Excelentísimo Mons. José Siro González Bacallao.
Obispo de Pinar del Río.
Estimados hermanos en el sacerdocio y estimadas hermanas religiosas:
En la historia de los pueblos,
existen personas que encarnan coherentemente las mejores virtudes de
esos pueblos, y en la historia de la nación cubana, el padre
Félix Varela es un ejemplo de ello. Por eso el Papa Juan Pablo
II cuando su visita a Cuba dijo en el Aula Magna de la Universidad de
la Habana en Enero de 1998: En Varela podemos encontrar la mejor
síntesis entre la fe cristiana y la cultura cubana. De
él también dijo Emilio Roig Varela fue el primer
cubano intelectual que pone su talento y su pluma al servicio de la
causa liberadora de su País.
El Evangelio fue el centro de su vida y esto lo llevó a darse
cuenta de que el hombre está obligado a procurar su perfección
y la de la sociedad en que habita (Cartas a Elpidio. Tomo II pág
28). Fue un sacerdote ejemplar y coherente; en el que no se descubren
quiebras o contradicciones entre la fe, la condición humana y
el patriotismo razonable. Suscitaba admiración y respeto. Con
él se sentían igualmente bien las personas de un gran
nivel intelectual o de alta categoría social y los hombres y
mujeres más sencillos que conoció en los distintos lugares
donde vivió.
Toda su vida fue desgastarse en educar en el sentido pleno de la palabra.
Educar en cuanto a lo que este arte conlleva de instrucción;
y educar en cuanto a lo que este arte conlleva de transmisión
de valores en el hombre, que le permitiera participar como actor, no
como espectador, en el escenario político de la Isla, cuya sociedad
proyectaba como democrática.
Como maestro el Padre Varela realizó un apostolado de extraordinaria
importancia, bajo su sabia dirección fueron educados numerosos
jóvenes cubanos que aprendieron a amar a Dios y a defender la
verdad, la justicia y la libertad. Entre ellos tenemos a José
de la Luz y Caballero, Domingo del Monte y José Antonio Saco.
El Padre Félix Varela conoció, respetó y admiró
a personas que profesaban religiones no católicas y a personas
que no profesaban ninguna religión, y siempre expuso y propuso
su pensamiento con humildad y respeto pero, al mismo tiempo, con claridad
y firmeza, sin complejos y mucho menos, simulaciones en su conducta
o en la exposición de su pensamiento. De esta actitud nos enseña
lo importante que es para todo hombre de bien, la transparencia y autenticidad
en su pensar y en su quehacer, y nos enseña la importancia del
diálogo, que supone una capacidad de escucha, de tomar en cuenta
el pensamiento del otro.
Las convicciones católicas de Varela, siempre fueron acompañadas
de su capacidad de comprensión y tolerancia, recomendando ponerse
siempre en el lugar de los otros y hacer el esfuerzo por sentir y pensar
como ellos.
En las Cartas a Elpidio, Tomo I, pág 178 dice: Los verdaderos
eclesiásticos nunca son insensibles a las necesidades de la patria,
y pueden y a veces deben romper los cálices y vender su oro para
socorrer a los pobres, también pueden y deben romperlos para
socorrer a la patria que es la madre común, cuya ruina produciría
millones de pobres. Varela nunca creyó que sus ideas políticas
estaban en contradicción con su oficio de sacerdote.
En 1821, por amor a la Patria, y obediencia a su Obispo, entra en el
campo de la política al aceptar la postulación como Diputado
a Cortes por la ciudad de La Habana. Nadie mejor que él para
representar los intereses de Cuba en el Parlamento de la Monarquía
Española.
Sus intervenciones en los debates del Parlamento fueron siempre prudentes
y conciliadoras, dando muestras de serenidad de juicio e integridad
de carácter. Presentó a la consideración de las
Cortes tres proyectos de ley, que son un testimonio elocuente de su
amor a la libertad y de su visión como estadista:
- El proyecto de ley para el gobierno de las provincias de ultramar.
- La memoria sobre la independencia de las Repúblicas sudamericanas.
- El proyecto de ley para la abolición de la esclavitud en Cuba.
Además, Varela junto a otros diputados firmaron una resolución
donde se declaraba, la incapacidad del Rey de España, Fernando
VII, para gobernar a la Isla. Cómo consecuencia de esto y para
salvar su vida tuvo que tomar el duro camino del exilio. Para el resto
de su vida viviría la angustia del destierro, añorando
la libertad de su Patria.
En 1825 se encuentra prestando sus servicios de sacerdote en la parroquia
de San Pedro, en Nueva York, comenzando una nueva etapa de su vida,
una etapa de intenso apostolado parroquial y de grandes sacrificios
personales; una etapa de constante crecimiento espiritual, convirtiéndose
en un incansable misionero, defensor de la fe católica y protector
de los pobres.
En Cuba el Padre Varela se había destacado como educador, filósofo
y elocuente orador sagrado. En las cortes de España se había
distinguido como parlamentario ilustrado, amante de la libertad. En
Nueva York ganaría fama por su celo apostólico, su fervor
religioso y su inmensa caridad cristiana, que practicó más
allá de los límites razonables.
La caridad cristiana del Padre Varela para con los pobres era legendaria:
fundó una guardería infantil junto a la Iglesia de la
Trasfiguración para cuidar de los niños y niñas
de viudas y viudos, organizó una cooperativa para confeccionar
ropa para los pobres donde trabajaban jóvenes inmigrantes que
estaban expuestas a la prostitución, durante la epidemia del
cólera que atacó la ciudad de Nueva York en 1832, el Padre
Félix Varela fue uno de los sacerdotes que, con riesgo de su
vida, dio atención espiritual a las víctimas de la fatal
enfermedad.
En cuanto al servicio de la Iglesia al mundo también fue claro
el Padre Varela: El bien de los pueblos ha sido siempre el objeto
de la Iglesia, no sólo en lo espiritual sino también en
lo temporal en cuanto dice relación a la paz y mutua caridad,
en una palabra, a la vida eterna que es la única felicidad
(Cartas a Elpidio. Tomo I, pág 175).
Más adelante en esa misma obra nos dice Difundida la impiedad
en el cuerpo social destruye todos los vínculos del aprecio...
El honor viene a ser un nombre vano, el patriotismo una máscara
política, la virtud una quimera y la confianza una necesidad
(Cartas a Elpidio. Tomo I, pág 28)
Extinguidos o aminorados los sentimientos religiosos y no hallado
consuelo alguno sobre la tierra, se entregan los ánimos a una
lamentable indolencia, o a una desesperación espantosa
(Cartas a Elpidio. Tomo I, pág 28).
El Padre Varela es una gloria de Cuba y de la Iglesia cubana, pero su
figura se proyecta más allá del ámbito de Cuba
y de la Iglesia cubana. Su vida y su pensamiento tienen gran interés
humano y religioso para el hombre de hoy. En él encontramos perfecta
armonía entre la religión y la ciencia, la libertad y
el orden, la tradición y el progreso. Varela no es sólo
un personaje importante de la historia cubana, sino que su vida tiene
un mensaje de gran valor para el hombre contemporáneo, que busca
angustiadamente la verdad, la justicia y la libertad.
Hoy, a 150 años de su muerte, en la patria de Varela, en nuestra
patria, hay hombres y mujeres incapaces de decisiones porque no han
sido educados en la libertad, estos hombres y mujeres serán siempre
hombres-masa, pues su actuar no proviene de decisiones personales, sino
del miedo, de ocultos temores y de las decisiones de otros.
Esto es consecuencia, a mi modo de ver, de una educación en Cuba,
desde el punto de vista integral y humanista muy pobre. Un joven graduado
de la enseñanza universitaria en ciencia o de estudios técnicos
apenas tiene conocimientos elementales de Historia Universal, Filosofía,
Literatura Universal, y de cuestiones cívicas y jurídicas,
apenas conoce la actual constitución cubana.
Hoy en Cuba existen muchos profesionales incapaces de leer un buen libro
de otra materia que no se relacione con su oficio, que no saben discernir
una buena obra de teatro de una mala obra de teatro, que no conocen
las condiciones sociopolíticas que desencadenaron en importantes
acontecimientos mundiales, incapaces de situar un personaje en su contexto
histórico, y lo que es más triste, llegan a desconocer
por lo menos una gran parte de la historia de Cuba y de su cultura en
las distintas manifestaciones artísticas.
Lamentablemente, también hoy en Cuba existen muchos maestros
a todos los niveles, y en algunos casos hasta improvisados llamados
emergentes, poco capacitados en la materia que enseñan y cuyos
métodos de aprendizaje no despiertan interés alguno en
los alumnos y mucho menos colaboran al desarrollo del entendimiento.
A los padres, maestros, y a los que dirigen la educación hoy
en Cuba, con su ejemplo Varela les dice: eduquen para que sus alumnos
lleguen a ser genuinamente humanos, formados en sólidos principios
éticos despojados de todo pragmatismo burdo y de toda ideología
excluyente, enseñen a sus alumnos a pensar bien y con pensamientos
propios y bien estructurados que los hagan hombres y mujeres responsables
con su vida y con su entorno, para que se conozcan , se proyecten y
se comprometan.
Hoy también en Cuba, muchos consideran imposible construir una
nueva sociedad, muchos que se sienten incómodos en la sociedad
cubana actual, desearían otro tipo de organización sociopolítica
y económica para la misma, pero se quedan ahí en el lamento
o en la simulación. Esto los lleva a una apatía social
o a marcharse del país.
A estos les diría Varela, lo que exhortaba desde el periódico
«El Habanero»:
lo que más debe desearse en la Isla de Cuba es que los
hombres de provecho... tomen parte en todos los negocios públicos
con el desinterés de un hombre honrado, pero con toda energía
y la firmeza de un patriota.
... no abandonen el campo para que se enseñoreen de él
cuatro especuladores y alguna chusma de hombres degenerados... el crimen
no es osado mientras la virtud se muestra débil.
Otros hoy en nuestro país, han optado por una oposición
al sistema sociopolítico actual, en algunos casos proponiendo
alternativas posibles.
Para éstos y para todos los cubanos Varela nos dice, y nos invita
a realizar algo positivo en el seno de su pueblo en la línea
de la vocación de cada cual y siempre en actitud dialogal, que
no ignore a los otros. Hoy Varela nos diría aporten
todo lo bueno posible, para ser realidad la nostalgia de un futuro mejor
con todos y para el bien de todos.
Todos en nuestras vidas hemos conocido personas que nos estimulan a
ser mejores, sin embargo, pocas veces encontramos a alguien que reúna
las cualidades del Padre Varela para quien nada es más útil
que la búsqueda de la verdad y la práctica de la virtud,
que conlleva el distanciamiento de toda forma de fanatismo o mitificación
y el distanciamiento de todo espiritualismo desencarnado, sin incidencia
en la vida concreta de los hombres y de los pueblos.
En Varela se hacen plenitud las palabras de Martí en su libro
La Edad de Oro: Hay hombres que viven contentos aunque
vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando
ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha
de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad
de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que
tienen en sí el decoro de muchos hombres. Ésos son los
que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos
su libertad, que es robarle a los hombres su decoro. El Padre
Varela fue uno de estos hombres con decoro.
A los 150 años de la muerte de Varela, no servirá de mucho
recordar si no celebramos desde dentro, si no asumimos como persona
y como pueblo sus virtudes, bastante necesarias hoy en nuestra deteriorada
y cansada sociedad cubana. No basta desempolvar la memoria, es necesario
hacerla vida. Sólo así se debe honrar porque solo así
seremos honrados.
Muchas gracias.