esta década grabó
varios álbumes con el maestro Tito Puente y juntos despertaron
el interés del público anglo y europeo por la música
latina, fenómeno que en los años 70 llegó a conocerse
como el «boom» de la salsa. Colaboró también
con otros maestros latinos, incluyendo a Johnny Pacheco (con quien grabó
clásicos como «Quimbara,» «Cúcala,»
y «Bemba Colorá»), Willie Colón, Pete «Conde»
Rodríguez y la Fania All Stars.
No se sabe cuándo comenzó a llamársele «La
Reina de la Salsa», pero supo llevar con suma clase y distinción
ese título. Celia grabó con los más altos dignatarios
de la música: Dionne Warwick, Patti Labelle, David Byrne, Gloria
Estefan, Wyclef Jean. Como su talento siempre envolvió a gente
de todas las generaciones y gustos, también cantó junto
a grupos de rock, como Los Fabulosos Cadillacs y Jarabe de Palo.
Su nombre lo llevan algunas de las calles más visitadas del mundo.
En 1987 la meca del cine, Hollywood, le dio su estrella en el Paseo
de la Fama de esa ciudad. Tres años más tarde la Calle
Ocho de Miami se nombró «Celia Cruz Way» y, en 1991,
esa ciudad también le dio su estrella, honor que también
le confirieron otros paseos dedicados a luminarias, en San José
(Costa Rica), y en Ciudad México.
Entre sus muchas distinciones en los años 90, recibió
el Premio «Éxito de Vida» de la Institución
Smithsonian; la «Medalla Presidencial en las Artes» de la
República de Colombia; el Premio «Éxito de Vida»
de los prestigiosos Hispanic Heritage Awards; y la Ciudad de San Francisco
declaró el 25 de octubre de 1997, el «Día de Celia
Cruz» en San Francisco. Pero sin lugar a dudas uno de los momentos
más emotivos de su vida, fue cuando en 1994 recibió de
manos del Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, el «National
Medal of Arts», el más alto honor que este país
concede a las artes, en una ceremonia en la Casa Blanca en Washington,
D.C.
En el recién estrenado milenio, la guarachera más feliz
del mundo siguió recibiendo homenajes y honores. En el 2000 la
revista Billboard, la publicación más importante de la
industria musical, le rindió un tributo especial por sus 50 años
de carrera. En ese año también ganó el primer Grammy
Latino para el mejor álbum de música tropical. En el 2001
se le nominó nuevamente a otro Grammy Latino, e ingresó
en el Paseo de la Fama del Jackie Gleason Theater of The Performing
Arts de Miami Beach. Su personalidad accesible fue siempre un imán
que incluso atrajo a públicos de otros idiomas, algo que quedó
más que confirmado cuando cantó «Guantanamera»
junto a Luciano Pavarotti en el tradicional programa benéfico
que anualmente celebra el ilustre tenor en Italia, y en el memorable
concierto VH1 Divas Live: The One and Only Aretha Franklin.
Celia Cruz se dedicó a ayudar a los demás, y en el verano
del año 2002 su compañero de toda una vida Pedro Knight
y su manager Omer Pardillo realizaron uno de los sueños más
preciados de la intérprete al crear «La Fundación
Celia Cruz.» El propósito de dicha Fundación es
proveer de ayuda financiera a estudiantes de bajos recursos que deseen
estudiar música y asistir financieramente a víctimas del
cáncer. Precisamente en el mes de marzo del 2003, la cadena Telemundo
rindió un homenaje por todo lo alto con el título Celia
Cruz: ¡Azúcar!, contando con la participación de
grandes estrellas de la música latina y norteamericana. Los fondos
recaudados de dicho especial televisivo fueron donados a «La Fundación
Celia Cruz» en el mes de junio de este año.
A pesar de todo su talento y todos los premios que recibió, Celia
Cruz poseía una sencillez increíble y una alegría
contagiosa. Estas son las características con las que escribió
uno de los capítulos más importantes de la historia musical
afrocubana y del mundo. Baste mencionar el nombre de Celia, para que
el espíritu de la gente se llene de alegría y los primeros
ritmos musicales se asomen a sus corazones. Es que ella fue, sinónimo
de este género musical y la mejor embajadora de la cultura hispana
en el mundo.