Revista Vitral No. 52 * año VIII * noviembre-diciembre 2002


BIOÉTICA

 

HACIA UNA PREVENCIÓN EFICAZ
EL VIH/SIDA. PROPUESTAS Y DESAFÍOS
DESDE UNA PERSPECTIVA ÉTICA CRISTIANA


DR. ALDO MIGUEL SANTOS HERNÁNDEZ

PREVENCIÓN EN SALUD; MARCO CONCEPTUAL

PREMISAS BÁSICAS PARA
EL DISEÑO Y EJECUCIÓN DE
ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN

PRINCIPALES DIFICULTADES DE LOS PROGRAMAS DE PREVENCIÓN

A MODO DE CONCLUSIÓN

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


IV Taller de Trabajadores Católicos de la salud
27 al 28 de abril del 2002. Cátedra de Ética del Centro de Formación y Promoción del Laico “Beato A. Janssen”, Diócesis de Holguín.

A casi veinte años del descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), agente causal del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y a pesar del rápido proceso de descripción de los primeros casos, aislamiento del agente causal, como nunca antes en la historia de la medicina, así como de los innegables progresos en el ámbito terapéutico, hacen que en el norte del mundo el VIH sea tratado cada vez más como una enfermedad crónica 1 que si bien aun no es curable, sí puede ser hasta cierto punto controlable la prevención continua, siendo la piedra angular para su control.
Desde los mismos inicios de la expansión mundial de esta enfermedad, resultó evidente que la educación y la información son, si bien no las únicas, las principales estrategias de prevención con que se dispone. Las estadísticas confirman que la abrumadora mayoría de los casos de transmisión del VIH implican actitudes que están íntimamente relacionadas con el comportamiento y las relaciones humanas: cambios frecuentes de pareja sexual, infidelidad, prostitución, drogadicción entre otras. Es por ello que, el objetivo primario de todo programa de prevención para que sea realmente eficaz, debe ser el de modificar esas actitudes que hacen al individuo susceptible de contraer el virus. Por otro lado la experiencia de los últimos años ha demostrado que la información por sí sola no es eficaz para motivar o sostener a lo largo del tiempo la modificación del comportamiento.2
Este tipo de prevención toma más importancia, si tenemos en cuenta que a pesar de que se descubriese en un plazo breve una inmunización eficaz para evitar la enfermedad, millones de personas en todo el mundo no podrían acceder a ella, pues carecerían de los más elementales recursos económicos para su adquisición. La patente de tal vacuna, como es fácil suponer, será rigurosamente custodiada por alguna de las poderosas compañías y laboratorios farmacéuticos que han invertido cuantiosas sumas en su desarrollo. Y aun cuando se les ofreciera gratuitamente a los países pobres, cosa que resulta sumamente improbable luego de la aún reciente querella judicial de varias de estas transnacionales contra algunos gobiernos que decidieron fabricar y distribuir medicamentos genéricos baratos para sus enfermos de SIDA, evadiendo el pago de las excesivas patentes. Los precarios o casi inexistentes sistemas sanitarios de numerosos países de África subsahariana, Asia o Latinoamérica, carecerían del personal y la organización mínima imprescindible para detectar e inmunizar a toda la población en riesgo.
De más está señalar pues, la apremiante necesidad de diseñar e implementar estrategias de prevención eficaces u coherentes, que logren detener e incluso hacer retroceder el vertiginoso ritmo de propagación de la pandemia por VIH/SIDA:

Prevención en salud; marco conceptual

Por prevención, entendemos el conjunto de acciones encaminadas a evitar la aparición o el progreso de un daño a la salud. En los últimos tiempos dentro del concepto prevención, se ha visto la necesidad de establecer una distinción en cuatro niveles: Prevención primordial: Este es el nivel más recientemente reconocido, su objetivo es evitar el surgimiento o la consolidación de patrones económicos, sociales y culturales relacionados con el incremento del riesgo de aparición de una enfermedad. Implica la formación y educación de los individuos, incluso desde las primeras etapas de la vida para que estos adopten hábitos, conductas, estilos de vida y de consumo saludables, para lo cual es preciso la intervención coordinada de todos los sectores de la sociedad (educativo, sanitario, económico, legislativo, cultural, informativo, etc.)
En el caso de la prevención del VIH/SIDA en este nivel, a grandes rasgos se incluyen las acciones dirigidas a toda la población que:
.Promuevan conductas y formas de asumir una sexualidad madura y responsable, contrarrestando los nocivos patrones de conducta sexual imperantes en nuestras sociedades.
. Eliminen las condiciones socioeconómicas, familiares e individuales (biológicas, psicológicas, espirituales) que propician la pobreza, la ignorancia, la drogadicción, la prostitución y la marginalidad entre otros.
Prevención primaria: En este nivel el objetivo es eliminar o evitar la aparición de la enfermedad mediante el control de los factores causales o de riesgo. Implica dos estrategias complementarias: la dirigida a la reducción del riesgo medio de aparición de la enfermedad en grandes grupos con grados variables de exposición al riesgo y la enfocada más bien hacia individuos cuyo riesgo es sensiblemente superior por pertenecer a grupos con conductas de riesgo. Este nivel de prevención en lo que respecta al VIH/SIDA está dirigido a:

Estrategia poblacional:
.Toda la población, independientemente del grado de riesgo relativo o potencial a los que están expuestos de forma individual o grupal. Como parte de esta estrategia se encuentra la promoción de una sexualidad responsable y el uso del preservativo, así como el pesquizaje de toda la sangre y los hemoderivados.

Estrategia de grupos de riesgo:
.Individuos que debido a sus conductas, se encuentran en peligro inminente de contraer el VIH: drogadictos, prostitutas, personas con cambio frecuente de pareja. Lo cual se aborda con la información, la educación y medidas como la distribución de jeringuillas estériles y condones entre individuos de riesgo,
. Personas que por determinadas circunstancias se encuentran en riesgo potencial: personal sanitario, pacientes que requieren transfusiones frecuentes, entre otros, mediante la educación y la aplicación de las normas de bioseguridad.
Prevención secundaria: Mediante el diagnóstico y el tratamiento precoz, persigue detener o retardar el progreso de la enfermedad en el individuo, así como evitar su contagio en el caso de las patologías infecciosas. Este nivel de prevención es sumamente importante en el VIH/SIDA y el resto de las ITS, pues consigue interrumpir la cadena de transmisión e iniciar precozmente los cuidados de la persona afectada.
Prevención terciaria: Tiene como propósito retrasar el progreso o la aparición de las complicaciones de una enfermedad ya establecida, en su etapa clínica, así como minimizar los sufrimientos y favorecer la adaptación de los pacientes y sus allegados a enfermedades incurables o de curso crónico, mejorando en lo posible su calidad de vida.
Usualmente cuando se habla e incluso cuando se hace prevención, no se distinguen debidamente sus niveles e incluso con frecuencia se ignora la existencia e importancia de los dos últimos, lo cual va en detrimento de los resultados finales.

Premisas básicas para el diseño y ejecución de
estrategias de prevención:

A continuación describiremos algunas de las que a nuestro juicio, constituyen las premisas básicas para el desarrollo de las estrategias de prevención:
I- Respeto a la dignidad y los derechos de las personas.
Esto es un elemento fundamental a tener en cuenta, quizás el más importante,. Ningún ser humano, independientemente de sus antecedentes, condición social, orientación sexual, o su estado de salud, podrá ser violentado en su dignidad y por ende discriminado, humillado, o privado arbitrariamente de sus derechos.
No es justificable ni moralmente aceptable que persiguiendo un fin bueno, como lo sería el control o eliminación de una enfermedad, se adoptasen acciones vejatorias contra un individuo o un grupo de individuos. “la experiencia dolorosa de la humanidad demuestra que cada vez que la dignidad de todos y de cada uno ha sido negada, toda la humanidad ha sido invadida por la angustia y el dolor.3
Las estrategias de prevención deberán además estar diseñadas de tal forma que estimulen a las personas a sumarse como protagonistas, es decir, como sujetos activos y responsables, nunca como”objetos” o destinatarios “pasivos” de nuestras acciones.
II.- Planteamiento dinámico y positivo
Estudios psicológicos y sociológicos contemporáneos, indican que la respuesta a determinados mensajes, mejora ostensiblemente si estos se encuentran redactados en una clave positiva de tal forma que la persona se identifique, lo haga suyo, lo acoja y asuma profundamente, integrándolo paulatinamente a su esfera racional, emotiva y volitiva. Estos, además, logran mayor efectividad si dinamizan y estimulan a la acción.
III.- Participación activa de las personas con VIH/SIDA
Esta participación, aun cuando es cuestionada por algunos, ha demostrado a lo largo de los últimos años su valor como poderoso agente de sensibilización. Cualquier situación por bien que se nos presente en el plano teórico o conceptual, se nos antoja al común de las personas abstracta, difusa o lejana, hasta que literalmente “chocamos” con ella en la persona concreta de otro ser humano, que la vive, la sufre y la asume como su realidad, que entonces pasa a ser de cierta forma también mi realidad, nuestra realidad.
Al mismo tiempo, la intervención y el compromiso activo en las acciones de prevención de la persona viviendo con VIH, constituyen un elemento de suma importancia para su propia sensibilización y motivación al cambio de actitudes, al tiempo que lo hace cada vez más responsable por la salud y la vida de los demás y por otro lado mejora su autoestima, tan amenazada en el transcurso de una enfermedad como esta.
IV.- Mensajes claros y veraces.
Los mensajes deben ser transparentes, de fácil asimilación, y confeccionados en un código comprensible por los destinatarios.
La información debe ajustarse estrictamente a la verdad so pena de perder credibilidad o eficacia todo el programa de prevención. Tal es el caso de la promoción del condón como “sexo seguro”, es decir libre de riesgos, lo cual no se ajusta plenamente a la verdad. En varios estudios durante la última década, se ha detectado una variable tasa de fallos, en dependencia del país, las edades estudiadas, el tipo de condón utilizado, entre otros factores. Si tenemos en cuenta que lo que se juega con cada fallo es la vida de uno, incluso de varios seres humanos, la situación no resulta tan sencilla. Este tipo de mensajes hace que en las personas se genere una falsa sensación de seguridad y que lejos de abandonar las prácticas sexuales riesgosas, las incremente, aumentando a su vez estadísticamente la posibilidad de resultar contagiado o de contagiar.
V-Que tenga en cuenta las características de los destinatarios
Esto es: sus edades, niveles culturales, necesidades, motivaciones, aspiraciones, creencias y grados de exposición al riesgo, entre otros diversos factores.
VI-Enfoque integral.
Si partimos del hecho de que el VIH/SIDA no es sólo un problema de índole sanitaria por lo que no compete solamente a unos pocos, como podrían ser el personal sanitario por un lado y por el otro las personas con conductas de riesgo, los portadores y enfermos, sino que es una problemática que por sus profundas connotaciones alcanza a la sociedad en su conjunto, necesita pues en su enfrentamiento, de estrategias integradoras en todos estos campos: a los programas de educación sobre el VIH/SIDA dirigidos a adolescentes, jóvenes y adultos, deberán incluirse e integrarse cursos sobre sexualidad y relaciones humanas, vida familiar y desarrollo social.
A las acciones estrictamente sanitarias como son las que se realizan con las personas con comportamientos de riesgo, la búsqueda continua de medicamentos y vacunas, así como la oferta de servicios de salud adecuados; se deben sumar iniciativas en otros terrenos como el educativo socioeconómico entre los que se encuentren la eliminación de las causas de la pobreza, la falta de equidad, la injusticia y la marginalidad. El cultural: la falta de acceso a la educación y la cultura, además del psicológico y el espiritual, entre otros.
VII.-Educación ética
Resulta vital para la prevención del VIH/SIDA y el resto de las ITS, la educación ética de las personas. Educación ética significa formar a partir de los valores, donde no hay valores no hay verdadera educación, puede haber instrucción, entrenamiento, pero nunca educación. Es preciso tener presente que la adquisición de los valores no procede de su conocimiento racional o su memorización, sino que estos se transmiten y son asumidos por los individuos en procesos vivenciales, por decirlo de otra forma, los valores “se contagian” si son vividos y testimoniados.
Educar en los valores no significa pues, enseñar un conjunto de fríos contenidos, no se trata tampoco de dar grandes listados de “valores” y sus principios teóricos, error en el que no pocas veces incurrimos. La “educación en los valores consiste en ir despertando y alimentando la sensibilidad, el sentido ético, esto es, la capacidad de la persona para captar y hacer suyos los valores, educándola para el discernimiento, ante las disímiles circunstancias y situaciones que deberá encarar a lo largo de su vida”.4
De más está decir pues, la crucial importancia que juega la familia, pues es en este ámbito donde se vivencian de forma privilegiada los valores. No obstante la escuela, y el resto de las instancias de la sociedad, donde se incluye a la Iglesia, deberán en lo posible asumir funciones educativas y no sólo informativas de manera que sean también lugares de educación en los valores. Esto exige una profunda sinergia entre la familia y el resto de dichas instancias para formar una verdadera comunidad educativa.
Valores básicos que se deberán promover en los programas de prevención:
. Dignidad
.Castidad
.Fidelidad
.Autocontrol
.Autoestima
.Honestidad
.Respeto
.Compromiso
.Justicia
.Equidad
.Tolerancia
.Solidaridad
Cuando alguno de los anteriores siete criterios o premisas básicas de la prevención, no son tomados en su justa medida, o no se llevan a la práctica de forma coherente, los programas de prevención incurren en costosos errores que en último término disminuyen su eficacia.

Principales dificultades de los programas de prevención

A. En la confección del mensaje:
1- Enfoque negativo:
Los mensajes negativos y apocalípticos: “¡El SIDA mata!”, “El SIDA es el fin de la humanidad!, “la terrible enfermedad...” o como se titula un conocido material de vídeo “SIDA: callejón sin salida” entre muchos otros que inundan los medios de comunicación social, solo inducen temor o pánico y generan nocivos bloqueos emocionales y mecanismos psicológicos de defensa en los que el individuo se refugia en “No, eso no me puede ocurrir a mí” o “¿Por qué habría de ocurrirme algo tan terrible precisamente a mí?”, ¡Es mejor no pensar en eso! u otras por el estilo.
2- Contenidos sólo informativos:
Es cuando el mensaje es sólo técnico, con un frío enfoque higiénico-sanitario que no motiva, no moviliza interiormente a la persona a reflexionar profundamente sobre su vida y sus actitudes y actos. El individuo aprende “de memoria” los peligros a los que se expone con su conducta pero eso por si solo no garantiza su modificación, al igual que un fumador puede llegar a conocer con lujo de detalles los numerosos riesgos que le acarrea su nocivo hábito, sin que por ello sea más capaz para abandonarlo.
3.- Enfoque parcial:
Ocurre cuando la prevención no tiene en cuenta los aspectos culturales, sociales, familiares, económicos, y espirituales entre muchos otros, que pueden estar en la génesis de la propagación de la enfermedad, centrándose únicamente en el campo estrictamente sanitario.
Un claro ejemplo de este enfoque parcial lo constituye la prevención basada en un único elemento como lo es la promoción del uso del condón, dejando de lado importantes acciones para eliminar las prácticas y conductas sexuales de riesgo. Quienes defienden esta postura alegan que si bien es cierto, tal y como postulan autorizadas voces en todo el mundo, que sólo el cambio de actitudes y conductas es sostenible y verdaderamente eficaz para prevenir el VIH/SIDA y otras ITS, eso sólo se puede lograr a largo plazo y que es preciso pues, proteger y evitar el contagio de ese joven o de aquella adolescente que mañana, pasado mañana o la próxima semana, o sea, a muy corto plazo estarán en una situación de riesgo y podrán quedar contagiados. Lo que de aquí se desprende es que si todo el tiempo permanecemos implementando soluciones a corto plazo para “paliar” la situación, y no comenzamos de una vez a implementar acciones que a un largo plazo modifiquen las actitudes y ataquen las verdaderas raíces del mal, ¡siempre estaremos trabajando a corto plazo! Y nunca lograremos la necesaria efectividad.
A juicio de numerosos entendidos, el fracaso de los enfoques de este tipo es notorio. Baste considerar que el número de casos de personas infectadas en varias provincias de nuestro país durante los últimos años se ha incrementado de forma alarmante a expensa de personas que se han autoinoculado el VIH por medio de inyecciones o manteniendo conscientemente relaciones sexuales con personas infectadas. Ante esta dolorosa situación debemos cuestionarnos seriamente si nuestras campañas de prevención han tenido suficientemente en cuenta a otros elementos de fondo que propician este fenómeno.

B.En la implementación de las acciones de prevención:
1.- Políticas coercitivas:
Exámenes forzados a determinados grupos o individuos así como reclusión y aislamiento obligatorios sin distinción.
2.- Acciones irrespetuosas:
Violación de la confidencialidad de los individuos, a su intimidad o autonomía, así como irrespeto a derechos básicos como el trabajo, la educación, la recreación, etc.
Las experiencias de varias regiones del mundo donde se han implantado estrategias de prevención, con algunas de estas dos últimas dificultades, han demostrado una dudosa eficacia, pues tienen una serie de inconvenientes entre los que se cuentan el que:
/Son extremadamente caras y por ende, difíciles de sostener a largo plazo.
/Resultan relativamente poco eficaces para detener la propagación de una enfermedad que puede permanecer asintomática e indetectable pero transmisible durante un largo período de tiempo.
/Generan una falsa seguridad en el resto de la población, pues el común de las personas tiende a asumir que todos los enfermos o portadores ya están detectados y aislados y que por ende la corrección de las conductas personales de riesgo resulta innecesaria.
/Las personas que piensan pueden estar contagiadas, se ocultan y no buscan ayuda por temor a su reclusión, al público conocimiento de su situación, a la discriminación o marginación.

A modo de conclusión:

No quisiera terminar, sin hacer antes referencia a la necesidad de implementar como parte central de las estrategias de prevención, una educación para el amor y la sexualidad desde los valores. La educación sexual, en efecto, al tener como meta la madurez de la personalidad, no puede ser concebida simplemente como una iniciación a la higiene y los aspectos fisiológicos de la sexualidad.
Uno de los elementos esenciales que deben tener en cuenta las estrategias de prevención es propiciar una educación sexual con un enfoque personalista que facilite a los individuos de nuestro tiempo, descubrir y asumir los profundos significados antropológicos de su sexualidad y esta forma les permita integrar de manera armónica la sexualidad en su horizonte de sentido existencial.
Nunca una educación de la sexualidad estará completa, ni será del todo proveedora de significados válidos, ni por lo tanto eficaz para transformar o sostener a lo largo del tiempo el cambio del comportamiento sexual, si no se acompaña de una educación para el amor que tenga como marco referencial los valores humanos. Esto es lo que se ha denominado “Educación afectivo – sexual en los valores”.
De esta forma, mediante un proceso en el que el individuo va asumiendo valores básicos como el compromiso, la voluntad, la apertura y la entrega a otro, la autoestima, el pudor, la fidelidad, el respeto, y la libertad como realización de la verdad en la responsabilidad, entre tantos otros, la persona hallará profundas motivaciones que le impulsen a asumir de forma consciente los profundos significados de su sexualidad encontrando su verdadero sentido, lo cual contribuirá a su realización y plenificación humana. De seguro una sexualidad integrada de esta manera, no dejará margen alguno para la entrada del VIH.

Notas:
1.- S.E. Mons. Fouad T. El Hage. Arzobispo maronita de Trípoli, presidente de Cáritas Internationalis en: “Sida y Cáritas Internationalis”, Dolentium Hominum n. 44, 2000.
2.- P. Robert J. Vitillo, MSW, delegado de Cáritas Internationalis New York – Washington y Sor Maura O’Dnouhue en:

Bibliografía:

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Revista Vitral No. 52 * año VIII * noviembre-diciembre 2002
Dr. Aldo Miguel Santos Hernández
Médico Especialista en Medicina General Integral Cátedra de Ética del CFPL “Beato A. Janssen”.
Programa VIH/SIDA de Cáritas Holguín.
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