D.V.H.: Don Joaquín, ha estado
usted varias veces en Cuba, ¿Cuáles son sus recuerdos
más persistentes y cordiales sobre esta isla del Caribe y su
gente?
J.R.G.: El recuerdo más persistente y más hondo
es la capacidad que presentí en mis visitas a Cuba de que era
una nación con posibilidades muy grandes hacia el futuro. Aprecié
en sus momentos de crisis la gran esperanza que atesoraba. Esa esperanza
se fue activando aunque había factores que obstaculizaban su
pleno desarrollo. Compartí sus sufrimientos y también
sus esperanzas. Creo que en esa línea hay que seguir, en diálogo
profundo con aquellas personas de Cuba, muchas y muy importantes, que
nunca han tirado la esponja y que incluso en los momentos de mayor crisis,
hicieron un esfuerzo por superar obstáculos y avanzar hacia una
convivencia más fraterna.
Este es el recuerdo que conservo de mis contactos con Cuba desde hace
muchos, muchos años. Porque Cuba fue uno de los países
de Iberoamérica que visité varias veces y no se me ha
borrado jamás.
D.V.H.: Desearíamos que los lectores de Vitral
supieran por su misma voz y experiencia, qué significó
para Ud. Como ciudadano español y como laico católico
la transición española del régimen de Franco a
la democracia.
J.R.G. : Sinceramente creo que la transición española
hacia la democracia, que me tocó vivir todavía en plena
juventud, fue para mí una experiencia fundamental de mi vida.
Había participado en instituciones y actividades del régimen
autocrático, fruto de la guerra civil, que todos habíamos
sufrido, pero era consciente de que esa situación debía
evolucionar a fuerza de diálogo y de concesiones recíprocas,
para recuperar, en lo humanamente posible, una convivencia pacífica
entre todos los españoles. Felizmente, esa esperanza fue cristalizando
en actitudes, al principio de reconciliación y de tolerancia
recíproca, y poco a poco, de cooperación por reconstruir
una España que fuese Patria de todos los españoles.
Sobre la base de esa crucial experiencia, deseamos que también
en Cuba se logre avanzar en el camino hacia la plenitud de convivencia
en libertad y solidaridad humana, como todos los cubanos y cubanas merecen.
En España se consiguió, superando los muchos obstáculos
que lo dificultaban, y en Cuba se logrará también con
análogo espíritu.
D.V.H.: Una pregunta más personal,
durante aquel tiempo de transición ¿sintió Ud algún
día deseos de abandonar, de dejarlo todo y refugiarse en el exilio
o en su casa? Es decir, ¿fue tentado por el desánimo y
la desesperanza? Si fue así, ¿con qué armas
venció estas tentaciones?
J.R.G.: Sentí cansancio, sentí fatiga, sentí
inquietud, sentí a veces angustia porque los cambios no se producían
con la rapidez y la hondura que deseaba, es cierto. Pero no caí
en desánimo. Si hubiéramos caído en desánimo
o en desesperanza, hubiera resultado catastrófico, pero felizmente
no fue así.
Tentación de desánimo sí, porque las tentaciones
que uno tiene en la vida son de muy distinto tipo, unas veces son tentaciones
de euforia, suficientemente fundadas y otras son sensaciones de desesperanza
o de desánimo pero no hay que dejarse vencer por ellas. ¿Cómo
vencimos a esas tentaciones? En primer lugar, agarrándonos a
la esperanza. Me parece que la esperanza en la vida personal es una
virtud capital, pero lo es también en la vida colectiva. No podemos
dejarnos llevar por la desesperanza o por el desánimo, tenemos
obligación de aprovechar todas las circunstancias, todos los
factores que dan energía para superar esas tentaciones. El desánimo
se supera a golpes de esperanza.
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Don Joaquín
Ruiz-Giménez en 1945.
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D.V.H.: Conozco que su familia lo ha acompañado
y apoyado durante los mejores y peores momentos, ¿cómo
valora el papel de la familia para los hombres y las mujeres que se
entregan a su Patria y a la Iglesia?
J.R.G.: Ciertamente que nadie puede echar la culpa a su familia
si no avanza en su conducta. Pero es verdad, sin la cooperación
de la familia, ese cambio hacia una plenitud vital, hacia una vida de
solidaridad humana, es imposible. Yo tengo que agradecer a mi mujer
en primer término y a mis hijos y a mis hijas, la solidaridad,
el apoyo que en ellos he encontrado para avanzar en los momentos más
difíciles. Por eso estimo que la familia, cuando es auténticamente
creyente, no sólo en valores religiosos, sino también
en valores de paz, ayuda a compartir sufrimientos... Sin ello, ni la
Nación, ni la Iglesia podrán superar las dificultades.
Creo que la familia tiene que ayudarnos a saltar sobre los obstáculos,
a no enredarnos en polémicas menores, para lograr momentos de
mayor plenitud, de mayor solidaridad humana.
D.V.H.: Ud. Ha sido siempre un hombre
de mirada alta y serena, hombre de diálogo y de futuro. Por eso
nos interesa mucho su mirada y su sueño sobre el futuro de Cuba,
puesto a mirar largo y alto, tejas arriba, como diría
su coterránea Santa Teresa de Jesús.
J.R.G.: No sé si siempre he sido un hombre de mirada alta
y serena aunque yo sea un hombre alto de estatura física, a veces
me he sentido bajo, pequeño e incapaz de hacer frente a ciertos
retos, pero no perdí nunca la esperanza. La creación o
fundación de la revista Cuadernos para el diálogo
fue una expresión de ese sentimiento de querer dialogar, no sólo
en el seno de la familia, en la intimidad, sino a diario, en la vida
social, quizás fundamentalmente con los diferentes, con los adversarios,
con los discrepantes. El diálogo con ellos nos puede aclarar
muchas veces nuestras dudas, nuestras incertidumbres. Esta es la experiencia
de mi propia vida y esto es también lo que deseo para Cuba. Estoy
convencido de que hace falta intensificar el diálogo, intensificar
los factores de convivencia, los factores de solidaridad, frente a las
tentaciones de ver siempre al adversario. Tenemos que tener esperanzas
de que ese adversario puede ser también cómplice en el
mejor sentido de la palabra, el cómplice de un futuro más
humano, más solidario.
Sí hay que mirar hacia arriba, soy un enamorado de Sta Teresa
de Jesús, y creo que efectivamente esa idea de que hay que mirar
hacia tejas arriba debe ser una actitud de todos los instantes
de la vida.
No puede salvarse quien no busca salvarse, cooperar en la salvación
de los demás. El que quiera obrar en solitario está perdido.
Es como el náufrago en plena tormenta si no logra acercarse a
otros de los náufragos y ayudarse mutuamente, todos se ahogan.
Cabe siempre encontrar ayuda hacia arriba y nunca hacia abajo y así
participar en el esfuerzo de otros para levantarse en los momentos de
ruptura, de ruina humana.
D.V.H.: El Centro de Formación Cívica
y Religiosa de Pinar del Río cumple el 29 de enero de 2003, diez
años de su fundación ¿Qué importancia le
da en ese futuro de Cuba a la formación cívica?
J.R.G.: Me parece que cualquier foro, por sencillo que sea, que
estimule valores de solidaridad humana y que ayude también en
las crisis religiosas, debe ser apoyado y sostenido.
Un Centro de Formación Cívica y Religiosa como el de Pinar
del Río, no sólo merece celebrar diez años de su
fundación, sino cien. Deseo que sea un centro permanente de resurrección
de cada día y de avance hacia el futuro en Cuba. El Centro de
Pinar es en ese sentido un Faro, un faro que ilumina desde que se fundó
y sigue siendo fundamental para el porvenir de Cuba, en todos los órdenes.
Cumple un papel muy importante en la formación cívica,
cultural, política, social y religiosa para toda Cuba.
Mi mensaje es de ánimo y de esperanza; que los que en ese Centro
trabajan y los que participan de su formación, no decaigan en
el ánimo porque pueden subir la cuesta. La vida humana es una
cuesta que a veces nos lleva hacia abajo y aquellos que luchan por no
caer e intentan subir, necesitan energía física, pero
sobre todo energía espiritual. En eso ayuda Vitral, y todas las
publicaciones de Cuba, como de cualquier otro país, que se preocupan
de mirar hacia la cumbre y ayudan a los lectores a mirar hacia el horizonte
y deben tener nuestro apoyo.
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Ruiz-Giménez
en su despacho de Ministro.
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D.V.H.: ¿Qué mensaje enviaría a los
lectores de Vitral en toda Cuba.? ¿Qué opinión
le sugiere ésta y otras publicaciones católicas?
J.R.G.: Celebro mucho que Vitral viva y desearía que todos
pudiéramos ser lectores de esta espléndida revista, no
sólo en Cuba, sino todos aquellos que compartimos los dolores
y sufrimientos de ese pueblo, pero también sus esperanzas. No
tiremos nunca la esponja, ese es mi mensaje. Miremos siempre hacia arriba
y no exclusivamente hacia abajo. Por eso Vitral y otras publicaciones
semejantes son beneméritas y merecen ser apoyadas por todos incluso
por los que no compartiendo en plenitud todos los aspectos y opiniones
que Vitral defiende, son copartícipes del gran espíritu
que representa, el de la esperanza para Cuba y para todos los lectores
que tengan la suerte de que Vitral caiga en sus manos.
Síntesis Biográfica
Joaquín Ruiz-Giménez Cortés
Nace el día 2 de Agosto de 1913 en Hoyo de Manzanares, Madrid,
España.
Lic. en Derecho en el año 1934
Dr. en Filosofía y Letras en el año 1940
Presidente del Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos
en el año 1939.
Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla
en el año 1942.
Embajador de España ante el Vaticano en el año 1948.
Ministro de Educación de España en el año 1951.
Profesor de la Universidad de Madrid en el año 1960.
Nombrado por el Papa Juan XXIII como Perito en el Concilio Vaticano
II en el año 1962.
Funda la revista «Cuadernos para el Diálogo»
en el año 1963.
Presidente del Partido Demócrata Cristiano en 1969
Elegido Primer Presidente Seglar de la Comisión Nacional
de Justicia y Paz de España en el año 1970.
Organizó una recogida de 150 000 firmas para pedir la amnistía
de los presos políticos en 1972-73.
Nombrado Defensor del Pueblo en el año 1982.
Presidente de la UNICEF-España en el año 1988.
Presidente de la Comisión Internacional de Juristas en el
año 1992.
Visita a Pinar del Río, invitado por el CFCR. en el año
2000.
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