Alrededor de 1688 se hace sentir
la necesidad de crear el espacio religioso que aglutinara espiritualmente
a la creciente población. Se señala en algunos documentos
de crédito, que fue por disposición del Obispo Don Diego
Avelino de Compostela. Y el primer dato crediticio del templo está
fechado hacia 1695. Era en un libro de matrimonios, siendo el primer
párroco D. Antonio Bairos y Pazos. Algunos consideran que desde
la fecha de disposición del templo (1688) a su fecha reconocida
de inauguración (1695), se levantó una humilde capilla
de madera y guano que fue derribada por algún ciclón de
esos años. Así se explica la pérdida de los presuntos
primeros libros de testimonio. Quedando solo en la memoria popular,
una iglesia con esas características, situada hacia el centro
de lo que hoy es el parque.
La iglesia primera de que tenemos certeza, existió en el año
1695. Hay crédito de que fue construida de madera y tejas; siendo
en el año 1742 que la visita del Obispo Juan Lazo de la Vega
-oficiando el cura D.Patricio Rodríguez- determina la construcción
de un campanario para ornato y práctica, y acorde a la dignidad
del templo.
Se supone que por donación de Doña Leonor Espinosa de
Contreras, madre de María Ascensión de la Barrera (Condesa
de Jibacoa), se obtuvo las tierras comprendidas en la manzana de las
calles Real de San Hilarión, San Francisco, San José y
San Rafael. Sitio en el cual se erige un nuevo templo que consta en
el acta de visita efectuada en el año 1794: de mampostería
y techo de madera y tejas, con campanario de mampostería sobre
la puerta principal y dos campanas pequeñas. Por insuficiencia
en la solidez de la construcción, efectúan nuevas reparaciones
que quedan a término en el año 1826 en que se bendice
y reinaugura el templo.
La información sobre la visita del 2 de Enero de 1848, efectuada
por el Obispo de La Habana, Don Francisco Félix y Solana, nos
informa de una nueva reparación, esta vez, del embaldosado; y
en 1857 se integra a la forma del inmueble, el reloj público.
Mediando otra reparación en 1860, la visita del 17 de Mayo de
1869 proyecta la ampliación del espacio a dos naves laterales
a cada flanco de la nave principal.
Para fines del siglo XIX, siendo párroco el P. José Canteli
Noval, fue colocado un cintillo de hierro para evitar la caída
de la torre principal, solución mantenida hasta la década
del 50, en que se realiza una importante reparación bajo el sacerdocio
del P. Trinidad María Torrebaja.
El proyecto fue presentado por el arquitecto Efraín Socarrás
Morales; comprendía la sustitución de los viejos techos
por otros de hormigón armado, la construcción de columnas
para su sostén, la elevación de la torre a cuatro metros,
la apertura de dos ventanas circulares avitraladas, instalación
eléctrica, carpintería, pintura. Desde entonces quedaron
definidos la mayoría de los rasgos actuales del templo.
En nuestra iglesia han residido hasta nuestros días un total
de 26 párrocos, siendo los dos últimos en este siglo:
el P. Mariano Ruiz S.J. y el P. Francecs Carreró Sch. P., párroco
actual.
Mantuvo, además, dos fiestas tradicionales que definían
la fisonomía e idiosincrasia del pueblo: las fiestas de San Hilarión
y Las Mercedes, en cuyo motivo se oficiaba una liturgia extraordinaria
y se organizaban celebraciones y bailes en las distintas sociedades
del pueblo. También residen adjuntas a la parroquia las Madres
Escolapias, las que, gracias a Dios, desde hace 6 años radican
nuevamente aquí. Ahora claro está, sin su antiguo colegio
Nuestra Señora de los Dolores, que jugó un importante
papel en la educación y la cultura del pueblo.
Tomado de: Memoria
histórica de Guanajay con motivo de los trescientos años
de la fundación de la Parroquia San Hilarión, Abad.
(17 de Mayo de 1995)
Actualización y edición efectuada por animadores del Centro
de Formación Cívica
y Religiosa de nuestra diócesis en la parroquia de Guanajay.