Como una ola submarina, imperceptible
a simple vista pero segura en su meta de alcanzar la roca, así
se percibe hoy la música sacra que hace la juventud católica
cubana. Canción comprometida con el Evangelio, y con el mensaje
de paz y reconciliación, y de rescate de valores humanos y cívicos,
que tiene audaces líneas melódicas que toman lo mejor
del rock sinfónico, del son cubano y hasta del hip hop.
La impresión desde afuera, es que en Cuba hoy apenas
se hace música cristiana. Salvo que en los últimos años
algún músico conocido haya compuesto una bella sinfonía
y que algunos grupos corales puedan haber alternado sus presentaciones
con cantos alusivos a Cristo y a Dios, la sensación es de casi
total aridez. Hasta un músico o crítico bien informado
pudiera caer en la trampa de asegurar que este tipo de música,
tan vinculada por historia e idiosincrasia a la cultura cubana, es un
ámbito en el más completo abandono.
Para cambiar esta imagen hubiera bastado entonces el concierto que en
la tarde del domingo diez de noviembre del año 2002 ofrecieron
en la Parroquia del Carmen, de Centro Habana, dos grupos de jóvenes
músicos cristianos. No tuvieron más propaganda que carteles
colocados en las parroquias que alcanzaron, y la llamada persona a persona,
la más antigua y eficaz de todas las invitaciones. El patio de
la gran Iglesia resultó pequeño, como sucede siempre,
para tanto público, en su mayoría también jóvenes.
La primera de estas agrupaciones, Hojarasca, es una banda de siete músicos
pertenecientes a la Parroquia María Auxiliadora. En conversación
con Fernando Hernández, su director, se supo que vienen haciendo
música desde 1995 cuando se llamaron Nazaret y apostaban por
un rock duro, más experimental. Después de algunas presentaciones
cambiaron el formato y el nombre por INRI. Con ese apelativo visitaron
Camagüey, Santiago de cuba, Santa Clara y La Habana. Pero no se
sentían satisfechos. Faltaba algo, dice Fernando, sentimos que
había un sector de la juventud que quería escucharnos.
Volvieron a cambiar de nombre y de perspectiva. Salir a la calle, llevar
a la juventud habanera, creyente o no creyente, un mensaje positivo,
de paz y de amor, de búsqueda de valores a partir del Evangelio
y de Jesús, agrega el director de Hojarasca.
Pero, ¿en todas sus canciones hay un mensaje cristiano? Bueno,
responde Fernando el director, todas nuestras canciones hablan de valores
que son propios del cristiano, del amor de Él, quien nos conoce
sabe que hablamos de Jesucristo; para otros Él puede ser el amor,
la paz, el amigo...
El concierto comenzó con la bella voz de Onay, esposa de Fernando,
acompañada por él en la guitarra. Y más tarde un
aluvión de buena música donde predomina el rock y excelentes
textos. Una impresionante canción, muestra de la orgánica
articulación entre poética escritural y sonora de Hojarasca
es Salir de ti. Cuanta juventud pensando en qué pensar,
repite el estribillo.
La segunda parte del concierto estuvo ocupada por el grupo Shemá,
que junto a Revelación y Maranathá son hoy las agrupaciones
de música cubana más conocidas de La Habana. Shemá
(Escucha) acababa de regresar de Italia, una gira que le llevó
a varias ciudades del centro del país. Pudieron estar junto al
Papa, Juan Pablo II, en su audiencia a los peregrinos. Este fue un momento
muy emocionante para todos, confiesa Raúl Milanés, director
del grupo musical fundado hace más de tres años.
Shemá hace otro tipo de música, más en la línea
melódica criolla del son y del montuno. Ha grabado su primer
CD; Ven a mi jardín, bajo la certera guía
de su fundador y arreglista, el ya ausente Julián Gutiérrez.
Para mí este concierto ha sido como hacer realidad un viejo sueño,
nos decía Milanés antes de empezar; Hojarasca es para
mí uno de los mejores grupos de rock de La Hababa en este momento.
Independientemente de que haga música cristiana o no. Después
añadía: me ha llenado de alegría volver a tocar
en Cuba con la asistencia de tanto público entusiasta y diverso
que nos quiere oír y hasta bailar con nosotros. Y tiene razón
Raúl, porque canciones con un mensaje cristiano como Darte
un nuevo aliento, Navegaré o Abre tu
corazón, pudieran estar pegadas en cualquier emisora de
radio si fueran promovidas como cualquier otra melodía. Mientras
veía aquella juventud gozosa: unos haciendo música, otros
disfrutándola, recordaba mis años juveniles, siguiendo
ávidamente a la entonces no muy divulgada Nueva Trova entre la
Casa de Las Américas y el Parque Almendares. Y a los casi clandestinos
grupos de rock cubano, muy buenos, con excelentes músicos que
hubieran merecido mejor destino que tocar y ser oídos en los
garajes del Vedado. Ojalá los tiempos para Hojarasca y Shemá
sean distintos, y todos, sin distinción de credos, podamos disfrutar
esa música que nos mejora como personas y nos enorgullece de
ser cubanos: compartir un patrimonio cultural tan diverso y trascendente.