Revista Vitral No. 56 * año X * julio-agosto 2003


ECLESIALES

 

LA IGLESIA EN CUBA Y SU PLAN PASTORAL AL SERVICIO DE TODOS LOS CUBANOS

RITA PETRIRENA

Rita Petrirena

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En primer lugar mi agradecimiento a Mons. Siro, Obispo de Pinar del Río, por haberme invitado a compartir con ustedes este ciclo de conferencias que celebran cada día 20 de mes en ocasión del Centenario de la Diócesis. Gracias también por su presencia a ese grupo de laicos y laicas con quienes me unen lazos de amistad y a quienes admiro por su testimonio de fe. Gracias a todos los presentes porque de una manera muy especial son parte de esta Iglesia que peregrina por la región más occidental de nuestra querida tierra cubana.
Cuando hace meses recibí esta invitación, pasada la emoción del primer momento por tan alta consideración, me entró la duda si aceptar o no semejante reto. Tratándose de ustedes no había excusa posible para negarme.
Lo que voy a compartir esta noche, más que conceptos y criterios, es mi deseo de transmitir uno de los objetivos de cualquier plan global de pastoral que es ser generador de Esperanza en la vida de la Iglesia y no una “camisa de fuerza” como muchas veces es comprendido por nuestra incapacidad a la hora de presentarlo, o “inventos de estos tiempos” como diría cualquier viejita de nuestras comunidades. Cuando digo generador de Esperanza me refiero a una esperanza que no se limita únicamente al anuncio de su dimensión escatológica sino que se concreta en iniciativas y proyectos humanizadores, en promoción de la justicia, en respeto a las diferencias y en participación que hace de cada creyente un protagonista de su historia.

Antecedentes

Todos sabemos que la evangelización es la tarea, la vocación, la misión de la Iglesia. Tarea que ha de desarrollarse en un mundo en constante cambio. En este sentido la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi y el Documento de Puebla nos orientan sobre el alcance, misterio y desafío que representa la evangelización para la Iglesia aquí y ahora.
Y justo porque la evangelización tiene una finalidad de transformación, de renovación de la persona humana, de los grupos, de la comunidad, de toda la vida social... “No se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino que se trata de alcanzar, y trasformar con la fuerza del Evangelio: los criterios de juicios, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de inspiración, los modelos de vida , todo lo que esté en contraste con la palabra de Dios y con el Signo de Salvación”. (EN19)
Reunida la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, definen la acción pastoral planificada, como la respuesta específica, consciente e intencional a las necesidades de evangelización. Ésta deberá realizarse en un proceso de participación a todos los niveles.
En este sentido la Reflexión Eclesial Cubana (REC) que comenzó en el año 1981 y que desembocara en el Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC) realizado en 1986 puso en reflexión a una gran mayoría de nuestras comunidades cristianas y fue una extraordinaria experiencia de participación, a mi modo de ver, aunque no se le dio ese nombre, el Documento Final del ENEC constituiría el Primer Plan Global de Pastoral de la Iglesia en Cuba.
De esa experiencia gozosa de Dios con una mirada de contemplación al pasado, reflexionando en el presente y proyectando al futuro, surgen tres prioridades pastorales, en las cuales trabajaríamos en los próximos años: deseábamos ser una Iglesia misionera, orante y encarnada.
Diez años después de aquel trascendental momento, era entonces febrero del año 96, la Iglesia en Cuba vuelve a ser convocada por sus Pastores en lo que se conoce como ECO (Encuentro Conmemorativo del ENEC). Para entonces habían ocurrido cambios: había crecido la población cubana, también había crecido la Iglesia, que había visto multiplicar sus Diócesis y los movimientos laicales, así como era una realidad el aumento de la presencia de religiosas de diversas congregaciones. El mundo también fue escenario de profundos cambios, por sólo citar uno, cabe destacar la caída del muro de Berlín con todas sus implicaciones.
Si en el ENEC el marco inspirador estuvo en el Concilio Vaticano II, la Segunda y Tercera Conferencias del Episcopado Latinoamericano de Medellín y Puebla respectivamente, ahora el ECO tenía su inspiración en la Carta Apostólica de Su Santidad Juan Pablo II “Tertio Millenio Adveniente” y la Cuarta Reunión del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo.
Los católicos cubanos experimentábamos con gratitud la presencia del Señor. Comprendimos que han tenido lugar cambios importantes y acogimos el mensaje del Papa en Santo Domingo, donde nos convocaba a una Nueva Evangelización, que no será nueva en su contenido, pues la novedad del Evangelio de Jesucristo es insuperable, pero sí nueva en sus métodos, en su ardor y expresiones.
Fueron prioridades pastorales salidas de esta reflexión:
-la formación integral de la persona: antropológica y cristocéntrica, que forje a la persona humana y la abra a la Trascendencia.
-la promoción humana como exigencia de la Nueva Evangelización, como anuncio y testimonio de Jesús, hombre nuevo y Redentor de todo hombre.
- las comunidades vivas y dinámicas que lleven a cabo estos proyectos y en cuyo seno se promueva un laicado comprometido con la Iglesia y con la sociedad.
Este Plan Global de Pastoral estaba previsto para el período de 1997 al 2000. Oportuno es reconocer que hubo dificultades en su comprensión, personalmente creo que en un afán de tecnificar la redacción de los programas pastorales se ahogó un poco el espíritu, pero sin lugar a dudas fue un gran elemento dinamizador en la vida de la Iglesia.

Plan Global de Pastoral 2001- 2005

En la clausura del Año Santo (Epifanía del año 2001) nuestros Pastores en sus Diócesis presentaron el nuevo Plan Global de Pastoral aprobado por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba. El mismo abarca el período del 2001 al 2005. Comenzamos una nueva etapa en el proceso de planeación pastoral participativa.
Este plan es una continuación del anterior, enriquecido con respuestas a las nuevas necesidades que se consideraron prioritarias y que han sido fruto del análisis de la realidad realizado por las diócesis y por algunas Comisiones Nacionales. Su marco doctrinal toma líneas fundamentales del Magisterio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba y de la Exhortación Apostólica Ecclesia in America.
Al hombre cubano de hoy es a quien tenemos la enorme oportunidad de anunciar a Jesucristo para que goce con su encuentro y se deje trasformar por Él. Por ello el énfasis está centrado en el encuentro con Jesucristo vivo, camino de conversión, comunión y solidaridad.
Afirmamos que es continuidad con el plan anterior no sólo porque se mantienen presentes las prioridades pastorales de formación, comunidades vivas y dinámicas y promoción humana, sino porque continuamos un proceso fruto del conjunto de etapas que se han ido sucediendo.
Al actualizar el análisis de la realidad y buscar los nuevos acentos que tendría este plan encontrábamos signos de vida, apoyados en los cuales es posible construir un futuro mejor: hay un deseo de cambio presente en el corazón del pueblo, la búsqueda de lo religioso incluso en su expresión sacramental refleja el “alma cristiana de los cubanos”, la creatividad con que la gente enfrenta la situación se expresa en sus múltiples maneras de resolver. El hombre cubano conserva normas de comportamiento que expresan su nivel de autoestima, dignidad y creatividad. La solidaridad y generosidad mueven muchas de sus acciones. También descubrimos como fortalezas, el crecimiento cuantitativo de las comunidades y del número -aún insuficiente-de agentes de pastoral, surgen nuevas comunidades como expresión del dinamismo misionero, mejoramiento de la información: bibliotecas y publicaciones diocesanas. La visita del Santo Padre fue inspiración y estímulo para la vida de la Iglesia en Cuba.
Junto a todo esto tomábamos conciencia de esa otra parte de la realidad que nos interpelaba desde el Evangelio: somos parte de un pueblo al que anima la desesperanza y en ocasiones busca mecanismos para evadir la realidad. La inseguridad frente al futuro genera angustia. Una familia que sufre a causa de la emigración, como consecuencia del divorcio y se agota en el esfuerzo diario por la supervivencia. Somos testigos de actitudes de intransigencia y agresividad que corroen el corazón de muchos. En ocasiones nuestros proyectos llenos de los mejores deseos conducen al paternalismo que convierte a las personas en objetos de nuestra caridad y no en sujetos en camino de promoción.
Hasta aquí algunos de los elementos que salieron de aquel análisis y deseando dar respuesta a esa realidad, son las razones por las cuales se enfatizan en este plan: la Espiritualidad, la Comunidad Cristiana, el Laicado, la Familia, las Vocaciones y la Pastoral Social.
Espiritualidad: Aunque aparece destacada de manera especial en la prioridad de formación, sin embargo podríamos afirmar que la espiritualidad es el hilo conductor que atraviesa todo el Plan Global. Si bien es cierto que se desea que los procesos formativos favorezcan una conversión que lleve a una auténtica espiritualidad cristiana, definida ésta como un estilo o forma de vivir según las exigencias cristianas... es la meta a la que conduce la conversión, se entiende no una parte de la vida, sino la vida toda guiada por el Espíritu Santo (EA #19) sin embargo, las encuestas arrojan que hay como dos maneras de entender la espiritualidad, no necesariamente opuestas, pero sí con énfasis diferentes: una es la espiritualidad más relacionada a las prácticas devocionales y otra, la espiritualidad como vivencia de la fe en una situación concreta. Se trasluce una espiritualidad en clave de resurrección que anime la esperanza y el compromiso cristiano.
Confirma el acierto de que la espiritualidad esté en el trasfondo de todo el contenido del actual plan porque salió con mucha fuerza, según las estadísticas más recientes, que la comunidad la siente como su primera necesidad, la identifican como una de las fortalezas de la Iglesia en Cuba, desean que sea atendida como una prioridad y es el segundo tema de interés en la formación de los fieles.
Comunidad cristiana: que es lugar privilegiado desde donde propiciamos el encuentro con Jesucristo (Objetivo General) y dónde se alimenta, se vive y se comparte de manera especial la fe. Ella tiene un protagonismo explícitamente preponderante en el actual plan. Con ella está relacionada la misión en medio del barrio, a través de ella se quiere enfatizar el acompañamiento a los laicos, a la familia y a las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada.
Favorece de manera especial, y esto lo hago notar como las fortalezas que nos ayudarían a dar respuesta a muchos de los desafíos que nos presenta el Plan Global, el hecho de que, en una buena cantidad de fieles que asisten a la Iglesia hay una referencia muy fuerte comunitaria. Un 47% identifica a la Iglesia como la comunidad de los que creen en Jesús. Otro signo es cuando al hablar de la unidad en la Iglesia un 62% afirma que la unidad viene dada en que todos participamos de la comunidad eclesial a pesar de nuestras diferencias. Por su parte la Eucaristía se entiende mayoritariamente por los fieles como el encuentro principal de la comunidad cristiana con su Padre Dios. Y por último señalo que un grupo de los encuestados manifiesta que para entender la Biblia es una ayuda leerla dentro de una comunidad que la comenta.
No caben dudas de que se da una vivencia Iglesia – Comunidad que vale la pena profundizar y que requeriría crear mecanismos de participación que serían una excelente escuela pastoral.
Laicado: El plan resalta la promoción de la identidad y la espiritualidad laical (Línea de Acción 3) y plantea entre algunos de los medios: enfatizar la identidad laical desde la adolescencia y la juventud, incentivar el compromiso de los laicos en los distintos ambientes, animándolos y acompañándolos, impulsar el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, así como su aplicación en los distintos ambientes, etc.
Los estudios recientes nos dejan ver, que si bien es cierto que la mayoría define al laico como un cristiano que vive la fe en su vida y trabaja en el mundo, hay que promover la presencia del laicado en la sociedad y formarlo para ello.
Familia: El Papa Juan Pablo II en su homilía dedicada a la familia, en Santa Clara nos decía “Cuba: cuida a tus familias para que conserves sano tu corazón”. Es una realidad la crisis que está viviendo la familia a nivel mundial y la familia cubana también está afectada por esos desafíos. El Plan hace un especial énfasis en organizar una Pastoral Familiar que responda a los retos de estos tiempos.
La familia ha sido la primera prioridad que los fieles desean sea atendida por la Iglesia en Cuba. Es un punto de angustia y desconcierto. Sin embargo es significativo que la mayoría ha recibido la fe en el seno de la familia. Entre las aspiraciones que se desean para la Iglesia está que tenga más participación en el sistema educativo, es evidente que es un reclamo que nace de la familia.
Vocaciones: Son altamente valoradas por la comunidad cristiana, las personas del sacerdote, los religiosos y religiosas. En el caso del sacerdote se le define mucho como el representante de Cristo. En el Plan aparece como un medio para fomentar la Pastoral Vocacional involucrar más a la comunidad en los procesos vocacionales. Nuestra Iglesia tiene evidente escasez de vocaciones consagradas, especialmente nativas. No siempre se ha acertado en la difícil selección vocacional. Parece muy importante también, cuando se insiste en fortalecer una espiritualidad de comunión y se habla de fomentar la formación inicial y permanente de los religiosos/as para que fieles a su carisma fundacional se integren a la vida y misión de la Iglesia local.
Pastoral Social: Es una realidad que va emergiendo y como tal requiere definición y acompañamiento. Del ENEC a la fecha pienso que es de los temas en los que más ha avanzado la Iglesia. Es sin lugar a dudas uno de los terrenos de mayor dificultad, pero entre el clamor de los que sufren y la creatividad y cercanía de los agentes de pastoral, se han dado pasos importantes, primero en lo asistencial y luego en lo promocional. En el Plan Global, la Pastoral Social está asociada a la prioridad de promoción humana y cada una de sus líneas de acción constituyen verdaderos programas. La dimensión social va cogiendo fuerza y demanda atención en medio de la comunidad cristiana.
Hasta aquí mi exposición del Plan Global que no pretendía ir tanto en la presentación de su contenido que creo más o menos es conocido, sino que he tratado de actualizar los nuevos acentos que a la luz de la encuesta nacional, realizada recientemente, pueden iluminar nuestro servicio a la Iglesia.
Y termino con unas palabras del Santo Padre en la Novo Millenio Ineunte “Nos espera pues una apasionante tarea de renacimiento pastoral. Una obra que implica a todos”.

Muchas gracias.

 

Revista Vitral No. 56 * año X * julio-agosto 2003
Rita María Petrirena Hernández
La Habana. Coordinadora del Área de Pastoral Social de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.