Como un elogio a la danza, así se puede calificar
al recién concluido 18vo. Festival Internacional de Ballet de
La Habana, que desde el 19 y hasta el 28 de Octubre se celebró
en nuestro país, teniendo por sede no sólo a la Capital,
sino a otras provincias.
En esta ocasión bajo el lema: pasado, presente y futuro
de la danza, se presentó toda una variedad de estilos coreográficos,
desde el romanticismo, el clasicismo, el neoclasicismo, el modernismo,
hasta lo más novedoso y atrevido de las tendencias contemporáneas.
Bajo el auspicio del B.N.C. y la inspiración de esa leyenda viva
de la danza que es nuestra Alicia Alonso, se aglutinaron en este festival
un formidable grupo de artistas y compañías del mundo,
que conjuntamente con nuestros artistas, brindaron lo mejor del arte
del ballet a nuestro pueblo.
Fueron cerca de diez días de verdadera fiesta para todo aquel
amante del ballet. Se ofrecieron galas, conciertos, estrenos musicales
y un repertorio consagrado a los ballets más queridos y gustados
del público. Fue un verdadero deleite la gala de clausura, muy
acertadamente transmitida a todo el país por la T.V. En esa función,
una vez más, volvió a brillar ese colosal primer bailarín
argentino que es Julio Bocca, quien bailó esta vez acompañado
por su coterránea Cecilia Figaredo. Una presencia mágica
la de la estrella italiana Alexandra Ferri, considerada uno de los mitos
de la escena danzaria en nuestros días, ella bailó junto
al cubano Carlos Acosta el pas de deux de Manón. En esta misma
gala fue sorprendente la aparición de la primera bailarina cubana
Viemgsay Valdés, junto al también primer bailarín
cubano Joel Carreño, en el III acto del Lago de los Cisnes, conocido
como el Cisne Negro. Ella fue perfecta en sus variaciones, desencadenando
todo el virtuosismo y las proezas técnicas que el personaje requiere.
Joel Carreño, procedente de una estirpe de consagrados bailarines,
mostró su dominio sobre la escena, su viril donaire, su amabilidad
y bailó con elegancia. Inolvidable la presencia del primer bailarín
cubano José Manuel Carreño junto a la rusa Larissa Lezhmina,
en el pas de deux del Corsario. Tuvimos la oportunidad de disfrutar
la presencia de Agnes Letesta y José Martínez, primera
figura de la Ópera de París.
Pinar del Río, a pesar de no aparecer dentro de la nómina
de las subsedes oficiales del Festival, tuvo también un soplo
de aire: la presencia del Ballet de Camagüey, los días 26
y 27 de octubre, en el escenario del cine-teatro Pedro Zaydén.
Fue muy grato para los seguidores y buenos amantes del ballet en nuestra
provincia, poder disfrutar de esta compañía, considerada
el segundo elenco de ballet de Cuba, y que se ha consolidado en el exterior
como una institución danzaria de enorme prestigio y calidad artística.
El repertorio brindado fue rico en valores coreográficos. Cabe
destacar aquí las obras Majísimo, Cuerpo de Baile, Avalancha
y Efímero. El conjunto mostró sus virtudes, su talento
y su formación académica. Pudimos apreciar dentro de sus
filas a jóvenes bailarines de una alta calidad, pero sobre todo,
rigor y disciplina. Con su presencia, el Ballet de Camagüey contribuyó
para que los pinareños gozaran de un arte universal y dio la
oportunidad para quienes gustamos del ballet nos sintiéramos
entusiasmados.
Hace poco tuvimos la visita del Ballet de Laura Alonso, que vino a romper
el silencio de varios años sin contacto directo con la danza.
Ojalá que a estas dos agrupaciones se unan otras y que los pinareños
podamos seguir admirando este tipo de espectáculo que ennoblece
la vida y que el pueblo sabe agradecer. Años atrás solían
venir acá agrupaciones danzarias como es el caso del propio B.N.C.
, el Ballet de Camagüey y el Ballet del Teatro Lírico de
Holguín. Incluso, en algunos años nuestra ciudad fue subsede
de los Festivales Internacionales de Ballet, y en esos años disfrutamos,
no sólo de la presencia de primeras figuras cubanas, incluyendo
la de la propia Alicia Alonso, también pudimos apreciar a bailarines
de otros países como Rusia, México, Venezuela y Checoslovaquia,
entre otros. En aquellos años nos visitó el Ballet Clásico
de España, compuesto por jóvenes figuras y del que se
guarda un grato recuerdo. Todo esto nos hace ahora reflexionar y preguntarnos:
¿por qué tantos años de silencio? Sería
conveniente que quienes son responsables de dirigir la cultura en nuestro
provincia y sobre todo en nuestro pueblo, se preocuparan un poco más
e intentaran romper este silencio para que se puedan seguir admirando
estas presentaciones danzarias.
Se ha culpado, en muchas ocasiones al cierre del Teatro Milanés,
pero ahora se ha visto que esa excusa no es válida, pues el escenario
del Zaydén así lo demostró. Creo que lo que ha
faltado es interés y voluntad. Mucho se habla de la cultura y
el desarrollo de ella, como se dice: la masificación de
la cultura, todo eso no es verdad si no se trabaja en todos los
campos de la cultura, y uno de ellos es el arte del ballet. En múltiples
ocasiones ha quedado demostrado que existe en nuestra provincia un público
que gusta de la danza y que se siente ávido por presenciar estos
espectáculos. Es algo que debería tomarse en serio.
Comúnmente el ballet mantiene un silencio, se puede decir que
sepulcral, en los medios de difusión y prensa escrita de nuestra
provincia. Como rara avis, sólo en ocasiones aparece
reflejado algo en dichos medios. Ese silencio perpetuo no es nada saludable
si de verdad se aspira a que nuestro pueblo alcance una cultura integral.
Se debe ir educando a la población en el gusto por la danza y
para ello es necesario un trabajo en común entre todos. Si se
cuenta con los deseos y con la buena voluntad, pudiéramos, un
día, como ocurre en La Habana, Matanzas o Camagüey, ver
a un público pinareño conocedor, abarrotar la entrada
del teatro cuando se anuncie una función de ballet. Hagamos que
esto se convierta en una realidad, nada es tan difícil, ni nada
es tan imposible.
El ballet, con su propio lenguaje y forma de expresión reclama
tener su propio lugar entre nosotros; hagamos este espacio. Una vez
se soñó crear una agrupación de ballet pinareño,
el sueño quedó olvidado. Volvamos a revivir esta idea,
hagamos ese sueño una realidad. Pienso que si en otras provincias
esto ha sido posible, aquí también se puede hacer posible,
sólo faltan ganas verdaderas de hacerlo. Tener la voluntad y
brindar toda la ayuda necesaria a quienes lo intenten. Sé que
contamos con jóvenes talentos para ello, no sólo bailarines,
sino pintores, diseñadores, músicos, escritores. Sólo
se necesita una persona capaz de aglutinar a todos en una empresa que
a la larga confío dará sus resultados.
Siempre se ha criticado a los soñadores, pero la vida y la misma
historia han demostrado que los soñadores han sido los que con
el tiempo han triunfado, ¡Qué aparezca entre nosotros ese
soñador que levante el espíritu y organice la primera
compañía de ballet en nuestra provincia! ¡Ojalá
así sea!