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FIG. 2. DE LA
SERIE HOMBRES
DE HUESO.
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FIG. 3 DE LA
SERIE HOMBRES DE HUESO.
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Ginle Cubillas es un joven pintor
pinareño que pugna en un entorno artístico contemporáneo
donde el individuo, como fenómeno de sensibilidad, es cada vez
menos interesante (lo que interesa es su poder de comunicar ideas; esa
es la autoridad que se impone y a la que se pretende reducir el arte).
Sin embargo, el proceso evolutivo que se advierte en la obra de este
curioso artista nos revela otro camino totalmente inverso.
A Cubillas no le interesa descubrir un lenguaje auténtico,
innovador, sino utilizar códigos que lo estimulen y satisfagan
a plenitud. De esta forma nos muestra lo que la individualidad humana
es capaz de ofrecer como valores. Y esta postura además, aunque
parezca simple, puede conducirnos a reflexionar sobre cuestiones tan
polémicas como: si los significados del arte están realmente
ligados a los significados de la vida; y si el arte traduce esencialmente
esta responsabilidad.
Lo cierto es que nuestro joven artista, por suerte, no se complica tanto.
Su creación actual es escéptica ante los esfuerzos por
dar significado o descifrar lo inexplorado. Él es conscientemente
antiheroico, aceptando la maravilla del azar con tolerancia e incertidumbre.
Ahora bien, esto no siempre fue así. Como ya hemos comentado,
su presente obra es el resultado de un proceso consecuente que puede
dividirse en dos etapas, teniendo en cuenta los presupuestos de cada
una.
En cualquier proceso artístico es difícil delimitar con
exactitud el tiempo real en el que se comprende cada fase del mismo.
Sin embargo, me atrevería a señalar un primer momento
en la obra de este creador comprendido entre los años 1999 y
2000, en el cual se advierten dos series fundamentales, Máscaras
y Hombres de Hueso.
Máscaras encierra un conjunto de retratos que cubren o descubren
la psicología real del personaje (fig.1). Avizoran una aguda
preocupación existencial y social que desnuda, lo que parece
ser, la principal motivación del artista. Construidos con trazos
desenfadados y vigorosos, que junto al uso del blanco y negro van a
constituir características latentes en todo el trabajo posterior.
En Hombres de Hueso, el pintor apela a la potencialidad semántica
de este componente de la anatomía humana, así como a su
plasticidad geométrica, y nos propone otra suerte de rostros.
Aquí, de forma experimental y en busca de otros recursos expresivos,
introduce el papel impreso a manera de collage (fig.2). En un principio,
alude intencionalmente a las influencias psicológicas y sociológicas
de la propaganda. Slogans y frases provenientes de la publicidad están
integrados a estas figuras, cuyas desgarradoras expresiones se relacionan
ex-profeso con el contenido de los textos impresos. El color bien saturado
predomina en los inicios de esta serie. Dando vida a estas caras alargadas
y casi escultóricas que, asustadizas, parecen protestar contra
el mercantilismo y la propaganda excesiva a las que están involuntariamente
ligadas. Sin embargo en la medida que avanza su actividad creadora,
el artista rescata lo que él mismo define como potencialidad
dramática del blanco y negro, que ya había explotado en
Máscaras, trayendo a la luz de esta manera otra versión
de Hombres de Hueso (fig.3). Lo que seguramente Ginle ignoraba entonces
era que estas monocromáticas y vehementes obras, cuya temática
agotaría rápidamente, lo conducirían a una nueva
e interesante etapa de su quehacer artístico, que comienza ya
en el año 2001 y se extiende hasta la actualidad.
Si en los preludios de la serie Hombres de Hueso, en el ánimo
del artista se podía reconocer la intención consciente
de comunicar preocupaciones inherentes a su entorno individual y social,
posteriormente empieza a desechar estos presupuestos para imprimirle
un valor especial al azar en la realización de su trabajo. Aún
sin poder apartarse de la temática, los primeros pasos se pueden
apreciar en las últimas versiones de Hombres de Hueso (fig.4).
El pintor abandona las figuras estudiadas y bien definidas para recrearse
con manchas de acuarela que colindan con lo abstracto aunque recuerdan
aún esas cabezas alargadas. A partir de este momento, renuncia
al lienzo de gran formato que una vez utilizó en Máscaras
y en la génesis de Hombres de Hueso para recrearse a plenitud
sobre la cartulina, que también venía utilizando, solo
que ahora será en pequeñísimas dimensiones. Considero
este uno de los elementos más singulares y atrevidos en la evolución
de su obra.
De esta sugestiva manera nace un conjunto de piezas, abstractas en su
mayoría, que el artista ha denominado Manchas, y las cuales son
auténtica muestra de un hacer sincero y profundamente intimista
( fig.5 y 6)
Ginle vive las imágenes resultantes de su trabajo incluso cuando
mienten. Digo esto porque en ciertos casos se advierten
rasgos figurativos fruto de un recreo posterior al acto incidental.
Estos rasgos se dibujan sobre algunas formas que sugiere la mancha inicial
y que el artista aprovecha como parte de la diversión. Resultan
sin intención previa alguna, aunque al final ilustren lo que
él, a través de su imaginación, estado de ánimo
o interés de momento, logra ver en la mancha y le interese resaltar.
Por otra parte, el desenfado con que están ejecutadas sus pinturas
desnuda la enorme pasión que le impregna a cada una, amén
de la menuda escala que tienen las mismas. Y es precisamente la honestidad
conque Ginle está creando hoy, (pues para él es casi improbable
la idea de separarse de estas pequeñas creaciones) el factor
fundamental que impacta directamente en el nivel sugestivo de su obra
actual.
El valor que a mi entender entraña el arte de este joven pintor,
radica precisamente en que cuando nos dice en estos tiempos
¿por qué no hacer las obras placenteras?,
tiene la intención de que sea una cuestión provocativa.
El problema es, desde luego, placentero para quién
y desde qué punto de vista; placentero para aquéllos que
quieren que una obra tenga una textura rica, para aquéllos que
desean sea conceptualmente interesante o para aquéllos que esperan
sea visualmente ¡asombrosa! Sospecho que su intención es
mostrar esa arista del arte que comprende a la inspiración en
favor del placer que implica la creación desprejuiciada.
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FIG.
4 DE LA SERIE HOMBRES
DE HUESO.
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