El colapso del comunismo en la
Unión Soviética y otros países de Europa del Este
dio paso a una nueva etapa en Cuba, etapa que el mismo Fidel Castro
llamó un período especial. En este período
también hemos sido testigos del desarrollo de la sociedad civil
en Cuba frágil pero real-. A la misma vez, los 90
y el presente han sido un período de emigración masiva
fuera de Cuba (Véase Pedraza, Silvia 1996). La pregunta que enmarca
este trabajo, entonces es, si este nuevo éxodo cubano facilita
o impide el desarrollo de la nueva sociedad civil en Cuba. La pregunta
también se puede hacer con la analogía que Albert O. Hirschman
(1970) introdujo en su libro Exit, Voice, or Loyalty (Salida, Voz, o
Lealtad). Como Hirschman señaló, cuando aquello que una
empresa, organización, o partido provee se deteriora, la lealtad
de sus miembros se siente amenazada. Entonces ellos pueden expresarse
a través de una de dos opciones: pueden elegir la salida o puedan
usar su voz. Por lo tanto, la pregunta que enmarca este trabajo es si
el nuevo éxodo cubano, masivo y aparentemente sin fin, constituye
el uso de la opción de salida a tal magnitud que pueda servir
para impedir el desarrollo de la opción de usar su voz, lo cual
es lo necesario para que la sociedad civil se desarrolle.
Como el concepto de sociedad civil a veces es ambiguo, sigo el uso de
Víctor Pérez-Díaz (1993) quien lo definió
como: un tipo de sociedad que combina, en algún grado,
mercados, asociaciones voluntarias, y una esfera pública que
están fuera del control directo, total o atenuado, del Estado.
En Cuba, esas asociaciones intermedias efectivamente cesaron de existir
a principios de los años sesenta durante el proceso revolucionario.
A raíz de ese proceso, el Estado se convirtió en juez,
dueño, partido, y fue el que organizó a las asociaciones
intermedias como las asociaciones profesionales, los sindicatos,
la prensa, los medios de comunicación, la educación
vinculadas al estado. La crisis del período especial
y el presente han promovido el desarrollo de la sociedad civil independiente:
profesionales, periodistas, iglesias, publicaciones, y otras asociaciones
independientes del pueblo que tratan de resolver los problemas sociales
al nivel de la familia, el barrio, la parroquia, la comunidad. Para
aquellos que conscientemente participan en reconstruir la sociedad civil
en Cuba, la sociedad civil es el sine que non de una transición
democrática, y es también la garantía de un futuro
democrático.
El nuevo éxodo cubano que data del Acuerdo Migratorio al cual
llegaron los Estados Unidos y Cuba, como resultado de la crisis de los
balseros el verano del 94, es masivo pudiendo llegar hasta
25,000 personas anuales y no parece tener fin. Para mejor entender
el dilema de si la opción de la salida impide o facilita el desarrollo
de la opción de la voz, voy a presentar las cuatro tesis que
encontré en la literatura en relación con este dilema:
1)el éxodo masivo impidió el uso de la voz;
2)los que salieron sostuvieron un aprendizaje democrático que
ayudó desarrollar la voz;
3)los que salieron se convirtieron en la voz;
4)tanto la salida como la voz se incrementaron a la misma vez.
Comentaré cada tesis basándome en las entrevistas que
llevé a cabo para un libro en el que estoy trabajando sobre Cuba:
Revolución y Éxodo. A través de un período
de tres años, llevé a cabo entrevistas muy a fondo con
100 cubanos que dejaron a Cuba entre 1959 y 2002: sus rasgos sociales
y demográficos, así como su perfil político eran
representativos de los émigrés de esa misma etapa. Llevé
a cabo las entrevistas no sólo en Miami sino en muchos otros
sitios donde hay comunidades de cubanos: Nueva York (Bronx, Brooklyn,
y Manhattan); Union City y Elizabeth, New Jersey; Chicago; Los Ángeles;
Houston; San Antonio; Puerto Rico; y España (Madrid e Islas Canarias).
Además, tengo la suficiente edad como para recordar el origen
de la revolución en Cuba, y en estos últimos años
he viajado a Cuba un número de veces, lo cual me ha permitido
acercarme al pueblo de Cuba y conocer las condiciones sociales en que
vive. Basándome en los datos recogidos en estas entrevistas y
este trabajo de campo, dondequiera que viven cubanos, es que comento
sobre cada una de estas tesis.
La primera tesis el éxodo
masivo impidió el uso de la voz es la de Dagoberto Valdés
(1997) en su libro Reconstruír la Sociedad Civil, así
como la mía hace ya muchos años cuando empecé a
analizar el flujo migratorio cubano en contraste al mexicano (PedrazaLubián
Silvia,1985). Analistas de las migraciones laborales, como la mexicana,
hablan de la válvula de escape que esa emigración
representa para un país subdesarrollado (como México o
Turquía), ya que sirve para externalizar el descontento con las
condiciones materiales en que viven y que su gobierno no puede suplir.
De igual manera, argumenté yo entonces, un éxodo político
puede contribuir a externalizar el desafecto político, como en
el caso de Cuba, en el que el éxodo contribuyó a que la
revolución cubana se fortaleciera. Aún más, encontré
que en estos momentos esta tesis es muy común en Cuba, especialmente
entre aquellos que trabajan por reconstruír la sociedad civil,
muchos de los cuales sienten que Cuba se está desangrando y que
están perdiendo muchas de las personas que ellos mismos formaron.
Pero pienso que esto no diferencia lo suficiente entre los que vivían
en Cuba al margen de todo, o encubiertos, y los que se fueron solamente
cuando llegaron a su fin. El vivir al margen de todo es una cuarta opción
que algunos han señalado e Hirschman olvidó. Además,
en Cuba es muy común vivir con lo que se llama -la doble
moral una cara al público, otra en privado. Ni unos
ni otros hubieran contribuido nunca al desarrollo de la voz los que
sí contribuyeron al desarrollo de la voz son aquellos que se
fueron solamente cuando habían llegado al final de su soga, por
ejemplo, después de haber fundado un movimiento de derechos humanos,
o de haberse convertido en periodistas independientes, cosas que hicieron
de ellos personas socialmente muertas aunque también dignas de
admiración.
La segunda tesis la del aprendizaje
democrático es la de Víctor Pérez-Díaz
(1993) que analizó la transición a la democracia en España
después de la muerte de Franco. Desde los años sesenta
hasta mediados de los setenta, España fue un país periférico
que donó su labor a través de un éxodo masivo
a los países del centro económico de Europa: Alemania,
Francia, Inglaterra, Suiza, Bélgica. El éxodo formó
parte del flujo masivo de capital, productos, y gente que entró
y salió por las fronteras de España por lo menos por 15
años, antes y después de la muerte de Franco:
Millones de turistas invadieron las costas de España, a
la vez que millones de españoles emigraron al norte, a vivir
y trabajar en Alemania, Francia, Holanda, o Suiza; miles de estudiantes
y jóvenes profesionales viajaron a otros países a estudiar;
los comerciantes importaban maquinarias; los inversionistas extranjeros
dejaron caer capital dentro de la economía española; y
los consumidores se acostumbraron a comprar productos hechos en el extranjero.
A la vez que estos intercambios se incrementaron, su significado
fue como el de un aprendizaje democrático .
De esta forma
los españoles aprendieron, imitaron, y se identificaron con la
gente de Europa Occidental, con sus instituciones, y su forma de vida
(p. 13).
En este análisis el éxodo fue la partera de la sociedad
civil, aunque el parto dependió del regreso de los que emigraron,
que trajeron consigo una nueva cultura política.
En el caso cubano, el regreso depende de las distintas oleadas en que
se fueron. Para los que se fueron en los primeros tiempos de Cuba, tantos
años han pasado ya (40 y tantos), que el retorno es imposible,
y la mayoría de sus hijos echaron raíces en las nuevas
sociedades en las que nacieron o crecieron en otras culturas, con otros
idiomas. Para los que se fueron de Cuba del Mariel en adelante, el retorno
es más factible, pues menos tiempo ha pasado. Pero muchos de
ellos vivieron situaciones tan traumáticas que psicológicamente
le han cerrado la puerta al pasado. Aún más, los españoles
volvieron a España porque, aunque el Franquismo suprimía
la organización de las clases trabajadoras, era capaz de brindarle
modernización y desarrollo económico a todos en España.
La tercera tesis los que
salieron se convierten en la sociedad civil es la del antropólogo
Michel Laguerre (1998), haitiano. Laguerre piensa que los inmigrantes
haitianos en los Estados Unidos se convirtieron en la mera sociedad
civil que le faltaba a Haití entre el gobierno y las masas
atomizadas e inarticuladas, a través de su ejercicio de una
ciudadanía transnacional diaspórica. Los inmigrantes
que viajaban a Haiti volvían representando no a su gobierno sino
a sí mismos o a sus organizaciones voluntarias, y así
se convirtieron en una forma de diplomacia informal de embajadores
sin corbata.
En el caso de Cuba, bien es cierto que muchas instituciones del exilio
cubano desde la Fundación Nacional Cubano Americana hasta
el Comité por la Democracia Cubana han querido convertirse
en el centro político del cual Cuba carece. Sin embargo, estos
grupos pueden ser efectivos tan sólo si se mantienen en contacto
con los que están dentro de Cuba. Pero, como el caso del balserito
Elián González demostró, ese vínculo de
sentimiento y simpatía no siempre existe. Para los de Miami,
el caso era de un niño al que había que salvar de regresar
al comunismo. Para los de Cuba, el caso era de un niño que pertenecía
a su padre en su hogar. Con tal falta de comprensión, los de
afuera no pueden convertirse en la sociedad civil de los de adentro.
La cuarta tesis es la del mismo
Hirschman (1993) en su trabajo en el cual analizó el caso de
la República Democrática Alemana en 1989, cuando una serie
de movimientos sociales se desarrollaron en rápida sucesión
a través de Europa del Este, terminando con el colapso del mundo
comunista y del propio país. En su primer trabajo (1970), Hirschman
había argumentado que la salida y la voz eran como un cachumbambé
mientras más sube el uno, más baja el otro. Pero
veintitrés años más tarde, cuando examinó
el caso de Alemania del Este, tuvo que concluir que tanto la salida
como la voz se habían incrementado en tandem, a la misma vez.
Los casos de Cuba y Alemania del Este tienen muchos factores en común,
sobre todo el hecho de la opción de la salida a otro sitio muy
cercano Alemania del Oeste, Miami donde la vida era mucho
más fácil, más libre, y había familia, todo
lo cual ejerció una gran atracción. Aún más,
el mismo gobierno de Alemania del Este estaba consciente del cachumbambé
de la salida y la voz y a través de los años trató,
conscientemente, de utilizar la opción de la salida para diezmar
la opción de la voz.
Existían también otras razones por las cuales la voz se
desarrolló menos que en otros países de Europa del Este,
razones que tienen paralelos en la experiencia cubana: en Alemania del
Este no había instituciones independientes que pudieran apoyar
la lucha por la autonomía, como la Iglesia Católica en
Polonia; muchos alemanes habían abrazado el comunismo por razones
históricas que tenían que ver con lo que habían
vivido antes el fascismo Nazi; y Alemania del Este jugó
un papel especial para la Unión Soviética durante los
años de la guerra fría.
Sin embargo, en los noventa, durante la crisis del período
especial, hemos sido testigos del hecho de que en Cuba, como lo
fue en Alemania del Este, la salida y la voz ambas se incrementaron
a la misma vez. Por ejemplo, el éxodo tan dramático de
los balseros en el verano del 94, fue el resultado inmediato de
el habanazo el 5 de agosto, cuando las protestas
de los que corrían por las calles de La Habana constituyeron
un claro ejercicio de voz. A la vez, las protestas fueron el resultado
del barquito que ese mismo día en vez de cruzar la bahía
hacia Regla, cogió un rumbo distinto, tratando de irse de Cuba.
Las protestas también fueron el resultado del la salida tan trágica
del remolcador Trece de Marzo a mediados de julio. Más
de 40 personas y niños murieron tratando de salir de Cuba en
la madrugada cuando los guardacostas los acecharon, tratando de pararlos
tirándoles chorros de agua encima, chorros que lograron volcar
el remolcador. Como resultado de estas múltiples formas en que
la salida y la voz se entrelazaron en Cuba ese verano, el Presidente
Fidel Castro anunció que las autoridades no interferirían
con nadie que deseara salir, anuncio que resultó en la salida
masiva de más de 34,000 balseros al mar.
Aún más, como resultado de la crisis de ese verano del
94, el 8 de Septiembre, cuando en Cuba se celebra la fiesta de
su querida patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, otro uso de la
opción de la voz se destacó cuando el Padre José
Conrado Rodríguez, en su iglesia de Palma Soriano, en Oriente,
leyó la carta que le había escrito al Presidente Fidel
Castro en su homilía. La carta decía:
«Por más de 30 años nuestro país suscribió
un tipo de política cuya piedra angular era la violencia
justificada por la presencia a sólo 90 millas de un poderoso
y tenaz enemigo, los Estados Unidos de América. La forma de hacer
frente a este poderoso enemigo fue ponernos bajo la égida de
la potencia que por años se le enfrentó, la Unión
Soviética
(que) ayudaba masiva y sostenidamente nuestra
economía y apoyaba decisivamente nuestra carrera de armamentos.
Cuba fue cayendo en un estado de violencia interna y de profunda represión.
El utilizar, dentro y fuera de nuestro país, el odio,
la división, y la violencia, la sospecha, y la enemistad, han
sido la causa principal de nuestras pasadas y presentes desgracias.
Ahora es cuando lo vemos más claro. La hipertrofia del Estado
cada vez más poderoso dejó a nuestro pueblo en la indefensión
y el silencio. La ausencia e inexistencia de espacios de libertad para
que surgieran críticas sanas y criterios alternativos nos hizo
rodar por la riesgosa cuesta del volitismo político y la intolerancia
social. Sus frutos fueron la hipocresía y el disimulo, la insinceridad
y la mentira, y un estado general de amedrentamiento que afectaba a
todos en la Isla.
Todos somos responsables, pero nadie lo es en
mayor proporción que Usted.
No quiero ni puedo en conciencia
permanecer por más tiempo en silencio»
(Rodríguez
1995).
Además la carta llamaba a un diálogo nacional entre el
Partido Comunista, los grupos disidentes dentro de la Isla, y los cubanos
de la Diáspora, y sugería un referendum, libre y democrático,
que permitiera oír la voz de todo el pueblo.
Otros ejemplos del mayor uso de la opción de la voz dentro de
Cuba en estos años son el documento La Patria es de Todos
y el Proyecto Varela. El Proyecto Varela acaba de entregar
a la Asamblea Nacional del Poder Popular las más de 10,000 firmas
(11,020, para ser exactos) que la Constitucíon vigente en Cuba
garantiza son necesarias para que los ciudadanos puedan introducir un
verdadero cambio. El Proyecto Varela pide, por sobre todo, un plebiscito
ahora, para que los cubanos puedan expresar su propia voz (Payá
Sardiñas 2001). El Proyecto fue nombrado: Padre Félix
Varela, por el cura cubano que, a principios del siglo XIX luchó
por la independencia de Cuba. Forzado a irse de Cuba, Varela pasó
el resto de su vida en los Estados Unidos, en exilio, trabajando con
inmigrantes irlandeses e italianos en su parroquia en Nueva York. Escribió
prolíficamente, expresando su disensión siempre
fiel a la patria. Por lo tanto, su vida comprende tanto la opción
de la salida como de la voz.
En consecuencia, este análisis de las cuatro tesis me lleva a
la conclusión de que, sin duda, la democratización y el
éxodo llevan una estrecha relación, pero la relación
depende del momento histórico y una serie de factores que sólo
estamos empezando a comprender. La pregunta de si la salida facilita
o impide el desarrollo de la voz, de la sociedad civil, no tiene tan
sólo una respuesta. En vez, como el mismo Hirschman encontró
en su último análisis, a través del tiempo se dieron
una serie de relaciones entre salida y voz. Tal vez este análisis
nos ayude a comprender no sólo la relación entre democratización
y éxodo sino también el presente histórico de Cuba.
Referencias:
Laguerre, Michel S. 1998. Diasporic Citizenship: Haitian
Americans in Transnational America. New York, NY: St. Martins
Press.
Hirschman, Albert O. 1970. Exit, Voice, or Loyalty: Responses to Decline
in Firms, Organizations, and States. Cambridge, MA: Harvard University
Press.
Pedraza Lubián, Silvia. 1996. Cubas Refugees: Manifold
Migrations. In Silvia Pedraza and Rubén G. Rumbaut, eds.
Origins and Destinies: Immigration, Race, and Ethnicity in America.
Belmont, CA: Wadsworth Press.
Pedraza Lubián, Silvia. 1985. Political and Economic Migrants
in America: Cubans and Mexicans. Austin, TX: University of Texas Press.
Pérez-Díaz, Víctor M. 1993. The Return of Civil
Society: the Emergence of a Democratic Spain. Cambridge, MA: Harvard
University Press.
Valdés, Dagoberto. 1997. Reconstruír la Sociedad Civil:
Un Proyecto de Educación Cívica, Pluralismo, y Participación
para Cuba. Caracas, Venezuela: Fundación Konrad Adenauer.