A la memoria de mi buen y ocurrente abuelo Florencio, quien orgullosamente
se sintió siempre liberal
En la anterior República
la política fue quizás el aspecto menos loable, en comparación
con los otros aspectos que vertebran a una sociedad. La República
cuando murió era todavía muy joven: cincuenta y siete
años; otros países con una más larga vida republicana
y cultural cayeron, han caído, y caen, en esos mismos errores:
caudillismo, corrupción, violencia, sin importar las latitudes.
No obstante lo anterior, la política de la República tuvo
momentos luminosos como fueron, por ejemplo, las elecciones para la
Constituyente en 1939, el desarrollo de la propia Constituyente y su
fruto: La Constitución de 1940. La utilización casi constante
(salvo muy breves períodos de censura) del debate político
público, fue otro de los grandes logros que tuvo la República;
me refiero al legítimo debate y no a un mismo discurso oficial
recitado a varias voces.
En la República tampoco dejaron de existir aquellos que desde
la misma esfera política alertaban, denunciaban y combatían
los males que veían; Manuel Sanguily fue uno de ellos. En el
siguiente fragmento, Sanguily diferencia la Nación y la República
del Gobierno de turno:
... Pero si yo quiero que la República sea amable, si
yo quiero que los cubanos amen la Nación y la República,
me importa muy poco que amen al Gobierno. El Gobierno es una cosa transitoria
y la República es algo que debe ser inconmovible. El Gobierno
se compone de personas que pasan. La República se compone de
las leyes, de los sentimientos, de la historia que son duraderos. Amar
a la República no implica amar a sus gobiernos. (Costa,
125)
En el presente artículo abordo las luces, sombras y penumbras
del segundo gobierno cubano.
El país se
prepara para las elecciones
El gobernador norteamericano Charles E. Magoon, con el objetivo fundamental
de garantizar un mejor desarrollo de las futuras elecciones, ordenó
en 1907 la realización de un censo, el cual dio un saldo de 2
048 980 habitantes; otra de las actividades que propició el mencionado
gobernador para las futuras elecciones, fue la creación de nuevos
partidos políticos; actividad que se llevó a cabo conjuntamente
con el respeto hacia los ya existentes.
No obstante lo anteriormente señalado, el Partido Moderado se
autodisolvió dado el descrédito en que había caído
al conocerse de manera pública y detallada los métodos
coercitivos que había utilizado durante la campaña electoral
de 1905, que había llevado nuevamente a Don Tomás Estrada
Palma a la silla presidencial, y sobre todo, a la elección y
reelección de muchos miembros de este partido político
para posiciones dentro del gobierno. Un número significativo
de miembros del autodisuelto partido se integraron a un nuevo partido
político: el Partido Conservador, en el cual los antiguos moderados
serían mayoría, pero, dirigidos por nuevos líderes.
Es preciso decir que en rigor el Partido Conservador se estructuró
definitivamente en 1910.
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GABINETE DE JOSÉ
MIGUEL GÓMEZ |
El Partido Independiente de Color, o su antecedente inmediato, fue otro
de los partidos políticos que se crearon y legalizaron bajo el
gobierno de Magoon. Los orígenes de este nuevo partido se remontan
al año 1887, casi inmediatamente después de la abolición
de la esclavitud en 1886. En 1908 se creó su antecesor inmediato:
la Agrupación Independiente de Color, fundada por Evaristo Estenoz
y Pedro Ivonet entre otros.
El Partido Liberal, reconstituido totalmente en 1905, estaba básicamente
dividido en miguelistas y zayistas, partidarios
respectivos del Mayor General del Ejército Libertador José
Miguel Gómez (1858-1921) y del Dr. Alfredo Zayas y Alfonso (1861-1934).
Esta división se salvaría temporalmente mediante la candidatura
de José Miguel Gómez para Presidente y la de Alfredo Zayas
para Vicepresidente.
Resultado de
las elecciones
En las elecciones municipales de agosto de 1908 el Partido Conservador
fue derrotado inobjetablemente. En las elecciones del 14 de noviembre
de 1908 ese resultado se repitió al derrotar los liberales, por
casi el triple de los votos, a los conservadores. Los conservadores
habían llevado al Mayor General del Ejército Libertador
e ingeniero civil Mario García Menocal y Deop (1866-1941) para
Presidente y al exautonomista Dr. Rafael Montoro para Vicepresidente.
El Partido Independiente de Color solamente obtuvo unos pocos miles
de votos. Ambas elecciones, celebradas durante el gobierno de Magoon,
fueron limpias y honestas.
José Miguel Gómez había alcanzado el grado militar
de Mayor General del Ejército Libertador, grado que solamente
muy contados combatientes alcanzaron, pues solamente por encima de esa
alta graduación se encontraba la de Generalísimo, perteneciente
a Máximo Gómez, y la de Lugarteniente General, perteneciente
primero a Antonio Maceo y con posterioridad a Calixto García,
después de la muerte del Titán de Bronce. En la relación
de la comisión liquidadora de los haberes del Ejército
Libertador, solamente habían en el Ejército Libertador
22 personas con la graduación de Mayor General. José Miguel
inició su batallar independentista en la Guerra de los Diez Años.
En la Guerra de Independencia de 1895 combatió a las órdenes
de Serafín Sánchez, siendo miembro de su Estado Mayor.
A la muerte de Serafín Sánchez en el Paso de las Damas,
José Miguel se convirtió, quizás, en el caudillo
más renombrado y popular en la antigua provincia de Las Villas.
Al finalizar la guerra, José Miguel ocupó cargos civiles
en esa región central del país, por ejemplo, la de gobernador
civil de Santa Clara, la cual desarrolló con habilidad y energía.
José Miguel era de carácter afable, franco, jaranero y
campechano, típico de su origen campesino, que le hacía
ganarse la simpatía de aquel que lo conocía. Hasta donde
he podido averiguar, fue el propio Guajiro del Jíbaro el que
dijo de sí: Tiburón se baña pero salpica,
como respuesta a ciertos señalamientos críticos a su administración.
Durante su mandato el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, sede
del gobierno, fue un lugar de fácil acceso al pueblo, en particular
para aquellos que eran naturales de Las Villas. Con José Miguel,
comienza la era caudillística en la República de Cuba,
aunque, los antecedentes del peso del caudillismo en los asuntos cubanos
se remontan a las guerras de independencia del siglo XIX. En la política
cubana del pasado siglo XX, uno de sus pilares fundamentales fue la
figura del caudillo, lastre heredado de la Madre Patria española.
La historiadora Yglesia plantea que José Miguel no gozó
nunca del agrado del gobierno norteamericano. El Secretario de Estado
norteamericano Elihu Root en 1905 expresó:
no había despertado simpatía en este país
(Estados Unidos), sino al contrario se había mostrado un espíritu
díscolo e incapaz de aceptar los hechos consumados ( Yglesia,
98)
Tengo la opinión de que el desempeño que tuvieron algunos
caudillos iberoamericanos, héroes durante la etapa de las luchas
independentistas, y que posteriormente a ellas, en la etapa ya de la
independencia, se enseñorearon, al decir de nuestro
Apóstol, sobre sus pueblos, haya tenido mucho que ver con esa
valoración de algunos políticos norteamericanos. Por otra
parte, el ejemplo del caudillo rural mejicano Porfirio Díaz estaba
aún muy reciente.
Después del alzamiento de la Guerrita de Agosto en 1906 esta
falta de simpatía aumentó aún más en los
círculos políticos norteamericanos. No obstante lo anterior,
el gobierno norteamericano respetó la decisión ciudadana
consagrada en las urnas electorales de manera libre y democrática.
Esto contrasta palmariamente con el criterio de que en la anterior República,
los norteamericanos ponían y quitaban gobernantes; este contraste
se hace aún mayor si conocemos que José Miguel había
hecho alianza, para su elección, con el senador y distinguido
abogado Antonio Sánchez de Bustamante, quien por la responsabilidad
que tenía en compañías inglesas radicadas en Cuba,
se podía considerar acertadamente como el representante legal
del capital inglés en Cuba, siendo Gran Bretaña una de
las principales rivales económica de Estados Unidos. El resultado
de esta alianza se concretó posteriormente, en el aspecto económico,
con el notable incremento de las inversiones inglesas en Cuba durante
el gobierno de Gómez.
Como una disgresión diré que el Dr. Sánchez de
Bustamante, el mayor defensor que tuvo en el Senado el Tratado de Reciprocidad
Comercial con Estados Unidos de 1903, ocupó altas responsabilidades
en la jurisprudencia internacional a nivel Mundial. Sanchez de Bustamante
no sería el único: el excoronel del Ejército Libertador,
el Dr. Cosme de la Torriente presidiría, años después,
la Liga de las Naciones, antecesora de la Organización de Naciones
Unidas (ONU); lo anterior, al igual que el notable aporte de determinados
juristas cubanos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
son hoy públicamente ignorados.
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MONUMENTO A TOMÁS
ESTRADA PALMA |
Sobre el Vicepresidente Dr. Alfredo Zayas y Alfonso diré, que
era un abogado exautonomista, hermano del General Juan Bruno Zayas (muerto
en la contienda independentista ) que sufrió prisión en
Ceuta durante la última guerra por conspirar contra España.
Ya en la República, Zayas ( conocido popularmente como el
chino Zayas o el pesetero ) había sido miembro
de la Comisión Constituyente de 1901, al igual que José
Miguel Gómez, y Senador de la República; Zayas ocupó
también la presidencia del Comité Nacional del Partido
Liberal así como la del Comité Revolucionario liberal
creado en mayo de 1906. Alfredo Zayas fue el que dirigió las
negociaciones con la Comisión de la Paz a favor del partido Liberal
y de la insurrección de agosto de 1906, posteriormente, fue también
el que inclinó al gobierno provisional de Charles E. Magoon a
favor de los liberales. Algunos autores lo asocian a ilegalidades en
los primeros años después de la guerra, por ejemplo, la
compra a bajo precio de bonos de pago a los veteranos del Ejército
Libertador.
El gobierno de José
Miguel Gómez
José Miguel tomó posesión de la presidencia de
la República el 28 de enero de 1909. La toma de posesión
debió hacerse el 20 de mayo, pero el Presidente norteamericano
Teodoro Roosevelt quiso antes de terminar su mandato en el mes de marzo,
dejar la situación cubana solucionada. Recordemos que Roosevelt
en la carta dirigida a Gonzalo de Quesada fechada en Oyster Bay el 14
de septiembre de 1906 había dicho:
... Ud. Se da cuenta, asimismo, del orgullo que he sentido por
haberme cabido la satisfacción, como Presidente de esta República,
de retirar las tropas norteamericanas que ocupaban la Isla y proclamar
oficialmente su independencia, a la vez que deseaba todo género
de venturas en la carrera que le tocaba emprender como República
libre (Pichardo, 282)
Roosevelt, el cual era bastante egocéntrico, quería sentir
nuevamente ese orgullo y satisfacción, pues después de
ver in sito el heroísmo de los cubanos durante los combates de
la Guerra Hispano Cubana Norteamericana, su punto de vista sobre los
cubanos había cambiado de tal manera (ya en la Guerra de los
Diez Años le había pasado lo mismo al periodista James
O´Kelly) que la admiración por el heroísmo de los
cubanos y el amor que sentía por Cuba, lo acompañó
hasta su muerte.
El gabinete de José Miguel Gómez estuvo integrado por
miembros de las dos ya mencionadas tendencias existentes dentro del
Partido Liberal. El gabinete inicial estuvo integrado por: Secretario
de Hacienda, Marcelino Díaz de Villegas; Secretario de Justicia,
Luis Octavio Diviñó; Secretario de Sanidad, Matías
Duque; Secretario de Gobernación Nicolás Alberdi; Secretario
de Obras Públicas, Benito Lagueruela; Secretario de Estado, Justo
García Vélez (hijo de Calixto García Íñiguez);
Secretario de Agricultura, Comercio y Trabajo, Ortelio Foyo y Secretario
de Instruccción Pública, el escritor Ramón Meza.
Este gabinete tuvo posteriormente cambios, por ejemplo, Gerardo Machado
y Morales, uno de los generales más jóvenes del Ejército
Libertador, quien desarrolló buena parte de su batallar por la
independencia cubana en los territorios de la antigua provincia de Las
Villas, ocupó posteriormente el cargo de Secretario de Gobernación;
por cierto, José Miguel le llamó la atención, con
su hablar campechano, cuando en una ocasión Machado, en su cargo
de Secretario de Gobernación, reprimió con exceso una
manifestación. Manuel Sanguily ocupó simultáneamente
al final del mandato de José Miguel Gómez tres secretarías:
Secretaría de Estado, Secretaría de Justicia y la Secretaría
de Gobernación.
Al tomar posesión, José Miguel se encontró con
una Hacienda en bancarrota con obligaciones de 50 millones de Deuda
Externa y aproximadamente 10 millones de Deuda Interna; la cantidad
que había en las arcas era aproximadamente de tres millones.
El gobierno solicitó un empréstito a Speyer & Co.
por 16 millones de dólares.
La obra de gobierno durante la presidencia de José Miguel Gómez
fue favorable (aunque no exenta de serias máculas que veremos
más adelante): aumentaron considerablemente las exportaciones,
pues, entre 1909 y 1912 éstas alcanzaron el monto de más
de 490 millones de pesos (en el anterior cuatrienio éstas habían
alcanzado la cifra de 353,2 millones de pesos); se fundaron Granjas-Escuelas
para técnicos agrícolas; se implementó una Ley
Escolar; se creó la Marina de Guerra, construyéndose los
cruceros Patria y Cuba en los Estados Unidos;
se conformó el ejército permanente; se aprobó y
promulgó la ley Arteaga, ley propiciada por el Representante
Emilio Arteaga que prohibía el pago de los salarios o jornales
de los trabajadores en fichas o vales y que solamente eran válidos
en las propiedades (bodegas, almacenes, etc.) del que las daba; se decretó
el cierre de los establecimientos comerciales a las 6:00 pm, aboliéndose
con ella el régimen de explotación al que estaban sometidos
los dependientes o empleados de esos establecimientos, pues normalmente
esos establecimientos cerraban a las 10:00 pm ó 11:00 pm ( durante
el gobierno de Magoon ya se había aprobado la jornada de 8 horas
para los trabajadores estatales); se promovió la creación
de la Academia de Artes y Letras y la de la Academia de Historia; se
llevó a cabo la pavimentación y el alcantarillado de las
ciudades de La Habana y Cienfuegos; se implantó el teléfono
automático; se reorganizó el Poder Judicial; se legisló
y promulgó la ley fijando el salario mínimo de los obreros
del Estado, la provincia o el municipio a un peso veinticinco centavos
diarios moneda oficial (todavía no se había creado la
moneda nacional), el cual significó una mejoría con respecto
al que devengaban los empleados hasta ese momento, pues para muchos
ese jornal no excedía a un peso plata española; la jornada
máxima de ocho horas en los centros industriales; el Decreto
492 de 1911 que estableció la distribución de tierras
entre las familias de obreros; para ello, se repartieron doscientas
caballerías de tierra a una caballería por familia para
su cultivo. Estas fueron sólo algunas de las acciones acometidas
por el gobierno José Miguel Gómez; más adelante
me detendré a analizar algunas otras que han sido fuertemente
criticadas en diferentes épocas.
En el gobierno de José Miguel Gómez el presupuesto estatal
del cuatrienio fue 116 527 100 pesos; la recaudación del gobierno
ascendió en ese período a 148 526 500 pesos. Es muy importante
señalar (sobre todo para las generaciones más jóvenes)
que no era en el Estado, sino en la iniciativa privada (tanto nacional
como extranjera) en el plano económico y en la labor de la incipiente
sociedad civil republicana, donde se sustentaba el mayor peso del desarrollo
socioeconómico de la Nación.
La conformación del ejército permanente a imagen
y semejanza del Presidente cubano ( ejército creado por
el Decreto 365, decreto que fue sancionado en febrero de 1908 por el
gobernador Magoon y puesto en vigor el 4 de abril de 1908), ha sido
criticada por los requisitos que se exigieron para pertenecer a dicha
institución; requisitos que conllevaron a una notoria presencia
de hombres blancos instruidos, de economía de clase media o alta,
en la que cubanos antiguos simpatizantes de la administración
colonial española o exautonomistas abundaban con relación
a aquellos de antecedentes independentistas. Era bien diferente la composición
del nuevo ejército con la que tuvo el Ejército Libertador,
en la que los negros, los mulatos, los analfabetos o las personas de
poca instrucción así como los pobres o desposeídos
eran mayoritarios. Esa conformación se reflejaba también,
en cierta medida, en las personas que ocupaban puestos públicos
o gubernamentales, pues muchos cubanos, o naturalizados cubanos, de
antecedentes integristas o autonomistas durante la Guerra de Independencia
de 1895 ocupaban esos puestos. El hecho de que muchas de esas personas
con antecedentes antindependentistas poseían la instrucción,
la formación o la experiencia necesaria para ocupar esos puestos;
el espíritu martiano de una patria con todos y para el
bien de todos y los viejos vicios de la corrupción administrativa
colonial, llevaron a una situación respecto a la ocupación
de los puestos públicos, que motivó las protestas de los
veteranos de la independencia, los cuales eran liderados por el General
Emilio Nuñez Rodríguez.
Protesta de los veteranos
La Asociación de Veteranos de la Independencia dirigida por
el Consejo Nacional de Veteranos, fue creada en 1909 y tuvo su antecedente
inmediato en la Junta de Veteranos. Según la historiadora Teresita
Yglesia Martínez, ya a mediados de 1910 esa organización
se había convertido en un activísimo movimiento político,
que movilizaba a las masas populares por medio de los veteranos independentistas.
La asociación en 1911 inició la campaña contra
los cubanos de antecedentes antirrevolucionarios (se les llamó
guerrilleros o austriacantes) que ocupaban puestos públicos.
La historiadora Yglesia al hablar sobre la repercusión de esa
campaña plantea algo interesante con respecto a la obra de gobierno
de José Miguel Gómez:
... No hubo nadie capaz de oponerse a los veteranos en sus demandas,
ni siquiera los grupos más conservadores y reaccionarios en política;
y lo que sí resultó polémico fue la aceptación
de la obra de gobierno de José Miguel Gómez y de la actitud
asumida por el Congreso de la república (Yglesia, 86)
En un documento del 28 de octubre de 1911 firmado por el Consejo Nacional
de Veteranos se dice:
Basta ya de monstruosa tolerancia. De hoy más, nuestra
pasividad sería imprevisión, deshonor y cobardía.
La República, firme y fuerte después de tantos años
de resignación, debe consagrar algunas energías a separar
de la administración pública, a los que traicionaron a
la patria
(Pichardo, 359)
En el momento más crítico de la mencionada campaña
veteranista, a principios de 1912, y ante el inminente peligro de un
conflicto armado, el gobierno estadounidense envió el 16 de enero
de 1912, y dentro del marco de lo que se conoce como política
del intervencionismo preventivo, la siguiente nota al Presidente cubano:
La situación que, según noticias recibidas, existe
en Cuba, causa gran preocupación al Gobierno de Estados Unidos,.
Las leyes dictadas con el fin de asegurar las instituciones republicanas,
es indudable que deben cumplirse y no desafiarse; y su cumplimiento
es a todas luces esencial al mantenimiento de la legalidad, orden y
estabilidad tan indispensables a la condición nacional de la
República de Cuba, por cuyo bienestar los Estados Unidos han
demostrado constantemente y no podrá eludir ese compromiso-
un interés vital.
El Presidente de los Estados Unidos espera, por tanto, que el Presidente
y el Gobierno de Cuba eviten esa situación amenazante, que obligaría
al Gobierno de los Estados Unidos a pensar, muy a pesar suyo, en las
medidas que habría de tomar en cumplimiento de las obligaciones
que le imponen sus relaciones con Cuba (Pichardo 362)
Ante la posibilidad de una nueva intervención norteamericana
se incrementó la participación de algunos de los líderes
o prohombres políticos de mayor influencia en el país
y se tomaron, por parte del gobierno cubano, medidas que evitaron tanto
la conflagración interna como la intervención norteamericana.
Una de esas medidas fue el proyecto de ley que presentó Fernando
Freyre de Andrade, antiguo general del Ejército Libertador, en
la Cámara de Representantes, el cual planteaba la suspensión
durante 18 meses de la inamovilidad de los empleados públicos.
El proyecto de ley fue aprobado y José Miguel lo firmó;
no pasó mucho tiempo en que comenzaron las cesantías o
despidos de los funcionarios con antecedentes antindependentistas.
Sin embargo, pocos meses después estalló otra rebelión:
la revuelta de los miembros del Partido Independiente de Color (PIC).
Revuelta de los independientes
de color
En general podemos decir, que la independencia cubana no le otorgó
de manera inmediata y total los derechos sociales a todos los cubanos.
El grado de discriminación de los negros y mestizos, el disgusto
de éstos ante las injusticias sociales que sufrían por
su raza, y el error de emplear métodos de lucha violentos para
alcanzar esa justicia social, conllevaron a una revuelta que trajo,
además de cientos de negros muertos, un determinado grado de
automarginación política de esos sectores durante un largo
período de la anterior República.
Desde fecha tan temprana como 1887 (recordemos que la esclavitud se
abolió en 1886) se hablaba de la creación de un partido
negro. Durante el gobierno de Charles E. Magoon se legalizó el
Partido Independiente de Color, pero en 1910 el gobierno cubano de José
Miguel lo ilegalizó. El PIC no solo tenía en su programa
justas demandas para eliminar el grado de marginación en que
se encontraba la inmensa mayoría de los negros y mestizos; también
contenía varias demandas de carácter social para toda
la población. Algunas demandas de dicho programa eran: enseñanza
gratuita obligatoria; abolición de la pena de muerte; jornada
laboral de ocho horas; creación de tribunales del trabajo para
dirimir las discrepancias entre el capital y el trabajo; seguros contra
accidentes del trabajo; cese de la inmigración española
(se entendía que con ella se quería alterar el balance
étnico del país); nacionalización del trabajo;
revisión de los expedientes de propiedad (sobre todo aquellos
de propiedad de la tierra entregados durante la primera intervención
norteamericana); reparto de la tierra; inclusión de negros y
mestizos en el cuerpo diplomático, etc.
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AHORCAMIENTO
DE UN NEGRO ALZADO CUANDO LA REVUELTA DE LOS INDEPENDIENTES DE
COLOR.
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La ilegalización del PIC es atribuida en ocasiones a que el Partido
Liberal no quería perder el gran apoyo negro en las próximas
elecciones, si éstos votaban por el PIC. Este argumento es cuestionable
cuando se tiene en cuenta que el PIC nunca contó con un apreciable
número de seguidores según se había observado en
las elecciones de noviembre de 1908 y en el poco apoyo popular que recibieron
posteriormente los sublevados del PIC, los cuales fueron reprimidos
por fuerzas regulares y voluntarias compuestas por elementos de diferentes
orígenes étnicos; en particular, negro; también
es cuestionable el argumento de que fuesen las críticas del periódico
Previsión (órgano de la Agrupación Independiente
de Color) al gobierno, la causa de la prohibición, pues no era
el único periódico que denunciaba los negocios turbios
en que estaban involucrados elementos del gobierno, en particular, el
primer mandatario.
La ilegalización se llevó a cabo de la siguiente manera:
en febrero del año 1910, el Senador Martín Morúa
Delgado, legislador negro contrario a desarrollar la segregación
racial en Cuba, presentó en el Senado una enmienda al artículo
17 de la Ley Electoral. A continuación transcribo la Enmienda
Morúa y sus por cuanto:
Por cuanto: La Constitución establece como forma de gobierno
la republicana; inviste de la condición de cubanos a los africanos
que fueron esclavos en Cuba, y no reconoce ni fueros ni privilegios
personales;
Por cuanto: la forma republicana establecida por la Constitución
instituye al gobierno del pueblo para el pueblo, sin distinción
por motivos de raza, nacimiento, riqueza o título profesional;
Por cuanto: los partidos políticos tienen la indeclinable tendencia
a constituir por sus propios miembros el gobierno que desarrolle en
el país sus doctrinas políticas y administrativas;
El Senador que suscribe considera contraria a la Constitución
y a la práctica del régimen republicano la existencia
de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de
raza, nacimiento, riqueza o título profesional, y tiene el honor
de proponer al Senado la siguiente Enmienda Adicional al Artículo
17 de la Ley Electoral.
No se considerará, en ningún caso, como partido político
o grupo independiente, ninguna agrupación constituida exclusivamente
por individuos de una sola raza o color, ni por individuos de una clase
con motivo de nacimiento, la riqueza o el título profesional.
Senado, once de febrero de mil novecientos diez.
Martín Morúa Delgado (Pichardo, 364)
La mencionada enmienda fue aprobada por el Congreso y sancionada por
el Presidente, aunque hubo cierta oposición. En el Senado, los
Senadores Cabello, La Guardia y Salvador Cisnero Betancourt se opusieron
a la Enmienda Morúa. Salvador Cisneros Betancourt planteó
que la Enmienda era discriminatoria contra un sector de la población
que había sido mayoritario en el Ejército Libertador y
el cual nunca había planteado ninguna sublevación por
motivos raciales. En la Cámara de Representantes, el Representante
del Partido Conservador, Lino D´ou, de raza negra y ayudante de
José Maceo en la Guerra de Independencia, planteó, que
la enmienda era limitante y propuso un texto que dijera que se prohibía
en el país la creación de organizaciones políticas,
sociales, de recreo y de instrucción donde hubiesen individuos
de una sola raza. El día que se iba a discutir la enmienda de
Lino D´ou, éste no asistió y otro Representante
planteó, que no tenía lugar la discusión del proyecto
de enmienda de Lino D´ou. La Enmienda Morúa fue aprobada
por el Congreso el 2 de mayo y se firmó el día 4 por el
Presidente; el 14 de mayo de 1910, a un mes de la muerte de Morúa,
se publicó en la Gaceta Oficial. Deseo señalar que fue
tan íntegro y honrado el desempeño de Morúa como
político, que la República instituyó la Medalla
de la Probidad Martín Morúa Delgado para honrar una inmaculada
trayectoria.
Entre el 22 de abril y el 11 de octubre de 1910 hubo una represión
que encarceló aproximadamente a una treintena de dirigentes de
ese partido. Los miembros del PIC trataron infructuosamente durante
dos años de derogar la Enmienda Morúa. Evaristo Estenoz
(veterano de la Guerra de Independencia, líder obrero devenido
contratista de obras, fundador de la Agrupación Independiente
de Color, director del periódico Previsión, ascendido
a general durante la Guerrita de Agosto) aprovechando la desestabilización
que produjeron en enero de 1912 las demandas de los veteranos, intensificó
los esfuerzos por reunificar las filas del PIC y obtener su legalización
para las elecciones de noviembre de 1912. Al acercarse las elecciones
de noviembre de 1912, se estimó por los líderes del PIC
consultar a sus bases partiendo que existían tres alternativas:
Renombrar al partido, lo cual implicaría su no participación
en esas próximas elecciones, pues solamente podrían participar
los partidos que asistieron a las elecciones del año 1910.
Disolver al partido.
Realizar una protesta armada.
Las bases consultadas se decidieron por ésta última, aunque
hubo militantes como el excoronel del Ejército Libertador Pedro
Ivonet, el cual había participado en la campaña de la
Invasión junto con Antonio Maceo y fue también fundador
de la Agrupación Independiente de Color que no eran partidarios
de la tesis del levantamiento armado. Pedro Ivonet, al final, obedeció
la decisión de la dirección del Partido de ponerse al
frente de la revuelta.
Existen diferentes opiniones del por qué se eligió la
opción del levantamiento armado. Una de esas opiniones es, que
una nueva intervención norteamericana o la posibilidad de ella
podría traer la legalización del PIC mediante un nuevo
gobierno provisional norteamericano o mediante una negociación
con el gobierno cubano para impedir una nueva ocupación norteamericana.
Recordemos que de manera indirecta la Guerrita de Agosto conllevó
a la creación y legalización del PIC. El historiador Fornés
plantea que reiteradamente se ha afirmado por algunos historiadores,
que detrás de las acciones del PIC estaban sectores conservadores
y anexionistas y que los independientes de color fueron manipulados
por éstos. El rechazo de la mayor parte de la población
cubana a una nueva ocupación norteamericana quizás haya
influido significativamente en el poco apoyo que recibieron los sublevados.
Entre el 19 y el 20 de mayo de 1912 estalló la insurrección
en La Maya, Guantánamo y Holguín, en la antigua provincia
de Oriente, y en Sagua la Grande y en Cruces en la antigua provincia
de Las Villas. El día 21 la presencia de sublevados se confirmó
en cuatro de las 6 provincias del país. El 2 de junio los sublevados
tomaron y quemaron el pueblo de La Maya.
Deseo señalar que desde antes del inicio de la revuelta, a fines
del mes de marzo, como escribe la historiadora Yglesia, las acciones
de los independientes de color se incrementaron para mostrarle al Secretario
de Estado norteamericano, el cual en pocos días visitaría
el país, la fuerza que tenía el PIC. Considero, por lo
improcedente de la Nota del Gobierno de los Estados Unidos del 25 de
mayo, que los independientes de color lograron su objetivo de impresionar
al gobierno estadounidense y aparentar más fuerza, recursos,
apoyo y potencialidades que los que realmente tenían.
Desatada la revuelta, el Consejo de Veteranos apoyó al gobierno
de José Miguel Gómez. El gobierno cubano envió
fuerzas considerables para Oriente para neutralizar la sublevación
y el Senado norteamericano autorizó al gobierno norteamericano
para que interviniera en Cuba si las circunstancias así lo requerían.
En Cayo Hueso se concentraron 8 barcos de guerra, un buque hospital
y varias embarcaciones auxiliares. El presidente norteamericano William
H. Taft le comunicó a José Miguel Gómez que esos
preparativos solo tenían el objetivo de proteger sin demora las
vidas y las haciendas de los ciudadanos norteamericanos si el caso lo
requería, pero que tales medidas no debían ser consideradas
como el preludio de una invasión a Cuba. El 28 de mayo desembarcaron
en Guantánamo 700 infantes de marina, y el 7 de julio los acorazados
Ohio y Minnesota atracaron en dicho puerto. El 14 de julio se conoció
que el ejército cubano había derrotado a los insurgentes.
Las fuerzas norteamericanas se retiraron.
Según el historiador Fornés, los insurgentes alcanzaron
la cifra de 2 000. Las fuerzas armadas, sobre todo la Guardia Rural,
aplastó sangrientamente la revuelta. Se estima, quizás
exageradamente, en 3 000 los muertos por la parte de los alzados y civiles
que sufrieron la sangrienta represión. Ivonet y Estenoz fueron
también víctima de esos excesos.
Se considera que el principal responsable de la masacre fue el General
José de Jesús Monteagudo, amigo muy cercano de José
Miguel. El General Monteagudo había sido un combatiente del Ejército
Libertador, perteneciente a la caballería de la provincia de
Las Villas, que acompañó a Antonio Maceo en la Invasión
y que con el grado de teniente coronel fue herido de gravedad en el
combate de Tirado, cerca de la localidad de San Luís, provincia
de Pinar del Río, durante la campaña invasora (Loynaz,
274). El general Monteagudo había sido también miembro
de la Asamblea Constituyente de 1901. La responsabilidad de José
Miguel Gómez en esa sangrienta represión, es un hecho
que todavía no se ha aclarado; el historiador Jorge Ibarra plantea
en su libro que no se conocen las órdenes o instrucciones precisas
que le dio a Monteagudo para reprimir la sublevación o para detener
la represión; lo cierto es, dice el antes mencionado historiador,
que Monteagudo no fue juzgado y ni siquiera destituido de su cargo.
La historiadora Yglesia aporta un elemento interesante que pudiera ayudar
a aclarar lo anterior, si partimos del hecho que el Presidente Gómez
no tenía interés en ser reelecto. La mencionada historiadora
plantea:
Después del aplastamiento de la insurrección del
Partido Independiente de Color, el general Monteagudo, jefe de las fuerzas
armadas, creyó llegada su oportunidad de guiar al país
desde la silla presidencial, para lo cual tenía que lograr el
consentimiento del general Gómez, pero este se opuso. Los liberales
de toda la nación habían elevado sus quejas al Presidente
por las maniobras del jefe militar. Así, en el Antiguo Palacio
de los Capitanes Generales se produjo una entrevista, considerada violenta
por la prensa del período, entre los generales José Miguel
Gómez y Monteagudo, y el secretario de Gobernación, Federico
Laredo Bru. De esta reunión, los dos últimos salieron
con la decisión de renunciar, y así lo hicieron. Pero
Monteagudo había preparado todo de forma tal que cuando él
faltara, se formara el caos en el ejército, y como las elecciones
se aproximaban, los amigos mediaron. y ambos volvieron a sus cargos.
Corrupción
en el gobierno de José Miguel Gómez
Antes de comenzar con una breve exposición sobre la corrupción
en el gobierno de José Miguel Gómez deseo señalar,
que en un país libre y democrático, no es raro que la
oposición política y una parte de la prensa hagan frecuentemente
un sobredimensionamiento de la corrupción del gobierno de turno;
esto se debe a determinados objetivos políticos no difíciles
de imaginar. En parte de la prensa de oposición y en parte de
la prensa en general, el sensacionalismo y el escándalo son instrumentos
que aparecen con cierta frecuencia, así como el uso de la sátira
y la caricatura política. No debemos olvidar que la sátira
y la caricatura política son, desde un punto de vista artístico,
deformaciones o exageraciones de una realidad, y así debemos
de entenderlas. Deseo enfatizar que el uso no responsable de la libertad
de expresión (en particular, de la libertad de prensa) como son
la utilización del escándalo y del sensacionalismo, es
preferible a la censura o a la supresión de la libertad de expresión
que muestran las dictaduras autoritarias y totalitarias, en las que
no se admite la menor crítica al gobernante o gobierno.La censura
o la supresión de la libertad de expresión tienen el propósito
(entre otros propósitos) de presentar al pueblo y a la comunidad
internacional, una falsa inmaculada gestión política,
económica y social del régimen. No obstante lo anterior,
hay algo peor que la censura o la supresión de la libertad de
expresión: la unanimidad. El profesor Luis E. Aguilar escribió
hace muchos años:
Porque la unanimidad es peor que la censura. La censura nos obliga
a callar nuestra verdad, la unanimidad nos fuerza a repetir la verdad
de otros, aunque no creamos en ella ... (Aguilar, 329)
En los regímenes totalitarios no sólo no existe la libertad
de expresión, no existe tampoco la libertad de silencio; el silencio
y la abstención son valorados frecuentemente en esos regímenes
como apatía u oposición. Sobre la libertad de prensa y
el sensacionalismo de la prensa cubana en esa época, Patricia
Pardiñas-Barnes escribe:
La libertad de prensa, principio clave de nuestra nacionalidad,
tuvo profundas raíces culturales nutridas por la robusta empresa
privada de revistas y diarios de alto nivel profesional. Durante la
República la prensa fue institución libre que grabó
reveses y dobleces de la nación y aunque respaldó el respeto
cívico y la deferencia a las instituciones del poder, el sensacionalismo
fue uno de sus grandes males ... (Pardiñas-Barnes, 243)
y añade más adelante:
.. Entre los tempranos periódicos que pintaron un desacreditado
panorama político estuvo La política cómica (1905)
que dio vida a la imaginativa personalidad de Liborio. Se llegó
a decir en aquella época que en Cuba había tres males:
La política cómica, Fontanills (por sus páginas
sociales) , y el teatro Alambra. Pero hubo otros, como El Heraldo de
Cuba (1913) de Manuel Márquez Sterling, que fueron sinónimo
de excelentes diaristas .... (Pardiñas-Barnes, 244)
Deseo puntualizar que solo uno de los historiadores consultados, Fornés,
habla en la bibliografía consultada, de una Ley de Defensa Nacional
aprobada en enero de 1910 que sirve en realidad, según ese historiador,
como ley mordaza para la prensa opositora al gobierno de
José Miguel. Parece ser, por las críticas que continuaron
en la prensa de la época, que fue muy limitada la aplicación
de esa ley.
En esos primeros años republicanos, los extranjeros controlaban
la economía del país; sin embargo, los cubanos tenían
un campo exclusivo a su arbitrio: la política, y ésta
no pocas veces se utilizó para el enriquecimiento personal, aunque
sobre esto, considero, que se ha exagerado y caricaturizado en cuanto
a la magnitud, los métodos utilizados y el número de políticos
implicados. El abogado Adolfo Rivero Caro describe algunos, no todos,
de los métodos utilizados:
Generales, coroneles, oficiales, todos acostumbrados a mandar
y de enorme prestigio social, carecían de tierras y capitales.
Como los extranjeros controlaban la industria y el comercio, los puestos
públicos pasaron a ser casi la única forma de enriquecimiento
para los cubanos. Los veteranos aprovecharon su prestigio social para
postularse y llegar a los mismos. Una vez allí, aceptaban sobornos
de empresas privadas para darles contratos y ventajas, nombraban en
cargos a familiares y amigos, concedían contratos a cambio de
dinero, hacían pasar carreteras por determinadas zonas para aumentar
su valor y aprovecharse de ello, vendían propiedades nacionales
a empresas extranjeras a precios inferiores a los que se pudiera haber
pedido y daban no a los más capaces sino a los que podían
ayudarlos o les habían dado dinero. Es decir, aprovechaban el
poder para su beneficio personal y no para servir al pueblo. Esto, a
su vez, generalizó una actitud de cinismo entre la población
con los políticos. En realidad, esta práctica mantenía
una continuidad cultural con el estilo de gobierno de la Corona española
en Cuba ... (Rivero, 193)
Las concesiones a compañías donde los políticos
promotores o políticos votantes (o familiares y amigos suyos)
tenían acciones fue otro de los recursos utilizados para enriquecerse.
Abordando específicamente el tema de la corrupción en
el gobierno de José Miguel, diré, que el destacado historiador
Jorge Ibarra al plantear las características más notables
de ese gobierno, escribe:
« institucionalizó la corrupción política
y administrativa, amplió el radio de influencia de la burocracia,
organizó el ejército a su imagen y semejanza, alentó
el desarrollo industrial de la burguesía española, introdujo
reformas que representaron un mejoramiento para la clase obrera y evitó
cuidadosamente todo enfrentamiento con la relación neocolonial.»
(Ibarra,302-303)
El más notorio de los grandes negocios tortuosos,
al decir de Hortensia Pichardo, del gobierno de José Miguel,
fue la ley otorgando una concesión para realizar obras de dragado
y mejoras en los puertos; el escándalo fue tan grande por los
términos tan desfavorables para las finanzas de la República,
que hasta el Departamento de Estado norteamericano dudó de la
capacidad de los cubanos para mantener un gobierno adecuado. El Departamento
de Estado ( dentro del marco de la política de la intervención
preventiva) pidió que se hiciera una reforma del proyecto
pese a que la compañía a la que se le había dado
la concesión, era una compañía fundada por dos
norteamericanos. La reforma a dicha concesión se hizo en las
postrimerías del gobierno de Gómez; el gobierno cubano
que le sucedió al de Gómez, incautó las obras,
anuló la concesión y encerró durante un cierto
tiempo al expresidente Gómez. Otro negocio muy cuestionado fue
la ley autorizando la permuta de los terrenos de Arsenal por los de
Villanueva. Fueron determinados intereses norteamericanos (eran ingleses
los dueños de la compañía de ferrocarriles involucrada
en el canje) los que estaban detrás de la denuncia y la exageración
de las condiciones desfavorables de ese canje para la República.
Para tener más objetividad a la hora de valorar este negocio,
en el que el Presidente y otros congresistas patrocinadores de ese canje
se beneficiaron económicamente de manera personal, es necesario
que el mismo se analice bajo las leyes que rigen el mercado en un sistema
donde la propiedad privada es algo sagrado y donde el precio de una
propiedad se discute entre el vendedor y el comprador; discusión
donde los factores premura o necesidad que tiene uno por vender y el
otro por comprar respectivamente, tienen un peso considerable; también
debe tenerse muy en cuenta el artículo noveno de dicha ley donde
se le pone un límite al abono por sobreprecio por parte del Estado
cubano a las construcciones incluidas en la ley (espigones, almacenes
y horno crematorio) cuando el monto de estas construcciones sobrepasaran
el millón y medio de pesos. Otro decreto muy cuestionado es el
chivo de la ciénaga: un decreto otorgando la concesión
para desecar las Ciénagas Occidental y Oriental de Zapata; realmente
el plazo fijado para comenzar las obras expiró sin que éstas
comenzaran, por tanto ese decreto nunca realmente se llevó a
la práctica y sus cuestionadas condiciones. Es interesante señalarar
que este decreto fue derogado por primera vez el 23 de agosto de 1913,
después que el gobierno norteamericano había dado su veto
a este proyecto, con posterioridad, el gobierno norteamericano comunicó
que no mantenía sus objeciones. Otro negocio cuestionado, fue
la concesión de las comunicaciones telefónicas a la empresa
norteamericana Compañía Cubana de Teléfono; concesión
en la que algunos historiadores resaltan la amistad de José Miguel
con José M. Tarafa (hombre de negocios y coronel del Ejército
Libertador), personalidad que estaba vinculada a intereses económicos
norteamericanos, sin embargo, otros historiadores resaltan a una amiga
íntima de José Miguel. Es muy importante señalar
que la mayoría, no todas, de esas leyes y decretos eran positivos
según los conocimientos científicos existentes en aquella
época y en cuanto a sus principios sustentantes.
Otras leyes que son tomadas en cuenta para argumentar la corrupción
durante el gobierno de José Miguel son los proyectos de leyes
permitiendo las peleas de gallos y la organización de la Renta
de Lotería. Estos proyectos fueron presentados, debatidos y aprobados
en la Cámara de Representantes y en el Senado de la República;
el Presidente Gómez sencillamente los aprobó, no vetándolos
como había hecho Don Tomás Estrada Palma. El régimen
de la República en esa época era presidencialista (y no
parlamentario o semiparlamentario) y este régimen le proporcionaba
al Presidente un exceso de poder sobre la rama legislativa.
Las sesiones legislativas eran verdaderos debates como corresponde a
todo régimen democrático: gobierno de la mayoría
con respecto y protección para las minorías; por ejemplo,
José Antonio González Lanuza con elocuente verbo se opuso
a la ley de la Renta de Lotería en el Senado sin tener en cuenta
la pequeña minoría que lo secundaría y Manuel Sanguily,
fue el único en el Senado que se opuso al proyecto autorizando
las lidias de gallos. Por cierto, Manuel Sanguily no se había
opuesto a la Renta de Lotería durante el gobierno de Don Tomás.
El historiador pinareño Octavio R. Costa escribe sobre lo anterior:
Sanguily defiende con enfática franqueza el Proyecto de
Ley que crea la Lotería, a través de toda su larga y polémica
tramitación. En las muchas sesiones en que el Senado conoce el
asunto, emite razones poderosas en su apoyo. Niega la inmoralidad que
se atribuye al hecho de que el Estado organice la Lotería. Alega
la vaguedad y la alterabilidad de la moral en el tiempo y en el espacio.
No es posible fijar afirma- el patrón de oro de la moralidad.
Pero más allá de estos motivos, él vota por la
creación de la Lotería porque sus rentas se destinan a
engrosar los fondos que garantizarán el empréstito que
se gestiona para pagar al Ejército Libertador. Sobre todo otro
motivo está este poderoso y noble argumento patriótico.
De glorioso califica el vicio si los cubanos juegan en beneficio del
país. Y cuando Estrada Palma veta el proyecto aprobado por el
Congreso, pronuncia un inspirado y feliz discurso, donde, en vez de
reiterar argumentos en defensa de la Lotería, hace del documento
presidencial la más irónica disección. (Costa,
114)
Con respecto a algunos de los argumentos que manejó González
Lanuza, los cuales pueden leerse en el libro de Pichardo, diré,
que los que durante décadas hemos sido testigos de los esfuerzos,
con sus altas y bajas, por eliminar la práctica de la lidia de
gallos y el juego en casi todo nuestro territorio nacional durante éstas
más de cuatro décadas, sabemos lo difícil, por
no decir imposible, que resulta erradicar esas prácticas. La
lotería del Táchira y más recientemente la Lotería
de la Florida, ambas extranjeras, han sido las vías utilizadas
en Cuba por parte del pueblo para el ilegal juego de la bolita.
No conozco que en la anterior República hubiese alguna zona de
nuestro territorio nacional y bajo nuestra soberanía, donde existiera
para los extranjeros tolerancia para el juego, así como para
otros vicios e ilegalidades, e intolerancia de esas mismas prácticas
para los cubanos.
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EN LA FOTO JOSÉ
MIGUEL GÓMEZ EN EL CENTRO |
Deseo señalar que las colecturías de la Lotería
servían, como plantea Hortensia Pichardo, para favorecer amigos,
comprar adversarios, periódicos y periodistas; sin embargo, hay
una arista poco abordada: las colecturías, al igual que las
botellas, sirvieron frecuentemente como especie de sistema de
Seguridad Social, concepto desconocido para la época, para algunas
personas necesitadas que no podían trabajar o que no encontraban
trabajo dado el escaso ( pero incipiente y constante) desarrollo de
la economía cubana en esos años.
Por otra parte, hay personalidades vinculadas a esos políticos,
como es el caso de América Arias, esposa de José Miguel
Gómez, que construyeron muchas obras benéficas. El hospital
clínico obstétrico de la ciudad de La Habana, conocido
popularmente como Maternidad de Línea, lleva el nombre de esa
ilustre benefactora. Otro ejemplo en esa República, mucho más
acá en el tiempo, fue el de Marta Fernández Miranda, segunda
esposa de Fulgencio Batista y Zaldívar, la cual se destacó
por apadrinar y llevar a cabo múltiples obras de caridad.
En lo político el gobierno de José Miguel Gómez
se caracterizó por ser tolerante, respetar las libertades públicas
que existían en esos tiempos y por fomentar un ambiente de convivencia
en el país, aunque, como ya hemos visto, no siempre lo logró.
La tolerancia de José Miguel Gómez fue tal, que aún
frente a críticas directas y públicas no se daba por aludido;
un ejemplo, es el siguiente: Manuel Sanguily, Ministro de Estado de
su gabinete, al criticar el juego imperante en el país dijo públicamente:
« Y el jugador más impenitente es el Estado, convertido
de este modo en agente de inmoralidad y en maestro de corrupción.
Por doquier se ostenta majestuosa o descarada la violencia. Armado de
una espada, está arriba la autoridad de un general del Ejército.
Armado de punta en blanco está bajo la insolencia brutal del
bandolero.» (Ibarra 314)
El historiador Ibarra respecto a esta tolerancia de Gómez plantea:
« Gómez, quien lo toleraba todo, no se dio por aludido,
ni tomó medidas contra su Ministro disidente. De la misma manera,
contemporizó con algunas de las posiciones asumidas por Sanguily
en la Secretaría de Estado « ( Ibarra 314)
Algunas de esas posiciones asumidas fueron contra la política
exterior norteamericana. Una de ellas fue la actitud valiente y decidida
que tomó Sanguily en contra de la injerencia norteamericana en
los asuntos internos mejicanos como el relativo al derrocamiento de
Madero y su sustitución por Victoriano Huerta.
José Miguel Gómez tuvo la suficiente fuerza de voluntad,
inteligencia, patriotismo y sensatez para no postularse para su reelección;
pese a ser uno de los líderes más populares que ha tenido
Cuba, no siguió los consejos de aduladores y fanáticos
que así se lo aconsejaban. Fue muy famosa una frase suya en la
que planteaba, que aunque el pueblo le pidiera de rodillas la reelección,
el no iría a la misma. Manuel Sanguily, como Secretario de Gobernación,
presidió unas elecciones ordenadas, pacíficas y honestas
en la que el candidato oficialista Alfredo Zayas fue derrotado por el
candidato opositor Mario García Menocal, el cual llevaba al destacado
sociólogo y filósofo Enrique José Varona y Pera
para Vicepresidente.
Hace unos meses, en una visita a la para mí entrañable
ciudad de La Habana, fui agradablemente sorprendido al ver restituida
la estatua del Mayor General José Miguel Gómez a su lugar
en el monumento de la calle G (Avenida de los Presidentes) frente al
Hospital Ortopédico y al fondo del Hospital Calixto García.
La estatua de Don Tomás, de la cual solamente quedaron parte
de sus botas frente al hotel que ella le dio nombre: Hotel Presidente,
espera aún.
Bibliografía
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de Ciencias Sociales, La Habana, 1976
Cuba: 1898-1921. Partidos Políticos y Clases Sociales, Ibarra
Jorge, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992
Diccionario Enciclopédico Hispano Americano (DEHA) tomo XXVI,
Editora .M. Jackson, Boston, 1929
Estos Últimos Años, Editora .M. Jackson, Boston, 1928
La Neocolonia, organización y crisis desde 1899 hasta 1940, Organización
de la república neocolonial (capítulo II), Teresita Yglesia,
La Neocolonia, Instituto de Historia de Cuba, Editora Política,
La Habana, 1998
Manuel Sanguily, Historia de un ciudadano, Octavio R. Costa, Editorial
Unidad, La Habana, 1950
Cien años de Historia de Cuba, El período republicano
intermedio y la crisis de la democracia (1920-1933), Adolfo Rivero,
Editorial Verbum, Madrid, 2000
Cien años de Historia de Cuba, La primera república: (1899-1921),
Leopoldo Fornés, Editorial Verbum, Madrid, 2000
Memorias de la Guerra, Enrique Loynaz del Castillo, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2001
Patricia Pardiñas-Barnes, Jorge Mañac: prensa, periodismo
y comunicación, revista Encuentro de la Cultura Cubana No. 21-22,
verano/otoño del 200, Madrid
Luis Aguilar León, La hora de la unanimidad, revista Encuentro
de la Cultura Cubana No. 24, primavera del 2002,Madrid
Programa Orígenes de la televisión cubana
sobre la sublevación de los independientes de color Contenido
del segmento En este día