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Belisario
Carlos Pi (a la izquierda) el Doctor Collera, durante las palabras
de presentación y Mons. José Siro, Obispo de Pinar
del Río.
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El escritor francés Guy de
Maupassant tiene un cuento, un tanto antimasónico, por cierto,
titulado: Mio Tío Sosthene. En él narra el
visceral y continuo rechazo entre un francmasón y el cura jesuita
de su pequeño pueblo. Aprovechando una indigestión que
sufre Sosthene que así se llamaba el masón
un sobrino suyo logra, mediante un piadoso engaño, que el sacerdote
vilipendiado vaya a suministrar los últimos auxilios espirituales
a Sosthene. Pero para sorpresa del sobrino, quien lo había pensado
todo como una broma, pasaron las horas sin que el sacerdote abandonase
la habitación. ¿Qué habría sucedido?, se
preguntaba preocupado el muchacho. ¿Se habría muerto su
tío por el susto? O acaso, ¿habría matado al de
la sotana? Sólo a las seis de la tarde del día siguiente
salió el jesuita de la casa, con aire pacífico y satisfecho.
Y cuando entró en el dormitorio del tío encontró
que, en una de las colgaduras de la cama, estaba clavada con un alfiler
una pequeña imagen piadosa (o como diríamos los menos
entendidos: pequeña estampa). Por cierto, y esto lo agrego
sólo como anécdota curiosa de este cuento tío
Sosthene dejó sus bienes a la Iglesia, antaño blanco de
sus apasionados ataques. Y el travieso sobrino quedó desheredado.
Salvo esto último, algo semejante puede lograr Belisario Carlos
Pi Lago con su ensayo Las Ideas Masónicas y la Fe Católica,
aunque a diferencia de lo de Maupassant, sin ánimo humorístico
y sí con mucho de pensamiento ecuménico y de indagación
espiritual de una y otra institución. Cierto que, los masones
cubanos estamos muy lejos del tío Sosthene respecto a criterios
sobre la Religión Católica, o sobre cualquier otra forma
de entender la trascendencia. Tal realidad, expresada a través
de cotidianas vivencias de masones y católicos cubanos, es un
marco propicio y agradable para la realización exitosa del ejercicio
amoroso e intelectual que nos ha convocado y logrado reunir esta noche,
en un sitio ideal para amar y pensar.
Hay un elemento, sin embargo, que conspira en contra del éxito
total de esta importante e histórica velada: En mi ya extenso
recorrido por el camino de las comparaciones públicas, es la
primera vez (honor muy señalado que evalúo y agradezco
muy especialmente), que se me confía la delicada responsabilidad
de presentar un libro. Y así le llamo aún tratándose
de un ensayo publicado en forma de folleto, porque el concepto de Libro
es más abarcador de lo que técnicamente pueda expresar
el conjunto de exigencias editoriales y de rigor publicitario, muy bien
conocidos, por cierto, en un país como el nuestro, donde existe
un intenso movimiento editorial, y muy particularmente en una ciudad
en la que mucho ha contribuido a este excitante quehacer, un centro
tan importante de cultura, de fe, y de formación comunitaria,
como lo es el Centro de Formación Cívica y Religiosa.
Sin conocer mucho, o conociendo casi nada, sobre estilos, maneras, formalidades,
de una presentación de esta naturaleza, procuraré colocarles
a las puertas de una obra que, antes de entrar en consideraciones específicas,
la califico de original, amena, y útil, capaz de aportar a la
literatura por la riqueza y dominio del lenguaje muy bien utilizado,
y a la vez de aportar a la vida, por el propósito ecuménico
que no es simple proyecto, sino el resultado de un análisis histórico
científicamente concebido y realizado.
Las Ideas Masónicas y la Fe católica, como
bien indica el subtítulo de la obra, contiene consideraciones
sobre tan polémico tema, desde el prisma del contexto cubano.
Su autor, Belisario Carlos Pi Lago, es un intelectual pinareño
que ha incursionado exitosamente en los géneros de narrativa
y poesía. Ha sido laureado en importantes certámenes.
Vinculado a la Masonería por muy cercanos lazos familiares en
su pueblo natal, La Palma; y también a la Iglesia, habiendo impartido
clases de lenguas extranjeras en la parroquia de dicha localidad. Su
vida laboral tiene como sustratum a jóvenes y adolescentes,
pues se desempeña como Profesor en un Centro Educacional de la
Enseñanza Secundaria, lo que le obliga a un conocimiento superior
de la naturaleza humana, y sin dudas, el conocimiento de la metodología
y rigor pedagógicos, han influido en la realización de
la obra escrita que nos ofrece.
Pi Lago, sin ser Masón, demuestra un conocimiento sobre temas
esenciales de la Institución, incluyendo la leyenda del sublime
Grado de Maestro Masón, es decir, la llamada leyenda de Irma
Abiff; leyenda en el sentido esotérico de prácticas masónicas,
pero más que ello es una realidad histórica conocida.
El libro publicado por Ediciones Vitral, es de fácil y amena
lectura, por estar escrito en un lenguaje claro, conciso y sin
eufemismos innecesarios, tal como expresa textualmente en el prólogo
el Dr. Roberto Luis Martínez. Mas, el contenido del mismo resulta
complejo, por el tema que trata, que es de una aguda y muy abarcadora
connotación histórica, que tiene por base una antiquísima
confrontación que incursiona en terrenos que van más allá
de lo doctrinal o religioso, que rebasa las fronteras de los propios
y respectivos límites institucionales, y alcanza la vida misma
de las sociedades, las naciones, las épocas, el poder político,
la vida social, los sistemas educacionales, la vida cultural y hasta
los modelos económicos, por tratarse de la confrontación
de fuerzas determinadas de la Historia de la Humanidad: una, la Iglesia,
como institución en sí misma; la otra, la Masonería,
por la acción de sus miembros, presentes en casi todos los acontecimientos
significativos de la ciencia, la política, el arte, las armas,
la cultura.
La obra tiene un señalado perfil histórico, pero no es
su objetivo incursionar en la historia de la Iglesia y la de la Masonería,
sino sólo para demostrar la similitud de fines de ambas, presentes
desde sus raíces respectivas.
Si nos preguntamos: ¿qué quiere decir el autor en su obra?
Yo respondería:
1.Entre la Iglesia Católica y La Masonería ha habido una
antiquísima polémica.
2.Graves errores cometidos son producto individual de los hombres, teniendo
como base la intolerancia recíproca.
3.Masones y Católicos tenemos mucho en común.
4.Católicos y Masones adoran al mismo Dios.
5.Debemos saldar nuestras diferencias esenciales.
6.Los hombres del presente necesitan la unión entre la Escuadra
y el Compás y el Crucifijo.
Formulo, quizás sólo para mí, otra pregunta: ¿Puedo
abstraerme de mi condición de Masón, para analizar crítica
e imparcialmente el contenido de la obra? Lo procuro.
Respecto a las contradicciones entre la Iglesia y la Masonería,
es bueno y curioso aclarar, que no ha sido la Católica la única
religión que en algún momento ha combatido a la Masonería.
Incluso ahora cuando hace décadas que el Papa Juan XXIII
pronunció lo que en el prólogo del libro se le llama Oración
de perdón existen denominaciones cristianas, algunas en
nuestro propio país y otras que no tienen arraigo en Cuba, que
continúan considerando a la Institución de la Escuadra
y el Compás como una tentación diabólica. Pero
destaca la confrontación católico-masónica, porque
el espacio europeo e iberoamericano ha sido compartido, por el mayor
desarrollo de la Masonería en su período de organización
moderna, y la Iglesia Católica como religión oficial y
vinculada a los poderes terrenales de esos Estados. En ese escenario
nacieron y se desarrollaron estos enfrentamientos, que llegaron a ser
significativamente apasionados a partir del siglo XIX.
No olvidemos que en nuestro contexto nacional estas contradicciones
llegaron con todo el acento trágico y apasionado de las vivencias
del liberalismo y la Masonería en la España del siglo
XIX, y la sangrienta guerra civil de los años 30 del siglo XX.
En Cuba el conflicto se particularizó estando en medio el sentido
de la nacionalidad. Recordemos que el monarca español había
recibido la potestad de nombrar a la más alta figura de la Iglesia
en la Isla, y esto, en mucho, aseguraba la fidelidad de la alta jerarquía
eclesiástica a la política de la monarquía. De
ahí las contradicciones desde fines del siglo XVIII entre el
clero secular y el regular, integrado mayormente por criollos. Es muy
significativo que cuando fue nombrado en el Obispado un hombre como
Juan José Díaz de Espada y Fernández-el querido
Obispo de Espada- de tan significativos aportes al desarrollo de la
cultura cubana; hombre de ideas ilustradas y avanzadas, una de las acusaciones
que le hacen es la de ser Masón.
Por otra parte, la Masonería en Cuba, tenía entre sus
miembros, mayoritariamente, a liberales, independentistas y autonomistas,
que en diferentes grados trabajaban por el desarrollo de la nacionalidad
cubana y una descentralización o independencia del gobierno de
la Isla. El problema fundamental de Cuba en el siglo XIX estuvo en la
Nación, y la manera de abordar esta problemática sobre
la nacionalidad acercaba o alejaba a los hombres, más que las
doctrinas particulares de sus Instituciones.
De igual manera, recordamos el inicio del luminoso siglo XIX cubano,
cuando los esfuerzos reformadores del Obispo Espada toman forma en el
seminario Colegio de San Carlos y San Ambrosio, y allí, bajo
la guía brillante de Félix Varela, se educa para la vida
a lo más importante de la futura intelectualidad cubana. Quien
sustituye al Padre Varela en la cátedra de Constitución
que el mismo Varela le llamó Cátedra de Libertadfue
el Masón más distinguido de este período: Manuel
Nicolás Escobedo.
Hay una diferencia muy notable que debemos destacar, en lo que respecta
a lo que el autor denomina intolerancia recíproca.
A la Masonería le está vedado actuar como lo que, utilizando
una frase muy manida, sería un Poder central; porque no existe
ese Poder, tal como la Iglesia tiene y es. No existe una estructura
o poder internacional de la Masonería. Las Grandes Logias se
atienen, para gozar de reconocimiento de sus iguales, de los llamados
Antiguos Límites, que son linderos de obligatorio cumplimiento
para dar la categoría de Masonería Regular; (por cierto,
uno de esos Antiguos Límites Esenciales, es la creencia en un
Ser Supremo). De modo que la Masonería no actúa como Masonería,
sino sus miembros, educados en sus principios y postulados, desempeñan
papeles en la vida social, laboral, intelectual. Como librepensadores,
están en libertad de pensar y actuar conforme a sus opiniones
y creencias, sin que les esté permitido llevar a la Logia temas
de religión o de política en sentido partidista o sectario.
Hay un tema que considero sería muy bien traído a tenor
de la aparición de esta obra que estamos presentando, y que es
el siguiente: ¿Están excomulgados los Masones actualmente?
Es difícil hallar un tema explica Federico R: Aznar Gil
en su ensayo La pertenencia de los católicos a las agrupaciones
masónicas según la legislación canónica
actual, escrito en 1995-sobre el que las autoridades de la Iglesia
Católica se haya pronunciado tan reiteradamente como en el de
la Masonería. Desde 1738 a 1980 se conservan no menos de
370 documentos sobre la Masonería, a los que hay que añadir
las abundantes intervenciones de los Dicasterios de la Curia Romana
y, a partir sobre todo del Concilio Vaticano II, las no menos numerosas
declaraciones de las Conferencias Episcopales. Todo ello está
indicando que nos encontramos ante una cuestión vivamente debatida,
fuertemente sentida y cuya discusión no se puede considerar cerrada,
dando aún mayor interés, por ello, al libro de Pi Lago.
A partir de la celebración del Concilio Vaticano II, un incipiente
diálogo entre Masones y Católicos hizo que la situación
comenzara a cambiar y se cuestionó por algunos Episcopados (de
Francia, Países escandinavos, Inglaterra, Brasil y Estados Unidos,
fundamentalmente) que pudiera entenderse a la Masonería como
un solo bloque, sin tener en cuenta la escisión entre Masonería
regular, ortodoxa y tradicional, religiosa y apolítica; y la
segunda: la irregular, irreligiosa, política, heterodoxa.
Como es sabido, el canon 2335 del código de Derecho Canónico,
prohibía severamente a los Católicos la pertenencia
a la Masonería, o a otras asociaciones del mismo género
que tramen contra la Iglesia o los legítimos poderes civiles,
so pena de excomunión latae sententiae reservada a la sede Apostólica.
El canon 2336 conminaba penas aún más severas a los clérigos
y religiosos que osaran inscribirse en la Masonería. Sin embargo,
no eran pocos los que consideraban poco afortunada la formulación
del canon, que empleando la expresión secta masónica
no tenía en cuenta la diversidad ritual, filosófica, nacional
y obedencial de la Masonería. En cuanto al contenido del canon,
se objetaba que era necesario una mayor distinción entre los
motivos religiosos (lucha contra la Iglesia) y políticos (subversión
contra el Estado). Así, se llegó al actual canon 1374
del nuevo código, en el que, desapareciera la mención
explícita de la Masonería, queda la referencia a quien
preste su adhesión a una asociación que actúa contra
la Iglesia, que habrá de ser castigado con justa pena.
Al igual que sucedió con el código anterior, y con más
razón si cabe, dada la ausencia de toda referencia a la masonería
y a la pena de excomunión, muchos consideran suprimida la excomunión
para los Masones.
Para prevenir esta interpretación, la Congregación para
la Doctrina de la Fe promulgó el 26 de Noviembre de 1983 una
declaración en la que dejaba fuera de duda que los fieles
que pertenecen a las asociaciones masónicas están en estado
de pecado, y no pueden, por tanto, acercarse a la comunión
eucarística. La razón es que la Iglesia ha considerado
siempre los principios de aquella como inconciliables con la doctrina
de la Iglesia. La verdadera razón de la prohibición no
está tanto en razones de hostilidad, que en muchos casos no existe,
sino en la incompatibilidad entre la Masonería y la Iglesia,
en cuanto a la visión masónica del mundo frente al Evangelio.
¿Cuáles se han invocado, como principios incompatibles
con el Cristianismo?
-Considerar a la Masonería como una gnosis, que se considera
a sí misma como un estadio de conocimiento superior a cualquier
religión revelada. El relativismo, es decir, el hecho de que
cada uno posea su propia verdad forma parte de las convicciones fundamentales
de los Masones. Esta doctrina es incompatible con la fe en la palabra
revelada como anuncio de salvación para todos los hombres.
-La iniciación masónica es incompatible con la estructura
sacramental de la Iglesia, en la que la verdadera Iniciación
se realiza en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y
la Eucaristía, que hacen del cristiano miembro del Cuerpo de
Cristo visible en la Historia: la Iglesia. Y, finalmente, la obligación
del secreto masónico, no puede estar nunca por encima de la conciencia
y de las exigencias de la fe.
Citaré a los Obispos alemanes: La Masonería no ha
cambiado en su esencia. La pertenencia a la misma cuestiona los fundamentos
de la existencia cristiana. Las principales razones alegadas para ello
fueron las siguientes: la cosmología o visión del mundo
de los Masones no es unitaria, sino relativa, subjetiva, y no se puede
armonizar con la fe cristiana; el concepto de verdad es, asimismo, relativista,
negando la posibilidad de un conocimiento objetivo de la verdad, lo
que no es compatible con el concepto católico; también
el concepto de Religión es relativista y no coincide con la convicción
fundamental del Cristianismo; el concepto de Dios, simbolizado a través
del Gran Arquitecto del Universo es de tipo deístico y no hay
ningún conocimiento objetivo de Dios en el sentido del concepto
personal del Dios del teísmo, y está transido de relativismo,
lo cual mina los fundamentos de la concepción del Dios de los
católicos.
Ahora, el libro de Belisario Carlos Pi nos da una visión desde
el contexto cubano. Y desde esta órbita también, debemos
analizar nuestra realidad, y decimos que hay cuestiones de hecho y de
derecho, e independientemente de la realidad jurídica, digamos,
de excomunión de los Masones por parte de la Iglesia Católica,
la realidad de hecho es otra en Cuba. ¿Es ello consecuencia de
un cambio de la Masonería o de la Iglesia, ya no en el aspecto
doctrinal o filosófico, quizás inaceptable porque desnaturalizaría
su esencia vital, sino más probablemente de una modificación
en su pragmática a la luz de una más racional interpretación
y sentido de tolerancia respecto a los postulados y principios de una
u otra? Pienso que no, que esta relación de la Iglesia y la Masonería
en Cuba, va más allá de las diferencias doctrinales, filosóficas
y pragmáticas, es consecuencia de una realidad cubana de naturaleza
no religiosa y no masónica, aunque con inevitable influencia
sobre la masonería y la religión, porque católicos
y masones en Cuba son parte de dicha realidad.
Al inicio preguntamos: ¿Qué ha querido decir el autor
del Libro?
Ahora preguntamos: ¿Qué quiere decir el autor del Libro?
Quiere, según entiendo, que Masones y Católicos se encuentren.
En la contraportada del libro, se hace referencia a la cooperación
entre las diferentes instituciones de la sociedad civil, y cómo
en el contexto cubano, ambas instituciones se han encontrado en no pocas
obras de servicio a la Nación. Un síntoma inequívoco
en la búsqueda, por parte de la Iglesia, de ese encuentro, es
haber seleccionado para esta presentación, a un humilde Masón...
Excomulgado.
Pinar del Río,
Mayo 28-2003.
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