El Ministerio Laical
de la Palabra fue reconocido en la Diócesis de Pinar del Río
en la 2da. Asamblea Pastoral del año 1977. Hay ministros de la
Palabra en prácticamente todas las diócesis de Cuba; pero
sólo en Pinar existen como Ministerio oficialmente «reconocido»
por la jerarquía. En aquella época habían quedado
muy pocos sacerdotes en la diócesis de Pinar del Río,
y por esa razón muchas capillas se habían quedado sin
atención pastoral. Por otra parte, había bastantes laicos
bien formados y dispuestos a trabajar por la Iglesia y el Reino.
En nuestra segunda Asamblea Pastoral de 1977 se presentó la ocasión
de instituir este ministerio. Para responder a las muchas necesidades
pastorales, se presentaron cuatro proyectos, para escoger finalmente
uno solo, sin descartar completamente los otros tres. Eran los siguientes:
la Pastoral Juvenil y Vocacional, la Pastoral Bautismal, la Pastoral
Matrimonial y el Ministerio de la Palabra. Después de muchos
debates fue escogido este último proyecto.
Hubo una experiencia previa a la fundación del Ministerio de
la Palabra realizada en la Parroquia de San Cristóbal, en las
comunidades de Santa Cruz de los Pinos, Taco Taco y Chirigota. Se había
formado un pequeño equipo misionero «itinerante»
animado por el Padre Denis Castonguay, de los Padres Misioneros canadienses,
e integrado por dos religiosas, la Hermana Miriam Rodríguez de
las Misiones de la Inmaculada Concepción y la Hermana Margarita
de las Siervas del Corazón de María, y de la Oblata Mirta
Montero, que en paz descanse. Durante un par de años, fueron
realizándose visitas misioneras y celebraciones de la Palabra
en esta zona, preparando así el terreno para la promoción
de las comunidades eclesiales de base y el Ministerio Laical de la Palabra.
De esta experiencia participaron también ocasionalmente el Padre
Iván Bergeron p.m.e. y Sor Aida Ramírez de las Hijas de
la Caridad.
Se fundó, pues, en Pinar del Río, con ocasión de
la 2da. Asamblea Pastoral Diocesana, en los días 30 y 31 de enero
de 1997. Brotó como fruto de la reflexión diocesana sobre
la Evangelii Nuntiandi (EN) de Pablo VI, y de la preocupación
por una mejor atención pastoral a las comunidades cristianas,
en continuidad con la fuerte tradición misionera de la diócesis
de Pinar del Río.
No fue la escasez del clero la razón principal de la promoción
de los ministros de la Palabra en Pinar del Río, aunque fuera
una realidad por falta de un número suficiente de sacerdotes
y de religiosas, sino el deseo de promover al seglar en la línea
de su vocación laical al apostolado y a la misión, lo
que le dio un apoyo decisivo al proyecto de fundación del Ministerio
de la Palabra.
En sintonía con el Nº 36 del Documento «Ad Gentes»
del Concilio Vaticano II, cada día se tiene una conciencia más
clara de que no sólo la Jerarquía, sino también
los laicos pueden y deben colaborar «a su modo», es decir,
como seglares, en la misión de la Iglesia. Los Obispos y sacerdotes
« no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí
solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo,
sino que su eminente función consiste en apacentar a los fieles
y reconocer sus servicios y carismas de tal suerte que todos, a su modo,
cooperen unánimemente a la obra común» (LG 30)
Este derecho y obligación les viene de su bautismo y confirmación.
Por su bautismo los fieles identificados con Cristo, sacerdote, profeta
y pastor, participan a su modo, de esta triple misión de Jesucristo
(LG 31; Puebla 786) y están llamados a trabajar en el crecimiento
y la santificación de la Iglesia. (LG 33) en la medida del don
de Cristo (Ef. 4, 7). «La vocación cristiana es, por su
misma naturaleza, vocación también al apostolado»
(AA;2).
En ningún momento se ha considerado al apóstol seglar
como simple ayudante del sacerdote, sino como colaborador suyo en la
misión de la animación de las pequeñas comunidades;
incluso llegando a ser «protagonistas» de esta pastoral
misionera, como lo dijera el Papa Juan Pablo II, tanto en Santo Domingo
como en su visita pastoral a Cuba:
«Que todos los laicos sean protagonistas de la Nueva Evangelización,
la Promoción Humana y la Cultura Cristiana. Es necesaria la constante
promoción del laicado, libre de todo clericalismo y sin reducción
a lo intra-eclesial» (Santo Domingo 97).
«El compromiso es la respuesta valiente de quienes no quieren
malgastar su vida, sino que desean ser protagonistas de la historia
personal y social» (Discurso a los Jóvenes, en Camagüey).
2) Objetivos:
1.- Objetivos originales, señalados en aquella Asamblea Pastoral
Diocesana de 1977:
.Asegurar la celebración semanal de la Palabra en las capillas
y templos sin sacerdotes, alternando eventualmente con el sacerdote
del lugar.
.Favorecer la promoción y formación de ministros locales
de la Palabra en esas comunidades para no mantener una indebida dependencia
de esas comunidades de la comunidad principal.
.Proveer también un papel de animación de esas comunidades,
para la promoción de otros ministerios, especialmente el de catequista,
según las necesidades de dichas comunidades, y eso a modo de
suplencia, (mientras no surgiera de la misma pequeña comunidad
local), durante el proceso de maduración de las mismas.
2.- Nuevos objetivos: a partir del ENEC (Febrero de 1986) donde se invitó
a la promoción de las comunidades Eclesiales de base, en nuestra
diócesis las llamamos de «Participación y Vida»,
surgieron otros objetivos muy importantes: la promoción de pequeñas
comunidades de Participación y Vida y las formación de
los Animadores de las mismas.
Estos nuevos objetivos se han asumido de nuevo como prioridad diocesana
en nuestra XXIII Asamblea Pastoral Diocesana 2000-04, y se ha encomendado
su promoción a la Comisión diocesana renovada de ministros
de la Palabra.
Actualmente el Ministerio Laical de la Palabra sigue siendo muy presente
y activo en la Pastoral Diocesana, tanto en las pequeñas comunidades
como en las grandes y principales. Hay mayor número de sacerdotes
y religiosas; luego, no hay tanta urgencia en cuanto a la atención
a los templos, como antes; pero hay muchas más pequeñas
comunidades eclesiales de base, y por esta razón, es cada vez
más necesaria la presencia activa de los Ministros de la Palabra,
tanto para la atención pastoral de esas pequeñas comunidades
como para la formación de sus animadores, lo que es actualmente
nuestra prioridad pastoral. Desde hace un par de años, esta prioridad
pastoral se ha encomendado, por lo menos a título de sustitución,
a la Comisión Diocesana de Ministros de la Palabra.
Decimos que se encomendó esa prioridad a la Comisión del
Ministerio de la Palabra «a manera de sustitución»,
porque tal vez podría ser encomendada a la Comisión de
Misiones, como sucede habitualmente en las demás diócesis.
Pero por el momento, la Comisión de Ministros de la Palabra cumple
bien este cometido.
En cuanto a la formación de los ministros de la Palabra, se provee
con reuniones a los diferentes niveles, con retiros espirituales con
ocasión de los tiempos fuertes del año litúrgico,
y con un encuentro anual para la renovación del envío.
Además, los ministros de la Palabra disponen de un Directorio
para su formación y su ministerio. Últimamente, tuvimos
un encuentro de formación para los Ministros de la Palabra, centrado
precisamente en el Directorio de los mismos, con buen éxito.