Las antiguas injusticias se iban reparando,
las nuevas injusticias comenzaban a perpetrarse.
El libro de la risa y el olvido, Milán Kundera.
La entrada al Hops Restaurant-Bar-Brewery
deslumbra su letrero de Welcome como la catarata de autos que se desplaza
por la avenida de Pembroke Pine. Las luces apenas confunden a los clientes
que se acercan durante la noche de viernes y van a recoger la tarjeta
electrónica que les avisará la llegada de su turno. La
portera regala una sonrisa impresa, de logotipo entre sus pómulos
de pecas como confetis. Enseguida se la da al trío cuando lo
ve aproximarse a la puerta, antes de repetirle el disco:
We are here to please you. We want to attend to your every need,
make your pace our pace, your style our style, and any special request
an opportunity to please you.
David mira a su suegro con la incertidumbre de si el inglés del
viajero cubano está apto para metabolizar el mensaje. Pero enseguida
tiene la impresión de que ha comprendido la idea de la anfitriona,
aunque algunas palabras se le quedaran colgadas del oído. Marta
sonríe, sabe que su padre aparenta un inglés de Oxford,
más exacto que el Websters Dictionary.
La pareja ignora que Fernando está en los entrantes a otra comida,
en cómo arribar al tema que sabe inevitable, que rechinará
en la sobremesa como un paquete de municiones que se desparramase sobre
los platos y las sobras, los cubiertos y los vasos.
¿Pasamos al bar? pregunta Fernando.
Deja que David vaya a ver. ¿Puedes ir al bar, bobito, please?
Los yernos pueden ser... Está aprobando todos los exámenes.
Te lo juro.
¿En serio, papi? Si no te conociera...
Fernando sonríe por primera vez desde que se bajaron del Explorer
de la Ford que la pareja compró días antes de que él
arribara. Sabe que su hija pende como una araña de sus reacciones,
que las sigue entre el aprobado o el suspenso. Comprende que no tiene
una gota de derecho a desgarrar el cuadro. Pero la mira sin prosperidad,
como cuando tenía tres o cuatro años, después del
divorcio, cuando la cargaba de regreso al Sevillano, en una 13 donde
no siempre le cedían el asiento. La toma por el antebrazo antes
de responderle:
Parece que David tiene a favor la madre irlandesa, el padre hijo
de alemanes.. En Irlanda también predomina el catolicismo.
Pero sin Yemayá.
De seguro que tienen otra diosa de las aguas... A lo mejor la
de ellos se llama Bloom, ¿quién sabe? ¿Y los alemanes
con Odín y sus tribus?
Por allí vuelve David.
Quizás consiguió banquetas en el bar.
¿Le has hablado mucho de Cuba?
Claro, pero lo importante es que su español no sea de señorrita...
Y que tu inglés no suene a mambo.
El acento nunca se me va a quitar, además de que soy trigueña,
además de que no me da la gana.
Mis nietos no tendrán el enredo: perfecto inglés.
Serán bilingües: ¿Quién mejor que tú
para que aprendan el cubano?.
Ilusiones, Marta. Chapurrearán el español, lo usarán
en Nochebuena y en los cumpleaños. Reliquia familiar, tal vez
cuando crezcan lo necesiten en su trabajo.
Ahí viene David.
Please. Asientos. Ir.
Okey, lets go.
Fernando piensa que la abigarrada decoración, entre taberna del
Oeste y pullman neoyorquino, forma una curiosa síntesis del confort
yanqui. Observa que el diseño distribuye los espacios con eficaz
racionalidad. Es simultáneamente ceñido y holgado, familiar
y protocolar. Nadie interfiere, ni en los pasillos que van hacia la
cocina. Allí, tras los cristales, el corazón del Hops
parece una máquina de Chaplin donde cocineros, pinches y camareros
funcionan como tuercas. Todo tiene la misma calidad estándar
de la cerveza que elaboran o parecen elaborar al fondo, detrás
de una vidriera que deja ver los bidones de bronce y el juego de serpentines.
Sólo hallan dos banquetas, Marta ocupa la de la esquina y David
insiste en que Fernando ocupe la otra. El barman de nariz ganchuda y
timbre de soprano les pregunta enseguida qué van a tomar. David
sugiere probar la cerveza Lightning Bold Gold o la más fuerte:
Hammerhead Red. Se deciden por la última, de color ambarino.
Ordenan también una ración de Ultimate Nacho para picar.
Pronto llega el pedido:
¡Salud!
Por la llegada de mi papá.
Porque ustedes sean felices.
Fernando, ¿gustar?
Deliciosa, debe de ser la tradición de los emigrantes alemanes.
En Cuba también se fabricaba una cerveza así, oscura,
pero me parece que tenía más alcohol, era más densa.
¡Peligrosa! No sé si ahora la hayan vuelto a sacar...
En dólares, ¿no?
Fernando en lugar de contestarle a Marta prefiere mirar para el techo,
encogerse de hombros. Responder es complicarse, derivar la conversación
hacia los virus que apagarían la velada. Prueba la tortilla mexicana,
sumergida en la salsa de chiles picosos, se da otro trago largo:
La fabrican muy bien, con el amargor preciso. Tuviste una idea
fenomenal, David, el lugar es acogedor y el servicio de una rapidez
increíble para una cubano de Cuba.
¿Haber cubanos no Cuba?
Perdón, los más de un millón que han salido
no se extrañan de que el servicio sea eficiente...
¿Todos somos cubanos, no papi?
Claro, chica, lo que no significa que estemos de acuerdo, porque
entre otras razones sería muy aburrido.
Sí, pero allá hay gentes que no consideran cubanos
a los que abandonamos el país.
Los trogloditas... Pero extremistas también hay aquí,
y en Miami ni se diga. Tal vez los cubanos debamos acostumbrarnos, pero
de verdad, a convivir con personas que no piensan igual que uno, a lo
diferente, sean insiliados o exiliados...
Yo estar acuerdo con tu papá. United States of America
ser país exilio. Todas partes venir.
David no entiende bien, ¿por qué mejor no hablamos
de ustedes, de sus proyectos?
¡Ay, papi, ahorita no vamos a poder conversar de nada! Bueno...
Pensamos acercarnos al laboratorio. Rentar o vender nuestro apartamento
del condominio y dar el down para una casa en Boca Ratón.
Ganar una hora diaria, you know? Time....
Y salud y menos riesgo en las autopistas y posibilidad de emplear
esa hora en nadar, no sé, leer... ¿Han hecho alguna gestión?
Hablamos con un dealer, quedó en avisarnos la semana que
viene. Hay un nuevo reparto en Boca Ratón que nos encantó,
aunque el precio del down es muy alto.
Dar escoger more than treinta model vivienda.
Como en Cuba, ¿verdad, papi?
Deja que se descubra más petróleo, no sé,
diamantes... Aunque el turismo va bien, las empresas mixtas...
Deja que se acabe el monopolio estatal ...
¿Tú crees?
Habrá menos burocracia, comenzarán las inversiones
de los de aquí, aumentarán las remesas familiares.
Vivienda familiar, new. ¡Mucho contento!
El timbre del turno electrónico les avisa que pueden pasar a
la zona del restaurante. David va a averiguar cuál es la mesa.
Regresa al minuto, comen algo del Ultimate Nacho. Les toca en el lateral
izquierdo. Fernando se toma el resto de su cerveza. Piensa que el artefacto
Hops marcha con la precisión de un cronómetro suizo. Hasta
el murmullo de las conversaciones, el fondo rock y los pedidos parecen
parte del performance.
David en cuanto se acomodan reparte el menú. El trío lanza
la vista hacia las mesas donde están comiendo, trata de identificar
los platos contra los nombres, imaginarse el sabor por el aspecto. Fernando
sabe que no puede agriar ni la cena ni el orgullo que su hija siente
al invitarlo, titubea la decisión, la arrincona...
Pronto supone que la mulata camarera es dominicana, que debe llevar
unos cuantos años en la emigración porque su inglés,
al menos el de atender a la clientela, no es el común spanglish
de Miami, de la sagüecera cubana entreverada con centroamericanos
y caribeños. Sonríe, pero el trío se da cuenta
enseguida que así se lo enseñaron, se lo exigen de campana
a campana, hasta el último consumidor de la noche. Marta se decide
por un Chicken Caesar Salad y David por un Jamaican Top Sirloin. Fernando
lee las características del Grilled Shrimp Pasta: Large gulf
shrimp, seasoned and grilled, then tossed with fresh linguine in a white
wine garlic cream sauce. Topped with fresh grated Parmesan cheese. Served
with toasted garlic bread. Y sin pensarlo más pide uno. Los tres
ordenan la misma cerveza Lightning Bold Gold, más suave, ideal
para la comida, y de aperitivo un Hops Stickers.
Oyen en la mesa contigua a una pareja de medios tiempos que discute
a todo volumen en melódico castellano guantanamero
el exceso de gastos que las tarjetas de crédito les han recordado
con la calidad de un seco gaznatón o de la base norteamericana
en la bahía de su pueblo. Ven un poco más allá,
en la de al doblar, que un grupo de jóvenes ríe y pide
otra ronda de Hammerhead Red. Ahora es música country la que
se expande por el restaurante, la que mitiga las mordidas del hambre
cuando la dominicana ya viene de regreso con las jarras espumeantes
y la ración de los seis rollitos asiáticos:
Hops Stickers ser chupar fingers.
¿Cuál será la cocina yanqui?
Hamburger y Hot-Dog, ¿no?Y los frijoles colorados con salsa
medio dulzona... ¿El Hot-Cake con sirope de Maple? ¿Bacon,
sandwich, grilled chicken, ham and egg?
Yes, señor. Comer nuestro. Sabriosa, sabriosa.
En realidad no tienen nada propio. Dicen que en el planeta sólo
hay tres cocinas: la china, la mexicana y la francesa... Las demás
son variaciones, y la de aquí más que ninguna, aunque
tiene una rara capacidad para tergiversar las recetas con Catchup y
mostaza, queso sintético derretido y guarnición de papas
fritas hasta para unas papas rellenas.
¡Ay, papi, eres tremendo!
Por favor, no mal interpretes, hay platos deliciosos. La combinación
de Coca Cola con hamburger es perfecta.
¡Rica! Lunch preferida. I like trabajo every días
Mc Donalds. But Marta lunch llevar yoghourt and vegetables.
El bobo este no respeta mi dieta. Ya le he dicho que los Mc Donalds
son para un fin de semana, un domingo... Imagínate, me pondría
como una vaca lechera. Grasa por donde quiera, manteca y manteca. ¡No,
mi amorcito, de eso nada! A nadie le conviene, sube el colesterol, acumula
tejido adiposo. Después es más difícil bajar. Aquí
se pasan la vida inventando planes dietéticos, pero es porque
no se aguantan la boca. ¿Te has fijado en la cantidad de gordos
que hay?
Pero la mayoría son los de origen latino y los negros,
parece que han pasado más hambre.
Hambre. Llegar pronto Grilled Shrimp Pasta. Okey?
Papi, aquí nadie pasa hambre, eso es por allá abajo.
Sí, pero los emigrantes tienen menos cultura de frutas,
y también, por cierto, menos dinero. También hay un hambre
psicológica que se trae en la maleta, y hábitos... Como
los gallegos que llegaban a Cuba, contentos de una garbanzada en pleno
agosto, abarrotada de chorizos, morcillas, lacón...
¿Y ahora la dan por la libreta de racionamiento?
Ahora llega el pedido, ¡mira a la dominicana como se acerca
con la bandeja!
¡Dios mío! Sabriosa.
Sabroso, David, s-a-b-r-o-s-o. Papi, no te de pena corregirlo,
así mejora.
Es que... Bueno, no estamos en un aula, la conversación
se volvería de plomo.
La camarera coloca los platos sin que la sonrisa deje de brillarle en
la boca, pregunta si todo está bien y se retira con la misma
agilidad. Marta mira y huele su Chicken Caesar Salad, David su Jamaican
Top Sirloin, Fernando su Grilled Shrimp Pasta. El trío intercambia
la complicidad, revisa el instrumental quirúrgico y se lanza
a la batalla con una decisión de huestes mongolas.
Comienzan los elogios del pollo, del bistec y de los espaguetis con
camarones. Fernando exalta la textura de la salsa blanca, pero no se
pregunta cómo lograr en la casa algo siquiera parecido, sus dudas
se van al tema que lo viene obsesionando desde que se le dio el viaje:
¿Por qué los latigazos inmovilistas? Saborea
e identifica el queso Parmesano y el vino blanco de la salsa fabulosa,
reflexiona: La polarización favorece los carriles.
Se pregunta: ¿Cómo evitar los bandos, la existencia
de insiliados y exiliados, la indefensión fatalista?
Marta y David le sonríen con la recompensa de ver que los espaguetis
van desapareciendo, pero Fernando, sin que su cara refleje el ciclón,
sigue con la idea fija, razona: Cada carril rueda contra el tiempo.
El diálogo es ajeno a las vías férreas. Tienen
un pensamiento paralelo. Para lelos, alelado... Y ahora su sonrisa
no tiene que ser fingida, pero puntualiza, mientras saborea lentamente
uno de los camarones más grandes: Los dos carriles tienen
un tren que los hermana: una locomotora que necesita la crisis, ir de
estación fanática en estación fanática,
nunca llegar a la terminal, al presente. Se da un largo trago
de la Lightning Bold Gold mientras le arde una pregunta: ¿Se
puede dirigir un país como si fuera una escuela primaria del
siglo XVI?
Toma de la canasta un pancito de ajo, prosigue: Las creencias
de uno y otro carril son bacterias afectivas, resentimientos. Adoran
un espectro, tan siniestro como el supuesto fin de las discriminaciones.
Las mayorías, siempre conservadoras y temerosas, confundidas
por las dos élites voluntaristas, permiten la culminación
de las desgracias que el país padece desde los capitanes generales
españoles hasta los interventores y embajadores norteamericanos,
desde los dictadores de la república mutilada hasta el trágico
juego de hoy. El fracaso es tan formidable como esta salsa.
Mastica, saborea, se aclara la garganta como si estuviera dando una
conferencia: Los dos enemigos no rebasan el pensamiento desiderativo,
la intencionalidad subjetiva de Madame Bovary. De uno y otro lado hay
una teleología llena de aforismos ahistóricos, sentencias
inefables, culebrones sentimentaloides y consignas populistas.
Se limpia la boca con la servilleta porque el camarón que acababa
de enganchar con el tenedor era tan grande que se le salía la
cola por los bordes cuando lo llevó a los labios.
¡Son de talla SL! les comenta satisfecho, como si
ellos los hubieran pescado.
¡Ah, bueno! exclama Marta. ¿No me vas a regalar
uno?
Claro, para que los dos bioquímicos lo analicen en su laboratorio
de Boca Ratón.
Pero Fernando vuelve al punto, se añade bajo la toga académica,
como si el Hops Restaurant-Bar-Brewery fuese un simposio: A veces
hasta los menos apasionados, por un curioso mecanismo psicológico
de autojustificación que les pasa inadvertido, tienden a distorsionar
hechos históricos o fenómenos tan evidentes como la transnacionalización
de las inversiones, la globalización electrónica, el auge
del eclecticismo crítico en el pensamiento actual...El error
es plausible: la meta los hipoteca, los enceguece. Están estupefactos,
nadan en la estupidez y así no puede pensarse.
Apenas se da cuenta, bocado tras bocado, que entre más Grilled
Shrimp Pasta come, más académico se vuelve su análisis.
No puede evitar otra parrafada: Dos abstracciones me vician la
opinión. La más importante es de orden ético. Supongo
una honradez que está muy lejos de existir, sobre todo en algunos
de los grupúsculos que manejan las locomotoras. Las máscaras,
sea por cobardía o por oportunismo, se suceden como en la tragedia
griega. La soberbia de creerse dueño de la verdad, y la consecuente
represión de brujos y brujas, es tan desvergonzada como si nos
fuéramos sin pagar del restaurante o humilláramos a la
dominicana... Cometo también una insolencia: no puede compararse
un carril que tiene el poder con otro que lo ha perdido... La amenaza
de un baño de sangre, el peligro neocolonial o la ferocidad de
estar recibiendo ahora mismo las bondades y gracias del comunismo a
la soviética combinadas con las del capitalismo periférico,
no son camarones. Tampoco las vicisitudes de los sin casa y de los con
casa cayéndose, los inventos mágicos para comer, las pesadillas
del transporte intransportable, la sensación de no tener acceso
a las decisiones verdaderamente importantes para el país...
Y se dice: Un tercer carril es previsible cuando desaparezcan,
quiera Dios que pacíficamente, los fanáticos de hoy. Será
una tecnocracia enceguecida ante la electrónica y la globalización,
ante un nuevo sentido del progreso que esconderá la trivialización
de la cultura y de la educación, la depredación ecológica,
el funcionalismo descerebrado. Va a tener una cabeza menos visible,
por ello será más peligrosa. Insistirá en convertir
al hombre en masa, vaciar la vida de opciones, crear necesidades falsas,
impedir el pensamiento crítico que se oponga a la resignación
computarizada. Ello también impele a liquidar los carriles arterioscleróticos.
Mientras más nos demoremos, más indefensos estaremos ante
el tercer carril.
Fernando detiene la vista en la cestica del pan, se comenta: Debajo
de las tres aberraciones está Cuba. Pero ni el primer carril
tiene vocación tanática, ni el segundo coraje, ni el tercero
maduración. La ratonera no es perfecta, muchos comienzan a titubear:
los jóvenes y los cristianos, y en especial los negros, las mujeres,
los homosexuales, la gente de provincia. Bebe otro trago, agrega:
Casi nadie quiere convertirse en estatua de sal o que le sigan
con la cantaleta de que una revolución puede ser permanente.
Hasta los carceleros están presos...
Decide cambiar para preguntas, pero también se le enredan en
el tenedor mientras trata de apresar los espaguetis: ¿Seremos
capaces de liberar los frenos? ¿Podremos pensar sin líneas
férreas? ¿Qué nos impide comprar esponjas? ¿Cómo
eliminar la desgana? ¿No hemos tenido desde finales del siglo
XVIII quienes han sabido rasguñar la piedra, soñar con
la unión entre emancipación y bienestar? ¿No es
cierto que el planeta es distinto, que los problemas del 2000 son otros,
que las utopías terminaron en el mar?
David interrumpe de pronto las enredadas cavilaciones de su suegro.
Se percibe cuánto esfuerzo ha pasado para hilvanar la frase:
Im sorry, you parecer otra parte.
El es así, se va de onda a cada rato... ¿Verdad,
papi?
Estoy disfrutando tanto esta salsa con los espaguetis, los camarones,
que les parezco ido, pero nada de eso, aquí mismo... Ustedes
dos dan la misma impresión con su pollo y su bistec. ¡Disfruten!
¡Sabroso!
¡Sabroooso!
Ahora sí lo dijiste bien. Okey.
Cada uno vuelve a su plato y Fernando, casi sin quererlo, completa la
idea que David le dejara trunca. Piensa que podrá escribir un
artículo, se le van las vanidades de conferencista, pincha otro
camarón, continúa: ¿Acaso la emigración
es anexionista, apátrida? ¿Todos los de aquí ven
con lástima a los de adentro, los menosprecian, los ayudan contra
la pobreza para alimentar su autoestima? ¿Rencores, prepotencias,
venganzas? ¿Cómo cerrar las grietas? ¿Goliat y
David, el traspatio del Imperio? ¿Cómo resolver la paradoja
de que nunca antes Cuba dependió tanto de los Estados Unidos?
Fernando enchumba un pedacito del pan de ajo en la salsa que ha quedado
en una esquina del plato, añade otras evidencias, se atropella
entre monstruos: Tememos los modelos neoliberales de desarrollo,
los proyectos de cambios drásticos que conducirían a brutales
desigualdades, la proliferación de corrupciones y capitales golondrinas,
de politiqueros a la rusa y negociantes a la polaca. ¿Y las consecuencias
que traería la transición, el proceso de reformas? ¿Y
el inmovilismo de militares y funcionarios, de papagayos y ratas?
Fernando se rasca el muslo, rasca la evidencia de que la mayoría
de la población cubana de hoy apenas conoció o nació
después del litigio. Se dice: Lo conocen de oídas
o leídas: nada más. Responden a otros valores, aspiran
a una sociedad diferente. Contra la salud de tres nuevas generaciones
poco podrán hacer los vejestorios. No hay objetos museables en
política, mucho menos en economía. La desmemoria siempre
ha sido contundente.
Le alegra pensar que la mayoría de los cubanos nació después
de 1959. Reflexiona: No tienen por qué sufrir errores de
sus padres, mucho menos de sus abuelos. Entre más se espere será
peor. El apoliticismo es un signo de sobresaturación, también
de conformismo. El espejismo de la emigración como paraíso
y la obsesión por un consumismo vacío de espiritualidad
nos atañe a todos, con independencia de donde estemos, de nuestras
ideas. Tan sencillo. Tan alarmante.¿Sí o No?
Al fin concluye: Favorecer el debate es exigir honradez. Sueño
evitar los no vale la pena, los mañana será
otro día; los desalientos de la culpa ajena
y de la autolástima que archivan los egoísmos. Insilio
y exilio, nuestra mayor aberración, merece un final feliz, de
telenovela brasileña... ¡Ah! ¿Un final feliz?
Sacude la cabeza como si tuviera ocupada ambas manos y una mosca le
estuviese revoloteando alrededor de la nariz. Piensa que todo lo que
ha razonado está bajo los efectos de los espaguetis con camarones,
que si sus ideas fueran acompañadas de una fritura de harina
con sal de seguro que no serían iguales... Cuando levanta la
vista hacia su hija la ve dándole a probar una masita de pollo
a David. El proyecto de artículo que ha elucubrado torpemente
mientras comía el Grilled Shrimp Pasta comienza a esfumarse.
Marta se da cuenta de que la está mirando y le invita a probar
un pedacito de su Chicken Caesar Salad. Fernando acepta achinando los
ojos y acaba de borrar las dispersas reflexiones. Toma un trago de cerveza
para apreciar el nuevo sabor sin mezclas con el queso Parmesano. Cuando
abre la boca ya no queda ni un resto de carriles.
¡Qué bien!
¿De verdad que te gustó?
Muy agradable, le dan deseos a uno de venir al Hops todos los
días, para ir probando cada uno de los platos.
Y ahora vamos a pedir unos postres para rellenar y cerrar arriba.
Hay uno...
Desserts. I want The Brownie. It is a rich gooey chocolate brownie
loaded with mixed nuts and lots of Hops tasty treats. Topped with real
chocolate syrup and homemade whipped cream.
Yo quiero lo mismo que David, pero también tienes la Apple
Walnut Crunch, el Homemade Key Lime Pie o un Milk Shake...
El pastel de limón debe estar rico, pero bueno, no será
la única vez que vengamos, ¿no? Así que pide tres
Brownie. ¡Ahí viene la dominicana!
Three Brownies, please.
Mientras la camarera va en busca de los postres, Fernando, sin proponérselo,
vuelve a la caricatura que acaba de dibujar. Chasquea la lengua en señal
de molestia porque comprende que su análisis está lleno
de huecos y precipicios, de argumentos que aún desconoce... Pero
le alegran dos certezas: que sean los jóvenes los únicos
capaces de solucionar los dilemas y que las reflexiones le hayan acabado
de convencer de la decisión que dentro de unos minutos, tras
el Brownie, va a comunicarle a su hija.
¿Otra vez lejos, papi?
¡Qué va, esperando ese chocolate!
Verás.
Probaré.
No probar, tragggar. ¿Nuts?
Nueces.
Venir camarero.
Camarera, David, es una mujer, hembra, femenina.
Gracias Marta, pronto mejor mi español tu inglés.
Una balada rock que interpreta Tina Turner acompaña la ceremonia
de los postres. El trío saborea con entusiasmo, pega las lenguas
al paladar para degustar con mayor intensidad. Y ahora sí que
Fernando se dispone a rechinar el tema sobre la mesa del Hops. Termina
de comer, mira primero a David, después a su hija, dice:
Marta, perdóname, quizás no sea el sitio adecuado,
pero es bueno que lo sepas desde ahora: Voy a regresar. No es un deber,
también es gusto, deseos... Odio la aberración que nos
ha convertido en insiliados y exiliados, este absurdo sin pies ni cabeza,
sin que nada pueda justificarlo. No sé si es lo más fácil
o lo más difícil, no me interesa juzgar nada. Pero sé
que mi sitio está allá, en tu casa. Lo siento, regreso
a Cuba.
Cuando salen está lloviznando, a lo lejos la autopista de Pembroke
Pine exhibe menos autos que cuando llegaron. El Hops Restaurant-Bar-Brewery
va quedando atrás mientras avanzan hacia el Explorer verde oscuro
de la Ford. Marta piensa cómo sacar a su padre del error. David
en mejorar su español. Fernando nada, camina sin pensar en nada.
La lluvia comienza a arreciar de momento, corren un poco, riéndose,
llenos. El lumínico sigue destellando su invitación a
entrar, los clarea contra el auto.
En La Habana y 2000