Revista Vitral No. 55 * año X* mayo-junio 2003


ECLESIALES

 

LA IGLESIA EN CUBA DEL ENEC
A LA VISITA DEL PAPA.
RETOS Y PERSPECTIVAS

P. RAMÓN RIVAS

Una necesaria Introducción
Contextos diversos
Pinceladas "críticas"
El "paisaje" de nuestras comunidades
Retos y perspectivas
Punto final
Bibliografía

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1. Una necesaria introducción

Agradezco a los amigos pinareños la invitación para compartir con ustedes algunas observaciones en torno al tema que me han pedido: “La Iglesia en Cuba: Del ENEC a la visita del Papa. Retos y perspectivas”. Entre los dos extremos del espectro están “El amor todo lo espera” y el “Encuentro Conmemorativo” (ECO)... Hay mucha tela para cortar y un sastre poco calificado...
Debo confesarles que acepté la invitación porque a esta Iglesia Diocesana no se le pueden escatimar solicitudes y, además, porque para mí es de mucho agrado y enriquecimiento venir por aquí de vez en cuando. Y ya que de confesiones se trata, abiertamente les digo que estas temáticas me desbordan por completo. No me considero capacitado para hablar de cuestiones tan serias, complejas y trascendentes. Con lo que acabo de decir ya estoy aventurando un juicio de valor que sustento en la opinión autorizada de Mons. Carlos Manuel de Céspedes, mi querido profesor y amigo, quien, con su inconfundible estilo culto, elegante y preciso, en su para algunas personas “sorpresiva” ponencia titulada “Promoción humana, realidad cubana y perspectivas”, presentada en la Segunda Semana Social Católica, en La Habana durante los días 17 al 20 de noviembre de 1994, afirma:
“... el ENEC ha sido el acontecimiento ‘reflexivo’ más importante de la Iglesia en Cuba, en sus cinco siglos de peregrinación meándrica y que el Documento Final que salió de él, sin constituir un quinto Evangelio canónico ni un nuevo Apocalipsis, es un texto del que todavía no hemos extraído existencialmente todas sus nutricias enjundias”.
Otra opinión sabia y conocedora de nuestra realidad es la del habanero P. Manuel Maza, s.j., historiador, amigo y compañero quien, en su ensayo “Iglesia Cubana: Cinco siglos de desafíos y respuestas” (Revista Estudios Sociales, Santo Domingo, Vol. 27, No. 99, Enero-Marzo de 1995, 65-112), afirma lo siguiente:
“Parece que los católicos cubanos no se enteraron de que tendían a ‘desaparecer’, porque los días 17 al 23 de febrero de 1986 celebraron una de las reuniones más significativas de toda su historia. El Cardenal Pironio, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, presidió el Encuentro. En su Documento Final el ENEC reconoció sin complejos varios logros de la revolución, sin omitir los derechos que han quedado preteridos: el derecho a la libertad religiosa y otras libertades civiles”.
Tropezamos, amigos, con una dificultad adicional. Según los datos -todavía no oficiales- que aporta la “Encuesta” realizada en nuestra Iglesia de Cuba en diversas etapas a partir del año 2000, y coordinada por el P. Jorge Cela, s.j., el 49% de las personas que conforman nuestras actuales comunidades cristianas lleva menos de 10 años en la Iglesia, y de ese % una buena parte ha retornado a ella después de años de ausencia... Como ustedes podrán apreciar y teniendo en cuenta los indicativos de la “Encuesta”, podemos presuponer que muchos de los aquí presentes no vivieron el ENEC ni el largo, maduro, enriquecedor y profundo proceso preparatorio ( de 1979 a 1985), que conocemos con el nombre de “Reflexión Eclesial Cubana” (REC), proceso que instauró el diálogo como un elemento fundamental de nuestro ser y quehacer eclesiales y que, sin proponérselo, coincidió con el inicio de los grandes cambios que ocurrirían en el “bloque socialista” al cabo de unos pocos años. Digo que es una dificultad adicional porque la historia es una de las dimensiones de lo humano; es esa historia la que nos permite descubrir y vivenciar el sentido de pertenencia y de enraizamiento, sobre todo cuando la experiencia de esos descubrimientos y vivencias es reflexionada y orada. Vuelvo a referirme a la ponencia del P. Carlos en la Semana Social para suscribirme a su criterio y enfatizar que “quien desee proyectarse hacia el futuro, debe saber en dónde está y, para lograrlo, no debería dejar de mirar hacia atrás: de dónde viene, cuál ha sido el sendero que lo ha conducido a la coordenada en la que se encuentra y prever, entonces, cómo la flecha puede ir alcanzando las metas progresivas”.
Así, pues, acometo la osadía de aventurarme en la intrincada selva del tema propuesto con la esperanza de no incurrir en desatinos olímpicos ni en dislates de campeonato.


2. Contextos diversos

Es un lugar común hablar de la rapidez de los cambios en los días que corren. Muchos antropólogos y sociólogos sostienen que las transformaciones que en nuestros días ocurren cada cinco años, ocurrían cada cincuenta en la primera mitad del siglo pasado. Y esos cambios son universales, globales. Por más aislado que viva un grupo humano, de una forma u otra el cambio le afecta. En este mundo posmoderno, muy distante de los militantes y heroicos ‘70 del pasado siglo, ya no se dice que vivimos una época de cambios, sino un cambio de época. Así las cosas, no es preciso ser un especialista para constatar las diferencias contextuales entre fechas como 1986 (ENEC), 1993 (“El amor todo lo espera”), 1996 (ECO) y 1998 (Visita del Santo Padre).
Sin pretender el establecimiento de vínculos causales deterministas ni mucho menos, indudablemente que cada uno de los cuatro eventos señalados anteriormente tiene su “historia” y, de alguna manera, reflejan el contexto que los vio nacer; es decir, en alguna medida son respuestas al “momento histórico” donde surgieron y, como rezan los versos de nuestro Martí: “cada acción es culpa que como aro servil se lleva luego cerrado al cuello, o premio generoso que del futuro mal próvido libra”. Intentemos acercarnos a cada uno de esos “momentos históricos” y, bajo esa luz, preguntémonos si nuestras respuestas han sido aro servil o premio generoso. Como soy hombre de fe y creo firmemente que “Dios hace que todas las cosas concurran al bien de quienes lo aman” (Rom. 8,28), incluso hasta el pecado, como afirmaba S. Agustín, estoy seguro, con la seguridad que aporta la fe, del premio generoso que del futuro mal próvido libra. Procuraré resumir algunos de los rasgos más destacables de dichos contextos.

2.1 Contexto del ENEC

-Cuba pertenece al llamado “bloque socialista” y se beneficia del C.A.M.E.
-El mundo vive el clima de la “guerra fría” y nosotros estamos inmersos en la “política de bloques”.
-Hay una aparente prosperidad económica en los países de socialismo real. De esa prosperidad disfruta Cuba. Los subsidios soviéticos han permitido a la población una calidad de vida que, sin ser opulenta, es discretamente satisfactoria.
-En el ámbito eclesial se percibe un cierto clima de distensión ideológica por parte de las instancias oficiales, distensión motivada por algunas rectificaciones que parecían definitivas -y en proceso de incremento- sobre todo en relación con la dimensión religiosa de la cultura. Este clima fue propiciado, a mi entender, por las reflexiones y acuerdos del II Congreso del P.C.C. celebrado en 1980 así como por la creación, el 31 de enero de 1985, de la Oficina de Asuntos Religiosos, presidida por el ya fallecido Dr. Carneado.
-Hubo gestos que reflejaron la referida distensión como la invitación personal del Dr. Fidel Castro al Arzobispo de La Habana y al Secretario de la Conferencia Episcopal para que asistieran al Encuentro de la Deuda Externa que se celebró del 30 de julio al 3 de agosto de 1985. También ese fue el año del libro “Fidel y la Religión” del brasileño Frei Betto, o.p., publicado por el Consejo de Estado.
-En 1986 se celebró el III Congreso del P.C.C. durante el cual el Dr. Fidel Castro reconoció los esfuerzos de la Teología de la Liberación por parecerles sinceros y solidarios con los pobres.
-En muchos y amplios sectores de la población cubana se tiene la impresión de que el sistema socialista es algo que “ha venido para quedarse”, algo definitivo.
Es en este ambiente donde se desarrolla el ENEC, evento que, como he apuntado, resulta el intento más serio de fundamentar la acción evangelizadora de la Iglesia en Cuba desde una reflexión teológica “del patio”, no importada y, por lo mismo, fuertemente contextuada. Una reflexión teológica que, sin renunciar a lo dogmático, buscaba orientar la pastoral para un largo e indefinido período de tiempo. Esta “puesta al día” de la Iglesia en Cuba, este “Pueblita criollo” –como lo bautizó Mons. Fernando Azcárate, s.j., y muchos le llamamos-, era algo necesario ya que nuestra situación social, económica, política y religiosa era y es bastante distinta de la vivida en los demás pueblos de Latinoamérica. La Iglesia, debido a su misión, es un organismo vivo y, como decía Federico Ozanam, el intelectual francés de los tiempos del P. Lacordaire, “para predicar a Jesucristo hay que tener en una mano la Biblia y en la otra el periódico”... En otras palabras, la temporalidad es condición exigitiva de la economía de la Encarnación. Es desde este contexto, pues, desde donde podemos aproximarnos, con mirada crítica, al ENEC.


2.2 Contexto de “El amor todo lo espera”

Según la opinión del P. Manuel Maza, s.j., este es “... el documento más importante en cinco siglos de historia eclesial. Todas sus ediciones se agotan. Realizando su misión de pastores, los obispos se dirigen a todos los cubanos para darles algunas pautas a la hora de enfrentar la gravísima situación presente”... “ésta es la ocasión en la que los obispos más claramente se han colocado junto al pueblo cubano en plena solidaridad”.1 Como podemos observar, el juicio valorativo de este historiador es contundente. Veamos el contexto de esta carta del episcopado cubano.
-El último trimestre de 1989 sorprendió al mundo entero: caía el Muro de Berlín y con él se desplomaba el bloque socialista de Europa del Este. En lo que se dio en llamar “el efecto dominó”, se derrumbaban –sin violencia, salvo el caso de Rumania- los gobiernos prosoviéticos de Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Polonia, etc. y Alemania se reunificaba. Algunos analistas más informados ya preveían un cambio en estos países por razones de base económica, pero no creo que ningún “gurú” vaticinara los eventos que ocurrieron ni el modo como ocurrieron..
-En el año 1991, y tras las inevitables reformas impulsadas por M. Gorvachov (la perestroika y el glasnot), desaparece la U.R.S.S.: el imperio paneslavista soviético deja de existir dando lugar a las naciones independientes (y, en algunos casos, de culturas muy diversas a la rusa) que, otrora, habían conformado un vastísimo territorio cuyo gobierno se centralizaba en Moscú. La “guerra fría” ha terminado.
-Desde el punto de vista económico ha triunfado el neoliberalismo y se va a imponer la globalización que, en su vertiente cultural, será irónicamente llamada “macdonalización de la cultura”. Lo dicho significa el fin del modelo económico centralizado típico de los países de socialismo real.
-Al desaparecer el “bloque socialista” surge la llamada “crisis de las utopías” con la consiguiente pérdida de credibilidad de “las izquierdas” (no me agrada esa denominación) y el desconcierto de los partidos políticos inspirados, de una u otra forma, en el socialismo más o menos cercano al marxismo.
-En la década de los 80 Cuba realizaba el 86% de su comercio con el C.A.M.E.; en 1990 todo ha cambiado bruscamente: los dólares se buscan en el turismo y se abren las puertas a los inversionistas y negociantes extranjeros. De manera acelerada aparecen las diferencias entre los nacionales que tienen dólares (“fulas”) y los que no los tienen.
-Comenzó el llamado “Período Especial”, una manera de nombrar la situación de carestía y extrema austeridad que, si bien no con los rigores de los 90, sigue presente en nuestros días. El corolario inmediato no se hizo esperar: deterioro de la calidad de vida de la población.
-La desaparición del C.A.M.E. y la inevitable salida al mercado internacional a vender comprar y competir provoca el estancamiento y retroceso acelerado de la industria, el transporte y la agricultura (por carencia de insumos, piezas de repuesto y desfase tecnológico respecto a los nuevos socios y/o competidores comerciales). A partir de entonces sí que empiezan a sentirse los efectos del embargo o bloqueo económico impuesto por los E.U.A. No pocas personas consideraron que el “Período Especial” fue el tiempo cuando vivimos subsidiados por la U.R.S.S. y que la nueva etapa era el “Período Real”.
-En 1992 es modificada la Constitución vigente desde 1976 a fin de acomodarla a los nuevos tiempos donde el bloque socialista y el ateísmo de Estado no existen. En el mismo sentido de aconfesionalidad estatal ya había sido autorizada la participación de los creyentes en el P.C.C.
-En julio de 1993 se despenaliza el dólar, medida necesaria para paliar la situación tan dura que se estaba viviendo, y con ello se aumenta la brecha entre los “fulanos” y los “menganos” según se tuviera acceso al dólar (“fula”) o no. Estimados no oficiales consideran que las “remesas” procedentes de los cubanos de la diáspora constituyen el primer renglón de ingreso de divisas al país.
-En el mes de enero de 1993 nace el “Centro de Formación Cívica y Religiosa” (C.F.C.R.) de Pinar del Río, embrión inicial de una instancia necesaria para la Iglesia y que será propuesta y modelo para otras diócesis del país. Es importante señalar, además, que en la década del 90 comienzan a aparecer diversas publicaciones católicas –“Vitral” entre ellas, nacida en 1993- que contribuyen a llenar el vacío inmenso en este importante sector apostólico “cubierto” hasta entonces por la “hojita Vida Cristiana”.
-En 1994 se produce la “crisis de los balseros”. Se estima que llegaron a las costas de E.U.A. unas 30,000 personas. ¿Cuántos perecieron en las aguas del Estrecho de la Florida?... Probablemente esa pregunta nunca pueda ser respondida.
Este fue el contexto de “El amor todo lo espera”, un contexto sensiblemente diferente al del ENEC (¡ha ocurrido un cambio mundial!) y, en el ámbito eclesiástico –siempre desde mi limitado horizonte de comprensión-, una floración de aquel. La prensa oficial desató una virulenta campaña contra la Jerarquía en los días sucesivos a la publicación de este Mensaje.

2.3 El contexto del ECO

A juzgar por los resultados impresos y publicados, el ECO tiene un “bajo perfil” en comparación con el ENEC y con “El amor todo lo espera”. Lo dicho no significa que carezca de importancia. Quizá un elemento muy interesante de este ECO fue la presencia en él de delegados de CRECED (Comunidades de Reflexión Eclesial Cubana en la Diáspora) y la formulación de tres “prioridades” (la promoción humana, la formación integral y las comunidades vivas y dinámicas) que van a constituir los pilares del actual “Plan Global de Pastoral”. De igual manera considero muy importante el discurso que Mons. José Siro, el pastor de esta diócesis, pronunció en el Seminario “San Carlos y San Ambrosio”, discurso en el que, hilvanando textos e ideas maestras del P. Varela, traza derroteros para la misión evangelizadora de la Iglesia en Cuba. Acerquémonos al contexto del ECO.
-La situación económica del país parece haber logrado un cierto equilibrio en virtud de los dólares aportados por el turismo y las inversiones extranjeras (¿se cumple lo de Isla de corcho?). Esto no significa superación de las brechas abiertas por la dolarización.
-Los acuerdos migratorios entre los gobiernos de Cuba y E.U.A. –paradójicamente logrados tras la crisis de los balseros- han puesto fin a las salidas masivas de cubanos hacia las costas de la Florida.
-Los movimientos y grupos insurgentes en A. Latina –con la excepción de algunos en Colombia- entran en una etapa distinta, deponen las armas y se transforman en partidos políticos. Parece que el “estilo y espíritu” de los ’70 son algo “del pasado” (¿efecto del fin de la “guerra fría” y de la “política de bloques”?, ¿consecuencia de la “globalización?, ¿resultado de las “agendas políticas” de las “partes” en confrontación?, ¿fruto de la “crisis de las utopías” y del “desconcierto de las izquierdas”?).
-En el horizonte político interno crecen y van tomando cuerpo muy paulatinamente -y pagando altos costos- diversos grupos opositores que intentan, quizá sin proponérselo muy claramente, reconstruir el tejido de la sociedad civil.
-Al parecer se suavizan las tensiones generadas por “El amor todo lo espera” y nuevos agentes de pastoral (sacerdotes, religiosos y religiosas) ingresan al país y comienzan a trabajar en las distintas diócesis.
-Desde el ámbito eclesial nacional (¿también desde el estamento estatal?) vuelve a tramitarse o gestionarse la pospuesta visita del Santo Padre. El ambiente eclesial universal está marcado por la preparación para el Gran Jubileo del año 2000 en conformidad con la “Tertio millenio adveniente”.
-Durante la Segunda Semana Social Católica, celebrada en La Habana del 17 al 20 de noviembre de 1994, y con la presencia del Cardenal Etchegaray, es creada la Comisión Nacional Justicia y Paz, un hito significativo en el caminar de esta Iglesia por más que su desempeño haya sido un tanto errático y de contornos no bien definidos, pero... existiendo, originalidad criolla entre los países de socialismo real.
-El éxodo sigue golpeando la vida de la Iglesia –muchos laicos comprometidos siguen emigrando- y, por supuesto, la del país. Con no poca frecuencia estos emigrantes son jóvenes con una respetable formación profesional.
-Empiezan a hacerse notar, de manera preocupante, algunas de las secuelas sociales no constructivas de la dolarización: el empobrecimiento, la prostitución, el consumo de drogas y el incremento de los actos delictivos. Paralelamente con estos fenómenos sociales aumentan sensiblemente los efectivos policiales en todas las ciudades del país. Otro fenómeno, no exclusivamente vinculado al turismo pero sí más perceptible o público en esta década de los ’90, será la presencia del SIDA y sus implicaciones en la vida cotidiana.
-Parece definitivamente superada la etapa ateizante de décadas anteriores y se tiene la impresión que, en las instancias oficiales, se reconoce la ayuda que la fe cristiana puede aportar al bien social.
-Se ha verificado un sensible aumento del número de personas que acuden a la Iglesia y se incorporan a las comunidades cristianas. También ha habido un discreto incremento en las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada. Las crecientes demandas pastorales favorecen la creación de nuevas diócesis en el país aumentando así el número de nuestros pastores.
-Con dificultades y tropiezos de diversa naturaleza se ha ido abriendo paso Caritas Cubana en todas las diócesis.
-Como signo inequívoco de confirmación del camino de esta Iglesia, el Papa impuso el capelo cardenalicio a Mons. Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana, el 20 de noviembre de 1994.

2.4 El contexto de la visita del Papa

En un par de años, lo que va desde el ECO ‘96 al 98, no hay variaciones sustantivas en lo contextual, más bien pudiera decirse que los procesos iniciados años atrás y los embriones que habían quedado gestándose, van a producir sus frutos. Hay, tal vez, algunos hechos que merece la pena recordar. Veamos.
-La visita del Presidente Fidel Castro al Santo Padre con ocasión de la Reunión de la FAO ‘97 en Roma; visita en la cual quedó expedito el camino de Juan Pablo II por las tierras de esta Isla.
-Ambiente festivo y entusiasta -que desbordó las expectativas de los más sagaces observadores- durante la preparación de la visita del Papa.
-Larga e inusitada comparecencia del Presidente Fidel Castro ante las cámaras de TV donde anuncia oficialmente la visita de Juan Pablo II y elogia su trayectoria histórica. En esa misma intervención televisiva anuncia que el 25 de diciembre de 1997 sería feriado. Poco después la Asamblea Nacional del Poder Popular dispuso el feriado definitivo del 25 de diciembre.
-Durante la visita del Santo Padre tanto la TV como la radio y la prensa escrita dieron amplia cobertura y difusión a las actividades desarrolladas por el ilustre huésped.
-Percepción generalizada de descongelación definitiva del tema religioso en la Cuba “marxista”; es decir, se tiene la impresión de que el ateismo es algo ya del pasado. Esta impresión es la misma que se percibe al oír y leer al Dr. Aurelio Alonso, una persona conocedora y de seriedad y competencia profesional (Cf. “La Iglesia y el contexto sociopolítico cubano: antecedentes y perspectivas de la visita pastoral de su Santidad Juan Pablo II”, conferencia en el Aula Fr. Bartolomé de las Casas, La Habana, 26 de febrero de 1998).

3. Pinceladas “críticas”

Hablar de retos y perspectivas supone, lamentablemente, hacer juicios. Digo lamentablemente porque los juicios siempre son, de una forma u otra, valorativos y cuando se ha vivido desde la entraña de la Iglesia amándola como madre, es costoso y eventualmente doloroso el examen de conciencia, por eso titulo este apartado con el nombre de pinceladas “críticas”. He cedido a la tentación de poner el adjetivo entre comillas porque, nuevamente, me resisto a ser juez. Sin embargo, me atrevo a decir que el camino recorrido ha producido una floración y fructificación que “del futuro mal próvido libra”. Me tomo la libertad de citar un fragmento del discurso, antes referido (Cf. pág. 6), de Mons. Siro:
“La Iglesia en Cuba, en su experiencia por momentos dolorosa, y a veces consoladora, de estos últimos cuarenta años, ha confrontado los mismos desafíos a los cuales dio respuesta el Salvador en sus cuarenta días de ayuno y oración, esgrimiendo la palabra de Dios, no como solución ya dada, sino como indicadora de un camino a seguir”.
En este sentido quiero decir desde ahora mismo que el campo donde más ha avanzado nuestra Iglesia del ENEC a la visita del Santo Padre, a pesar de las limitaciones, sombras, deficiencias, contradicciones, lentitudes ingratas de los procesos y, por supuesto, pecados, ha sido en el área social, y que el área donde parece que hemos avanzado muy poco es en el área de la cultura. Intentaré explicarme.
3.1 Una simple ojeada al índice del Documento Final del ENEC resulta instructiva. El “Marco histórico” ocupa unas 39 páginas. A continuación se encuentran los “Fundamentos bíblicos, teológicos y magisteriales”, una sección que en lenguaje comprensible aborda lo más denso del Documento en unas 45 páginas. La tercera parte está dedicada a la “Acción pastoral de la Iglesia” y tiene una extensión de 90 páginas. La cuarta parte y final lleva por título “Lineamientos fundamentales para una pastoral de conjunto de nuestra Iglesia” con una extensión de 52 páginas. Es obvio el peso específico de lo pastoral, de lo concreto, de la mirada de fe sobre la realidad vivida.
3.2 Quisiera fijarme en la tercera parte “Acción pastoral de la Iglesia”. Esta sección consta de 8 capítulos. El título del primer capítulo es “Fe y sociedad” y sus epígrafes son:
-Introducción.
-Fe y sociedad en Cuba actualmente.
-Fe y política.
-Aportes de la fe cristiana a una sociedad socialista.
-Aportes de la sociedad socialista a la vivencia de la fe cristiana.
-Dimensiones universales que la Iglesia debe dar a la convivencia humana.
-Líneas de Acción.
Todo este primer capítulo, con los epígrafes antes indicados, ocupa un total de... 6 páginas. Muy probablemente no faltará quien pueda pensar como decían los antiguos “non multus, sed multa” (lo cual traduzco por “no importa tanto la cantidad, sino la calidad”), y es obvio que no se puede medir el valor de un documento por el número de páginas que contenga. No obstante, un tema como “Fe y Sociedad en Cuba actualmente” no puede ser “despachado” en apenas 28 renglones..., dígase lo mismo del inciso “Fe y Política” cuya longitud es de 21 renglones... Es evidente que estas temáticas no quedaron plasmadas en el Documento Final con la extensión y profundidad con las que fueron tratadas en el evento. Lo señalado puede ser colateralmente corroborado cuando nos detenemos en el capítulo II de la Tercera Parte: “Fe y Cultura”, que tiene una extensión de unas 25 páginas. Es cierto que de manera sutil muchas de las temáticas propias de los títulos antes referidos –Fe y Sociedad, Fe y Política- se encuentran transvasadas en el acápite “Fe y Cultura” porque:
“Creo ... que en el fondo, lo que está en debate es lo que, según mi criterio, ha estado siempre: es una cuestión cultural o, para ser más exactos y simplificando un poco la situación, lo que sutilmente está en el fondo de nuestros diálogos e intercambios, amistosos o no tanto, son nuestras diversas visiones de la cultura y de los posibles estilos de vida individual y social y, evidentemente, la naturaleza y la orientación de las estructuras sociopolíticas que deben darles sustento, así como el desarrollo de las tareas de la Iglesia como institución y de la fe religiosa como realidad individual, que no puede dejar de proyectarse socialmente”.2
3.3 En la cuarta parte –y última- del Documento Final del ENEC titulada “Lineamientos Fundamentales para una Pastoral de Conjunto de Nuestra Iglesia”, se establecen tres opciones juzgadas exigencias prioritarias:
-Una Iglesia evangelizadora.
-Una Iglesia orante.
-Una Iglesia encarnada.
Creo importante destacar estas prioridades porque, a pesar de las debilidades institucionales y personales de nuestra Iglesia, la ruta trazada por el ENEC en estas tres opciones ha sido el marco referencial que ha pautado y orientado la vida de esta Iglesia hasta nuestros días.
3.4 El Mensaje de los Obispos de Cuba conocido como “El amor todo lo espera” en unas 11 páginas (depende de las ediciones mecanografiadas), extrae el jugo de los frutos del ENEC, y con el talante respetuoso del diálogo aprendido en la REC y el lenguaje sereno que brota del Evangelio presenta pautas muy concretas para el momento que se vivía (o...¿se vive?). Intentaré sintetizarlas:
-Las dificultades deben ser resueltas por todos los cubanos a través del diálogo “franco, amistoso, libre, en el que cada uno exprese su sentir verbal y cordialmente”, diálogo que busca la verdad con un corazón dispuesto a la comprensión, “diálogo no para averiguar tanto los por qué, como los para qué”.
-Ha pasado tiempo suficiente como para poder hacer una evaluación sobre los aciertos y desaciertos de un proceso que nació cargado de promesas.
-Se rechaza abiertamente todo tipo de medidas que pretendiendo sancionar al gobierno contribuyan a aumentar las dificultades del pueblo (referencia directa al embargo o bloqueo de E.U.A.).
-Se reclama la necesidad de un proyecto económico de contornos definidos capaz de inspirar y movilizar las energías de la población.
-Se insiste en la necesidad de erradicar políticas irritantes como el carácter excluyente y omnipresente de la ideología oficial, las limitaciones al ejercicio de ciertas libertades, el miedo, la tasa tan alta de población penal, las discriminaciones por razón de ideas políticas o credo religioso, etc.; “la sensatez puede triunfar”, “la paz es posible”, decían nuestros pastores.
3.5 Esta propuesta de “El amor todo lo espera” contó con la adhesión unánime de los obispos cubanos de la diáspora (y con la mayoría de los católicos exiliados) así como con el de Juan Pablo II quien en reiteradas ocasiones dio claras muestras de su apoyo a esta propuesta. Al criterio del P. Manuel Maza, s.j. antes citado (Cf. pág. 4) añado mi modesta opinión: este Mensaje no sólo es el documento más importante en cinco siglos de historia eclesial, sino que sigue teniendo vigencia y la tendrá por mucho tiempo puesto que cuando nos ponemos del lado de los pobres, nos ponemos del lado de los destinatarios de la buena nueva de Jesús, somos creíbles y, entonces, cumplimos la misión que se nos ha encomendado: ser sal de la tierra y luz del mundo (Cf. Mt.5, 13-16). Hay que pedir humildemente al buen Dios, cada día, que nos libre de la oscuridad y la insipidez.
3.6 Por otra parte, creo es bueno leer en línea de continuidad (así es la historia, no es una línea discontinua de procesos yuxtapuestos) el Mensaje con el ENEC. Ese Mensaje es un fruto del ENEC. Quizá lo que al ENEC le faltó poner por escrito en el Capítulo I de la Primera Parte (“Fe y Sociedad”) del Documento Final, lo hizo de manera magistral “El amor todo lo espera”. Es desde esta perspectiva desde la cual sostengo que el área de lo social ha sido en la que más ha trabajado y avanzado la Iglesia de Cuba desde el ENEC a la fecha por más que, eventualmente, pueda parecer muy lenta esta andadura.
3.7 En este momento de la reflexión podemos hacernos una pregunta que casi resulta inevitable, ¿por qué el discurso de “El amor todo lo espera” no parece haber tenido la continuidad que, tengo la impresión, esperaba todo el mundo?... Si el Mensaje fue, como considero, el fruto de una floración del ENEC y el resultado de un serio proceso de discernimiento que pautaba un modo de proceder de nuestra Iglesia y que contaba con el apoyo de católicos, de creyentes de otras denominaciones, de indiferentes y de no creyentes, del patio y de otras orillas, de muchas Iglesias hermanas de A. Latina y del Santo Padre, ¿por qué hay que esperar la visita de Juan Pablo II para que retomemos la conciencia de ser “protagonistas de nuestra historia”?, ¿por qué en el pasado año, tan cargado de eventos profundamente significativos como el centenario de la República y el proceso de recogida de firmas para modificar la Constitución vigente, por qué estos eventos no tuvieron una palabra iluminadora y , al menos, de exhortación al discernimiento y la oración de parte de nuestros pastores?... Son preguntas que he escuchado a otras personas y que yo me he formulado muchas veces. No tengo respuestas ni competencia para tan siquiera esbozar pistas en este sentido, pero confieso que me resulta doloroso escuchar y hacerme esas preguntas.
3.8 Un poco más arriba había indicado (Cf. pág. 8) que, a mi entender, era en el área de la cultura donde menos habíamos avanzado. Las observaciones que voy a compartir con ustedes son deudoras del P. Carlos Manuel. Aquí van:
“Aunque tengo la impresión de que la Iglesia Católica, al menos por el momento, es incapaz de trazar los derroteros de la vida del país, no es menos cierto que en la Cuba de hoy, la única institución no gubernamental que está presente en toda la geografía de la Isla es la Iglesia Católica ... Y la única institución que ha estado presente en toda la historia de Cuba es también la Iglesia Católica ... Si esto constituye un privilegio ..., es también una responsabilidad y un desafío, netamente religioso y cultural, en este comienzo del Milenio que se ha abierto en Cuba con un recrudecimiento de un cierto esfuerzo de ideologización marxista, a la cubana, al estilo de lo que conocimos hace algunas décadas y, al parecer, con una sutil involución en el tratamiento oficial de las cuestiones religiosas, con relación al tono que llevaba en los años más recientes ... En coherencia con el panorama presentado, opino que la tarea o responsabilidad más importante para la Iglesia Católica hoy, en la aurora del Tercer Milenio del Cristianismo, está relacionada con la evangelización de la cultura, en el más amplio y universalmente aceptado sentido de la palabra <cultura>, como <modo de vivir>, como conjunto de valores éticos comunes, como visión y juicio de la realidad nacional en conexión con el resto del mundo, como proyecto nacional, etc.”3
3.9 De lo citado en el número anterior saltan a la vista las implicaciones sociales, ideológicas y políticas de la evangelización de la cultura. En este sentido, algunas de las líneas de acción conclusivas de la VIII Semana Social Católica celebrada en Cienfuegos del 10 al 13 de octubre de 2001 pueden resultar iluminadoras:
-Que las Comisiones Diocesanas de Justicia y Paz sean interlocutoras de los distintos grupos, movimientos, partidos, iniciativas, organizaciones y autoridades que están configurando una nueva sociedad en Cuba, con el debido respeto de la competencia propia.
-Fomentar la conciencia social (analítica y crítica) y la educación cívica a todos los niveles en nuestra Iglesia, empezando desde la catequesis infantil.
-Apoyar el derecho constitucional de los cubanos a que se les consulte sobre los cambios en las leyes que propone el Proyecto Varela u otros proyectos positivos que puedan surgir.
Y en El Cobre, durante la VI Semana Social, en mayo de 1997, se señalaban estas otras líneas de acción:
-Apoyar y promover espacios abiertos al diálogo fraterno y solidario –en todos los ambientes y a todos los niveles- necesario para una verdadera convivencia social, como camino para la reconciliación y la paz.
-Priorizar la educación ética, implementando un programa de formación en las virtudes y valores humanos y cívicos, que conduzcan a la verdadera educación para la libertad y la responsabilidad, mediante una pedagogía participativa y liberadora que enfatice el diálogo y la tolerancia.
3.10 Me gustaría llamarles la atención acerca de como las reiterativas alusiones y referencias al diálogo siguen, como música de fondo, instrumentando las lecciones aprendidas en la REC. Creo que esa impostergable tarea del diálogo con la cultura –en la que tanto insiste el P. Carlos Manuel- ha encontrado espacios en el “Aula Fr. Bartolomé de las Casas” que dirigen los padres dominicos allá en el convento de San Juan de Letrán, en el Vedado, y en el “Aula San Basilio Magno” vinculada al Seminario Arquidiocesano en Santiago de Cuba. Considero que en el terreno cultural la Iglesia Católica ha ido ganando aprecio y reconocimiento si bien queda mucho camino por recorrer siendo la presencia en los medios masivos de comunicación social una etapa a la cual se llegará algún día, quiera Dios sea más pronto que tarde. Para complementar esta llamada de atención vuelvo a citar al P. Carlos Manuel:
“En Cuba no es tarea fácil el diálogo social, sea por razones históricas, sea por condiciones personales, sea por el carácter totalizador, global, de las ideologías o filosofías sociopolíticas presentes en el País o por el fenómeno contrario, el relativismo, paralizante de consensos duraderos, también presente en el País, sea por otras razones y sinrazones propias de esta postmodernidad sui generis. Me parece que, en realidad, semejante diálogo y la adquisición de su fruto, el consenso, no son fáciles en parte alguna, pero tampoco son tareas imposibles. Son exigentes, pero es ya otra cosa. La existencia responsable es, siempre, exigente”.4
Y, retomando a Martí, añadiría: “... es cosa grave, y cada acción es culpa que como aro servil se lleva luego cerrado al cuello, o premio generoso que del futuro mal próvido libra”.
3.11 Para que lo reflexionado y vertido en papeles no se quede en letra muerta, es precisa la cercanía al pueblo. Ese siempre ha sido el camino, complejo y a veces ambiguo, de la Iglesia y uno de sus principales soportes para el trabajo pastoral. Un problema serio, muy serio, que no ha encontrado respuesta adecuada, es la evangelización de la religiosidad popular sincrética... Esta tarea que siempre ha sido algo “pendiente” (se pueden consultar las conclusiones de la encuesta acerca del modo de pensar en materia religiosa del pueblo cubano que realizó la A.C.U. en 1953), se ha tornado mucho más compleja por la manipulación de las instancias oficiales. El presupuesto de esta manipulación está en suponer que, desvinculando la religiosidad afrocubana de sus raíces cristianas y católicas y reduciéndola a lo folklórico, se disminuye la base popular de la Iglesia y se “neutraliza” la supuesta amenaza para la ideología de las citadas instancias. El tema del “mestizaje cultural”, con toda la gama de implicaciones que supone tanto para la vida civil como para la religiosa es algo mucho más delicado de lo que pudiera parecer a simple vista por cuanto nos puede llevar a un crecimiento y enriquecimiento progresivos o a un deterioro involutivo.
3.12 El ECO, como había apuntado (Cf. pág. 5), tiene un “bajo perfil” en comparación con los eventos precedentes. Probablemente el ENEC y el Mensaje “pusieron muy alta la parada” y era necesario darse tiempo para asimilar y hacer vida todo lo reflexionado. En la Misa de clausura del ECO, el 25 de febrero de 1996, Mons. Jaime, nuestro cardenal, decía:
“La Iglesia es servidora de la humanidad, no pretende tener todas las soluciones ni monopolizar la verdad en cuanto a las cosas factibles ... Cuando aportamos nuestra visión del hombre y de la historia, la Iglesia Católica quiere trabajar, como decía nuestro apóstol Martí: <Con todos y para el bien de todos> ... Estas son ... las opciones de base de la Iglesia y del cristiano, las mismas de Cristo en el desierto cuando preparaba en la oración y el ayuno su misión redentora:
-Una clara opción por la vida y por el hombre, con su dignidad y sus derechos.
-Una decidida opción por el servicio humilde, asiduo, no espectacular, pero en fidelidad a Dios y al mismo hombre.
-Una confianza total en el poder de Dios que vence el mal, aún dentro del mismo corazón humano, y es dueño absoluto de la historia; con plena conciencia de tener, en esta hora de nuestra vida nacional, una especial misión reconciliadora”
3.13 No quiero abrumarlos con citas, pero ellas hablan por sí mismas. En el discurso pronunciado por Mons. Siro en la velada cultural celebrada en el Seminario San Carlos el 24 de febrero de 1996, nos decía:
“Creo que no sólo la Iglesia sino, y sobre todo, la Nación necesitan de la formación y el compromiso radical de los laicos. Es más, no sólo la Iglesia y Cuba necesitan laicos integralmente formados, sino que necesitan también un laicado comprometido ... Esa fue la obra del Padre Varela: formar laicos que fueran agentes de cambio y mejoramiento en sus respectivos ambientes ... Esta debería ser una de las tareas de la Iglesia en Cuba rumbo al Jubileo del año 2000”.
3.14 En mi modesta opinión, independientemente de las dificultades que acarrea el procurar y lograr la confluencia de criterios de los laicos entre sí y de ellos con el clero (también de los clérigos entre sí), creo poder afirmar que, si bien no de manera homogénea en cada diócesis ni en el país, la apuesta por el laicado ha dado frutos y ustedes, los laicos, están llamados a “marcar el ritmo” en la Iglesia de este siglo XXI. Para que esto sea posible en todos los campos del quehacer humano –incluido, por supuesto, el político- considero, con el magisterio eclesiástico, que es necesario ofrecerle a los laicos la debida formación de la conciencia social. En este sentido es un derecho y un deber de los pastores proponer los principios morales también sobre el orden social, y deber de todos los cristianos dedicarse a la defensa de los derechos humanos (Cf. G.S. N° 76, O.A. N° 4, P.P. N° 81, C.L. N° 42, y ENEC N° 762 – 767).
3.15 En la línea de lo que apuntaba en el párrafo anterior acerca del compromiso laical, me permito citar la opinión del P. Miguel A. Loredo, o.f.m. quien, en un texto de 1990 titulado “El rol de la iglesia Católica en Cuba”, decía:
“Desde dentro, un laico católico, comprometido en la pastoral diocesana, Osvaldo Payá Sardiñas y su grupo LIBERACIÓN, está teniendo la valentía de asumir un papel de profeta convocador hacia el perdón, la reconciliación, el amor, el entendimiento de todos los cubanos. Pero, al mismo tiempo, denunciando todas las aberraciones del sistema, el miedo como condicionador de actitudes, la simulación como patrón práctico aceptado y el abuso de poder en todos los terrenos. Se coloca en la línea de los defensores de los derechos humanos y apela al exilio y a los gobiernos diversos, a los que pide atención y apoyo”.
Este laico es fruto de nuestra Iglesia y del camino empezado en la REC y el ENEC. Su voz y el testimonio de su vida le han hecho merecedor, el pasado 17 de diciembre, del premio Sájarov a la libertad de conciencia que otorga el Parlamento Europeo. Muchos otros laicos conocidos o no, reconocidos o no, han asumido con seriedad y responsabilidad sus compromisos bautismales y la herencia que nos dejara el padre de nuestra nacionalidad, el Pbro. Félix Varela. Sirvan estas referencias de homenaje, agradecimiento, admiración y fraterna solidaridad de este hermano que les habla. Quiero explícitamente reconocer a Dagoberto Valdés y la obra del C.F.C.R. de esta diócesis.
Vuelvo a citar al P. Carlos Manuel, esta vez en un texto preparado para una conferencia en la Casa de América de Madrid, el día 13 de septiembre de 1999, titulado: “Cuba aquí y ahora, mirada de un hombre de fe” N° 42:
“... la minoría de católicos bien formados y comprometidos realmente con su fe y con su adhesión a la Iglesia, conocen y toman en serio la ética de inspiración católica: la referida a los niveles más individuales, la familiar y la referida a las dimensiones sociopolíticas y económicas de la persona. En la medida en que sean capaces de sostener esa centralidad de la persona –componente capital de la enseñanza social de la Iglesia Católica-, a cuyo servicio deberían estar el Estado, la economía y la política, ellos pueden ser fermento social, testimonio de un estilo de vida dependiente de valores éticos que la Iglesia considera válidos y, muchos de ellos, imprescindibles, para el desarrollo pleno de la vida en sociedad. En un eventual diálogo nacional y en una eventual concertación, pueden ofrecer esta enseñanza y este testimonio como un componente que, en su momento, podrá o no tenerse en cuenta”.
3.16 La visita del Papa Juan Pablo II desbordó por completo las expectativas que todos, tirios y troyanos, habían depositado. En aquellas memorables jornadas se respiraba otro aire, se escuchaba otro lenguaje, se sentía pulsar en el pueblo la cordialidad sincera que encierra el coloquial tratamiento de “mi hermano”. ¿Qué hizo el Papa?... Mejor habría que decir qué no hizo. Si fuera posible sintetizar en unas pocas líneas lo más trascendental de la visita del Santo Padre, lo resumiría en las siguientes afirmaciones:
-Asumir responsablemente el protagonismo de nuestra historia.
-Encarnar la fe en la propia vida.
-Cristo es el camino que conduce hacia una sociedad más justa, más libre, más humana y más solidaria.
-La Iglesia y las instituciones culturales de la nación deben encontrarse en el diálogo, y cooperar así al desarrollo de la cultura cubana.
-Educar a la juventud en la virtud y la libertad.
-La familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan “crecer en humanidad”.
-“ ... que esta lluvia sea un signo bueno de un nuevo Adviento en vuestra historia”.
Me parece encontrar en estas afirmaciones medulares las concreciones específicas y necesarias de aquellas opciones fundamentales que la Iglesia realizó en el ENEC, ratificó en el Mensaje del 93 y retomó en el ECO: una Iglesia orante, encarnada y evangelizadora.

4. El “paisaje” de nuestras comunidades

Requiere citación aparte lo que llamo “paisaje” de la comunidad eclesial cubana, es decir, una mirada de conjunto sobre lo que ha ido pasando en el seno de esta Iglesia desde el ENEC hasta la visita del Papa. Es casi imposible poner fechas a este mosaico porque la vida es un proceso y los procesos se resisten a la datación precisa. Enumeraré algunos detalles que juzgo verdaderamente relevantes de nuestro panorama sin pretender agotarlos.
-Es cierto que el éxodo ha sido y sigue siendo una constante fuente de tristeza y pena en nuestras comunidades, pero no es menos cierto que se ha dado una renovación de las mismas e, incluso, un incremento numérico de sus miembros. Los “nuevos” que se incorporan a las comunidades aportan un aire tal vez menos cargado por los lastres, perfectamente comprensibles, que arrastramos los que “siempre hemos estado en la Iglesia” y hemos optado por permanecer en Cuba. Es verdad que esas nuevas generaciones de cristianos traen en su “equipaje” lagunas de diverso tipo, pero es igualmente cierto que el esfuerzo por integrar ambas polaridades resulta, de todo punto de vista, evangélicamente enriquecedor.
-Esa renovación de miembros en nuestras comunidades ha permitido una más fácil disposición para el trabajo misionero que, sin duda, ha sido un elemento renovado en nuestro “paisaje” a partir del ENEC.
-El incremento de comunidades sin templo que se reúnen en casas de familia, o en medio de un solar yermo, o bajo un árbol en muchos bateyes o pueblitos del interior o en los barrios marginales o periféricos de nuestras ciudades, es otro detalle paisajístico a tener en cuenta.
-Muchas de esas comunidades antes referidas son acompañadas por laicos comprometidos que hacen de ministros de la palabra. Este detalle es indicativo del lugar, cada vez más relevante, del laicado en nuestra Iglesia. En este sentido hemos “escuchado” al ENEC (Cf. ENEC N° 735 ss.).
-La celebración de las Semanas Sociales ha significado retomar una iniciativa que fue pionera, años atrás, en la Iglesia de Cuba. Estas Semanas resultan una escuela de reflexión y diálogo, desde la fe, en torno a la problemática social y cuyos principales protagonistas son, precisamente, los laicos. Análogo predicamento merecen las “Semanas de Historia” que vienen organizando, con notable éxito, los camagüeyanos.
-Movimientos y organizaciones con diversos fines de servicio eclesial se han ido conformando en las diócesis a lo largo de estos años , por ejemplo: el Movimiento de Trabajadores, el Movimiento Familiar Cristiano, Pro Vida, la Pastoral Carcelaria, la Pastoral de la Salud, Caritas con todos sus proyectos y programas, etc. Es preciso decir que con bastante frecuencia estas organizaciones encuentran dificultades y trabas burocráticas para su funcionamiento como ocurre más acusadamente con la Pastoral Carcelaria y con Caritas.
-En el área de la formación (teológica, social, moral) han surgido proyectos con excelentes resultados. Señalo tres ejemplos que me parecen harto ilustrativos: el Centro Félix Varela en la capital, el Centro Mons. Pérez Serantes en Santiago de Cuba y el Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río.
-La vida consagrada, femenina y/o masculina, ha ido desarrollando programas realmente originales y creativos tanto en la línea formativa como en la asistencial así como en diversos proyectos de promoción social. Vale la pena citar el empeño del proyecto VIVA, los comedores para ancianos, los talleres de manualidades y las ya antes aludidas aulas Fr. Bartolomé de las Casas y San Basilio Magno.
-Un resultado indiscutible del ECO ha sido el que, lentamente, se ha ido aumentando el consenso a favor de la pastoral participativa cuyo “botón de muestra” son los Consejos de Comunidad.
-La tarea misionera, casi silenciada antes del ENEC, ha ido cobrando cuerpo con un matiz no proselitista, sino encaminado a la conversión. En este sentido creo no debe pasarse por alto el recorrido de la Cruz Peregrina del V Centenario y el de la imagen peregrina de Ntra. Sra. de la Caridad.
-El discreto clima de distensión, lento pero progresivo, respecto a la confesión y práctica de la fe que, gracias a Dios, hemos ido respirando en las dos últimas décadas ha favorecido, no obstante, un debilitamiento de la evangelización testimonial. Es una sombra que debe ser iluminada, porque, como señalaba Mons. Adolfo Rodríguez en la XXVII Reunión Interamericana de Obispos celebrada del 14 al 16 de febrero de 1999, “... ahora tenemos que ser cristianos en un tipo de sistema donde no es fácil definir la ideología que lo preside. <Nadie debe eludir el reto de la época que le ha tocado vivir>, nos dijo el Santo Padre”.

5. Retos y perspectivas

He llegado a la parte más ardua de esta larga disertación que ustedes, amablemente, han tenido el coraje y la paciencia de soportar.


5.1 ¿Qué retos tiene la Iglesia de Cuba en este siglo que acabamos de estrenar y después del período que va del ENEC a la visita del Santo Padre?... A mi modo de ver son muchos, muchísimos, pero algunos son definitivamente centrales:
- La evangelización de la cultura o, lo que es lo mismo, la inculturación de la fe. Cuba conserva “un alma cristiana” dijo Juan Pablo II en su visita pastoral y el ENEC, en su momento, tuvo el valor de afirmar que la identidad de nuestro pueblo es sincrética y que nuestra cultura es una cultura naciente, mestiza y en constante gestación (Cf. ENEC N° 25, 234 y el Mensaje Final). Los problemas pastorales que esta situación acarrea nunca han sido convenientemente abordados ni resueltos. Se impone una reflexión sistemática y unos modos de proceder realmente consensuados que superen el “folklorismo pastoral”5
-El fomentar, cultivar y acompañar la dimensión espiritual (mística, orante, discerniente) de nuestras comunidades cristianas. Si la vida cotidiana del cristiano no logra integrar desde una mirada de fe las experiencias y acontecimientos personales y sociales, nacionales e internacionales, eclesiales y civiles, difícilmente podrá la Iglesia brindar ese testimonio de santidad al cual está llamada por su misma naturaleza y, consiguientemente, no habrá compromiso auténtico ni gratuidad en el servicio.
-La formación y acompañamiento de laicos preparados y capaces de enfrentar las tareas que, más tarde o más temprano, les tocará asumir en la sociedad que ya se está gestando: tareas en el área de los medios de comunicación social, en la gestión sindical, en la arena política, en el arte, en la literatura, en la jurisprudencia, etc. Me refiero a la formación y acompañamiento de los que unirán sus esfuerzos a los de otros muchos cubanos en la recomposición de la sociedad civil.
-Propiciar y favorecer el talante dialogal que aprendimos en la REC, de manera tal que seamos facilitadores de consenso, reconciliación y concertación donde quiera que nos encontremos. Esta misión, genuinamente evangélica, brota desde el amor que todo lo cree y todo lo espera (1 Cor. 13,7) y es requisito para construir futuro “con todos y para el bien de todos”, una feliz y congregante expresión martiana de indudable raigambre cristiana (Cf. Jn. 17, 21).


5.2 ¿Cuáles son las perspectivas que pueden avizorarse?... Las aserciones histórico prudenciales no son el resultado de un proceso adivinatorio ni devienen conclusiones apodícticas, son apreciaciones plausibles con un valor aproximativo e indicativo. Comparto con ustedes las que me parecen capitales.
- “La Iglesia Católica –sea por su misma realidad en Cuba, sea por su carácter ‘internacional’- tiene posibilidades de iluminar situaciones desde el Evangelio y desde su experiencia de humanidad, así como de facilitar contactos personales e institucionales y, probablemente, hasta de crear espacios aceptados de diálogo, de reconciliación –interna e internacional- y de concertación”.6 Este diálogo deberá estar pautado por la búsqueda de los “¿para qué?” portadores de esperanza, no de los “¿por qué?” reveladores de culpas.
-Progresiva, legítima y creciente relevancia del laicado en las distintas facetas del servicio eclesial, tanto hacia adentro como hacia fuera, en línea de continuidad con lo reflexionado por el ENEC y el magisterio universal de la Iglesia. Dentro de esta relevancia laical hay que destacar la presencia y desempeño de la mujer.
-Incremento y consolidación de las comunidades cristianas alejadas de los grandes centros urbanos (barrios periféricos, bateyes y pueblitos de nuestros campos) que ya van conformando un modo nuevo o diverso de ser “comunidad cristiana”. ¿Serán estas comunidades nuestra versión de las C.E.B. latinoamericanas?
-Nuestra República nació con la marca de la llamada “escuela laica” y, me parece, esa marca nos va a seguir acompañando por mucho tiempo, de ahí que continuarán multiplicándose los modos “no formales” de enseñanza y educación derivados del derecho eclesial de aportar su colaboración en este servicio a la persona y a la sociedad.
- “... se debería considerar ... la conveniencia del pluralismo de pensamiento teológico, de ‘espiritualidad’, de ritos litúrgicos, de movimientos o grupos con diversas orientaciones y finalidades, de disciplina eclesiástica con respecto a algunos aspectos de la vida eclesial, etc. siempre que esté a salvo la unidad de la fe y de lo que se deriva de ella en las diversas dimensiones de la existencia”.7 El mundo contemporáneo es plural y hacia ese pluralismo, afortunadamente, nos encaminamos.
- “... mientras el pueblo sufra alguna injusticia o limitación, por pequeña que sea, la Iglesia debe hacer de esas necesidades y dolores de su pueblo un punto cardinal del contenido de sus relaciones con el Estado. De lo contrario, la Iglesia sólo reclamaría lo que pudiera ser considerado como sus derechos institucionales o concernientes a su vida interna, pero para los seguidores de Jesucristo estas demandas nunca pueden estar separadas de los derechos de las gentes”.8 Así, pues, la Iglesia nunca puede renunciar a su andadura que es, sencillamente, la del ser humano, la del Señor Jesús, el profeta del Reino.

6. Punto final

Voy a terminar con otra cita. Es del Santo Padre en su homilía a los jóvenes en Camagüey. El mensaje sigue siendo una fortísima apelación a todos y cada uno de nosotros:
“No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que ustedes son capaces y están llamados a ser y a hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde ustedes puedan ser protagonistas de su historia”.

¡Muchas gracias!

Bibliografía
1 “Esclavos, patriotas y poetas a la sombra de la cruz. Cinco ensayos sobre catolicismo e historia cubana”, P. Manuel Maza, s.j., (Amigo del Hogar, Santo Domingo, 1999), 70 y 71
2 “La Iglesia Católica en Cuba en la aurora del tercer milenio”, Mons. Carlos M. de Céspedes, El Cobre, 18 de feb. de 2001, N° 32
3 “La Iglesia Católica en Cuba...”, op. cit., N° 21 y 24.
4 “La Iglesia Católica en Cuba ...”, op. cit. N° 27
5 “Promoción humana, realidad cubana y perspectivas” ( ponencia de Mons. Carlos M. de Céspedes en la II Semana Social, La Habana, 1994), N° 3.15
6 “Cuba presente en Wilton Park”. Mons. Carlos M. de Céspedes, (‘Palabra Nueva’, La Habana, octubre de 2002), pág. 66
7 “Venturas y desventuras de la evangelización en América Latina”, Mons. Carlos M. de Céspedes, La Habana, 26 de octubre de 2000, N° 26
8 Discurso de recepción del Doctorado Honoris Causa que la Universidad de Georgetown concedió a Mons. Pedro Meurice, Arzobispo de Santiago de Cuba

 


 

Revista Vitral No. 55 * año X* mayo-junio de 2003
P. Ramón Rivas Villa, s.j.
Sacerdote cubano, profesor del Instituto María Reina.